Las egorías de comienzo de año

Parece que está de moda el estilo «slow», no me desagrada, pero prefiero más el estilo «intense».

Me gusta que me gusten las cosas, por eso lo miro todo con ojos de niña, como si fuera la primera vez que las veo; me gusta volver al monte en otoño, o en primavera, y al mar en verano o en pleno temporal y sacarle cientos de fotos como si fuera la primera vez; me gusta dejarme sorprender cada mañana de lo bonita que es mi casa, aunque anoche quedara todo tirado por los suelos; me gusta disfrutar del buen día que ha salido, aunque llueve esa misma mañana en que decido estrenar zapatos de ante; me gusta sorprenderme de lo bien que funciona el transporte público, aunque mi autobús no llegue cuando lo necesito; me gusta oír las carcajadas de mis hijos aunque despierten a mi nieto; me gusta ver sonreír a la gente cuando hablo, aunque luego tenga que reconocer que es una parida lo que he dicho; me gusta pensar que voy a hacer un viaje, aunque no me mueva de las baldosas del cuarto de baño; me gusta hacer bien mi trabajo, aunque me lleve más de media vida dejarlo todo a mi gusto; y sobre todo, me gusta saborear todo lo bueno que he vivido, a pequeños sorbos, sin nostalgia, con una sonrisa en los labios recordando lo bien que lo pasamos cuando… y planear todo lo que me queda por vivir, aunque no haya un mañana.

Por eso me propongo para este año, simplemente, que me sigan gustado estas cosas.

Salud, cultura, anarquía y gusto por la vida tengan ustedes.