Las aves no migratorias estaban hartas de que las aves migratorias pasaran por su territorio porque consideraban que traían violencia y enfermedades, además de tratarse de especies exóticas que no despiertan confianza. Las aves migratorias se han visto obligadas a volver a los trópicos, donde en esta época del año no hay comida, lo que puede provocar un importante desequilibrio en la diversidad de la zona.
Los huevos de las aves migratorias, al ser menores, han sido encerrados en pequeños nidos a la espera de que las aves no migratorias decidan qué hacer con ellos. De momento no les van a dar calor y tampoco van a dejar que entren en contacto con sus huevos por miedo a que les hagan algo.
Aunque el muro es robusto e infranqueable, muchas aves viajeras del norte sí están pudiendo ir a los trópicos para, durante unos días, ver cómo viven las aves migratorias y así crecer interiormente.