La gente menuda y sus alucines

Juan tiene veintinueve años.
Juan es un hombre enamorado de su trabajo. De su profesión.
Juan sabe muy bien lo que se hace cuando enseña y cuando educa.
Juan, además, escribe poesía.
Juan es un ‘peazo’ poeta.
Juan escribe para regalar.
Cuando Juan ve a alguien triste, Juan se inventa una historia para hacerle sonreir.
Juan es el autor del próximo libro de mi editorial.Unas veces, Juan, cuenta historias a sus alumnos de cuatro años. Otras veces les pregunta qué historia quieren oir. Tienen un juego en clase, al que llaman «putxerito«* que consiste en que esas personitas seleccionen cuidadosamente tres tarjetas plastificadas que representan objetos dispares y él, sobre la marcha, les inventa una historia.El binomio fantástico de Rodari pero trinomio y contado con mucho arte.

Aún con cuatro años, sus alumnos seleccionan cuidadosamente las tarjetas para ponérselo difícil. Y él disfruta saliendo del apuro.

Normalmente escriben las historias en el ordenador y mientras lo hace, éstas se proyectan contra la pared del aula, pero cuando quieren imprimirlas, ha de ir hasta la sala donde están las impresoras en red.

Una mañana creativa, habían tramado a veinte voces una preciosa historia, pero la red no funcionaba, de modo que sacó una máquina de escribir del siglo pasado, claro, y comenzó a escribir la historia.

Cuenta Juan que aquél día sus alumnos alucinaron y que la máquina les pareció el instrumento más moderno y sofisticado del mundo.

¡Escribía directamente en el papel y no había que enviarlo a otro aparato para tener la historia escrita!

Salud, cultura, anarquía y felices anécdotas tengais siempre

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* Por indicación de este alumnado tan precoz, hago aquí la corrección que me indican. NO se llama «putxerito» sino «PUTXERETTI»

Muchas gracias, chicos, da gusto equivocarse con vosotros, que me corregís mandándome un beso.