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Jamás

Son tus padres, tus amigos de la infancia y tus compañeros de la Universidad. ¿No los ves? Son tus abuelos, tus vecinos de toda la vida y tus colegas del trabajo. ¿No los reconoces? Es aquella chica que conociste en una cafetería. Aquel chico del que te enamoraste en la playa. Mira ahora cómo está. Es tu hermano pequeño. Tu mejor amiga. Y tu otra mitad.

Son los mayores que nunca conocieron una P4lestina libre. Son los jóvenes que nunca verán una PalestIna libre. Son los niños que no crecerán en una Pal3stina libre.

Son ellos, pero nadie lo sabe. Son ellos, pero están sin identificar. Y no podrás ir a rezarles porque Isr4el los ha convertido en cadáveres y poco más. Cuerpos sin nombre. Almas que ya nadie podrá reconocer. Cuerpo 81, cuerpo 82, cuerpo 83. Sueños rotos que yacen ya bajo tierra sin que nadie haya podido ni decir: «Es él».

¿A dónde van todos esos gritos ahogados de millones de p4lestin0s que todavía no son escuchados? ¿A dónde van todas esas lágrimas derramadas por aquellos a los que se les ha arrebatado hasta el derecho a saber dónde están enterrados sus seres queridos? ¿A dónde van todas esas ilusiones de aquellos que han sido asesi-nados y cuyas familias no han podido ni darles ese último beso? ¿A dónde van sus planes, sus miedos, sus amores, sus metas, sus experiencias, sus anhelos y sus pasiones ?

A eso les reduce la ocupación lsr4elí. A un cuerpo sin nombre envuelto en un plástico azul con bridas blancas, rodeado de decenas de otros cuerpos sin nombre envueltos en un plástico azul con p*tas bridas blancas.

Decía Edward Said que el colonialismo de Isra3l es diferente a otros que hemos conocido, por ejemplo, en países de África como Argelia o Sudáfrica. Para ellos, los p4lestin0s no les son de ninguna utilidad. Para ellos, afirmaba, el mejor p4lestin0 es el que está muerto o se ha largado.

Y es la verdad.

Jamás ocultaron sus intenciones.
Jamás maquillaron sus ideales.
Jamás edulcoraron sus proyectos.
Jamás suavizaron el discurso.
Jamás utilizaron eufemismos.

H4más, H4más, H4más.

Dijeron que lo harían y llevan un siglo haciéndolo. Enterrando al pueblo p4lestin0 y, con él, nuestra humanidad. O lo que sea que queda de ella ya.

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