«cuando ascendí hasta los sesenta o noventa metros supe que tenía que volar». Amelia Earhart vivió así su primera experiencia de vuelo tras una ascensión de diez minutos el 28 de diciembre de 1920 en compañía del piloto Frank Hawks. Esta pionera de la aviación, nacida el 24 de julio de 1898 en Atchison (Kansas), quería volar y aprendió a hacerlo, y, en contra de los deseos de su familia, se convirtió en la primera mujer que realizó la travesía del Atlántico en solitario.
Amelia tuvo una infancia feliz y llena de comodidades. Sus primeros años de vida transcurrieron en Atchison, su localidad natal, donde estuvo al cuidado de sus abuelos maternos. Pero la errática vida laboral de su padre, que cayó en el alcoholismo tras perder varios empleos, los viajes constantes de la familia y la consiguiente inseguridad económica provocaron que al final su madre lo abandonara y partiera rumbo a Chicago acompañada de Amelia y su hermana Muriel.
EL «GUSANILLO» DE LA AVIACIÓN
Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, Amelia y Muriel viajaron a Canadá como enfermeras voluntarias, atendiendo a los pilotos heridos en combate. Fue tras visitar el Cuerpo Aéreo Real, la fuerza aérea británica, cuando la idea de convertirse en piloto de aviones comenzó a tomar forma en la mente de Amelia. En sus propias palabras, fue allí donde terminó «picada por el gusanillo de la aviación».
En 1920, la familia decidió trasladarse a vivir a California. Amelia asistió a un espectáculo aéreo y tuvo la oportunidad de sobrevolar la ciudad de Los Ángeles. Quedó tan entusiasmada que en ese mismo instante decidió aprender a volar. Le impartió clases otra mujer, considerada pionera de la aviación femenina: Neta Snook. A finales de 1922, Amelia consiguió comprar un aeroplano al que bautizó con el nombre de El Canario, con el que consiguió su primer récord de altitud al volar a 14.000 pies (4.267 metros) de altura.
EL SALTO A LA FAMA
Tras conseguir la licencia como piloto en 1923 y entrar a formar parte de la Asociación Aeronáutica Internacional en 1927, Amelia Earhart empezó a ser reconocida como uno de los mejores pilotos estadounidenses. Fue precisamente en ese año cuando el famoso editor George P. Putnam –con el que se acabaría casando– recibió el encargo por parte de la millonaria Amy Guest para que se ocupara de organizar el primer vuelo femenino sobre el Atlántico. Fue un proyecto personal de Guest, a la que también le gustaba volar. En un principio tenía que ser la propia Amy quien realizara el vuelo, pero tras ser disuadida por su familia decidió, ayudada por Putnam, buscar a alguna joven piloto para que pudiera llevar a cabo dicha empresa. En 1928, Amelia recibió la oferta de formar parte de la tripulación junto con el piloto Wilmer Stultz y el mecánico Louis Gordon, convirtiéndose de este modo en la primera mujer en cruzar el Atlántico. A bordo de un Fokker FVII bautizado con el nombre de Friendship y tras un vuelo de 20 horas y 40 minutos desde Trepassey Harbour, Terranova, a Burry Port, Gales, Amelia se convirtió en una celebridad: rubia, alta, atractiva, con trazas de modelo, aire andrógino y cierto parecido con el mítico piloto Charles Lindbergh. Amelia se había convertido en una sensación que rivalizaba con las estrellas de Hollywood.
Durante los meses siguientes, Amelia realizó varios vuelos como el que la llevó de Los Ángeles (California) a Newark (Nueva Jersey). Aprovechando su popularidad, Amelia promovió asimismo el uso comercial de la aviación y defendió la incorporación de las mujeres a este nuevo campo profesional.
En enero de 1935, Amelia efectuó la travesía en solitario entre Honolulú (Hawái) y Oakland (California). Recorriendo una distancia superior a la existente entre Estados Unidos y Europa, fue el primer piloto en completar con éxito este difícil trayecto sobre aguas del Pacífico, ya que los anteriores intentos habían acabado en fracaso. A finales de ese mismo año, estableció un nuevo récord de velocidad al realizar un vuelo sin escalas, de algo más de catorce horas, entre Ciudad de México y Nueva York.
EL ÚLTIMO VUELO
En 1937, Amelia anunció que intentaría dar la vuelta al mundo utilizando una ruta distinta a la habitual en estas travesías. Hasta entonces, dichos vuelos se realizaban en etapas cortas a través de los cielos del hemisferio norte, pero Earhart tenía la intención, junto con su copiloto y navegante, el capitán estadounidense Frederick J. Noonan, de circunvolar el globo en un bimotor Lockheed Electra 10-E siguiendo la línea del ecuador. Antes de su partida, Amelia declaró: «Nunca interrumpas a alguien haciendo algo que tú dijiste que no se podía hacer». El viaje empezó el 1 de junio de 1937, desde Miami (Florida) hasta San Juan de Puerto Rico, y desde allí volaron a Caripito, al este de Venezuela, siguiendo hacía África y el mar Rojo. Entonces emprendieron un vuelo inédito en la historia de la aviación: se dirigieron a Karachi, la capital de Pakistán, y el 17 de junio pusieron rumbo a Calcuta. Posteriormente su destinos fueron Rangún, Bangkok, Singapur y Bandung, en Java occidental. El mal tiempo, unas reparaciones en la nave y la grave disentería que contrajo Amelia, provocaron retrasos en el viaje.
Finalmente, el 27 de junio partieron hacia Darwin (Australia) donde Amelia ordenó devolver los paracaídas porque, según pensaba, no serían necesarios en lo que restaba del viaje. Tras haber completado 35.405 kilómetros en treinta días, ambos pilotos llegaron a Papúa Nueva Guinea; aún faltaban 11.265 kilometros por recorrer. Allí, Amelia se puso en contacto con el Herald Tribune y las fotos que envió la mostraban enferma y cansada. El 2 de julio, con unos 2.000 galones de combustible (7.570 litros), y tras unas 20 o 21 horas volando, Amelia y su copiloto levantaron de nuevo el vuelo en medio de un fuerte temporal. La penúltima etapa debía llevarlos hasta la isla Howland, junto a Australia, pero tras un último comunicado: «KHAQQ llamando al Itasca. Debemos estar encima de ustedes, pero no los vemos… El combustible se está agotando…», se perdió todo contacto con el avión.
La desaparición de Amelia Earhart y de su experto copiloto fue motivo de numerosas y a menudo fantásticas especulaciones, pero a día de hoy siguen sin estar claras las circunstancias del accidente y el lugar exacto donde se produjo. Algunas fuentes sostienen que el avión se vio obligado a realizar un aterrizaje forzoso en las islas Fénix, en el Pacífico, donde los dos ocupantes sobrevivieron como náufragos hasta su muerte.Esto contrasta con la versión oficial, que defiende que el avión se quedó sin combustible, lo que provocó su caída en aguas del Pacífico. Sea como fuere, el final que tuvo el vuelo de Amelia Earhart y el destino de los pilotos sigue siendo un misterio por resolver.
En el año 2009, la vida de Amelia Earhart fue llevada a la gran pantalla, de la mano de la cineasta Mira Nair, que dirigió la película Amelia, con la actriz Hilary Swank interpretando a la famosa aviadora.