[Libro III]
Contado ha la istoria cómo Júpiter, después que vençió e desterró a su padre, Saturno, reinó en el reino de Creta con su madre, Rea. El qual fue poderoso e sabio e amador de mugeres más que otro omne del mundo, ca se dize que ovo por mugeres hermanas e fijas e nietas [col. b] e aun visnietas suyas. Ovo muchos fijos e fijas, entre los quales ovo dos fijos en una alta dueña de linaje. Al mayor llamaron Jasón e al otro Dardaño, que eran omnes sabios e valientes, especialmente Dardaño, que era mucho corpudo e valiente e soportador de trabajos. E como estos dos hermanos sopieron que non avían de heredar en el reino de su padre, porque tenía otros fijos mayores que ellos que les pertenecía por mayorazgo, pidieron a Júpiter, su padre, que les diese guisamiento para ir [a] buscar tierras donde podiesen poblar e señorear. El padre tóvolo por bien e preçiólos más por ello e dioles jentes e aver e todo guisamiento para tal fecho.
E partidos d’él, arribaron a las partidas (152) de Asia. E pasaron la mar e arribaron adonde agora es llamada Greçia. Jasón quedó allí faziendo sus pueblas, donde suçedió mucha generaçión d’él; Dardano pasó el braço de Sant Jorge, que es en Costantinopla, e arribó en Frigia. E pobló allí una çibudad mucho noble que por las dos partes la cercava la mar e por la otra tenía el certán de la villa. E púsole nonbre Dardania del su nonbre e acabó en ella sus días en honra y estado.
Título de la primera destroiçión de la çibudad de Troya e de la cabsa d’ella e del enreinamiento d’Err[i]conio, fijo de Dardaño
Muerto este Dardaño, reinó Erriconio, su fijo, en la dicha çibdad de Dardania. E en el su tienpo se levantó (153) por su mayor para fazer esta guerra [a] (154) Dardania un grande omne, su comarcano, que llamaban Agüeco, que non era omne que menos injurias avía reçe-bido / [Fol. 37 v., col. a] de la dicha çibdad. E alçadas muchas gentes con él, començaron a la guerrear.
Título de la primera destroiçión de la çibdad de Troya que fizo en ella Ajueco, rey de los espartos, e de cómo escapó Ericonio, su rey, por la mar [e] después [la] recobró
Proseguiéndose la dicha guerra entre los dardanos e los dichos espartos luengamente, sobrepujando los parcos e sus comarcanos, llegaron sobre la dicha çibudad e, porque non era aún murada, entráronla por fuerça de armas, moriendo muchas gentes en el conbate. Fueron muertas muchas gentes de los dardanos. E estando Hericonio, su rey, con algunas gentes de los suyos por la mar, gastaron toda la dicha çibudad, que cosa en ella non dexaron, sinon solamente las moradas. E tornó a recobrar la dicha çibudad. E faziendo paz con sus vezinos, reparólo de todas cosas. E dende a poco tienpo morió conplido de sus días.
Título de cómo reinó en la dicha çibudad de Dardania Illio, fijo d’este rey Ericonio, e cómo fizo el alcáçar Ilión e le puso su nonbre e avolliçió mucha en ella
Muerto el rey Ericonio, segund dicho es, e reinando en la dicha çibdad Dardania Ilio, su fijo, que fue buen cavallero e cuerdo e allegó muchas gentes e, por ende, avolliçió mucho en la dicha çibudad Dardania, e venbrándosele del daño que Hericonio, su padre, avía fecho, fizo un alcáçar e su morada en somo [col. b] de una alpeña que avía sobre la dicha çibudad Dardania. E fizo allí tal fortaleza en que estava seguro de enemigos e púsole de su nonbre Ilión, en el qual fizo su vida porque la çibdad non era murada, pero avía en el dicho alcáçar Ilión muchos m[u]ros (155) para defensión de muchas gentes. Allí feneçió su vida honradamente, en mucha paz con sus vezinos e abastado de todas cosas.
Título de cómo reinó en la dicha çibudad Dardania Mida, fijo del rey Hericonio, e de cómo fue mucho rico e acreçentó mucho en la dicha çibdad Dardani
Muerto este rey Ilio, reinó Mida, su fijo, en la dicha çibdad Dardania. Fue este rey Mida omne manso e paçífico e mucho escaso e grand labrador de heredades. E non curaba de otras cosas sinon de poblar las tierras de labradores e otrosí non curaba de las çie[nçi]as, antes dezía que hera todo banidad. E por esto le llamavan los gentiles orejas de asno, porque en latín dize por asno alimania sin entendimiento.
Este rey Mida fizo el tenplo de la deesa Palas e començó a murar la dicha çibdad Dardania e fizo en ella poca cosa. E vevió este rey Mida luengamente. Ovo este rey Mida los cavallos blancos encantados que le dio Libero Padre, los quales fueron mandados a Ércoles quando libró la Infanta hermana del rey Laomedo de Troya del dragón.
Título de cómo reinó Trous, fijo del rey Mida, en la çibdad Daradania e de la segunda destruiçión de la dicha çibdad de Troya e de la causa de la su muerte // [Fol. 38 r., col. a]
Muerto este rey Mida, reinó en la dicha çibdad Ardania Trous, su fijo, que fue esforçado cavallero e mucho valiente. E acreçentó e anobleçio mucho la dicha çibdad e çercó la dicha çibdad toda por la tierra. Non lo podiendo conplir, tomó mucho algo en prestado para conplir aquella çerca del rey Arbeco de Maçedonia, con çiertas condiçiones. E así çercada, púsole del su nonbre Troya.
Como el rey Arbeco vio que non le guardava las condiçiones, ovo en su ayuda al rey Refo, de la selva Idán, porque tanbién lo burló el rey Trous como al otro. Venieron estos dos Reyes de callada por la mar, que non e[ra] çercada, e entraron. E morió allí Trous a guisa de cavallero con los más de los suyos, que non escaparon sinon los que se acogieron con Lamedón, su fijo, al alcáçar Ilión, adonde los tovieron luengo tienpo çercados fasta [que] les conplieron las condiçiones que su padre, Trous, les avía prometido. E así dexaron la dicha çibudad destroída.
Título de cómo después de muerto este rey Trous reinó en la dicha çibdad de Troya Laumedes, su fijo, e de los sus fechos e con[d]iciones (156)
Muerto este rey Trous, reinó su fijo Laumades en la dicha çibudad de Troya, que fue buen cavallero en armas e acreçentó mucho más que ninguno de sus anteçesores en la dicha çibdad. E pasó muchas so la su señoría. E en el su tienpo arribaron Hércoles e Jasón en la ribera de Troya e él fue causa de la terçera destruiçión de Troya, segund que adelante se dirá.
Título de la causa de la terçera destruiçión de la çibudad de Troya e de sus fechos de Jasón e de Medea e de su desonrada muerte
En el reino de Tesalia avía un rey que se llamava Felea e [col. b] abía un hermano que se llamava Esón, que era ome mucho volliçioso, que era menor de días que él [e] teníale tomado el reino por fuerça. E aquel rey Esón avía un fijo que se llamava Jasón, cavallero mançebo e mucho noble e querido de los del reino. E este [Feleo] (157), su tío, reçelava d’él que, si adelante prebaleçiese, que lo tomaría el reino e pensó en le buscar causa por lo fazer morir. E porque en la isla de Colcas, que es la isla de Chipre, (e) avía un tenplo del dios Mares adonde estava el velloçino del carnero dorado encantado, por manera que lo guardaban a la puerta de fuera dos toros de alanbre, que al que venía allí por tomar aquel velloçino, que era grand suma de oro, daban tales bramidos el uno por el un cabo e el otro por el otro echando fuego encantado por las bocas, que lo quemaban e fazían polvos; otrosí estaban dentro de la dicha puerta del tenplo dos leones de alanbre que maravilla hera por aquella mesma arte; e estava más a la puerta del santuario un dragón encantado que nunca dormía e, quando alguno venía allí con intençión de levar algo de allí, echava fuego por la garganta, de guisa que todo lo tornava çeniza; e del otro cabo estava una serpiente a forma de baxarisco que fazía aquello mesmo, por manera que muchos cavalleros nobles fe[ne]zían (158) allí miserablemente su vida por ganar fama e aquel algo e onor, e por aquesto llamó aquel Felén aqueste Jasón, su sobrino, e díxole:
-Sobrino Jasón, tú eres la cosa que yo en este mundo más amo porque heres el mejor cavallero del tu tienpo. E sabes la ventura que está en la isla de Colcas e bien creo que segund la tu bondad que para ti han tenido los dioses fasta oy gu-ardada / [Fol. 38 v., col. a]. Pues agora toma tú de los mis thesoros e de todo lo otro que menester ayas e vete [a] tomar la honra e el prez del mu[n]do.
Título de cómo Jasén e Hércoles destruye[ron] a la ribera de Troya e de lo qu’el rey Lamedón les enbió a dezir
Jasón quando esto oyó a su tío, entendiendo que con sana voluntad gelo dezía e por su gran coraçón qu’él avía, plógole d’ello e prometió de fazer aquel viaje. E llamó a todos los mançebos e nobles omes de la cavallería de Greçia, non que para conplir él los avía menester, salvo por que fuesen en su conpañía e fuesen testigos de aquel grand fecho e alta entençión, entre los quales fue uno Hércules, que era el más noble mançebo de toda Greçia.
E entrando en unas grandes e fermosas naos, se puso en alta mar e en el mar Júnico e ovieron grand tormenta e arribaron por fuerça en el puerto de Simeonca, que era de la çibudad de Troya, e posiendo sus áncoras por reposar allí, que non salían fuera.
E quando sopo el rey Laumedón que tales gentes eran arribadas allí a su puerto, ovo reçelo d’ellos, ca segund avedes oído él estaba deudor de Hércules por razón de los cavallos blancos que por librar la donzella del dragón le heran prometidas. E la culpa fuendo en él, non fuendo bien aconsejado, sin más saber enbiólos mandar muy desmesuradamente que le salían de su puerto e allí non estobisen sola una ora, si no, que sopiesen que los enbiaría de allí como a ellos non conpliese e grand su daño.
E quando el escudero que la mensajería levó a Jasón e a los otros ovo su razón acabada, Jasón fue mucho maravillado por el Rey [col. b] caer en tan mala estança contra conpañas que non le fazían enojo ni avían voluntad de gelo fazer. Dixo así:
-Por Dios, cavallero, vuestro señor el Rey non ovo sano consejo, ca nos non venimos aquí por le fazer enojo ni salimos en su tierra, mas echónos aquí forçados la tormenta de la mar co[n]tra toda nuestra voluntad. E mucho más su honra fuera de lo fazer de otra guisa, ca si él por tal manera en Greçia llegara, otramente fuera resçebido de los altos omnes d’ella. E los dioses non sean en mi ayuda si yo nunca [v]i (159) omne de tan alta guisa tan mal reçebir güéspedes; mas pues él así lo quiere, deçilde que faga mucho por non ser huésped en tierra estraña, lo que yo creo qu’él lo ha en voluntad.
Título de la respuesta que dio Hércoles al cavallero de Lamedón
Hércoles, non contento de la respuesta de Jasón, dixo así:
-Cavallero, non fue cortés vuestro señor, el Rey, en tan sin porqué amenazar estos cavalleros non oviéndole fecho enojo ni queriéndogelo fazer; mas deçilde así: que nos saliremos agora de su puerto e que non estaremos en él porque tenemos biaje començado e non somos tantos que gelo podamos acaloñar, mas que yo juro a los altos dioses que antes de oy un año, a todo su mal pesar, yo verné [a] estar en este su puerto e él non será para me lo defender; e aun en la su fuerte çibdad non se defenderá que yo non tome d’él emienda. E allí berá cómo se reçibe güéspedes e la buena palabra qué poco cuesta e quánto aprobecha.
Título de cómo Jasón e sus conpañas arribaron a la isla de Lemos e cómo casó Jasón con Isofile
Tornado el cavallero con aquella respuesta al rey Laumedón, los griegos alçaron sus velas e con aquella fortuna e arribaron a la isla de Lemos, donde reinava el rey // [Fol. 39 r., col. a] Toante, que hera finado poco tienpo avía. E dexara por heredera del su reino a la infanta Isofile, su fija, que era mucho fermosa donzella, la qual reinaba nuebamente. E así arribados los griegos e puestas sus áncoras, enbiaron pedir liçencia para salir en tierra e tomar probisiones por su preçio y ella y el su consejo fueron d’ello mucho alegres e plazenteros que asentasen allí e reposasen lo que quesiesen e tomasen por sus dineros lo que les fuese neçesario. E con aquel buen reçebimiento fuéronla a ver e ella los reçebió mucho onorablemente. E estovieron allí algunos días.
E como ella vio [a] (160) Jasón, tan apuesto e fermoso como lo él hera sobejamente, e sopo de su grand linaje e de la grand demanda que levava, enamórose d’él e él d’ella e, con acuerdo de sus vasallos e Jasón de los nobles de su conpañía, casáronse en uno. E con el grand viçio moraron allí (161) [m]ás tienpo que ha Ércules plazía, el qual los fizo de allí partir. Grandes fueron los llantos que Isofile fazía con la partida de Jasón, el qual, conortándola con dulçes palabras e falagos, le juró que su tornada faría por allí antes que a su tierra tornase dentro de tienpo çierto, si Dios lo sacase con onra e salud de aquella demanda en que iba.
Título de cómo Jasón traxo el velloçino de la isla de Colcas, que es Chipre, e casó con Medea
Los griegos, con el buen tienpo, partieron de allí e arribaron a la isla de Colcas, onde reinaba el rey Ortes, que les fizo buen reçebimiento, aunque le pesó con ellos por dos cosas: la primera, porque le pesaría de morir allí tal omne [col. b] como Jasón e la segunda, si él acabase aquella ventura, perderían él e su linaje el señorío del reino e isla de Colcas, que es Chipre. El qual avía una fija que se llamava Medea, la más sabia donzella de herbolerías e encantamientos del mundo, la qual fue a primera vista enamorada de Jasón. E ella mesma le dixo estas palabras:
-Jasón, tú heres venido a buscar tu muerte si de Dios non as acorro e d’Él ayuso no te la puede dar persona del mu[n]do sinon yo. E si tú me tomares por muger e me juras de levar contigo a tu tierra, yo te faré levar esta honra e provecho, aunque mi padre e mi hermano e yo seamos deseredados d’ello.
De las quales palabras Jasón fue mucho alegre e conplió su voluntad d’ella. E tomando por escrito sus cunjuraçiones e encuent[r]os secretamente para quebrantar aquellos encantamientos de aquellos toros e dragones e serpientes, se pasó solo en la isla e entró en el tenplo e desfizo los dichos encantamientos. E tomando aquel velloçino dorado, que era todo thesoro, se tornó luego en su batel a su conpañía, adonde con grande alegría fue reçebido.
E tomando aquella noche secretamente en su nao a Medea, se tornaron en Greçia, adonde de todos solepnemente fueron reçebidos e puesta Medea en la casa de Esón, su suegro, padre de Jasón, el qual ovo mucho plazer con el su fijo e con la nuera, aunque hera mucho viejo. E así estobieron un tienpo en grand plazer.
Título de cómo Medea tornó a su padre de Jasón de viejo en moço
E Jasón amaba mucho a su padre e, sabiendo que Medea hera mucho sabia, díxole:
-Señora, yo sé bien que al vuestro saber no ha cosa grabe de fazer e pues yo vo a muchos logares e dexo aquí a mi padre con vos, que sodes cosa que yo en el mundo más amo, quería que vos lo tornásedes moço.
E quando Medea esto oyó, como quier que tenía en ello mucho gran / [Fol. 39 v., col. a] de afán, pero con el grande amor que avía a Jasón, díxole así:
-Como quier que don Atoante esto non consienta, por el grande amor que yo he a ti, forçaré yo la su ley.
Dize agora aquí el autor que fizo Medea venir los espíritos e asentó la su silla en el viento auferial e pasó por las grandes lagunas de Mecada e por las grandes sierras orentales de las Indias; e atravesó el monte Parnoso e, pasando las grandes montañas de las Indias e otrosí las grandes calenturas de la sona quemada, (e) allegó a las maravillosas aguas del Nilo; e puso los pies en el oçidental monte Atalante e de allí atrabesó los peligros de la mar Çilla e los Taradis e los corrientes de Faro; e pasó en las partes Asperías e tomó de las vertuosas aguas de las fuentes del ruçío del çielo; e allegó en el monte Trato e atrabesó los muy fríos Alpes; e en todos estos logares cogiendo las virtuosas yerbas e raízes e caçando de las animalias que ella entendía que para esto le conplían.
E así tornó en Greçia, a la casa de Esón, su suegro. E así como allegó, fízole sacar toda la sangre e fizo sacar sangre de muchas animalias nuebas. E fízole fenchir d’ello por las venas por donde la otra sangre le salió. E púsolo en el vaño el cuerpo e pasóle entre muchos e grandes fuegos e safumerios e allí obró de sus encantamientos. E fizo venir en él carne nueba e renovóle el espíritu e tornó a Esón, su suegro, de viejo asaz moço.
E así vivieron Jasón e Medea con su padre dos años. E loaban todos la grand sabiduría de Medea e veníanla muchos [a] ver. E fue allí tenida por la más sabia muger de todo el mundo. E ovo en este tienpo dos fijos de Jasón e, por donde quiera qu’él iba, los levava a las caças de las alimalias e de las aves. E así olvidó Jasón todos los fechos de las cavallerías en este tienpo, dándose a todo deleite [col. b] con Medea.
Título de las cosas que la infanta Isofile fizo quando supo que non vernía Jasón a ella, como prometido le avía, e de la carta que le envió quando sopo que era casado con Medea e estava con ella
Dize agora la istoria que quando Isofile vio que no tornaba Jasón, que fue en grand cuita de saber nuebas d’él, preguntando a los que venían por la mar. E preguntava a todas las gentes por los vientos que avían pasado en la mar. E otrosí, dudándose en los encantamientos de la isla de Colcas, por donde él avía de pasar por aquellos peligros, (e) asomava mucho de voluntad por las playas de la mar por donde los nabíos abían de asomar e no cansava de preguntar a los que venían; e non dexava que otros las preguntase[n] primero. E tornábase a pensar que, aunque quisiendo él al[l]í venir, que contra su voluntad podría ser que los vientos lo levasen a su tierra e que sus parientes, por fuerça, lo feçiesen casar con otra muger, non tobiéndose d’ella por contentos.
E en esto pensava Isofile todos los días e cada pensamiento le hera a ella saeta que tenía fincada en el coraçón. Así fue que un día que un mercadero tesaliano allegó en el puerto. E quando lo ella sopo, fue muy presurosa a le preguntar e díxole conjurándole:
-¿El mi señor Jasón es en esa tierra?
E él respondió como pesado que sí era. E ella en la respuesta entendió que no hera bien d’él. E tornóle a preguntar muy firmemente fasta que sopo todo el fecho de la verdad e, quando entendió que casado hera, salió de su seso e fuese para su palaçio. E mandó traer delante sí a su fijo e llorando muy fuertemente dixo:
-¡O fijo del cruel e sin pieda[d] cavallero! Tú eres remenbrança de los mis mortales dolores; ya bien podiera tu padre matar una donzella en una ora e non en tanto tienpo.
E después tornaba a dezir:
-Mas grand enemiga fago yo en dezir mal de tan alto cavallero, ca, por çierto, encantado fue de aquella hechizera que faze bolver los vientos çelestiales e faze con sus encantamientos // [Fol. 40 r., col. a] bolver los ríos e las fuentes donde naçen. E non sería maravilla en bolver la sinple intençión de un mançebo cavallero.
E desí fizo una carta con su mano mesma, que le enbió con un su mensajero.
Título de la carta que Isofile enbió a Jasón, su marido, quando sopo que hera en su tierra e casado con Medea e sosegado con ella
«Jasón, fijo de Hesón, la donzella de Lemos, engendrada de los reyes del sol, a ti salud, la qual yo, de ti desanparada, no puedo ni pienso cobrar.
Jasón, si las tus palabras conpostura de falsedad non ovieron lugar, [non devieras tú] de estar en tu poder, mas si en poder de los infernales fueses o siquiera en otras cadenas umanales detenido, mereçedora debiera yo ser en ser d’ello sabidora, ca non tan solamente fizo un curso la luna, el qual tú a mí prometiste de tornar tú en la mi isla, mas mi agüelo, el sol, á buelto dos vezes las exes de los sus carros e tú nunca asomeste a los mis puertos. E yo, mezquina, enar[t]ada (162) cada día asomaba sobre las peñas de los altos montes de la mar. E au[n]que (163) yo levava en el mi vientre el peso de las tus reliquias, más andaba yo que las otras mis donzellas e mucho más debisaba yo los nabíos quando asomaban. Mas quando llegavan e veía que non eras tú, caíanseme los braços e amorteçíase el mi coraçón en pensar en los peligros de la isla de Colcas; otrosí en los peligros de la mar, preguntando sienpre qué tienpo avía acorrido en la mar e otrosí pensando que las tormentas levándote por otras partes te avían en la tu tierra e que los tus parientes te avían dado muger.
Mas agora nuebamente me han dicho que tornado heres en tu tierra e muger has traído. E temiéndome de las griegas no-sóme [col. b] la bárbara echizera e robó ella los derechos del mi tálamo e llagóme la harma del enemigo que non temía. Mas dime, Jasón, si los vientos forçosos te traxieran con ella a los mis puertos, ¿qué cara ovieras de pareçer ante mí? Por çierto, las tus fuerças ni los sus encantamientos no podieran prestar que las mis manos non tomaran vengança e non se ensangrentaran en la su cara.
E dizes tú que estás glorioso con el despojo de la isla de Colcas; mas non lo puedes tú dezir, ca por donde cuidaste ser honrado, eres caído en gran vergüeña, ca non se deve a ti la gloria del despojo de las fuerças del dios Mares, sinon a los veninos de Medea. ¿E cómo non as vergüeña e non te toma pavor de entrar en una cama con aquella que anda de noches en los luzillos de los muertos cogiendo de las sus entrañas para sus encantamientos e fechizos e non as asco de besar la boca que con los sus dientes corta los mienbros de los omes muertos por adelantar la bárbara a mí?
E aún te digo que non te puedes llamar bienandante, ca fija soy del rey Toante, que es uno de los derechos rayos del sol; pues mi isla non es la menor ni menos preçiada entre los vezinos. E sepas que un fijo que en mí oviste que allá te lo enbiara, mas ove miedo de la mala madrastra, que aquella que non ovo duelo de su padre e de su hermano no la abría d’él.
Mas Jasón, si algund deudo bueno has con los dioses, tú as aver alguna piedad de mí. E agora mira a las promesas que por ellos me feziste e me las diste en prendas e ven [a] tomar la tu isla. E seré yo enmendada e contenta contigo e viveré muy leda; e si non ven, pone cobro en lo del tu fijo, que es muy pequeño e no ha hedad para regir reino, ca yo quiero ir [a] dar las mis querellas / [Fol. 40 v., col. a] a los altos dioses, los quales yo abré por piadosos e me quer[r]án dar vengança.»
Título de las cosas que fizo Medea quando sopo que Jasón era casado con Isofile antes que con ella
Llegada esta carta a Jasón, no se pudo encobrir tanto que Medea no lo oviese de saber. E desque lo sopo, nunca alegría ovo en su casa; ni por cosas e juras que le fizo con ella pudo Jasón aver plazer, en tanto que lo ovo de aborresçer. E puso en su voluntad de ir a Isofile e tomó su camino para allá. E Medea, como lo sopo, andaba rabiando por el palaçio e con aquella rabia enbióle una carta en pos d’él que dezía así:
Título de la carta que enbió Medea a Jasón, su marido, quando sopo que se iba a Isofile, su primera muger, e dexaba a ella e de las crueldades que fuéndolo [a] buscar fizo e de sus fechos
«Jasón, la jacolitaña, la donçella Medea, salud, si al non conosçido de aquella que gela dio otorgar se deve.
Dízenme que te bas a la isla de Lemos; pues dime: ¿dónde son las falsas juras que tú a mí diste quando yo a ti, desafuziado de toda buena esperança, di(o) la vida con tanta honra que tú ni otro por ninguna otra manera ganar no podiera?
Mas, ¡ay de mí!, que yo saber debiera que la amistad que por ganar alguna cosa se pone, qu’el preçio ganado la amistad es perdida. Dime, ¿a dó son los tantos e tan grandes benefiçios que yo por ti fize? ¿Por qué quebranté yo los derechos de don Atoante e torné las mis manxillas con amargas lágrimas de los mis ojos?, ¿por qué robé yo los tesoros del mi padre e los di a ti e olvidé a él e a la mi tierra e a los mis hermanos? Olvidando tú a mí, robaste lo propio, que por justo título es mío e con derecha fe yo avía ganado. ¿E por qué yo, quebrantando las grandes fuerças del dios [col. b] Mares e amortigua[n]do los sus juizios, di a ti la vida? E diste tú agora a mí la mortal rabia con dolor sin manzilla, veyendo yo, mezquina, la donzella de Lemos, gozar de los mienbros que yo contra los dioses saqué de peligros de muerte; e entró ella en los derechos del mi tálamo. Mas aún ella non será segura de falso amador, ca aquel que tan sin porqué olvidó tanto bien fecho non abría por grand carga de olvidar el poco cargo que d’ella tiene(n); mas aún beré yo la su isla despojada de todo buen prez, llena de llanto sin manzilla e sin algund buen conorte, e verán las mis llagas mortales algún(a) afloxamiento de pena.
¿E piensas tú, falso desconoçido Jasón, que porque yo vençí los toros non domables del dios Mares e quebrantaste las fuerças de los brabos leones e la su saña de la su serpiente amansaste, que ya estás temeroso de ninguna otra cosa que venirte pueda? ¿E non puedes pensar que ya aún quien aquello fizo que non se despojó de todo el poderío e que más puede fazer? E de mí non serás seguro tú ni la tu señora en la tu isla fuerte, ca mientra la tierra engendrare yerbas e los otros elementos en sus acordanças, las sus injurias non quedarán de Medea sin vengança. E yo entraré en la su isla no conosçida e asentaré en ella las donzellas de la discordia deesa; e faré naçer en todos los rincones de la tu casa fuentes de lágrimas e ençenderé fuegos que se non podrán amatar por todas partes, que no sea fallada plaça en que llanto fallesca e aun las mares non [avrán] por ti ni[n]gund bien mañero, ca yo faré a los dioses Notuno obedeçer a la (a) mi voz. E quando tú en ellas entrares, yo la faré correr por ellos los sus airados.
Cavallero malo, desagradeçido Jasón, diziendo que ibas correr los montes levaste contigo los tus canes e non dexaste en toda la tu casa (164) // [Fol. 41 r., col. a] cosa alguna tuya, biba ni muerta (queda), sinon los tus fijos del desleal cavallero. E non los dexaste sinon por que cada día veyéndolos yo me menbrase del mal padre e con tormento de tristeza gastase yo la mi vida. Mas ya esto non podrá ser, ca los enbiaré yo a los çelestiales dioses [a] (165) les dar las mis querellas. E serán ellos mis testigos de los mis amargos dolores; e amostrará el mi cruel fecho la rabia de la mi alma e daré a entender a las gentes el grand desconoçimiento sin mesura. ¿E non te toma espanto, di, Jasón, de los dioses que tú tan afincadamente con tus falsas lágrimas diste en reliquias del nuestro casamiento? ¿Piensas tú que no podrán tomar en algund tienpo vengança de ti?
Mas tórnate, Jasón, e acorre a los tus fijos, que por ti non padescan; e acorre a la muy cabtiva desaventurada Medea, que tan sin seso se desapoderó de saber e de aver de sí mesma e tan endonada en tu poder se metió, que con tan grande rabia non deçienda al infierno; e acorre a ti mesmo e non quieras que con infernal rabia yo aya de fazer aquellas cosas que, en conpliendo el mi deseo, me acarreará[n] muerte.»
Título de cómo Jasón arribó a la isla de Lemos e de la alegría que ovo Isofile, su muger, con él
Allegado Jasón en la isla de Lemos, falló a la Reina, su muger Isofile, bien sana e aunque poco [alegre]. E como lo ella vio, tan grande fue el plazer que ovo que cayó amorteçida. E Jasón la tomó en los braços, conortándola e vesándola; e quando acordó e se vio en sus braços, díxole:
-¿Si eres el mi Jasón o si heres alguna vesión que en sueños me has apareçido e así me te han traído los mis ruegos, suelto [col. b] de los braços e encantamentos de Medea?
Estas e otras muchas cosas pasaron entre ellos. E tráxole luego delante a su fijo que d’ella avía, que hera mucho fermosa criatura, e moraron allí.
Título [de cómo] Medea fizo perezer a Jasón e a Isofila e después se meató a sí mesma
Dize agora la istoria que quando Medea vio que Jasón no se tornara por su carta e estaba en la isla de Lemos, con pesar que ovo, ensandezió e tomó dos fijos que de Jasón avían quedado e degollólos con sus dientes por los lar mayores penas. E salió de casa de Jasón como la leona e comedió de le buscar todo mal e a toda la su casa.
E fue por casa del rey Pelón, tío de Jasón, que era ya mucho viejo, que de toda esta discordia no sabía nada. E avía dos fijas donzellas e quando bieron que la cuñada, non sabiendo cómo, iba, reçebiéronla mucha bien e con mucha honra e plazer. Desque ovieron comido, dixiéronle:
-Señora Medea, como tornastes a nuestro tío Esón de viejo moço, por Dios vos pedimos que tornedes a nuestro padre así moço e vos lo tomad.
E Medea les dixo que le plazía, e que por ál non veniera por allí. E por las asegurar, mandó traer un carnero viejo e degollólo e fízolo pieças con su sangre e echólo en una caldera; e obrando de sus en cantamentos e dándole mucho fuego, fízoles pareçer a las donzellas que sacaba de allí un cordero el más fermoso del mundo. E díxoles a las donzellas:
-Así tornaredes moço a vuestro pade. E tomadlo e dadlo bien de comer e de beber e echadlo a dormir. E adormido, degolladlo e fazedlo pieças; e echadlo a cozer en esta caldera e luego salirá moço.
E las donzellas, oviendo pie-dad / [Fol. 41 v., col. a] de su padre por lo tornar moço, feziéronlo así. E desque lo vieron adormido, cada una d’ellas cobdiçiaban de lo degollar, por entender que aquel bien le venía d’ellas. E fueron quanto podieron e degolláronle.
E quando lo vio Medea degollado, cavalgó en dos cavallos encantados e pasó por las altas sierras e por los grandes peligros de la mar Çilla e Caudilla; e fuese a Tarsia, de la que se cuenta en la su istoria; e llegó a la isla de Lemos e obró de sus encantame[n]tos e fizo pereçer a Jasón, su marido, e a Isofile, su muger, e a todos los de la isla de Lemos. E veyendo muerto a Jasón, su marido, dixo:
-Agora só vengada e razón es que mis crueles fechos muestren que fenesçen en mí.
E tomó una espada que traía de Jasón e metiósela por el cuerpo. E dexándose caer sobre ella, así morió, diziendo muchas palabras contra su voluntad, nonbrando sus crueldades e fechos.
Título de las virtudes e crueldades d’esta sabia Medea
Dizen los autores que dos cosas señaladas ovo esta Medea sobre todas las mugeres del mundo e aun casi que otras personas: la primera, que fue la mayor erbolaria del mundo todo de conoçer yerbas e natura de alimanias para fazer melezinas e ungüentos, para mal e para bien. E por el nonbre d’ella posieron los omes a las tales cosas melezinas, como quien dize del nonbre d’ella mesma, porque fue comienço de las conoçer e dura e durará todos tienpos; la otra se falla que fue la más cruel persona que ovo en todos los del mundo.
E las causas prinçi-pales [col. b] que d’ello se fallan son éstas, sin otras muchas que en ella ovo: la primera, que por conplir su voluntad fizo deseredar a su padre e a su hermano e a sí mesma e a su generaçión de los thesoros de aquella lana del velloçino dorado, que hera todo thesoro encantado de grandes tienpos, porque su padre e generaçión fueron luego echados del dicho reino, que con tal condiçión fueron allí puestos e estobiendo grandes tienpos; la segunda, porque vio a su marido ir buscar a la otra su muger, degolló a sus fijos, seyendo criaturas fermosas, con sus dientes por les dar mayores penas; la terçera, fizo degollar al rey Pelén, tío de Jasón, a sus fijas e fazerlo pieças e echarlo a coçer, porque avía seido causa de enbiar a Jasón en aquella demanda del velloçino dorado, por que ella fue con él venida; la quarta fue porque ella con sus encantamentos, por rabia que Jasón la avía dexado por Isofile, su primera muger, fízola morir, a él e a todos los de su reino e Isofile, su muger, de cruel muerte; e la quinta e de más estima fue que, veyendo muerto al dicho Jasón que ella tanto amaba, se mató por su mano mesma con la espada d’él, nonbrando ella mesma sus crueldades.
Título de la terçera destruiçión de la çibdad de Troya e muerte del rey Lamedón e de sus fijos
Acabada la dicha demanda, el dicho Hércules, non olvidando la sinrazón e injuria que del rey Lamedón abía reçebido, llamando a todos los nobles de Greçia e aconpañado de muchos nobles de sus parientes, entre los quales fueron el rey Theseo e el rey Talamón e el rey Felen, padre de Archiles, e el duque Nástor e los reyes Cástor e Púlux, hermanos [de] Elena e otros muchos nobles omnes de Greçia, con quatroçientas velas e más, (e) arribaron al puerto del Tenedor, que es a dos leguas de Troya, de noche e (166) // [Fol. 42 r., col. a] calladamente. Así allegados, díxoles Hércules:
-Nobles señores, bos bien sabedes cómo la çibudad de Troya es tan fuerte que por conbate non tenga a todo el mundo e, si alguna manera de arte non catamos contra ella, nunca abremos vengança de los troyanos, antes doblaremos nuestra desonra; por ende, si a Dios plaze, yo e Talamón con la meatad de la gente, saliremos en tierra e echarnos hemos en çelada en logar convenible, ca yo sé mucho bien esta tierra. E vosotros, como fuere el día, salid de las naos en tierra e yo conosco al rey Laumedón por tal cavallero que luego será a pelear con vosotros. E vos recogebos a la ribera çerca las naos, así yo creo que se arredrarán feriendo en vosotros de la çibudad; nosotros saliremos de nuestra çibudad e tomarlos hemos las espaldas entre ellos e la çibudad. Bos ferildos por delante e nos por detrás e así podremos aver vengança d’ellos.
Todos loando este consejo, fue fecho así. Salidos Hércoles e Teseo con mil omnes e puestos en la çelada las naos, en alboreçiendo, fezieron vela e arribaron al puerto de Simeonta, que hera una legua de Troya, e desenbarcaron súpitamente. E como Laumedón vio tales jentes estrañas en su puerto, guisóse con sus gentes, dexando reparo en la çibudad. E ferió reziamente en ellos, por tal manera que los griegos, siguiendo su consejo que avido avían, començaron a recojer as[t]a (167) la ribera, diçiendo ser vencidos. Como vieron los troyanos que en la çibudad avían quedado e fincado [que a] (168) los griegos tan mal los iba, cobdiçiando les aver parte del despojo, salieron todos, sinon los viejos, que non heran para armas tomar, e peleando todos en el sa[b]le con ellos reziamente. E salieron Hércules e Theseo de la çelada e fuéronse derechamente a la çibudad. E tomaron [col. b] dos puertas d’ella e quedó Theseo con çiertas gentes en guarda d’ellas; Ércoles, con la otra gente, fue a la pelea a la ribera. E como Laumedón vio esto, tornó cuidando socorrer la çibda[d] e, topando con Hércoles, matólo con su espada. Entrando en la dicha çibdad, fueron pasados todos por espadas, sinon los que (a) se acogieron al alcáçar Ilión e las gentes menudas que se acogieron a los tenplos. Morieron allí con Laomedón quatro fijos. E Ansiona, su fija, fue levada presa por el rey Talamón. E el infante Príamo non hera allí, que hera su fijo mayor, que era ido en conquista con la mançebía de Troya, e por esto la tomaron así.
Título que torna a contar del naçimiento e grandes fechos de armas que este noble Hércoles fizo e de las çibdades e villas que por el mundo ganó e fizo e de la muerte cruel e amargosa que morió
Contado ha la istoria cómo Júpiter, Rey de Creta, fue savio e poderoso, el qual, como dicho es, se dio más a mugeres que todos los omnes del mundo. E entre las otras mugeres, se enamoró de Almena, muger del duque Oferión. E por arte e por encantamento, desfigurándose e tomando figura de Oferio, su marido, (e) dormió con ella una noche e enpreñóla de un fijo que llamaron Hércules, que quiere dezir en su lenguaje varón honrado e conplido, con el qual Junio, su madre, muger e hermana que hera de Júpiter, buscábale todo mal que podía. E enbióle dos culebras encantadas a la cuna donde yazía(n) para que lo afogasen. E el niño sacó las manos e trabólas amas e dos por las gargantas e afogólas. E así lo fallaron las amas. E por esto dize el autor que seyendo él niño en la cuna se mostró por esforçado.
E veyendo esto Júpiter, encomendólo al rey Ulisas para que lo criase, con el qual ovo fabla su madrastra Junia que lo fiziese morir, el qual, / [Fol. 42 v., col. a] por la conplazer, le enbiava a todos los peligros e grandes fechos, en los quales él fue tan bienandante que todas las acababa con su honra e onor, una de las quales fue quando mató el puerco en la selva de Armenia, que fue desigualmente grande e avía muerto muchos omnes que lo iban a buscar, porque hera tan grande como un grand cavallo. E perdía todos los panes de toda la tierra porque ni[n]guno no se osava llegar çerca d’él.
E después mató el grande e fuerte león de la selva Mena, que hera muy valiente e fazía mucho daño en ganados he en onbres. E llegando a él Hércules, el león, que solía salir acometer a todos los omnes, echó a fuir d’él. E Hércules alcançólo e descarrillólo a manos e desollólo. E truxo la su piel un tienpo vestida.
E después mató la grand serpiente que andava en la laguna bermeja, que dizen los autores que avía siete cabeças, con la qual, quando con su espada le cortavan la una, naçíanle dos. E dexándose de la espada, tirándola con su arco, diole tantos de los golpes en derecho del coraçón fasta que la mató.
Título de cómo los griegos ponían sus fechos por figuras de los poetas
E corriendo la fama d’este Hércoles por todo el mundo e él oyendo la fama de las brabezas del rey Anteo de Libia, que era muy grand luchador e que derribava todos los que con él luchavan e si alguno le derribava que se levantava con dos tanta de fuerça que le dava la tierra e así fue que los vençía a todos e, así vençidos, que abaxava los grandes árboles, como hera gigante e valiente, e que los parava ençima d’ellos e que los tirava como engenio e con grand crueldad los matava a todos, e Ércules derribólo dos vezes e cada vez se levantaba con dos tanta de fuerça. E Hércules, veyendo esto, entendió que de la tierra le venía aquella fuerça e tomólo entre [col. b] los braços e nunca le dexó caer en la tierra fasta que lo afogó. E tomó aquel reino de Libia e diolo a un su hermano. E tomó a una su fija, que llamaban Mera, por muger e fue la primera que ovo.
E dizen aquí los autores, que los griegos sienpre ponían sus fechos por figuras, que este rey Anteo que avía tres reinos e, quando le vençían el uno, que le venía grand ayuda de los otros dos e que así tomaba la fuerça doblada e Ércules que lo vençió dos vezes e, a la terçera, que se quería acojer al otro reino e que lo alcançó e lo mató.
Título de lo que se dize de la sierpe que avía siete cabeças, qué cosa era lo d’ella e la verdad
E otrosí de la sierpe que avía siete cabeças que non hera tal cosa, salvo aquel grande estanque que se fazía de siete fuentes que manaban entre unas peñas e que non avía por dónde salir; e que non oviendo por dónde salir que se fazía una grand mar e perdía muchas heredades; e por ruego de los de la tierra que Hércules abrió la peña e salió por allí todo el agua e las siete fuentes que dezían que avían siete cabeças salieron por allí. E fízose un río e quedó toda la tierra descobierto, por donde vino grand provecho aquella tierra. E con todo, dizen los autores que falló allí una grand sierpe d’estas que se crían en las lagunas e que la mató e que d’este tienpo en adelante sienpre buscó los grandes fechos.
E después d’esto, peleó Hércules con el rey Diomides de Traçia, que era muy cruel contra los griegos e quantos d’ellos podía aver por fuerça e por engaño despedaçábalos e dábalos a comer a sus yeguas mesmas, (e) como él fazía a los otros. E tomó su reino e diolo a un su sobrino.
Título de lo que Hércules fizo a las bodas que fue conbidado
E después d’esto, fue conbidado Ércules de un cavallero que se llamaba Pericreo para sus vodas, a las quales fueron conbidados los çintuarvos, que heran todos gentiles. // [Fol. 43 r., col. a] E el mayor d’ellos avía nonbre Satalión e enamoróse de la nobia. E entró al tálamo por la llevar e ella dio vozes sobre ello e se bolvió grand roído. E en esto recudió Hércules, que era ido a caça, e vençiólos. E mató él por su mano aquel mayor de los gigantes.
E andando Hércules en estas conquistas por tierras estrañas, casósele muger Meta, que avía dexado en su casa en Laçidimonia, diziendo que Hércules que era muerto. E aun esto le fizieron fazer dos fijos qu’él avía en ella por fuerça. E quando Hércules vino, mató por su mano aquel Rey que le tenía a su muger e mató a sus fijos mesmo porque la fizieron casar. E a la muger no la quisieron matar porque sopo que la casaron por fuerça. E púsola en un tenplo e puso con ella muchas donzellas vírgines e fijasdalgo, entre las quales fue una la muy fermosa Elena, por cuya causa fue destroída la çibudad de Troya la postrimera vez. E aquella fue la primera horden que fue fecha para dueñas. E de allí la llevó robada Teseo e gela tomaron después por fuerça sus hermanos Cástor e Pólix e la casaron el rey Amenalao de Viçenas.
E después d’esto, fizo bodas Hércules con Daimira, fija del rey Calidor, a las quales fueron muchas gentes e duraron mucho tienpo. E acabadas, veniéndose Hércules con la dicha su muger e allegando en un río, Meso, el sagitario, que con él venía, que era de dos naturas, conbiene a saber, de la çinta abaxo, cavallo e de la çinta arriba era honbre, (e) díxole a la entrada del río:
-Hércules, este río va creçido e tu muger no podrá pasar e pónmela aquí, en estas ancas, e yo te la pasaré.
E Hércules, porque venía de pie, ca entonçes non acostunbraban cavalgar, [col. b] cobriéndose en él, púsola en las ancas d’él. E quando fue allende el río, dio a correr quanto pudo cuidándola llevar, que hera enamorad[o] (169) d’ella. E ella començó a dar bozes e él, conortándola, íbase con ella. E Hércules, vista aquella traiçión, diole vozes diziéndole:
-Non te irás, traidor, que de dos naturalezas heres.
E fuendo tras d’él, tiróle de una frecha e diole por las espaldas. E Meso, el sagitario, quando se sentió ferido de muerte, díxole a Daimira:
-Yo te quería más que a mí e por ti soy muerto; e aun con todo, querría bien para ti. E por ende, toma alguna ropa de lino e úntala en la mi sangre e dágela tú a vestir a Hércules. E quererte ha sobre todas las mugeres del mundo e non querrá dormir con otra.
E Daimira, creyendo sus palabras, tomó una alcandora que de Hércules traía e untóla en la su sangre e alçóla. E esto fizo el dicho Meso sagitario sopiendo que la su sangre hera enponçoñada e así mesmo las frechas de Hércules e que si Hércules tocase el paño untado, que morería. E esta fue cabsa de su muerte, segund adelante se dirá. E luego morió el sagitario.
Título de la contienda que obo Hércules con el rey Taleto sobre esta su muger
E ante que las vodas fizo Hércules con esta su muger, ovo contienda con el rey Taleto sobre el casamiento d’ella. El qual, denostando a Hércules de palabra por lo maltraer e espantar, díxole:
-Tú non heres igual de mí para casar con esta muger e heres mal fecho, fijo de omne casado e de muger casada e mal fecho.
E Hércules le respondió:
-Yo non soy rey, pero fijo soy de rey e el pecado de mi padre e de mi madre non es mío. E mi costunbre non es de contender en palabras sinon en fechos e vengamos a las manos e por allí se á de librar.
E ovieron su vatalla uno por otro ante de las bodas. E vençiólo e matólo Hércules e después casó con aquella muger. / [Fol. 43 v., col. a]
Título de los fechos que fizo Hércules con Jasón en la isla d’él y en Troya
E después de fechas estas vodas, dende a poco tienpo fue Hércules en conpañía de Jesón a la isla de Lemos por lana del carnero dorado. E veniendo de allí, fue en la terçera destroiçión de Troya e mató por su mano al rey Lamedón, segund se contiene en el título de la dicha destruiçión.
E despues d’esto ovieron vatalla Hércules e el rey Theseo con las dueñas amazonas, dos por dos, en canpo. E seyendo Theseo vençido casi de la suya, Hércules vençió a la suya e después a la otra. E las ovieron por sus presoneras.
E después d’esto peleó Hércules con los fijos de Necleo, el gigante, que heran doze muy valientes. E matólos a todos por guerra continua e por vatalla.
E después d’esto ovo batalla con el rey Buçetis por las traiçiones e crueldades que fazía, porque mataba los estranjeros conbidándolos a su casa e fazía sacrefizio d’ellos a los dioses por grand heregía. E fuese para allá Hércules a Egito, adonde reinaba el dicho rey Viçetis, el qual lo cuidó matar a traiçión, como fazía a los otros conbidándolos, e Hércules matólo con su porra e dexó asosegado aquel reino.
E de allí pasó en África e fue allá e peleó con el rey Atalanta e vençiólo. E tomóle tres fijas que heran muy savias e deprendió mucho d’ellas; por ende, fue savio más que primero.
Título de cómo partió Hércules de África e arribó en Irlanda e en Françia e en Inguelatierra e en España e de los logares que en ellos pobló e de las grandes conquistas que fizo [col. b]
Acabados estos grandes fechos por este noble cavallero Ércules, arribó en Irlanda e fizo el castillo de Catafurda e la çibdad de Dolir e el castillo de Clara e el castillo de don Merique. E pasó en Françia e fizo la torre de Voloña, en Picardía, e pobló las villas de Oquerque e de Santo Tomé e fizo las aras de Buidel.
De cómo arribó Hércules en España e de las conquistas e pueblas que en ella fizo. E mató a los reyes Jerión e Trato, que la señoreaban, e la señoreó a plazer de los pobladores d’ellas e dexó a Izián el reino
E arribó en la isla de Cáliz, primeras partidas de España, que se llamaba en aquella sazón Asperia. E en aquella sazón señoreaban dos cavalleros poderosos e muy valientes e gigantes. E llamaban al uno Girión, que reinava e señoreava desde Hebro fasta el Andaluzía e a Galiçia, como çercava la mar. E éste ponía su hemençia en aver muchos ganados e era muy brabo a las gentes.
Título de cómo mató Hércules al rey Girión, el gigante
E el otro que señoreava se llamava Trato, desde Hebro fasta los montes Pirimeos, que son los montes de Aspa. Ese Girión era cruel e soberbio e éste lo hera otro tanto e más, por manera que amos e dos se favoreçían el uno al otro a poseer el dicho señorío. E este Trato hera pariente çercano de Hércules, porque venía de parte de su madre, que era de Greçia, e fazía su vivienda al pie de Moncayo porque hera muy caçador.
E savida la venida de Hércules por toda España e sonando los sus grandes fechos, allegáronse a él todos los pobladores d’ella e querelláronse de las bravezas que de los dichos sus Reyes gigantes habían reçebido e reçebían, pidiéndole por merçed que los sacase de aquel duro señorío en que avían venido e venían e que él tomase el dicho señorío de España para sí. E Hércules, que en ál no se trabaxava sinon en quebrantar los soberbio-sos // [Fol. 44 r., col. a], plúgole mucho d’esto e fue contra Girión. E fallólo ribera de Guadiana, adonde fue después poblada Mérida, e ovieron su batalla. E fue vençido Girión e los suyos. E en aquel tienpo en España no avía villas ni castillos e vevían todas las gentes derramadas unas de otras sin fuero e sin ley, como salvajes. E en señal de su vençimiento puso allí señales, adonde después se pobló Mérida. E puso nonbre aquel río Ana, porque en griego llamaban al topo ana, porque se asconde so tierra en algunos logares e sale por otras, como el topo so la tierra.
E desde allí fue en pos de aquel rey Girión a Galliçia e fallólo muy apoderado de gentes. E estando para pelear, Gerión, atreviéndose en su valentía e veyéndose mayor de cuerpo que Hércoles e porque non se fiava en sus gentes, enbióle dezir que por que non peligrasen las gentes que lo librasen anbos e dos cuerpo por cuerpo e el que vençiese que oviese todo el señorío. E Hércules dixo que le plazía, de lo qual pesó mucho a los suyos, diziéndole que ellos partieran de su tierra con él por se poner a todos los peligros que a él le veniesen. E Hércules, rendiéndole muchas graçias, dixo:
-Le açebto la batalla.
E entraron anbos e dos en un canpo donde es agora la torre de Alfaro e pelearon anbos e dos con seguridad de amas las huestes tres días continuos, a la noche fuendo cada uno a rep[o]sar (170). E al terçero vençiólo e matólo Hércules. E cortóle la cabeça e sobre ella fundó la torre de Alfaro. E fizo la çibudad de La Curuña e porque la primera persona que allí vino a poblar hera una vieja que se llamava Ojora, púsole nonbre Curuña.
Título de cómo pasó Hércules a Moncayo e vençió e mató al rey Craco, el gigante
E fecho e acabado esto, pasó Hércules a Moncayo, adonde ve-vía [col. b] aquel rey Creato, e obo su vatalla con él, gentes por gentes. E vençiólo dos vezes e matólo con fuego en una peña adonde se solía ençerrar. E señoreó a toda España a plazer de todas las gentes.
E pobló allí a la villa de Lemos, que agora se llama Ágreda, e la villa de Taraçona. E púsoles aquellos nonbres por dos cavalleros, sus parientes, que dexó por señores d’ellas, que el uno hera de Tiro e el otro de Lemos. E por ellos ovieron aquel nonbre. E pobló el canpo de Urgel de grandes hedefiçios e ayuntó las gentes, que heran derramadas, e fízolas vebir en pueblas e en leyes e en justiçia.
E pobló muchas çibudades e villas e castillos. E espeçialmente fizo la torre de Alfaro, como dicho es, e fizo en ella el maravilloso espejo por donde veía todos los nabíos que nabegaban por la mar. E pobló la dicha çibudad de La Curuña, como dicho es; e fizo a Castil Çerrazín, çerca de Villafranca; e pobló la çibudad de Astorga e a Badajoz e púsole dulçes vailes por plazeres que allí tomaba por sus grandes vitorias; e fizo la maravillosa casa en Toledo, por la qual sopo el rey don Rodrigo la destroiçión d’España; e divisó por imágines adonde es poblada Sevilla e púsole nonbre Espaliosa, donde la pobló después Jullio Çésar, como dicho es; e pobló la çibudad de Barçelona e púsole aquel nonbre porque de las sus nueve naos arribó allí la postrimera, que quiere dezir la barca nobena, e corronpiéndose los lenguajes llamáronle Barçelona.
E fizo muchas figuras por todos los lugares que llegava, de toros e de cavallos e de puercos e de otras figuras de piedra e de latón, con letras entalladas en ellas por dexar señales e remenbrança de los sus grandes fechos. E acabado todo esto dexó por Rey de toda España a su sobrino Espante, fijo de su hermana, e dexóle señales por donde fiziese las pueblas. / [Fol. 44 v., col. a]
E fuese con toda su flota e gentes [a] buscar sus venturas e quebrantar los soberbiosos, como solía. E arribó en el reino de Italia, adonde reinaba el rey Ilírico, el qual pesó mucho con su venida. E avidas sus enbaxadas del uno al otro, non concordes, ayuntáronse en vatalla donde agora llaman Monte Abetino e fue vençido e muerto este rey Ilírico. E fue presa su fija Jolant, que hera muy fermosa e sabida sobre las de su tienpo, la qual se sopo tan bien razonar con Hércules, que luego fue preso de sus amores con ella. E reinó en Italia tres años, non se podiendo partir d’ella, olvidando sus grandes fechos e su tierra e Daimira, su muger. Estubo allí en grand viçio e tanto amó Hércules a esta muger, que non se falla que tan gran prínçipe como él que por muger tanto fiziese.
E como sonaro[n] estas nuevas en Greçia de los sus grandes fechos e cómo hera casado con esta infanta Jole e sabido por Daimira, su muger primera, por poco no ensandeçió. E dezía así:
-Mezquina, porque me alegrava yo por ser tan noble mi marido e de la su nobleça a mí creçe daño e pesar.
E menbrándosele muchas vezes, ovo en mientes la palabra qu’el Meso sagitario le dixiera e de cómo tenía la su camisa enbuelta con la sangre suya. E comidió de le enbiar aquella camisa con otras joyas. E llamó a un su escudero que dezían Lucas e diógelas e una carta escrita de su mano, que dezía así:
Título de la carta que Daimira enbió a Hércules, su marido, quando sopo que era casado con la infanta Jole, fija del rey Ilírico de Italia, e cómo la amaba mucho e que la avía dexado por ella
«Hércules Ançises:
Alégrome e plázeme porque toda vía [col. b] creçen los tus loores en proheza de los tus muy grandes e gloriosos fechos; mas ya soy agora mucho triste e pensándome por oír agora nuebamente el ensuçiamiento e la manzilla del tu muy alto e grande nonbre, ca dizen que tú vençedor heres de todas las cosas e agora vençido de la vençida, ca agora dizen que malamente eres casado con Jole, fija del rey Ilírico, que tú mataste.
¿E cómo podrá ser que Daimira fuese dexada e contada barragana e en que aya la capitanía Jole e el tálamo de la linda muger? Só yo dicha bien casada tan solamente por ser muerta del rey Júpiter, a quien los gentiles los tenemos por dios(es) de la tierra e del çielo, mas a mí mucho inuze esto, que quanto más alto está el estado del conpañero tanto más en (171) cargo es al conpañero que lo aconpaña, onde así por la forma de la mi grand fermosura tú co[n]migo casaste, más fue a mí dapño e no provecho. E la mi fermosura e la mi vondad henemigos me fueron a mí crueles e fuertes; me posieron en muy escuras cárceles, ca en mí non podrían ser contadas por virtudes, pues menos he bien por ellas, ca veo que todas las altas dueñas resçiben de los derechos de sus tálamos continos gasajados serbiendo e conteçiendo a los maridos. Mas yo, mesquina, más conosco a los estraños.
E toda vía pensando en ti, e considerando cómo andas entre los grandes peligros de las armas de las vestias fieras, otrosí en las tenpestades de la mar e en las falsedades de la tierra, escuréçeme la voluntad e créçeme el coraçón e tuélleme el amor de todas esperanças de bien.
E todas estas cosas que yo pienso de día me vienen en sueños de noche e paréçeme que ando entre muy agudas espadas e fuertes lanças; e veo leones tragadores e vestias e fieras allegar a mí e tomar todas las mis carnes. E todos afanes me son a mí muy poco a conparaçión de lo que me dizen que te henam-oraste // [Fol. 45 r., col. a] de las estrañas e que qualquier muger puede ser madre de tus fijos. E asaz debiera de ti en este caso ser amanzillada de Ameno [e] de las fijas de Thebia [qu]e oviste en el monte Paterno, en quien obiste tus fijos. Mas de aquestas a mí sola hera la inbidia.
Mas agora está con tormento e llaga la mi alma e[n] la desonra de la tu muy grand alteza, ca dizen que as [fecho] por ella lo que por otro non feçiste ni a ti estaba de fazer, ca dizen que feçiste por ella los sacramentos del fijo Meladero que corre por esta letra; e otrosí, que tomas de los sus hungüentos e que untas con ellos los tus cabellos, aquellos que heran dignos de andar coronados de blanco aleño, donde se husa coronar los vencedores de los grandes fechos; otrosí dizen más, que tomas las armellas de los sus braços e póneslas en los tuyos, ¡aquellos que tan poca mençión fezieron de descarrillar el león de la selva Mena tomar en sí las armellas del braço que es aparejado a tener un fuso!; otrosí dizen que tomas el su sartal e lo pones al tu cuello, que sostovo el çielo e lo pasó Atenas de suso con las estrellas; e aún dizen que más: que te manda ella que cuentes delante d’ella los tus grandes fechos quando ella margoma con las sus donzellas o faze otra lavor; e aún más, que te manda que peses el su filado e midas las sus lavores.
¿E quién piensas que heres tú quando así estás? E cárgate la vergüença de tantos e tan altos honbres como tú vençiste e aun mataste e non ovieron vergüença de ser de ti vençidos, ca si el rey Anteo de Libia, de la muy grand fuerça, e el rey [Dio]medes de Traçia, el muy cruel, e el [rey] (172) Nusitis de Hegito e el [rey Geri]ón (173) d’España e el grand gig[ante Tra]to (174) en tales afeitamientos te ovieran visto, non te reputaran por digno ser [col. b] de ti vençidos e non lo fueran.
E bienaventurada fue la infanta Jole, que t[r]ocó (175) las estrenas con [e]l grand cavallero e con la su mano, que hera aparejada para governar la sinple aguja, toma la porra de madera de las vestias e esblandió la espada que puso espanto e blasmo a toda la tierra, así como las mares que cercan. ¿E non dizes tú que niño en la cuna ya pareçía que fijo eras de Júpiter, que afogueste las sierpes que te venían [a] matar?
E mejor començaste que non acabas. Non responde[n] (176) los postrimeros fechos a los primeros, ca ya ninguno no queda digno de loor, ca toda la alabança se deve a la fin contar. ¿E non dizes tú que robaste las mançanas de oro de la huerta del monte Atalant? Por çierto no es verdad, ca omne que tal despojo oviese non caería en tan grandes menguas.
E quando esto oyo, cáenseme los braços e escuréçome que en mí no queda ánima. E aún me dizen más: que la traes acá por que la vea yo, aunque no quiera; e non viene ella como cabtiva e mas la cara descobierta e el cuello muy alto, como la linda mug[e]r, mostrándose muy gloriosa a los pueblos e, por çierto, no sin razón, ca trae preso e cativo al loco Hércules, ca t[u] (177) madrastra Junio, apremiándote, alçó, mas el amor, omillándose, te abaxó. E a ti, que non podieron domar los grandes peligros e lazerias que doña Juno te buscó, púsote en gol Jole con los italianos fechizos e quando cuidaste vençer, fueste vençido.
Mas ve agora e [quenta] (178) todos los tus fechos a ella e la creençia de las tus alabanças, que quanto mayor heres tú que las cosas que tú vençiste, tanto mayor es ella de ti, pues te tan fuerte vençió. E pues d’ésta eres vençido, ya non te queda de quien veçendor seas (179) e eres agora semejado tú al escalop, que con sus cuernos en muy poca razón corta los árboles e los estruye e com[e] (180) los / [fol. 45v., col. a] frutos; e después él [es] preso de las muy delgadas e correosas berguillas del río Granjes trebexándose con ellas e prendíanlo(s) por los fuertes cuernos e muere, eçétera.»
Título de la muerte del honrado Hércules e de la cabsa d’ella
Estando Hércules en Italia con Jolant, su muger, allegó Lucas con la carta de Daimira, su muger primera. E como quier qu’él quisiese bien a Yolant, pero muy grand plazer ovo con las donas e con la carta de Daimira, ca mucho la amaba. E resçebió muy bien al escudero e preguntóle nuevas de todas las cosas de su tierra. E quando se levantó de dormir vistiósele la alcandora que su muger Daimira le avía enbiado, mas non tardó mucho que sentió el grand fuego que la ponçoña le dava en las carnes. E quando aquello sintió, quísose desnudar, mas desnudándose salían los pedaços de la carne fasta los huesos con la camisa e llegávale aquel fuego hasta las entrañas. E andava así rabiando a unas partes e a otras e dezía así:
-¡O desmesurada e engañosa ventura, adónde me troxiste a morir! ¿Yo no podiera mejor morir en los fuertes braços de Anteo e en los poderosos Rey [es] d’España? ¿ Por qué me troxiste a morir en tan vil cosa como esta ponçoña? Aquesta es la sierpe que yo maté tanto tienpo aquí; mayores fuerças agora tiene contra mí que quando biva hera.
E deziendo esto, así andando, los suyos veyéronlo tal [que] ascondiéronse por matas e por huertas por doquier que fallaban. E Lucas, que la camisa troxiera, estava escondido en un caño de una peña. E violo Hércules e, con la ravia de la muerte, oteólo tan fuerte e tal espanto ovo que luego se le salió el alma. E fue para él e tomóle de la pierna e díxole así:
-Como quier que mensajeros no merescan mal, mas la rabia non me dexa tanta mesura, quiérote dar el trabaxo del camino.
E ródale como quien roda [col. b] fonda e lançólo en la mar. E dezían que dio con él en un peñado e aún llaman oy en día aquel puerto el peñado de Lucas. E andando así con la rabia de la muerte, dixo así a los suyos:
-Amigos, non es razón que a mí, que non podieron domar los grandes lazerios sin fin que mi madrasta Junio me buscó, que me mate agora tan vil cosa. E fizo muy grand foguera e con la su porra mesma, desque muy fuerte ardía, allanó las brasas, así como quien fazía(n) cama, diziendo muy manzilladas cosas. E echóse allí e tendióse entre las llamas de la ponçoña e del fuego e enbió el espíritu.
Título de cómo fue llorado Hércules por los logares que fue sabida su muerte e de los duelos e llantos que la infanta Isofile fazía e de cómo fue sepultado
Violant, quando sopo que Hércules moría e la razón por qué, corría allá quanto más aína pudo e, quando vio que Hércules moría, cayó muerta en el suelo; mas quando recordó, fue muy rezia por se echar en el fuego, mas los que allí estavan no la dexaron. E dezía:
-Mi señor Hércules, prometido me avíades de nunca me desanparar e agora veos ir a los dioses sin mí; si algu[n]d hierro fize a vos, ¿por qué me acá dexades?
E dezía:
-¡O noble Daimira!, si tú de las tus injurias venga[n]ças querías tomar, tomásesla de mí, aunque sin culpa. Mas no me quesiste tú tanto bien ni los dioses tanta alabança e honra quisieron otorgar a la mi alma que por ella fuese remediada la cruel muerte de tan alto e tan santo varón.
Con todo esto porfiava de se hechar en la foguera, mas los que allí estaban no la dexaron. E amorteçióse muchas vezes e todos fazían llantos tantos que no podían ser contados. E dezían:
-Hércules, contigo todo el mundo pasávamos e non nos podían enpeçer, mas agora, sin ti, salir non somos bastantes.
Muy grandes fueron // [Fol. 46 r., col. a] los llantos que todas las gentes fezieron e, después qu’el cuerpo de Hércules fue quemado, mandó Yolant sacar los huesos e la çeniça e mandólos poner en una caxa de oro; e fizo fazer un tenplo en el monte Enima, donde con muy grandes honras fue puesto e guardado. E Yolant nunca jamás de allí se partió e allí fue honrado como debía, segund la costunbre de los gentiles. E aún después a tienpo, de allí fueron levadas d’él reliquias a otras partes por deidades, así como a Cáliz, que fueron de sus huesos, e a Greçia, al monesterio qu’él fiziera, donde se ençerraron sus mugeres, Mera e Daimira.
E devedes saber que Hércules fue el más valiente de fuerça que se falla e el más ligero e el más fermoso e de los mayores sabidores del mu[n]do e con estas excelençias nunca soberbioso ni cobdiçioso fue, lo que en pocos omnes se falla, loçanía e alabança. E conplía quando murió çinquenta años.
De cómo Daimira se quemó e mató por sí misma quando sopo que Hércules hera muerto por la camisa que ella le enbiara con las otras [donas] (181)
E las nuebas, que en poco tienpo pasan grand tierra, luego, en como Hércules morió, se sopo en Greçia e óvolo de saber la de sin ventura Daimira. E pues que ella oyó dezir en cómo el su marido era muerto e por tal ocasión, cayó muerta en tierra e estovo así una grand pieça, que pensaron que no beviría; mas quando acordó, echóse mano a las vestiduras e despedaçólas todas e otrosí atal se paró la cara, que non podía ser conoçida. E amorteçióse muchas vezes e dezía así:
-Mi señor e mi marido Hércules, verdad es que vos por los dones que yo os enbié moristes; ruégovos por los nuestros dioses e por los derechos del nuestro casamiento que vos non entendades que yo con intençión de la vuestra muerte lo fize.
Retraíase ella en el su llanto en manera de salva que fazía, recontando todo lo que le aconte-çiera [col. b] con el sagitario, por que ella obiera de enbiar aquella camisa. Mas después de muchos llantos e duelos que fizo sobre un fuego que ella fiziera como en manera de sacrefiçio que fazía de algunas cosas que allí tenía de Ércoles, como que a él mesmo tobiese allí, dixo así contra sí mesma:
-¡O cruel Daimira!, fija eres de fuerte, ermana de fuerte, muger de fuerte, ca mi hermano Meliango, con saña que ovo, non dexó de matar a su tío, por lo qual mi madre, Altea, non dexó de matar a él, seyendo su fijo, en el fuego fadado [e] por dar fin a todas sus rabias non dubdó de se matar ella. Pues ¿en qué semejaré yo a ellos sinon en la mi muerte, en que salga de la grande culpa e ser testigo de la mi lealtad? Ca por tan alto omne otro sacrefizio non conbiene.
Diziendo todo esto, echó mano por la espada que de Hércules que tenía e metiósela por el cuerpo en derecho del coraçón e echóse con ella en el fuego sobre aquellas cosas que allí quemaba de Hércules. En echándose en el dicho fuego, la postrimera palabra que dixo fue así:
-Tal galardón reçiba quien a su enemigo cree; mas, mi santo marido, reçíbeme que a ti me vo.
Allí se quemó Daimira, que ninguno de los que allí estaban non podieron poner otro cobro. Mas después que vieron que muerta hera, feçieron grandes llantos por ella e por Hércules, tomaron las çeniças d’ella e lleváronlas a Laçedemonia, al tenplo que Hércules fiziera, donde la otra su muger estaba.
Título que torna a contar cómo el infante Príamo, fijo del rey Lamedón, dexando su conquista, vino a reparar la çibdad de Troya e de sus fechos
El infante Príamos, que andaba en su conquista, como sopo la muerte de Lamedón, su padre, e la destruiçión de la dicha çibudad de Troya, quiso pasar en Gre-çia / [Fol. 46 v., col. a] por fazer daño en sus tierras, sinon que los suyos le aconsejaron que, pues que el alcáçar Ilión era escapado, que fuese reparar la çibdad de Troya.
Venido a ella, con el mucho algo que de aquellas que conquistó traía, reparóla mejor e más ricamente que primero estava; por tal manera la anobleçió de gentes e de todas cosas, que en el mundo no se fallava otra tal, sinon la çibudad de Bavilonia.
De aquel camino casó Príamos con la infanta Écuba, fij[a] (182) de Laudato, nieta de Júpiter. Pero dize aquí Leomarte que después de la dicha destruiçión de Troya, cas[ó] (183) Príamos con Écuba por tratos de paçes de los griegos e de los troyanos; dize que don Hétor naçido era e de tres años escapara con su madre, Écuba, en el alcáçar Ilión. Aún así lo acuerdan con él Vergillio e Plunio e este Leomarte, que trasladaron todas las istorias griegas en lenguaje latino, por que todo el mundo se podiesen aprovechar d’ellas, que es lenguaje común.
Fue esta Écuba mucho noble dueña al mundo e a su marido e ovo d’ella nobles fijos e fijas, que fueron e serán nonbrados por todo el mundo, de los quales el primero fue Hétor, noble prínçipe sobre todos los del mundo, e a Paris e a Diofebus e a Troilos e al obispo Eleno e a Luidia, muger de Eneas, e a Casandra, la profeta, e a la fermosa infanta Poliçena. E ovo treinta fijos bastardos que fueron muy buenos cavalleros.
Título de la quarta destruiçión de la çibdad de Troya e de la ida [d]e (184) Anteneor en mansajería en Greçia e de la respuesta de los griegos e del desaventurado acuerdo qu’el rey Príamos ovo sobre ello
Setenta años de su naçimiento, la ventura cobijosa, que non dexa luengamen-te [col. b] estar las cosas en un estado, e faziendo su acostunbrado curso, puso mientes al rey Príamo del daño que reçebido avía de los dichos griegos. Fizo pregonar cortes generales en la dicha çibudad, a las quales venieron todos sus fijos e los nobles de su señoría, fuera sacando don Étor, su fijo mayor, que por su mandamiento señoreava en las partes de Panonia. E así venidos e ayuntados, estando asentado en su silla real, dixo estas palabras:
-Muy leales parientes e amigos e fieles vasallos, bien sabedes los grandes dapños que de los griegos avemos reçebido, los quales mi coraçón sería gozoso de gelos demandar, sinon por no poner a mí e a vosotros en trabajos de guerra; pero, como sabedes vosotros, fue presa e encativada mi hermana Anfiona, donzella linda e de alto linaje, la qual sienpre en grand desonor mía, e aunque todos los otros dapños reçebidos non se podiesen cobrar, d’este solo quería aver emienda, pues que es cosa que a mí me lo podrían registir, pues por este respeto mi coraçón no puede folgar. Por lo qual, si a vosotros ploguiese, quería enbiar requerir a los mayores de Greçia que me la fiziesen regestir; e pues los muertos non se pueden cobrar, con esto folgaría mi coraçón.
E fecho fin a sus palabras, todos los que presentes estavan comúnmente loaron su dicho. E ordenaron que fuese por mensajero Antenor [al] (185) rey Talamón, que la tenía e trabtava en adulterio por barragana, e a los otros Reyes e señores de Greçia, el qual, conpuesto de flota de gentes segund perteneçía, (e) arribó con buen tienpo en Greçia, de los quales comúnmente fue muy mal reçebido e denostado de muy mala manera, amenazando al dicho rey Príamo e a toda su señoría con desonestas e injuriosas palabras, por manera que, más de paso, enbarcó en sus naos para la dicha çibudad de Troya, adonde, en presençia del rey Príamo e todos sus fijos, que ya don Étor hera venido, e de todos los // [Fol. 47 r., col. a] otros (186) nobles de su señoría, (e) fizo su relaçión de todo lo que pasado avía en Greçia sobre su enbaxada.
Título de la grande ansia que ovo el rey Príamos por la respuesta de los griegos e del consejo que ovo con los suyos
El rey Príamo, ençendido por la dicha relaçión de Anturno e con la grand quexa, propuso en su coraçón de fazer guerra a Greçia. E juntados todos los mayores en la grand sala real, dixo estas palabras:
-Mis buenos amigos e vasallos leales, con acuerdo de vosotros enbié a requerir a los griegos sobre Ansiona, mi hermana, los quales pareçe que, non contentos de lo fecho, es su voluntad de nos dapñar más; por ende, pues Dios [vos] (187) puso en tan grand estado e vos dio las cosas nesçesarias para ello, quería, si a vosotros pluguiese, que guerra cruda les feçiésemos por la mar.
A las quales palabras todos los que presentes estaban, de un coraçón e voluntad, consentieron e se obligaron con las personas e vienes. El qual, con alegre cara, les rendió muchas graçias. E mandó ir a cada uno a sus casas e quedó con sus fijos legítimos e naturales, los quales, començado su razón, llorando de sus ojos, dándoles a entender a lo que heran athenudos de fazer, diziéndoles que por sus personas se devían de disponer en vengança de lo susodicho e por satisfazer su voluntad. E bolvióse contra don Hétor, su fijo, e díxole estas palabras:
Título de las palabras qu’el rey Príamo dixo a su fijo don Étor
-E tú, muy amado mi fijo, primero hengendrado de todos tu[s] hermanos, que sobrepujança de años e por estenidad de virtudes pasas delante a todos los tus hermanos, resçibe en ti aquesta[s] (188) mis amonestaçiones e toma en ti la execuçión de mis mandamientos e sey tú solo prínçipe e duque de aqueste fecho; e tus hermanos e nobles honbres de Troya te obedescan, que tú en poder de [col. b] las tus virtudes es probado. Los orgullosos en començamiento e orgullo de la tu jobentud los costreñiste e feçiste ayuntar e inclinarlos contra mí, rebeldes; e yo, de oy día en adelante, todo esto remito a la tu fuerça e ardimiento lo acomiendo, ca tú en la tu jobentud començaste a ser poderoso e ardite e fuerte sobre todos los que fasta oy naçieron, lo qual yo non podría fazer, ca natura me falleçe porque só en çima de mis días.
E dando fin a sus palabras, çesó de su sermón.
Título de la respuesta que Étor dio al Rey, su padre
A las quales palabras don Hétor, con cara vergonçosa, respondió e dixo:
-Señor padre, non es de maravilla que toda criatura viva no aya sentimiento de aver vengança de sus daños reçebidos e así, nos e vos, que somos de tan alto linaje e grandeza, la devemos cobdiçiar. E padre señor, non ay entre vuestros hijos ninguno que sea más tenido que yo, que só primero naçido que todos, e [a]sí debo ser primero en la voluntad de tomar vengança con la mi mano derecha por que cruelmente pueda matar aquellos que la sangre de mis anteçesores derramaron; enpero, señor padre, una sola cosa querría que troxiésedes a vuestra memoria: que así como avedes considerado al comienço d’esta guerra, que consideredes los medios e la salida que d’ella podría salir, que por que en vuestra vejez non fuésedes decaído pasando trabaxo e viendo pesares mirando la rueda de la ventura e que quál prínçipe puede ser bienaventurado, del qual la fin es buena. E aquestas palabras, Rey muy descreto, las digo por esto: porque, cuidando tomar aprosurosa vengança, non vos venga alguna otra injuria rebasada. E, por tanto, se deve començar con deliberable consejo por que la fin d’ello salga probechosa. E sabedes vos, señor padre, que toda África e Uropa son sometidas a los griegos, los quales sabemos cómo son / [Fol. 47 v., col. a] poderosos, e non es Asia, la nuestra, igual al su poder ni son tan buscados en guerra e apenas podemos vinir a la fin deseada. Verdaderamente Ansiona non es por tan caro preçio de conprar por nuestras personas e de todas nuestras casas e sería dedisión por la su fortuna, que en tantos años es acostunbrada de sofrir e brevemente podría toller d’este mundo, e nos fincaríamos sin folgura. E non creades, padre señor, que (por) estas palabras digo por temor de vatallas ni por mengua de coraçón ni por me dar a folgura, mas dubdo en los abenimientos siniestros de fortuna, por que la dignidad de vuestra real señoría fortuna non faga abaxar.
E con estas palabras calló el discreto Étor.
E agora torna a contar de los fechos de Paris, porque su naçimiento fue señal de la destroiçión de Troya.
Título del naçimiento de Paris, fijo del rey Príamos, e del sueño que soñó la reina Écuba estando d’él preñada e de los fechos que d’ello acaeçieron
En el tienpo qu’el rey Príamo reparaba e nobleçía la cibudad de Troya e hera don Hétor, su fijo, de tres años, seyendo preñada la reina Écuba en días de parir, soñó un fuerte sueño e, despertando espavorida, el Rey le preguntó qué abía. E ella, como fuera de seso, le dixo:
-Señor, soñaba que salía del mi cuerpo, estando en el parto, una acha ençendida con fuerte llama de fuego que quemaba a esta nuestra çibudad e a vos e todos los d’ella, veyéndolo yo, e después que quemaba a mí.
Como el Rey oyese tal fecho, pensó un poco e, pesándole (189) mucho, díxole:
-Reina, cunple que qualquier cosa que de vuestro vientre naçiere que lo fagades matar mucho secretamente e que d’este fecho non digades cosa a persona alguna. [col. b]
E la Reina dixo que lo faría de grado. E a la terçera noche parió un fijo, noble criatura, e diolo a un su criado que lo levase al monte e lo degollase allí e enter[r]ase so la tierra a[l]legando en çima del monte.
E amaneçido el día, púsolo en la tierra para lo degollar e, como lo vio el niño, católo a la cara e riósele mucho fuerte. Como él así lo vio reír antes de tienpo, ca dizen los sabidores de las naturas que persona de ome non puede reír a menos de quarenta días de su naçimiento, porque en otros tantos toma forma de omne en el vientre de su madre del día que se engiendra, e veyendo el escudero este misterio que devía ser de los dioses e porque lo que por Él ordenado se avía de conplir, no lo quiso matar e dexólo allí en tierra enbuelto en sus paños de seda por que Dios fiziese d’él su querer. E dixo a la Reina que lo dexaba muerto.
E como las cosas que quiere Dios non pueden pereçer, fallólo un pastor e diole a su muger que lo criase a leche de su teta, entendiendo que por sus señales podría más valer. E fizo entender a todos que hera su fijo e púsole nonbre Alixandre. E crióse allí e era mucho apuesto e enseñado; e guardaba los ganados de su amo e los toros que eran vençedores de los otros coronábalos de fojas de laurel él. Por su ardideza e nonbradía venían todos los pastores a su juizio e dábales los juizios iguales. E por esto llamáronle todos Paris, que quiere dezir iguales. E una dueña que hera de alto linaje e mucho fermosa, oyendo dezir d’él, fuelo [a] ver encubiertamente, la qual llaman la ni[n]fa Enone. E a primera vista se enamoraron e tóbolo consjgo fasta que su fecho fue descobierto.
Sabido el Rey por el escudero que lo levó todo el fecho, dixo:
-Reina, enbiemos por aquel fijo, que los dioses lo libraron de muerte; nos librará de su fecho. Pero si en el çielo algo es hordenado por él contra nos, non se puede escusar sinon por el que lo ordenó. E faga de nos lo que le // [Fol. 48 r., col. a] ploguiese.
E enbiaron luego por él e fueron con él fechas muchas grandes alegrías, ca hera muy fermoso e palaçiano a maravilla sobre los de su tienpo.
Título de lo que Paris dixo al Rey, su padre, después qu’el Rey, su padre, acabó su razón, por donde ençendió mucho más a todos en este fecho
Paris, que deligentemente oyó e miró todo lo que don Étor, su hermano, avía dicho al rey Príamos, su padre, levantándose en pies, dixo así:
-Padre señor, non debedes razón(a) de dubdar de aconseguir este fecho, ca fin bienaventurosa nos será si contra nuestros mortales henemigos tomamos armas. E non (190) somos nosotros tan nobles e tan poderosos omnes por que d’ellos podiésemos ser ofendidos. Por ende, vos señor, fazed conçertar todo lo que avedes dicho e sea enbiada flota con gente poderosa en destruiçión de los griegos, nuestros henemigos mortales. E mandad a mí, señor padre, que vaya con ellos, ca yo sé que los nuestros dioses querrán que yo pueda grabemente ofender a los dichos nuestros enemigos e tomar d’ellos la más noble dueña de Greçia para la traer en Troya, por la qual podamos tomar emienda de Ansiona, vuestra hermana. E si me demandades por dónde lo sé yo, esto dígovos, señor: que yo lo he sabido de los dioses mesmos quando yo era mançebo, que fue echado en los montes de la Azera por vuestro mandado e de mi señora la Reina, quando por sueño de devaneo, non lo mandando ninguno de los nuestros dioses ni les plaziendo de la muerte que me avíades mandado dar, la qual ellos ya vistes como no la quisieron consentir, antes me aduxeron quién me criase e gobernase fasta oy. E andando en la menor India con mis ganados (e) fue a caça con otros muchos a los montes e fallé un çiervo e seguílo, atanto que perdí toda mi conpañía. E cansóme el ca-ballo [col. b] e dexélo paçer en un prado. E con el cansançio adormeçíme çerca de una fuente e estando en mucho fuerte sueño, apareçióme una maravillosa visión. Es a saber: qu’el dios Mercurio traía en su conpañía tres deesas e, un poco arredrado, dixo:
-¿Oyes Paris? Cata que te he traído estas tres deesas porque entre ellas ay grand questión, las quales han escogido que tú solo seas juez e libres aquella questión que es entre ellas, la qual es ésta: que ellas estando en un solepne conbite, cayó esta maçana que yo trayo, que es de maravillosa obra entre ellas, con letras que dize[n] «tómela la más hermosa». E cada una, cuidando sobrepujar a las otras en fermosura, queríala para sí e, non se podiendo igualar, sometiéronse al tu juizio. E cada una d’ellas te promete galardón, conbiene a saber: que si juzgares que la aya Junio, ella te dará riquezas e señorío e algo quanto quesieres; e si juzgares que la aya Palas, ella te dará poderío en las armas e en batallas sobre todos los cavalleros; e si juzgares que la aya Venus, ella te dará la más fermosa dueña e más noble de toda Greçia para que puedas casar con ella e fazer d’ella lo que quisieres a tu voluntad.
-Oídas las palabras de Mercurio e entendidos los galardones del juizio, respondí(o)le que non podía dar juizio derecho si ellas non se desnudasen de todas sus vestiduras delante mí por que yo derechamente podiese determinar sus faziones e mienbros de todas cosas. E luego me dixo Mercurio:
-Fágase así como tú dizes.
-E puestas aparte sus vestiduras, todas tres se posieron delante mí todas desnudas. E por mí verdaderamente visto que Venus sobrepujava en fermosura a las otras dos, así mandé que ella levase la mazana, la qual con alegría grande me confirmó la promesa fecha por Mercurio. E ellas partidas adelante mí, yo desperté de aquel sueño. E non creades vos, señor padre, que las cosas prometidas por los dio-ses / [Fol. 48 v., col. a] que sean falleçidas, que antes serán verdaderas. E por esto só çierto que si a mí enbiades en Greçia, que yo traeré tal dueña o donzella por do podades alegrar vuestro coraçón e conplir vuestros deseos.
E con estas palabras fizo fin a su razón.
Título de lo que Diofebus dixo al Rey, su padre, sobre las razones que Hétor e Paris dicho abían sobre el fecho de su demanda e guerra
Diofebus, fijo terçero del Rey, que mucho deseava razonar, dixo:
-Señor padre, si todas las cosas que los omnes oviesen de començar, si oviesen de comedir todos los peligros que d’ello podrían venir, non abría(n) omne en el mundo que cosa començase, que si los labradores, que sienbran los panes e labran las viñas e las podan e todos los árboles otros, comediesen todos los peligros que a ello les podrían venir, nunca echarían su simiente so la tierra ni podarían los dichos bienes e árboles; e por tanto, señor padre, mandad armar vuestra flota, que lo que Paris ha dicho es razonable consejo e si él tal dueña de Greçia traxiere, por canbio d’ella podemos cobrar Ansiona, por la qual todo nuestro linaje está disfamado.
Título de las palabras que dixo el obispo Poliçeno al rey Príamos sobre lo que sus hermanos habían dicho a su padre, no le plaziendo d’ello
Acabada la razón de Diofebus, levantóse el obispo Poliçeno, fijo quarto del rey Príamos, que hera muy grand letrado en la estrología e mucho sabio en las cosas por venir, e dixo estas palabras:
-Muy alto Rey, plégavos por los altos dioses que los vuestros deseos non vos mueban a cobdiçiar bengança, [col. b] que ha plazer de bos Dios. E con ayuda vuestra yo he (e) aprendido muchas de las cosas que son de por benir e fallado que non cunple que Paris vaya en Greçia, ca si allá va e daño faze en ella, que esta vuestra çibudad será destroída por los griegos e todos los çibdadanos e todos los que somos salidos de vuestros lomos e vos mesmo seremos pasados por muerte amargosa. E escusadvos d’estas cosas, ca la fin es de ver de vuestro linaje.
E con esto fizo fin a su razón, triste e dolorosa, en su silla, las quales palabras mucho abatieron el coraçón del Rey. E fue mucho espavorido e turbado, por el qual fue fecho grande callamiento entre todos e non abía ni[n]guno d’ellos que pensase más sobre ello.
Título de las palabras que Troilos, fijo menor del rey Príamos, dixo a su padre, mostrando grande ira contra el dicho Obispo, su hermano
Acabadas estas razones todas, Troilos, el fijo menor del rey Príamos, que vio así estar turbados a todos por las razones del Obispo, su hermano, levantóse en pies e con duras palabras dixo:
-¡O varones mucho nobles!, ¿cómo vos sodes turbados por palabras de un sinple saçerdote, ca non es cosa razonable que los saçerdotes ayan de fablar en los fechos de las vatallas e guerras, ca toda su cobdiçia es de estar folgando e de comer e de vever bien e de se dar a todo deleite? A quien le cae en cabeça que los omnes inmortales puedan en ninguna manera saber las cosas por venir ni en poder de los dioses es que ningund ome cuerdo lo podiese creer. ¿Por qué, noble señor, vos turbades por palabras tan vanas e foles? Por ende, mandad // [Fol. 49 r., col. a] las naos e las gentes e vayan su camino con la buena ventura por que de aquí adelante tanta vergüeña non pasemos contra los griegos enemigos nuestros sin tomar d’ellos vengança.
E fecha fin a su razón, todos quantos allí estaban loaron mucho su razón e afirmaron en ella. E a Paris fue dado el cargo de fazer la guerra a los griegos e Diofebus, su hermano, con él con su flota.
Título de los llantos que la infanta Casandria fizo e dezía por la ida de Paris en Greçia e de lo que profetizaba de la destruiçión de Troya
Quando todas estas cosas fueron venidas a notiçia de la sabia infanta Casandra, fija del rey Príamos, que por consejo deliberado de todos era hordenado que Paris pasase [a] fazer la guerra a los griegos, así como loca e fuera de todo su sentido andaba dando vozes e gritos, rascando su cara, e mesaba sus cabellos andando por las calles. E dezía estas palabras:
-¡O noble çibudad de Troya, dónde tan crueles e tan duros fados te siguen, que a grandes peligros en breves días has de ser sometida e las tus torres e haltos muros han de ser caídos por sienpre! ¡O desaventurado rey Príamos, padre mío, qué pecado tan grande te sigue, que tú as de llorar las muertes e los perpetuales serbidunbres de ti e de todos los tuyos! E vos, malaventurada reina Écuba, que de pecado heres digna, que todos los tus infantes e criados los has de ver morir de muerte cruel e amargosa, e ¿por qué tú non viedas que Paris vaya en Greçia, que de tanta pestilençia espera ser cabsa e ocasión?
E dichas estas cosas, vase al Rey, su padre, e con muchas lágrimas justamente le ruega que se quite de tal negoçio. E dezíale todo lo que le avía de venir e con grandes llan-tos [col. b] gelo amonestaba. Mas la ventura contraria, que para él estaba aparejada, daba coraje e afeçión a todo lo que contra él avía de venir.
Título de cómo Paris e Diofebus con sus naos entraron en alta mar e arribaron a la ribera de Greçia e tragieron a la reina Elena
Tomadas veinte e dos grandes naos cargadas de las cosas neçesarias para guerra por Paris e Diofebus e Eneas e Anteneor e Polidemas, su fijo, que con ellos iban, entraron en alta mar e arribaron a la ribera de Greçia. E arribaron a la isla de Çetri, que era del rey Amenalao, en la qual avía noble tenplo de la deesa Venus, en el qual todos las gentes comarcanas fazían una vez en el año grande fiesta e faziendo sus sacrefiçios avían sus respuestas del ídolo d’esta Benus.
E sopiendo Paris que estaban las gentes [en] aquella fiesta, vestido de sus paños reales e aconpañado de la mejor mançebía de su conpañía e más adereçados, (e) salió allá. E llegado entre las gentes en el dicho tenplo, como él sobrepujava de fermosura a todos los de su tienpo e bien arreado, mirándolo, todos obieron de saber cómo era Paris, fijo del rey Príamos. E como la fama d’él corriese e llegó a las orejas de la reina Elena, muger del rey Amenalao, que hera fermosa sobre las de su tienpo, luego conçebió de lo ir a ver, ca su marido hera ido Atenas. E arreada de maravillosa manera, en achaque de la romería se vino al dicho tenplo, adonde fue bien reçebida de todos sus vasallos.
E como Paris lo sopo, luego vino otra vez allí maravillosamente arreado. E como anbos se vieron, fueron luego presos de fuerte amor e de tal manera se cataban, que en la catadura mesma conoçieron cómo se amaban en sus cora-çones / [Fol. 49 v., col. a]. E Paris entre el bolliçión de la gente se le llegó e, obiendo sus secretos fabla, se declararon sus amores. E Paris se partió d’ella con amorosas palabras e se fue a sus naos. E llamando a Diofebus e Eneas e Anteneor e Polidamas e las otras sus conpañas, les dixo cómo los dioses les abían guisado de tomar vengança de los griegos, pues que en aquel tenplo podían tomar a la reina Elena e a todas aquellas gentes e mucho oro e mucha plata que estaba en el dicho tenplo.
E todos con alegría açebtaron aquel fecho e de una voluntad desenbarcaron con la luna. E entrando en el dicho tenplo, cabtibaron e robaron todo lo que en él era e mataron algunos de los que en armas se les posieron. E Paris con su mano tomó a la dicha reina Elena, en la qual non falló ninguna defensa. E pues todos en las naos, alçando sus velas, arribaron al Tenedo de Troya, que es a seis millas de la dicha çibudad, a cabo de siete días que d’ella salieron, por venida de los quales solepnes fiestas fueron çelebradas.
De cómo Paris fizo su vodas con la reina Elena e de las palabras dulçes que le(s) dixo, con las quales le traxo a su voluntad e fizo todo su querer
Desenbarcados los dichos troyanos en el dicho Tenedo, Elena non se sabía qué fin, salvo que, veyéndose cabtiva entre las sus gentes, començó grandes llantos nonbrando su marido e fija e hermanos e todas sus cosas. Paris, mobido de mucha angustia por ello, le dixo estas palabras:
-¿Qué es esto, noble dueña, que bos continuamente estades en tantos dolores e quién sería el que lo soportar podiese? Catad que podredes dapñar vuestra noble persona. E ruégovos que to-medes [col. b] buen conorte, ca en el reino de mi padre non vos faltará cosa ninguna ni a los que con vos aquí son cabtivos, con tanta soltura como si fuesen en su tierra; vos en la vuestra noble excelencia serés honrada así como a mayor e abastada de todas riquezas.
A las quales palabras Elena le respondió e dixo:
-Señor Paris, yo sé que, quisiendo o non, que he de seguir vuestra voluntad, ca el poder de la fenbra al omne non puede contrastar, mayormente estando presa; e si algund bien a mí e a estos cabtivos por vos será fecho, a vos será dado el galardón de los dioses.
E Paris la tomó por la mano e levóla a una varanda e díxole:
-Noble dueña, pues que a los dioses á plazido que así seades venida en este reino, que bos abredes a mí por marido, que só mejor qu’el Rey, vuestro marido, e seredes más honrada. E yo jamás avré otra muger sinon a vos e todo será vuestro e a vuestro plazer.
Elena le dixo:
-Forçado me es de reçebir vuestros ruegos, pues que ál non puede ser.
Otro día fue levada a Troya con mucho grande triunfo e reçebida allí con grande alegría. E Paris la resçibió por muger, segund su costunbre, con exçelente festibidad.
Casandra, que todo esto vio, salida de su seso, andaba dando vozes por las calles diziendo todos los males que les abían de venir, por las quales el Rey, su padre, la mandó prender.
De la carta que la ninfa Enone enbió a Paris, su marido e enamorado, quando sopo que avía tomado a Elena por muger e que avía desanparado a ella del todo
«Paris, la ninfa Enone, desanparada de ti:
Si ál non ley esta mi carta o te lo vieda la nueba muger, leila, que non es escripta de mano de Miçenas.
Yo, la ninfa Enone, natural del monte Parnoso, que era tenida por muy honrada en las sernas de Fregia, es agora maltrecha de ti. E // [Fol. 50 r., col. a] queréllome de ti, que heres (191) mío. E si tú lo dexas de ser, ¿quál Dios vos airó contra los nuestros amores e qué yerro los fize? Porque yo toda vía finqué por tuya e la pena e el mal que el ome o muger por su mereçimiento çufre álo de pasar mansamente, mas la pena que les viene non la mereçiendo, aquélla es de doler.
Non eras tú tan grande quando yo, seyendo dueña de alta guisa, fincaba contigo, tú por mi marido, que eres agora, fijo del rey Príamos. E si calláremos la vengança, tú siervo estonçes eras e yo, seyendo dueña, sofrí de casar contigo. E muchas vezes dormimos yo e ti entre los ganados a sabor de nos e non teníamos de suso sinon árboles e de yuso sus hojas. E otras muchas vezes dormimos en la cama del feno e amaneçió sobre nos grande helada.
E a ti ¿quién te mostró las e los otros guisados para caszar e para tomar los venados, en los quales viste la vestia fiera? E andando yo por tu conpañera, muchas vezes te tendí las redes, enristrando las mis carnes por somo de los collados por conplazer a ti.
E miénbrate agora cómo en el fermoso álamo de la ribera del río, Orbis ad[o]nde (192) en la su corteza tú entallaste letras del mi nonbre e figu[rá]steme con la tu faz. E dizes tú Paris a mí: «Quando el agua del río santo se tornare a correr fazia donde naçe la fuente, estonçes desapararé yo a ti, la ninfa Enone». Pues río, apresúrate a correr atrás; e vos, las aguas, tornadvos a vuestra fuente donde naçistes, ca ya desanparó Paris a mí, la ninfa Enone.
E malo fue el día en que Venus e Junio e Palas venieron al tu juizio. E fue espantada e saltóme el coraçón luego que me lo conteste. E vínome luego un bau de frío por todo el cuerpo e, quedando mucho espantada, pregunté a los sabios pidiéndoles consejo. E todos dixieron que era el tu fecho grande enemiga, ca cortados [col. b] estaban los celos e dolada la madera por entrar en la mar. E partiéndote de mí quisiendo entrar en la mar, començaste a [l]lorar e no me lo quieras negar. E viste a mí llorar e lloraste tú. E anbos estávamos triste[s] por la tu ida e mezclamos lágrimas en uno. E echásteme los braços al cuello e pegáronseme como la vid al árbor quando se le apega. ¡E quántas vezes me vesaste quando te querías partir de todo en todo, que a duro me podiste dezir «quedad con Dios»!
E yendo la tu nao a todo andar, nunca yo, mezquina, partí los mis ojos d’ella, mojando las arenas con lágrimas de los mis ojos, e rogué yo a las Veredas, que son señoras de las aguas, que te tornasen aína; aunque rogué por mi dapño, ca tornándote como yo rogava a Dios que tornases a bien de nuestro amor, (e) tornaste con amor de otra en daño de mí. E yo, mesquina, fue mansa por cruel con vileza. En todo lo más alto de nuestra ribera subí por ver la primera las velas de las tus nabes quando venieses. De allí los vi yo antes que otro e vínome a voluntad de dar co[n]migo en la mar por te reçebir primero. Mas fui tardada de lo fazer e, tardando, vi una púrpura resplandeçer en somo de la nabe e ferióme en el coraçón oviendo miedo que aquella vestidura non era tuya. E llegando la nabe más a la ribera devisé un vestido de muger e, tremiéndome el coraçón, miré más. E como vi muger que contigo traías, no me debiera ir te reçebir, sino que fui como sandía de cobdiçia de llegar a ti e bi tu amiga apegada al tu braço, vi peor señal. E veyendo que muger traías, rasgué mis vestiduras e ferí en los mis pechos e rasgué mi cara; e lloré de los mis ojos e inchí toda la tierra de aullidos. E así se duela Elena, llore desanparada de marido e padesca lo que padesçer fizo a mí.»
E razona contra Paris / [Fol. 50 v., col. a] e dezía:
«Paris, tales mugeres conbienen para ti, que te siguan por los mares desanparando los lechos de los lindos maridos. Mas quando tú heras pobre e andabas paçentando los ganados, (e) ninguna muger non era pobre de ti sinon yo, la ninfa Enone.
Fágote saber que yo non he cuidado de las tus riquezas ni del tu real palaçio. Non digo yo esto porque yo non fuese derechera para ser derechera dueña de la reina Écuba e derechera só e cobdiçio de ser madre del poderoso Príamo. E non menospreçies tú a mí, porque dormí contigo en el buen lecho conpuesto de buenas púrpuras e en cabo el mi amor seguro es e non te guisará vatallas ni te traerá al tu puerto nabes que se venguen de ti, ca Elena, la fuidiza, demanda a ti fazer con armas guerreras e con tales artes viene aquella dueña soberbia a los tálamos.
E si quieres saber si la has de tornar a los griegos o non, demándalo a Hétor, tu hermano, e Diofebus e Polidamas; e pregúntalo al noble rey Príamo e Anteneor e Anasás, que son omnes de hedad, e verás qué te dirán e consejarán. E quando la priesa de la guerra vieres, te dirán que torpe casamiento traxiste en pareçer la que traes robada a tu tierra. E derecheras serán las armas que su marido traerá contra ti.
E ál te digo: que non fíes (193) tú en ella ni esperes en ella a lealtad, ca así como Amenalao, su marido, querella d’ella, así te querellarás tú e non fallarás conorte, ca pues que ella una vez quebrantó su castidad, non dubdará de la quebrantar quantas vezes le veniere, ca la castidad, una vez quebrada, d’esa vez pierde toda la vergüeña, ca tú creyendo que es agora ena-morada [col. b] de ti, así lo fue de Amenalao, su marido. Él, creyendo, anda agora biudo.
E es dueña viandante Andrómaca, tu cuñada, que es casada con Étor, tu hermano, que es marido primero. E así debiera yo ser tu muger e tú más libiano que las ojas secas, que las lieva el viento por do quiere.
E todas estas cosas me dixo Casandra, tu hermana, mesando sus cabellos, deziéndome que tal hera el tu amor contra mí como las simientes echadas en las riberas, que las lieban las avenidas de las aguas. E mucho derramamiento de sangre troyana trae consigo.
E pisóme todo el cavallo, pero sea ella agora fermosa además para adulterar con marido ajeno, ca otra vez fue robada de Theseo. E maguera que digas tú, Paris, que virgen tornó, ¿cómo pudo ser creída de mançebo cobdiçioso que la tubo en su poder que virgen tornase ella?
E sabes tú, Paris, que muchos altos omnes me demandaban para casar co[n]migo e yo andaba escondida en los montes non los queriendo ver; otrosí fazía Saturno Elicrón dios, que mucho me buscó en el monte de la selva Idán. E sin éste, amóme Febo, que fue en fazer los muros de Troya; e aquél ovo de mí el espejo de la mi virginidad e, aun éste, con grand trabaxo. E sobre éste, pues que la fuerça fue fecha, meséme yo e rasquéme yo todo, lo que no fizo Elena en ni[n]guno de los sus avenimientos, mas sienpre la plogo con lo que le acaesçió. E aún ál fize yo desque la fuerça resçebí: que nunca demandé preçio por el mi quebrantamiento ni de piedras preçiosas ni de oro ni de plata, ca el noble cuerpo no se conpra honestamente por dones. Mas Febo, temiendo de mí del don que me quería dar, enseñóme el arte de los dos saberes e reçebieron las mis manos los sus dones; otrosí toda yerba que probechosa sea para melizinar a las gentes en mí es la sabieça. Mas ¡guay de mí, mesquina!, que el amor non se pue-de (194) // [Fol. 51 r., col. a] amelezinar por niguna arte ni se tuelle el tu amor de mí, mas el ayuda de todas las yerbas e toda la tierra cría ni el nuestro Dios no me lo pueden dar.
E pues que tú solo no lo as en poder tú me lo dar, mas que te lo yo meresco, ca yo no te trayo los griegos con armas para verter sangre con los tuyos, mas soy tuya e contigo fui en los años quando tú e yo éramos manzebillos e mucho te ruego yo que tuya sea de aquí adelante en lo que finca del tienpo.»
De las cosas que fizo el rey Amenalao quando sopo que le avían levado su muger Elena e robada la su isla de Çeta
Los troyanos non heran llegados en su tierra quando el rey Amenalao, que estaba en París con el duque Néstor, sopo todo el daño que de los troyanos abía reçebido e cómo le avían levado a su muger, que era la cosa qu’él en el mundo más amaba. E (que) tal pesar tomó que, falleçiéndole el espíritu e la palabra, cayó en tierra amorteçido e yogo grand pieza del día amorteçido. E quando recordó, començó su duelo atán dolorido que non abía omne en el mundo que non se doliese d’él. E retraía en sus palabras la veldad e fermosura de Elena e los sus grandes viçios e solazes que con ella solía aver e las grandes honras que los suyos le solían fazer, (e) deziendo que agora non sería tratada entre los enemigos, antes sería abiltada e cabtiva e desonrada. E como quier qu’el duque Néstor le confortava, no le valía cosa. E tomando liçençia d’él, se tornó en su reino.
E como los reyes Cástor e Policor, hermanos de Helena, lo sopieron, entraron en sus naos cuidándolo alcançar. E creçiendo los tormentas, pereçió su nao sola con ellos de noche, no lo veyendo ninguno. E estos fueron los primeros que por cabsa d’esta Elena morieron.
E llega-do [col. b] Amenalao en su reino, enbió por el rey Agamenón, su hermano, e como lo sopo, luego fue con él. E como él vio a su hermano tan atormentado de tanto dolor, díxole:
-Ermano, ¿por qué de tanto dolor heres atormentado? Aunque justa razón te mueba a ello, enpero no perteneçe a omne sabio mostrar por de fuera la mengua que tiene en el su coraçón, ca el dolor demuestra por de fuera da pesar a los amigos e plazer a los enemigos. E sería mejor que mostrases alegría e plazer a los enemigos e sería mejor que mostrases alegría e plazer que non tristeça e pesar. Ni de las lágrimas e dolores e llantos non viene ninguna vengança ni emienda ni onra ni onor, sinon doblar todavía en su daño e amenguamiento e desonor; ni aquellos que cargo tienen d’él ni se deven dar a ellos, salvo a la espada e a la lança e acatan manera de se vengar e de tomar emienda e cobrar su pérdida. E la bondad del omne sabio se prueba e conoçe quando los avenimientos contrarios sabe sostener e sofrir no dando a entender su dañamiento. E aquél se puede llamar esforçado: el que con las pérdidas e amenguamientos contrarios se conforta e los dexa pasar partiéndolos de sí. E ruégote que te quites de tantos dolores e que tomes coraçón para te vengar, por tal manera que la injuria a ti e a nosotros fecha non pase sin grand pena, la qual no con lágrimas sinon con virtud de ofensión deve ser demandada. Tú sabes que nos somos ricos e poderosos e para esta vengança abremos conpañones, ca todo el Inperio de Greçia será conusco en este fecho e todos los reyes por nos llamados tomarán armas contra los troyanos. E con muchos nabíos e con grand poder iremos todos de una voluntad contra los troyanos, nuestros capitales enemigos, e puesto nuestro real delan-te / [Fol. 51 v., col. a] su çibdad, pasaremos los mejores por espada; e ese Paris será enforcado como ladrón en la forca, como lo meresçe. E dexa toda tristeza e llamemos todos los Reyes de Greçia que en nuestra ayuda quieran ser.
E puesto por obra, luego fueron todos juntos con ellos de una voluntad e acuerdo. E juntados allí todos, segu[n]d adelante se dirán sus nonbres, fallaron que ni[n]gún fecho bueno no se podía fazer sin mayor e, todos de un acuerdo, dieron el cargo e regimiento d’este fecho al rey Agamenón, que presente estaba, sopiendo que hera mereçedor d’ello.
Título de cómo los Prínçipes e Reyes e altos omnes de Greçia se juntaron en el puerto de Athenas para ir sobre Troya e quáles e quántos fueron e del número de las naos que consigo llevaron
Llegado el mes de março, todos los Prínçipes de Greçia se adereçaron e juntaron sus naos e jentes en el puerto de Athenas porque era el mejor puerto de Greçia. El número de los dichos Reyes e Prínçipes e las naos e jentes que cada uno d’ellos allí levó son estas que se siguen:
primeramente el rey Gamenón, de su reino de Micrues, C;
[e]l rey Amenalao, del su reino de Espartén, LX naves;
los reyes Archilao e Protento, de su reino de Boeçia, L naos;
[e]l duque Escalifes e el conde Hermán, su tío, de Cervera, XXX naos;
[e]l rey Epistripus e el rey Cedreus, de su reino de Fortida, çinquenta naos: L naos;
Ages Talamón, de su reino de Talamonia, cinquenta: L naos;
venieron el duque Nástor e el duque Anflimatus e el Conde de Arçi-al [col. b] e el conde Polixamo e el conde Uso;
el rey Toas, del su reino de Conlín, L naos;
el duque Néstor de la su çibdad de Pilón, L naos;
el rey Axemerín, de su reino de Sonblara, çinquenta naos: L naos;
los reyes Tolomanis e Xemenis, de su reino de Monil, XXX naos;
Polites e Senatos, de su probinçia de Cansados, treinta. XXX naos;
el rey Cadomanis e el rey Menón, de su reino de Toca, ochenta. LXXX naos;
Olixes, del su reino de Greçia, L naos;
el duque Melios, de la su çibudad de Pigas, diez: X;
el rey Merán e Polides, de su reino de Crescio, veinte: XX;
Archiles, del reino de su padre, de la çibudad de Felos, çinquenta: L;
el tal Opalis, del su reino de la isla Redomia, veinte: XX;
e los reyes Atipes e Anfirmatus, del reino de Esdraen, doze: XII;
el rey Polipedes e el duque Luçías, de su reino de Quida, sesenta: LX;
e Diomedes e los reyes Chenus e Turnius, de sus reinos, LXXX;
el rey Polifedos, del su reino de Bomiden, siete: VII;
el rey Fermis, de su reino de Amonaza, doçe: XII;
el rey Patróculos, del su reino de Maesa, çinquenta.: L;
el rey Carpeñor, del su reino de Carpida, çinquenta; L;
el rey Quisorios, del su reino de Merca, veinte e dos naos: XXII naos;
Minesteo, Duque de Athenas, de su çibudad, çinquenta naos: L naos;
el noble Palomades, del reino de su padre, Nade, treinta: XXX naos.
Fue la suma de los dichos reinos e duques setenta por todos: LXX. E fueron las sumas de las naos de mil e quatrozientos. Falleçieron catorze: mil CD.
En el dicho puerto de Athenas // [Fol. 52 r., col. a] eslijeron todos de un acuerdo (e) gobernador de la hueste al rey Gamenón, porque sin mayor non entendían de fazer ningu[n]d fecho bueno.
Título de los reyes e prínçipes de duques e ricos onbres que venieron en socorro del rey Príamo de la çibudad de Troya
El rey Príamo, temiéndose de los griegos e del su grand poderío, buscó quantas ayudas pudo de vasallos e parientes, los quales fueron éstos: primeramente los re[y]es (195) Fandales e Japán, venieron IV mil cavalleros;
el rey Zacarías e Agradus e Néstor Anfirmares, VI mil cavalleros;
el (196) rey Tabolán e Serpendón, su fijo. que hera muy fuerte, III mil cavalleros;
el rey Afériz, de su reino de Liconia, mil cavalleros: M cavalleros;
el rey Afériz, de su reino Arniso, mil cavall[er]os: M cavalleros;
los reyes Upon e Palis, II mil D ca[valleros], en conpañía de los quales venieron quatro duques e tres condes;
el rey Pelón e el Duque de Comes, de Tarsia, MCC cavalleros;
el rey Pretendesus e duque Estopus, de Palonia, MCC cavalleros;
el duque Archiamus e el duque Furtebus e el duque Securtis, M cavalleros;
los reyes Guiras e Prestinas, de Bretino, mil cavalleros. M ca[valleros];
el rey Fenomenis, el grande de cuerpo, de Pasanbona, II mil cavalleros;
el rey Perses e el noble Merión de Itropía e con ellos muchos duques e condes, sus vasallos, III mil ca[valleros];
el rey Theseo e Archilobón, su fijo, de Cheun, mil: M ca[valleros];
de la isla de Greçia, que no cuentan sus nonbres, MCC ca[valleros]; [col. b]
el fermoso e sabio Istropus de Lisón, el qual traxo el sagitario Archelón, dos mil. III mil ca[valleros].
E fue la suma de aquestos reyes e gentes que en ayuda e anparo que del rey Príamo venieron, XXXII (197), así que fue ayuntada toda la flor de la cavallería del mundo, adonde por tan ligera cosa e flaca morieron tantos.
Los griegos estando en el puerto de Athenas, como dicho es, dudando la pasada de Troya, enbiaron Archilles e a Diomedes. Otrosí los troyanos, temiendo la venida de los griegos, enbiaron al obispo Colcas al tenplo de Apolo por saber de sus avenimientos e fallaron en una ora allí. Echos sus sacrifiçios a la manera de los gentiles, fueles respondido que si los griegos pasasen a Troya, que dentro de diez años la destroirían e despoblarían toda. E con el temor d’esta respuesta, el dicho obispo Colcas, non quisiendo tornar a Troya, se vino con los dichos Archiles e Diomedes a los griegos, con los quales sienpre buscó mucho daño a los troyanos, que fue mucha cabsa de su destroiçión, segu[n]d adelante se dirá. E arribados al dicho puerto e contados por ellos la dicha razón de los ídolos, que ellos llamaban dioses, e por las amonestaçiones de aquel falso Obispo, alçaron sus velas e pasaron a la ribera de Troya. E tomaron un castillo de Xeramillo por fuerça de armas e pasaron por espada a todos los moradores d’ella. E dende fueron al castillo de Tenedo, que era fuerte e buen puerto. E ataron allí sus naos e tomaron el castillo e mataron a todos los pobladores d’él.
Título de cómo los griegos enbiaron sus mensajeros a requerir al rey Príamos que les restituyese a Elena e que se tornarían de allí
Acabadas estas cosas por los griegos, Agamenón, en-perador / [Fol. 52 v., col. a] e gobernador de los prínçipes griegos, llamados a su tienda todos los mayores, dixo estas palabras:
-Onorables reyes e nobles prínçipes e caballeros greçianos, como vos sabés, por el rey Príamos e con sus honrados mensajeros fuemos requeridos que le restituyésemos Ansiona, su hermana, que estaba maltratada entre nosotros, por quitar questiones e omeçidas entre él e nosotros; e porque non lo quisieron fazer, reçebimos el dapño de Elena [e] de nuestras gentes, por donde somos llegados a este menester en que estamos, de lo qual abemos dado cabsa a todas las gentes para dezir que nosotros fuimos cabsa del mal que reçebimos. E por escusar lo semejante, quería yo, si a vosotros ploguiese, que al rey Príamo e a todos los suyos enbiásemos requerir por nuestros mensajeros que nos restituyesen a Elena e todo el daño que Paris fizo en la isla de Cetri e con ello que nos tornaríamos en nuestras tierras.
La qual razón todos comúnmente fue loada, posiéndolo en obra. Escogieron dos cavalleros perteneçientes para tal fecho, el uno bien razonado, que hera Ulixes, e el otro Diomedes, que hera mucho esforçado. Los quales llegados a Troya ant’el rey Príamo e su corte, Ulixes propuso su razón, demandando a Elena e los dichos daños, segund perteneçía, con su buena plática.
E oídas por el dicho rey Príamo, sin acordar en el dicho su consejo, respondió mucho agramente contándoles las injurias a él fechas por ello[s], diziéndoles que se le quitasen de delante, que avía enojo de los ver e que se fuesen a sus conpañas.
A las quales palabras Diomedes, con coraje e esfuerço desordenado, dixo así:
-¡O rey Príamos!, si por sola nuestra vista [no] puedes estar sin enojo, ¿qué farás quando a nuestras conpañas todas aquí vieres, de los quales por ni[n]guna manera no podrás escapar que tu çibudad e jentes no fenescades miserablemente (e) muerte? [col. b]
Por estas palabras sacaron los troyanos las espadas para los matar, sinon qu’el Rey se levantó e los defendió con duras palabras contra los suyos e los enbió de allí. Por esto dizen los autores e poetas qu’el demasiado esfuerço acarrea más daño que probecho e que d’él se deve tomar lo razonable, mirando los tienpos.
Del acuerdo que los griegos obieron sobre la respuesta de los troyanos e de las opiniones que sobre el desenbarcar en tierra ovieron e de las palabras que Diomedes les dixo
La hueste de los griegos, oídas las razones que Hulixes e Diomedes, seyendo ayuntados por el rey Agamenón, su capitán e regidor, e llegado allí aquel noble Palomades de Greçia, que por su dolençia avía tardado, con sus naos, con el qual todos fueron muy alegres, ca era mucho noble e poderoso entre los griegos, e así ayuntados, avían muchos acuerdos por que podiesen echar su real a la dicha çibdad, porque los unos dezían por una manera e los otros por otra en mucha discordia. E veyendo este desacuerdo, levantóse en pies aquel noble e esforçado Diomedes e dixo:
-¡O reyes e nobles prínçipes!, mucho devedes pensar en la grand vergüeña que sobre nosotros con grand razón es tratada, ca sabedes que un año e más ha que estamos en esta tierra e nuestros coraçones non aber abido tanto esfuerço que podiésemos ver la çibdad de Troya, en lo qual no podemos dezir sino que abemos dado grande aventaja a nuestros enemigos, ca los avemos dado lugar para basteçer su çibudad e ayuntar a sus amigos para nos ofender; ca çierto es que después que nos somos aquí llegados, les son venidos d’ellos, les son venidas muchas vatallas e cosas neçesarias a guerra. E ya se tienen por dicho que nosotros non abremos esfuerço de ir sobre ellos e, quanto más este fecho prolongamos, tanto más fazemos nuestro daño e desonor. E por tanto, yo digo mi consejo es éste, si a vosotros // [Fol. 53 r., col. a] ploguiere: que mañana, alva del día nuestras velas alçadas, aparejadas para vatalla, e con esforçados coraçones nos vayamos para la ribera de Troya e con poderosa virtud, nuestras espadas en las manos, saltemos en tierra como cavalleros. Con la mejor firmeza que podamos, asentemos nuestros reales lo más junto que podamos a la dicha çibudad, ca saber debemos que esto no se puede fazer sinon contra voluntad de los troyanos, por fuerça de armas e por grandes fechos e peligros de nuestras personas. Pongamos aparte todos los otros inconbenientes; agora nos venga bien o mal, non fagamos otra cosa, que, por çierto, así se ha de fazer para venir más provechosamente a los fines de nuestros fechos.
Mucho plugo comúnmente a todos d’este consejo e le fue loado mucho por ellos. Ordenaron todos sus cosas e sus nabíos por que de çiento en çiento fuesen con sus capitanes, que para ellos allí ordenaron, que fuesen mayores por quien se gobernasen, e se socorriesen los unos a los otros, por que los que primeramente desenbarcasen fuesen socorridos de los otros por que daño non reçebiesen de los enemigos.
Aquí se acaba el libro terçero de los veinte e çinco libros que Lope Garçía de Salazar fizo en esta Istoria de las bienandanças e fortunas estando preso en la (a) su casa de Sant Martín e comiénçase el quarto libro, en que [f]abla (198) de la salida terçera que los griegos fezieron en la ribera de Troya e de la primera batalla que ovieron con los troyanos e de la grande mortandad que entre ellos allí fizo; e de los grandes fechos d’armas (199) que don Étor fizo en ellas; e de cómo los troyanos fueron ençerrados en la dicha çibudad e de cómo los griegos asentaron su real; e de la segunda batalla ordenada por don [col. b] Étor, los troyanos, e por Agamenón, los griegos, que ovieron e de la grande mortandad en ella fecha; e de los reyes que don Étor mató e de otros que allí morieron; e de la primera tregua fecha entre ellos e de las palabras que Palomades dixo sobre el reinamiento de Agamenón; e de la terçera vatalla e del consejo que los griegos ovieron sobre tratar a don Étor la muerte, por quanto los ofendía; e de la quarta batalla e de las palabras que ovieron Étor e Archiles en sus tiendas e de lo que sobre ellos respondieron griegos e troyanos; e de la quinta e sesta e otaba batallas; e cómo Breçeida salió de Troya e de sus cartas; e de los grandes que don Étor mató e de la su muerte; e de los grandes fechos de Troilos e de la su muerte; e de la muerte de Archiles e de la reina Pantasilea; e de las muertes de Diofebus e de Paris e de los otros nobles; e de la venida de Pirrus e de cómo Troya fue vendida e destroída e muerto Príamos e los otros suyos; e de los griegos e troyanos que allí e tornado morieron; e de todos los otros fechos allí acaesçidos. E comiença fojas LIII.
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152.- partidadas, en el manuscrito.
153.- Algo más de dos líneas han quedado en blanco.
155.- moros, en el manuscrito.
156.- conciciones, en el manuscrito.
158.- La sílaba -ne interlineada por otra mano.
160.- a, interlienada por otra mano.
161.- A continuación, y dentro de la caja de escritura, se lee la sílaba ti.
162.- enarcada , en el manuscrito.
163.- avique, en el manuscrito.
164.- cosa alguna, al final del folio como reclamo.
166.- e, repetida al inicio del folio siguiente.
168.- a que, en el manuscrito.
169.- enamorada, en el manuscrito.
170.- repasar, en el manuscrito.
171.- grand fermosura tú co[n]migo casteste, a continuación. Probablemente se ha producido un salto de línea al copiar de la fuente porque un poco más abajo se repiten las mismas palabras.
172.- En blanco en el manuscrito.
173.- Espacio en blanco. Rey Gerión, propone R.H., ed. cit., vol. I, p. 144.
174.- Lectura sugerida por R.H., ed. cit., vol. I, p. 144. La pérdida de estas grafías se produjo antes de la copia de la B.N. ms. 1634, donde se ha dejado en blanco desde cruel hasta en tales afeitamientos fol. 79 r.
175.- tpocó, en el mancuscrito.
176.- responder, en el manuscrito.
178.- quanto, en el manuscrito.
179.- e heres agora tú, escrito seguidamente y repetido detrás.
181.- Esta lectura ya está en la copia de la B.N, fol. 81 r.
183.- casa , en el manuscrito.
186.- La primera sílaba de otros, repetida.
187.- vos , interlineado por otra mano.
188.- La grafía s ha sido añadida por otra mano.
189.- Se escribió pensándole, pero se tachó la primera grafía n.
190.- non, tachado en el manuscrito
191.- que, copiado nuevamente detrás.
192.- adinde , en el manuscrito.
193.- fiees, en el manuscrito.
194.- amor non se puede, reclamo al final del folio.
196.- Tabolán, que se repite un poco más abajo, escrito detrás.
197.- Repetido el numeral en otro color.