Libro XII

  [Libro XII]

   [col. b] En el año del Señor de DCLIII años avía un caballero en la tierra de Arabia, que es en África, que se llamaba Maoma, que era agudo e entendido e codiçioso de riquezas e señorío; e avía la gota fría que se caía amorteçido e yazía fuera de su acuerdo dos o tres oras a quinto día. E casósele una dueña viuda e mucho rica e eredada por amores e con la riqueza ensoberviçióse más. E acreçentó su estado e, deseando más señorío, allegáronsele más gentes, como es costunbre de se llegar a la vianda e al olor de la riqueza, entre los quales se le allegó un fraire de la orden de Sant Venito, que avía nonbre Sergio, e púsole en cabeça que se llamase profeta de Dios e qu’él le mostraría pedricar a todas las cosas qu’él oviese menester para que fuese el mejor señor del mundo. E Maomad, con esto e con la grande cobdiçia que tenía del señorear, púsolo por obra. Creyéndose por aquel malbado Sergio, un día que estaba mucho pueblo a la misa cayóse atordido de aquella dolençia de la gota e, quando acordó, díxoles que avía sobido a los çielos e que fallara en el primero çielo al Fijo de María, que era profeta de Dios; e díxoles que biera en los otros çielos a Moisén e otros profetas e otras muchas mentiras. E díxoles que subiera al çielo susero, adonde estaba Dios Padre, por su profeta por salvar las gentes. E mostróles çiençia nueva en que creyeron qu’él era profeta de Dios e su mensajero e venía salvar los omes que en él creyesen; e escogió todas las cosas en que entendió que era mayor viçio e mayor sabor abrían e diógelas por ley. E llegó así tan grand gente que maravilla fue, los unos con pedricaçión e los otros / [Fol. 197 v., col. a] por fuerça de armas. E conquistó toda la mayor partida de tierra de Oriente e puso por todas sus tierras caudillos e mandó que aquellos que a la su ley no quisiesen tornar por amor o pedricaçión que por temor de fuerça de muerte o de miedo de tormentos gela fiziesen faser. Así que con esto se tornaron muchos a la su ley.

   De aquesta manera que vos dezimos se apoderó en aquella tierra en su vida e después aquellos que fincaron en pos d’él más apremiaban a los omes por que ovedeçiesen a los mandamientos e la ley qu’él les manda creer. En esto punaban todos en fazer lo más que ellos podían, mas sobre todos el que más ende se trabaxaba era Omar, fijo de Acap, que fue terçero rey después de Mahomad, el qual traía tan grand poder de gentes que cobría toda la tierra como langosta e no le quedava villa ni castillo ni otra cosa que tener se le podiese.

   E sabido por el enperador Eraclio e veyendo el grand daño de la christiandad, ayuntó la más gente que pudo e salió de Roma para ir a pelear con él. E llegando açerca d’él, enbió sus varruntes por saber su poderío; e sabido, no falló qu’el su poderío era igual para dar la vatalla e que era mejor poner reparo en las otras tierras que ponerlo en ventura de vatalla. Aunqu’el Enperador era omne de grand coraçón, todavía quería librarlo por poder de vatalla, salvo poque las sus gentes no gela consentieron ni quisieron. E óbose de tornar a poner reparo en las fronteras contra aquellas gentes descreídas.

    

   De los fechos e conquistas e crueldades que Omar, rey de los arábigos, fizo contra los moros e christianos

   E quando esto oyó, a Omar plógole mucho e, si ante era orgulloso e de grand coraçón e de grand fecho, [col. b] estonçes lo fue mostrando más. E vino aquella tierra e conquirióla toda porque la fallaba sin anparo ninguno; e ganóla toda fasta Egito. E a esto la ayudó mucho la destruiçión que Cosdrue, el gran Rey de Persia, en ella avía fecho. E la causa d’ella fue esta que se sigue:

    

   Título de cómo Cosdrue, Rey de Persia, destruyó el reino de Siria e levó la verdadera [cruz] (552) en que Nuestro Señor tomó pasión

   Este Cosdrue fue Rey de Persia e muy poderoso e esforçado caballero, que en el tienpo qu’él començó a reinar avía en Roma un enperador que le llamaban Mauriz. E fue muy bien christiano e amaba mucho a Sant Gregorio, que era estonçes apostólico en Roma. E por el grand amor que con él avía, rogóle que fuese su conpadre de una fija que llamaban María. E él fízolo así e aquella su fija diola por muger aquel rey Cosdrue, que estonçes era gentil, e por amor d’ella vautizóse e tornóse christiano. E ovo grand enemistad con los romanos en vida de aquel Enperador por quanto era casado con su fija.

   Mas avino así que un omne poderoso que avía en Roma, que llamaban Foca, (e) mató a traiçión aquel enperador Mauriz e apoderóse en el inperio e fuelo por fuerça. E quando Cosdrue supo la muerte del Enperador, su suegro, e vio los duelos que su muger fazía por el Enperador, su padre, ovo muy grand pesar e enbió a requerir a los romanos que fiziesen justiçia d’él e no pasase tal traiçión en la christiandad; e porque no lo conplieron, como desesperado, renegó la santa fe que primero avía tomado, como ya vos deximos. E sacó grandes poderíos de gentes e fue a tierra de Suria e destruyóla toda; e mató e catibó todas las gentes d’ella e llebó la santa cruz en que Nuestro Señor avía reçebido pasión.

   E quan-do // [Fol. 198 r., col. a] el enperador Eraclio supo esto, sacó muy grandes gentes e fue contra él. E pelearon e vençió el Enperador por convenençia. E conquistó su tierra e troxo la santa e verdadera cruz a Roma; e dexó de contender con los moros sobre aquellas tierras que sojuzgado avía, poniendo recaudo en las otras de su Inperio.

    

   Título de las grandes persecuçiones que sofrieron los christianos por este Omar fasta el tienpo del rey Arrón Arrarid, su fijo, que por ruego del enperador Carlos le fue mucho bueno

   En esta sazón, sofrieron muchos tormentos los christianos de Jherusalem en estas conquistas, reçebiendo muertes e fuerças de mugeres e fijas e fijos, derrocando las iglesias e tomándoles las faziendas, fasta el tienpo que en los moros reinó Arrón Arraxid, fijo d’este Omar, que fue en el tienpo del enperador Carlos de Françia, que ovieron mucha amistad, a cada uno guardando su ley. E fue este Arrón Arraxid tan nonbrado e querido entre los moros como el dicho enperador Carlos entre los christianos; e lo es oy en día. E por ruego d’este Enperador, fazía mucho bien a los christianos e quitábales muchas de las premias que los otros reyes les avían echado e que viviesen por christianos con sus clérigos e prelados. E así pasaron en su tienpo mucho folgados para vebir en catiberio e sojuçión de su ley.

   E después que este Arón Arraxid morió, en el mudamiento de los señores que después d’él suçedieron, por discordias muchas que venieron sobre el señorear, ovieron mucho trabaxo los [col. b] christianos de Jherusalem, más que primero, fasta que los turcos ovieron el señorío de aquellas tierras. E lo ovieron mucho peor, segund adelante se contiene.

    

   Título de cómo fueron levantados los turcos e dónde suçedieron e suçeden fasta agora e de qué tierras salieron e por qué ovieron nonbre [turcos]

   Las estorias antiguas que cuentan el fecho de tierra de Oriente e departen los linages de las gentes que se llamaban en ella e muestran de cada uno quál es su comienço, ónde venieron e por qué razón puxaron en poder de honra e cómo conquirieron los señores de la tierra, en aquellas istorias cuentan así que las gentes de los turcos e los otros que llaman tunquemanes que fueron de una tierra e de un logar e estos nonbres ovieron por dos ríos que van por aquella tierra donde ellos fueron, que, de siniestro donde sale el sol, un poco contra çierço, el uno de los ríos ovo nonbre Tur e el otro ovo nonbre Mani e por esto ovieron nonbre turcomanes; e aquellas gentes que moraban entre aquellos ríos. Pero bien ovo algunos que dixieron que por una partida de turcos que moraban con los comanes que dende llebaron el su nonbre turcomanes; pero los más se acordaron a esta razón que avemos dicha.

   Mas como quier que fuese, los turcos e los turcomanes de un linage son. E no avían otra vida sino andar por tierras gobernando sus ganados donde mexores pastos fallaban. E traían consigo sus mugeres e fijos e todos sus muebles, tan bien en aver como en ganados. E estonçes no moraban en casas los turcos, sino en tiendas de fieltro, así como fazen agora los comanos e los tártaros. E quando se a-vían / [Fol. 198 v., col. a] a mober de un logar, todos iban a conpañas; e así eran almajes. De cada conpaña fazían un caudillo que los juzgase unos con otros e que feziesen justiçia en los que la mereçiesen; por que éstos los guardaban e non oviesen varaja, fazían derecho unos a los otros. Quando algunos contiendas avían entre sí, ellos no labraban las tierras ni vendían ni conpraban ni vendían por dineros, mas enbiaban sus ganados unos con otros e sus leches e quesos unos con otros. E moraban en los logares que fallaban buena yerba e, quando aquel logar era paçido, íbanse a otro. E otrosí, cada que entraban en alguna tierra de nuebo, enbiaban sus mandaderos, los mejores e los más honrados que traían, a los señores e a los reyes de aquellos logares e rogábanles que los dexasen aver pastos en sus tierras algund tienpo e ellos que les darían aquellas rentas que con ellos oviesen puesto.

   E d’esta guisa vevían con las gentes de cuyo señorío eran, onde avino una vegada que grand partida de aquellas gentes de los turcos entraron a morar a tierra de Persia porque fallaron buenos pastos e de todo aquello que avían menester; e posieron con el soldán que le diesen un pecho muy grande como él sopo demandar. E esto fazían ellos por qu’él oviese sabor de los dexar vevir en la tierra. E d’esta manera moraron muy grand tienpo; así que, tanto amochiguaron, que creçió el pueblo d’ellos, que fue muy grand gente a maravilla, de guisa que los de la tierra començaron a entrar en sospecha e aver miedo d’ellos que, si más los dexasen fincar, que los deseredarían de la tierra. E ovieron su consejo cómo los posiesen un día a que se fuesen; pero después acordaron que más valía que les echasen muchos pechos que los [col. b] non podiesen de guisa sofrir e se oviesen de ir. Feziéronlo así como lo avían acordado, mas los turcos lo sofrieron muy bien mientra que les ovieron qué pechar; mas, a la postre, quando vieron que no podían, dixieron que non les darían el pecho. E quando el Rey de Persia oyó aquello, mandó pregonar por toda su tierra que todos los turcosmanes saliesen de su tierra, que ha nonbre Cobar, que es en la salida de Persia contra la tierra que llaman Madián, e el que fazer no lo quisiese que le cortarían la cabeça e todo quanto oviesen que fuese para el Rey.

   E quando los turcos esto oyeron, pasaron todos aquel día el río, que ninguno no fincó en Persia en aquel plazo que les avía puesto. E quando fueron todos ayuntados allende el río, que era muy grande gente a demesura, de manera que, si todos tobiesen en uno, ninguna gente los podría sofrir, (e) toviéronse por maltrechos por quanto avían sofrido a los de Persia ni consentido los grandes orgullos que mostraban contra ellos ni las grandes sobervias que les fizieran e sin falla, si antes fueran ayuntados, como entonçe eran, e no oviesen esparçido las tierras e los unos a la una parte e los otros a la otra, no ovieran sofrido tanto a los de Persia como lo sofrieron e otras muchas gentes. Por ende, quando se vieron ayuntados todos en uno, creçióles a todos el coraçón e ovieron su consejo atal que, no tan solamente se defendiesen de las otras gentes, mas que punasen en toller las tierras por fuerça. Pero bien entendían que no lo podían hazer, a menos de aver rey o señor sobre sí por que se mantoviesen e que los acordase todos en uno, demás que la avían todas las otras gentes. E fallaron una manera para fazerlo por que ninguno no desacordase. Esto fue porque avía entre ellos L linages e eran todos arqueros, así como lo son todas las otras gentes de tierra de Oriente. Acordaron // [Fol. 199 r., col. a] así que cada linage diese una saeta en que estobiese escrito el nonbre del mayoral de aquel linage e que las ayuntasen en uno; e que traxiesen un niño pequeño e que la flecha qu’él tomase que aquél fuese rey e señor d’ellos. E fecho esto así, salió el niño con una flecha de uno que llamaban Çeledut, que era omne mucho valiente de grand persona, e reçebiéronlo por rey e juráronle de le ser leales e ovedientes en todas las cosas. En el primero que les mandó fue que pasasen el mismo río de Conba e tornasen a Persia e la ganasen e se vengasen de los turcos que d’ellos avían reçebidos. E así como lo ordenaron, así lo posieron por obra e la conquistaron todas las tierras de Persia e posiéronlas so el su señorío. E luego, en pos d’esto, ganaron el reino de Aravia e dende contra Oriente e posiéronlo so el su señorío.

   E si estas gentes primero eran pastores e salvajes, (e) en menos de XI años fezieron el su señorío grande. E de allí adelante no se quisieron llamar turcomanes, sino turcos. E después d’esto conquistaron toda tierra de Siria e la santa çibdad de Jherusalem e derribaron el tenplo e mataron muchos christianos. E ganaron a toda Egito, que era mucho abastada e poderosa, e fueron señores de todos estos reinos.

    

   Título de los fechos del soldán Bolquid, que señoreaba los turcos, e de los grandes fechos e males e bienes que fizo en sus tienpos

   E d’estos turcos ovo en sus tienpos venidores un soldán (en) que ovo nonbre Volquir que señoreaba, que fue onbre poderoso e para mucho con grandes huestes. E vino a tierras de Costantinopla e, savido por el enperador que avía en ella, que llamaban Romano e sobrenonbre Diógenes, salió con sus gentes al encuentro d’él e ovieron su vatalla mucho brava e fe-rida, [col. b] que duró de la mañana fasta la tarde. E por los pecados de los christianos, fueron vençidos e muertos muchos d’ellos e preso el Enperador, porque no quiso fuir, e otros muchos de los altos omes suyos, los quales todos fizo descabeçar, sino al Enperador solo, que [fue] catibo e aviltado, como adelante diremos. E pasaron por espada los mançebos de XI años arriba e a los viejos todos; e a las mugeres viejas tanbién. E a los moços e moças levábanlos catibos e fazíanlos renegar la fee a todos. E quando cabalgaba e descabalgaba, ponía los pies sobre el Enperador e aviltávalo de muchas maneras. E tróxolo así en grand tienpo, fasta que lo soltó, menospreçiándolo por desonra de la christiandad. E el Enperador, veyéndose suelto, vínose derecho a Costantinopla, cuidando que sus vasallos lo reçebirían como debían, pues qu’él como cavallero avía fecho en ser preso antes que vençido, ca el que no fuye por temor de muerte no se puede contar vençido; salvo los que fuyen, son vençidos el que fuere preso no podiendo fuir. E allegando en Costantinopla, no lo quesieron reçebir sus vasallos, ante lo prendieron e sacaron los ojos e lo posieron en presión fasta que morió en grandes penas.

    

   Título de las conquistas que este soldán Bolquid fizo en los moros e de las grandes persecuçiones que fizo en los christianos que eran sujetos en las dichas tierras de los moros turcos

   E sabidas estas nuebas por aquel soldán Bolquid de Persia, ovo mucho grand plazer, entendiendo que de Dios le venía por qu’él podiese sojuzgar aquel Inperio. E sacó sus huestes mucho grandes e vino derecho a Costantinopla e ganó estas tierras e çibdades, que eran christianos. E del dicho Inperio de Costantinopla primeramente ganó la çibdad de Antiocha, donde Sant Pedro fue apostólico; e ésta ganáronla por pleitesía que fincasen pecheros los que en ella quisiesen / [Fol. 199 v., col. a] quedar. E ganaron a Suria la Mayor e la Menor e las dos tierras que se llaman Aliçias e Panfillia e Panfiliçias Mayores e Menores e la tierra de Lipaya e de Capadoçia e de Uçia e Caliçia e Velania e una grand partida de Asia, que eran tierras mucho pobladas e maravillosas.

   E quando este señor de Persia las tovo en su poder, derribó las iglesias e atormentó a los christianos, por manera que los que podían fuían a lo más lexos que podían tomar, en esta manera: que a los viejos e viejas e criaturas de VIII años avaxo quemábanlos en el fuego vibos con los mayores tormentos que podían; a las mugeres, moças vírgines o casadas, levábanlas catibas para dulteriar con ellas e para serbidunbre de sus casas e a los moços de VIII años arriba, fasta XI años, lebávanlos catibos a tornar moros e renegar la fe del Nuestro Señor Jhesuchristo; e a los que lo no querían fazer, poniánles en servidunbre mucho apremiados. E a la tornada que fezieron derribavan las iglesias fasta los suelos e levaban los ornamentos d’ellas; e fazían en todos los lugares de los santuarios todas las vilezas que podían fazer con sus personas e con todas sus vestias e animalias.

    

   Título de cómo fue pedricada por el Santo Padre Urbano la Santa Cruzada del Santo Sepulcro de Jherusalem en el grand conçillio de Claramont, por donde fue fecha la santa conquista del santo tenplo e de las causas d’ella e de los grandes prínçipes christianos que en ella fueron e de los fechos que cada unos fezieron. E començaré en el linage del noble duque Gudofre de Bullón porque fue el caudillo e capitán de todos los dichos christianos [col. b]

   Fállase por las istorias de los fechos de los prínçipes de las partidas de Oriente que en Asia avía una tierra en que reinaba un rey que se llamaba Ponpeo e a su muger, la Reina, llamaban Gisanca. E avían una fija donzella muy fermosa e entendida, segund la su hedad, que llamaban Insoberca, que la amaban mucho anbos, ca no avían otro. E porque sopo que la quería casar su padre con alto rey e porque ella no quería casar tan aína, salióse de casa de su padre de noche ascondidamente e, andando muchas noches e días por los montes e llegando a la ribera de la mar, falló un vatel atado e sin remos e sin vela; e desatólo e entró dentro e fuese a la mar adentro.

   E andando noches e días, aportó a la ribera del conde Estaçie de Voloña. E ató su vatel e salió a folgar a la floresta e, andando así, allegó aquel Conde, que andava a caça. E como ella lo sentiese, con pabor metióse en una enzina ueca. E como la olieron los canes, llegaron a ella e començaron a ladrar. E como lo oyó el Conde, cuidando que tenía algund venado, fue para allá. E quando la vio llorar e acomendarse a Dios e a Santa María por miedo de los canes, ovo piedad d’ella e sacóla de allí; e preguntóle de su fazienda, segurándola de fuerça e de desonor. E ella, con esto, contóle todo su fecho. E levóla consigo a casa de la condesa Ginesa, su madre, ca él no era casado, ca era mançebo. E tanto se enamoró d’ella e tanto la siguió que se casó con ella, de la qual su madre lo ovo por mal e le pesó como si la muerte le veniese. E por saña d’este casamiento fuese morar a Castielfuerte, que era de // [Fol. 200 r., col. a] su fijo. E aquella primera noche qu’el Conde casó fue preñada e, estando con su muger [enbió] (553) por [él] (554) su señor, el rey Ruberte el Bravo, e porque no fue tan aína reçibiólo mal e con grand saña juróle de en XVI años primeros no le dexar ir a su tierra; e púsolo frontero de la villa de Ansiona.

    

   Título de cómo la condesa Insoberca parió VII fijos con VII collares de oro, madre que fue del Caballero del Çisne

   Este conde Estaçio dexó a su partida a la condesa Insoberca en la su çibdad de Portamisa en acomienda de un caballero su pribado que llamaban Bandobal. E quando fue el tienpo que avía de parir, parió siete fijos e, por la graçia de Dios, como cada uno naçía, venía el ángel e poníale un collar de oro. E cuidaban los omnes que con ellos eran naçidos e, tobiéndolo por miraglo, escribiólo todo al Conde, pesándole d’ello, porque era costunbre que la muger que paría más de una criatura matábanla por aleve. E el mensaxero que levaba estas cartas fue por casa de la Condesa, madre del Conde, e, como sopo que su nuera avía parido VII fijos con collares de oro, pesóle mucho porque entendió que era milagro de Dios; e enbeudó al mensaxero e furtóle las cartas e fizo otras en que dezía que pariera VII podencos con VII collares de orofrés e púsoselas como no lo entendió. E llegadas al Conde, oviendo terrible pesar, mandó que los criasen e guardasen a ellos e a ella fasta qu’él veniese e que no curasen de ál.

   Tornado este mensaxero e llegando en casa de la madre del Conde, furtóle las cartas otra vez [col. b] e fizo otras en que mandava matar a la Condesa e a los VII fijos luego sin otra cosa alguna. E como Vandobal ovo estas cartas, pesándole d’ello, mostrólas a la Condesa e ella, llorando, pidióle merçed que matase a ella, ca los fijos eran inoçentes. E él dixo que Dios nunca quisiese qu’él matase muger de su señor. E tomó los moços todos VII e fuese a un desierto para los matar allí; e llegado, oviendo piedad d’ellos, dexólos enbueltos en unas ropas de cama a la misericordia de Dios.

   E yéndose, Dios, que nunca desanpara las cosas qu’Él faze e le plaze d’ellas, envió una çierva parida e gobernólos con leche de sus tetas, (e) linpiándolos con la lengua de todo su lixo. E a poco tienpo llegó por allí un hermitaño que llamaban Grabiel, que moraba en aquella montaña, e llevólos a su hermita; e la çierba fuese en pos d’él e gobernólos en la hermita fasta que fueron de dos años, que andaban e comían de todas viandas, que los desanparó. E criólos el hermitaño con mucho amor porque eran mucho fermosos e tobiendo que era misterio de Dios, que los quería para su serbiçio, e que ellos todos los días se trabaxaban en fecho de armas, feziéndoles de pértigas, como quien peleaban unos con otros.

   E seyendo de doze años e mucho apuestos, dexó el mayor de cuerpo e más apuesto a guardar la hermita e fuese con los otros seis a pedir limosna para sí e para ellos. E andando de logar en logar, llegó en aquel logar donde era la condesa Ginesa, agüela d’ellos; e como lo vio ella con aquellos seis moços con sus collares de oro e tan fermosos, luego le dio el coraçón que aquellos eran sus nietos, los que fueran echados en el monte. E lison-jeando / [Fol. 200 v., col. a] al hermitaño, deziendo que a ellos e a él faría mucho bien, tomógelos non deziendo que sabía cosa de su fazienda. E asaz le preguntó por el otro, pero él le dixo que no fallara más de aquellos seis. E fuese el hermitaño llorando de sus ojos e así quedaron llorando los moços. E fuese a su hermita e contó al hermano d’ellos lo que le avía avenido e cómo los dexava adonde los farían mucho bien, el qual lloró muchas lágrimas porque ellos así quedaban e él se partía d’ellos.

   E la condesa Ginesa, ençendida en el poderío del diablo, llamó dos pribados suyos e mandóles en secreto que quitasen los collares a los moços e los degollasen delante d’ella. E así quitados, tornáronse çisnes e volaron por unas ventanas. E fuéronse todos seis a un lago que era çerca de la hermita donde eran criados e gobernábanse allí en él. La Condesa, quedando espantada e con dolor porque no los pudo matar e por perder aquellos collares, enbió por un platero e mandógelos fundir todos e que le fiziese de todos una copa; e diógelos por peso. E porque las cosas (que) an de ser como Dios ha ordenado, en fundiendo el uno, creçió tanto como el peso de todos. E veyendo aquello el platero, entendiendo que era cosa de Dios, guardó los çinco collares e fizo la copa del uno. E diola a la Condesa diziendo que de todos seis la avía fecho e ella fue mucho contenta.

   E los çisnes gobernándose en aquel lago, la ventura echó por allí al hermitaño e al moço, su hermano. E como los vieron, maravillándose por no los aver visto allí otras vezes que por allí avían pasado, llegáronse más al lago e, como los çisnes los vieron, conoçiéronlos e salieron a la [col. b] tierra; poníanse en los regaços e en los onbros d’ellos faziendo alegrías con las alas e con los picos e, como lo vieron, diéronles del pan e de la carne e del vino que les avían dado por limosna e ellos comíanlo con mucha alegría. E así se gobernaron e pasaron fasta que, conplidos los XVI años, vino el conde Estaçio de la frontera a su tierra.

    

   De cómo vino el conde Estaçio, marido de la dicha Condesa e de lo que le conteçió con sus VII fijos

   Venido el Conde e llegado en su casa, como amava mucho a su muger, allegrándose mucho con ella, preguntóle:

   -Condesa, ¿qué son de los VII podencos que paristes que vos mandé criar?

   E la Condesa, cuidando que se lo dezía por escarnio, respondióle omilmente e díxole:

   -Señor, no parí yo podencos, sino VII infantes con VII collares de oro, los más fermosos que podían ser; e más quisiera que matáredes a mí que no a ellos.

   E como el Conde esto oyó, pesándole mucho, dixo:

   -¿E cómo fue esto que muertos son?

   Ella le dixo:

   -Señor, yo creo que sí.

   E luego llamó el Conde aquel su pribado Bandobar e al que traxo las cartas e luego entendió que era traiçión e que avía salido de su madre. E fuese luego al castillo donde ella estaba. E como él llegó, malenconioso díxole todo lo por qué venía. E como ella lo vio e entendió que no avía logar de lo encobrir, pues le mostrava el fijo sus falsas cartas, conoçiógelo todo. E forçándose en su maldad e por le dar cabo, díxole estas razones delante todo el pueblo:

    

   Título de lo que le respondió la Condesa (555) // [Fol. 201 r., col. a] al Conde, su fijo, quando le demandó los collares de los fijos

   -Fijo señor, verdad es que vuestra muger parió VII fijos con VII collares de oro e verdad es que yo furté las cartas a vuestra mensaxero e le di otras escrebiendo que pariera VII podencos con VII collares de orofres, enpero todo esto fize yo por que ella e sus fijos moriesen, por que tal generaçión no quedase en vuestra tierra. E pues así es, yo digo que la Condesa deve ser quemada, ca sabedes vos e todos los que aquí son que muger que pare más de un fijo deve ser quemada por alevosa, quánto más ésta, que parió VII fijos, que no puede ser que no dormió con VII omes. E si contra esto quieres algo dezir, yo daré caballero que lidie por mí e que gelo faga conoçer alguno, si ella lo diere por sí; e si no lo diere, requiérovos que se cunpla la justiçia mandándola quemar.

   A las quales palabras fueron juntados todos los alcaldes e gobernadores del condado e dieron por sentençia que la condesa Insoberca diese lidiador que la salvase e pelease con el caballero que dava la suegra o que la quemasen.

   E, con esto, se fue el Conde a Portamisa, donde estaba su muger, la Condesa, e contóle todo el fecho, cómo era dada la sentençia e que avía de dar lidiador o que era forçado de padeçer e qu’él no podía ál fazer, sino conplir la justiçia, aunque le pesaba mucho d’ello. Como la Condesa lo oyó, fue mucho triste, non porque ella se sintiese culpada, salvo porque no sabía quién lidiase por ella. E, con todo, probó a todos quanto pudo e no falló ninguno que la vatalla por ella tomase por dos cosas, la una, porque pensa-van [col. b] que en parir siete fijos sería culpante e, la otra, por no ser contra la voluntad de la madre del Conde, como quier qu’el Conde fazía asaz por que ella oviese lidiador e fuese salva, ca sabía que era sin culpa, pero no podía contrastar la justiçia.

    

   Título de cómo la Condesa, madre de los VII infantes, fue juzgada a muerte e cómo la salvó el Caball[er]o que fue del Çisne, su fijo

   E llegándose el plazo que la Condesa avía de dar lidiador, que se conplía el tienpo adelante, (e) el viernes de mañana fincó las rodillas ant’el cruçifixo de Nuestro Señor e pidióle omilmente misericordia, que no la dexase martiriar por falso testimonio, como Él sabía la verdad. Y en esta ora mesma que ella acabó su oraçión se adormeçió aquel hermitaño que avía criado los moços e le apareçió el ángel en sueños e le dixo que dixiese al moço, su criado, cómo era fijo del conde Estaçio e de la condesa Insoberca e que la fuese a salvar, que la tenían para quemar, ca Dios sería con él e la delibraría, ca era sin culpa, e que no tardase cosa alguna.

   E como despertó, díxolo al moço, el qual fue mucho alegre. E anbos a dos tomaron su camino para la çibdad de Portamisa, donde estaban las Condesas anbas, que ya la suegra avía dado lidiador e esforçado caballero, que era su criado, e la otra esperaba muerte o la misericordia de Dios. E porque llegaron tarde fallaron çerradas las puertas de la villa e dormieron so unos portales e yoguieron allí. Apareçióle el ángel dormiendo e díxole que Dios le avía otorgado que fuese lidiador e defensor de viudas e güérfanas e deseredados e forçados e vençedor por todos ellos e que luego fuese [a] lidiar por la Condesa, su madre, que levaban a quemar sin culpa; e que fuese çierto que vençería e mataría por ella al su contrario e que, acabado aquello, luego fuese al Conde e a la / [Fol. 201 v., col. a] Condesa e les besase las manos, deziéndoles cómo era su fijo.

   E como le desapareçió el ángel, el moço quedó alegre. E díxolo luego al hermitaño e fuéronse [a] oír las misas que dezían. E como en ellas tardaron, quando entraron por la villa toparon al Conde e a la justiçia, que levaban la Condesa para quemar; e iba el lidiador de la Condesa allí armado para pelear, si oviese con quién. E luego el moço, que avía ya XVI años e era largo de cuerpo, llegó con el Conde e díxole qu’él quería lidiar por la Condesa e que la entendía salvar. E el Conde, veyéndole moço, díxole que devía ser mal aconsejado e que lo dezía con moçedad. E el moço tornó a su propósito, atanto qu’el Conde non lo quería oír, e non porque a él no ploguiese que la Condesa fuese salva, ca mucho la amava, salvo porqu’el moço no era perteneçiente. Estonçes le dixo Vandobal, su pribado:

   -Señor, guardad el derecho de la Condesa e yo le daré a este moço el mi caballo e las mis armas con que entre en el canpo.

   E al Conde plógole e fueron dados fieles. E en entrados en el canpo, adereçaron el uno contra el otro. E el moço se tubo reziamente en la silla contra el golpe qu’el otro (que) le dio con la lança e diole con la suya en descobierto del escudo e falsóle la loriga; e salió el fierro por las espaldas e cayó muerto del caballo en tierra. E descabalgó del caballo e cortóle la cabeça con su yelmo e fuese con ella ant’el Conde. E fincó las rodillas e díxole cómo era su fijo e de la Condesa. E mostróle el collar de oro con que naçiera con los otros VI hermanos suyos.

   Grande fue el plazer qu’el Conde e la Condesa ovieron con este fecho. E fueron el Conde e el hermitaño a la Condesa, madre del Conde, a le demandar los otros VI fijos e confesóles la verdad: cómo les tomara los collares e se fizieran çisnes e volaran e cómo fiziera la copa d’ellos. E llamaron al platero [col. b] e díxole cómo del un collar fiziera tanto oro como pesaban todos. E diole los V qu’él tenía.

   E sopiendo cómo los çisnes andaban en el lago de la montaña, fuéronse para allá. E veniéronse los çisnes a la tierra e vesaron las manos al Conde con sus picos e fazían grandes alegrías. E pusiéndoles el Conde sus collares, tornáronse moços de la hedad de su hermano. E fue una maravilla que ninguno d’ellos quiso reçebir sino su collar. E quando el que no le daban el collar començó a se mesar sus plumas con el pico e con las uñas e a dar los mayores gritos del mundo e púsose en el onbro del Conde, (e) como lo vio el Conde, ovo mucho duelo d’él e fízole una cama ençima de una azémila e levólo consigo a la Condesa, su madre. E no se podría contar el alegría d’ella por los fijos que cobrado avía. E posieron a la Condesa, su madre, ençerrada entre paredes. E otrosí el pesar e manzilla que avía por [que] aquel çisne quedava así por falta de su collar, que se les desbarató para la copa, como dicho es. E ella nunca lo partía de sí ni él d’ella. E [a] este çisne no le faltaba cosa de todo entendimiento de omne, sino la palabra, pero todo lo que le dezían entendía; e no fazía su neçesidad como otra ave, sino apartándose, como omne. E de todos los VII fijos que ella parió, el que peleó por su madre era el que naçió el primero e este que quedara çisne, el menor, que así como naçían los fazía señalar su madre.

   E así fezieron su vida este conde Estaçio e su muger con estos fijos, que salieron todos mucho nobles e esforçados caballeros. Conquistó // [Fol. 202 r., col. a] con ellos muchas tierras de moros. Sobre todos fue venturoso en armas aquel fijo mayor, que llamaban Ponpeo, como a su agüelo, padre de la Condesa, su madre, que, por la graçia de Dios, andobo por muchas tierras lidiando por viudas e huérfanos e robados e forçados, como el ángel se lo dixo quando iba lidiar por su madre, como dicho es. E levábalo este çisne volando en un pequeño vatel por la ribera de la mar e de los ríos caudales, tirándolo de una cadena, por graçia de Dios, adonde era menester. E por esto se llamó el Cavallero del Çisne, que nunca quiso aver otro nonbre.

   E agora dexa aquí de fablar d’este Conde e de su muger e fijos e torna a contar d’este Caballero del Çisne.

    

   Título de los fechos que conteçieron al Enperador de Alemana e al Caballero del Çisne

   En el año del Señor de mil CXXXV años reinava un rey que era Enperador de Alemaña, que era de edad de XX años, que se llamaba Otas. E en el su tienpo fazía buena vida e regía sus tierras en mucha justiçia. Oviendo en el su tienpo un Duque de Vollón, que se llamaba Verçelot e casara con una parienta del Enperador de Alemaña, él mesmo oviera con ella dado muchas tierras. E en su vida defendiólas como caballero e, a su muerte, dexó una fija, que se llamava Idani, en aquella su muger, que llamaban Catelina, que era ya de die[z] (556) e seis.

   E como esta Duquesa quedó viuda con aquella su fija, que era moça e mucho fermosa, tomóla toda su tierra el duque Rainer de Sansueña, que era mucho poderoso e enparentado en Alemaña más que otro nin-guno, [col. b] por manera que, de la tierra que llamaban Baibera fasta el río del Rin, no avía conde ni alto omne que su pariente no fuese. E sin todo esto era muy rico de tierras e de aver. Era mançebo asaz e mayor de cuerpo que otro omne, por manera que pareçía gigante; e era mucho esforçado e dudado de todos, e más del dicho enperador. E con este orgullo, tomó la tierra de Bullón aquella dueña e a su fija. E porqu’el Enperador gelo enbió estrançer e que veniese a cortes, vino aconpañado e díxole que, si no le daba aquella tierra, que le faría guerra. E con aquello, por ser moço, otorgógelo en poridad e esperando en el Señor del mundo misericordia.

    

   Título de cómo arribó el Caballero del Çisne en la corte del Enperador de [Alemaña] (557)

   En esta sazón, durando estas cortes, llegaron aquella duquesa Catelina e Idani, su fija, ant’el enperador Otas e reclamaban cada día ante él e ante todos los del Inperio de aquella fuerça mucho afincadamente. E el Duque respondía que la tierra era suya por derechos títulos que mostraba. E dezía más: que si avía caballero que con él se conbatiese e lo vençiese, qu’él la llargaría, e non en otra manera.

   E estando la Duquesa en tal angustia, acomendando a Dios cada día su fecho, e estando todos juntos en la çibdad de de Alvina, que era sobre el río del Rin, donde tenía el Enperador sus cortes, vieron venir por el río arriba aquel çisne volando; e traía aquel su hermano en un vatel tirándolo, como dicho es. E llegando so la puerta de los palaçios del Enperador, saltó del vatel en tierra e dixo al çisne:

   -Vete con la graçia de Dios e, quando menester te oviere, traerme has mi batel.

   E luego se tornó por donde vino. E el Enperador e todos los altos omes que lo vieron / [Fol. 202 v., col. a] deçendieron vaxo maravillándose de tal fecho. E el caballero traía su espada guarnida a maravilla e su escudo e su lança e un cuerno de marfil guarnido noblemente al cuello. El Enperador lo tomó por la mano e lo levó consigo al palaçio, preguntándole de su fazienda, pero nunca le quiso dezir cosa, sino que era allí venido por serbir a Dios e a él e por honrar sus cortes. E quísolo sentar cabe sí, pero él nunca quiso, sino que se asentó a los sus pies.

    

   Título de cómo el Caballero del Çisne tomó la vatalla por la Duquesa e por su fija con [e]l duque Raine

   En esto, allegó aquella Duquesa de Vullón e su fija, dando querella, como solía, de la fuerça qu’el Duque, que presente estaba, fecha le tenía, deziendo al Enperador que ya avía despendido lo que dado le avía andando tras él demandando derecho e que, si allí no gelo fazía, que se lo enplazaba para ante Dios e que de allí se irían ella e su fija [a] poner en orden para reclamar cada día ante Dios. A estas palabras respondió el duque Rainer que la tierra era suya e que no la daría por el Enperador ni por todos los de su Inperio, pero si avía un caballero o dos o tres que dixiesen de no, qu’él gelo conbatería.

   El Enperador, veyendo aquello e cómo estava poderoso, como quier que le pesase mucho, pero no pudo escusar porque lo veía poderoso, ca tenía allí siete condes primos e segundos con XII mil de caballo e dudábalo mucho; e llorando con piedad de la Duquesa, pero ovo de dar sentençia que la Duquesa diese lidiador por sí o, si no, qu’el Duque quedase con las tierras, ca tal era la costunbre. E como ella esto vio, cayó amorteçida a los [col. b] pies del Enperador, ca bien beía que ninguno no osaría lidiar por ella.

   E como esto vio el Caballero del Çisne, levantóse de los pies del Enperador e tomóla por los braços e levantóla, conortándola e diziéndola que esperase en Dios e que, si ella le mostrase que tal derecho tenía, qu’él tomaría la vatalla por ella. E como esto oyeron, todos los de la corte se llegaron a oír lo qu’el caballero dezía. E la Duquesa se confortó e dixo ante todos cómo aquella tierra era suya de avolorio de C años e lo poseyeran paçíficamente fasta qu’el Duque viera su marido muerto e gela tomara, (e) diziendo otras muchas razones, diziendo que no avía ninguno en la corte que no lo sabía bien. E porque ningund mayor ni menor no le contradezía e otrosí porqu’él avía visto llorar al Enperador, fue el caballero creyendo que la dueña demandaba derecho. E, con todo, preguntó al Enperador si era aquello verdad y él le dixo que sí, e aún que ella era su parienta çercana. E oído aquello, la madre e la fija se echaron a los pies del caballero, pidiéndole de merçed que lidiase por ellas con mucho omildosas palabras.

    

   Título de cómo el Cavallero del Çisne tomó el canpo por la Duquesa e por su fija

   El Caballero del Çisne dixo en alta voz al Enperador que fuese su merçed de tener la dueña a derecho e qu’él quería razonar por ella e lidiar por su derecho, si neçesario le fuere. E como él esto dixo, luego mostró Dios su miraglo, ca aunqu’el caballero era forastero e no lo conoçían, luego salieron IV duques e VIII condes por fiadores d’él, ofreçiéndose a la muerte si él fuese vençido, ca tal era la costunbre de aquel tienpo, qu’el lidiador vençido, qu’él e sus doze fia[do]res moriesen de crueles // [Fol. 203 r., col. a] muertes.

   E luego el caballero dio sus fianças e gajas en señal de la vatalla e juró que demandaban derecho la Duquesa e su fija. E tan apuestamente se razonó el caballero e otrosí él era tan fermoso, que todos se maravillaban d’él e entendían que era allí venido por misterio de Dios.

    

   Título de cómo respondió soberbiosamente el duque Rainer al Enperador e de cómo fue muerto este Duque e tomó la vatalla con él el Cavallero del Çisne

   El duque Rainer, que estaba en el cabo del palaçio, después que ovo oído todas aquellas cosas que la Duquesa e el Enperador avían dicho e cómo aquel Caballero del Çisne avía tomado la vatalla contra él, fue tan sañudo que oviera de ensandeçer. E viniendo ant’el Enperador, dixo a alta voz:

   -Caballeros e prelados los que aquí sodes: quiero que sepades que aquella tierra es mía e de aquí adelante crea la Duquesa que, aunque la ayude Dios e el Enperador e todos quantos querrés, que nunca la abrá por suya e que yo no abría que responder por ella, pero, porque en mí nunca ovo cobardía e por castigar a ese loco caballero, yo tomaré la vatalla con él e con otro qual quisiese consigo, con tal codiçión que, si yo lo vençiere, que quemen a él e a la Duquesa e a su fija e a estos duques e condes que fiaron por él e, si él vençiere a mí, (e) que quemen a mí e a los que yo diere en gajas.

   Oído esto, (e) la Duquesa e su fija se ofreçieron a ello; e sus fiadores tanbién. El Caballero del Çisne dixo qu’él otorgaba en todo ello, dando él tales fianças como las él demandaba e seguridad para entregar la tierra que le tenía, si vençido fuese, e a lo que dezía que tomase otro caballero consigo, qu’él no quería consigo otro lidiador, [col. b] sino la verdad que la Duquesa tenía e el juizio de Dios con ella; e que no lo amenazase, ca por ál no era allí venido, e qu’el que amenazaba que avía miedo. Estas e otras razones dixo el Duque de muchas soberbias e denostades, que todos lo avían a mal, quánto más que tocaba contra Dios en ello. E dio el Duque XXX caballeros escogidos en rehenes en esta manera: que si el Duque fuese muerto, que quemasen aquellos XXX caballeros e la tierra le fuese entregada e, si el Caballero del Çisne fuese muerto, que quemasen a la Duquesa e a su fija e la tierra que quedase al Duque esenta e quita.

   E dados fieles e guardas, metiéronlos en el canpo e, posiendo sus lanças so los sobacos, se dieron tan grandes encuentros que se derribaron amos a dos en tierra, los caballos sobre sí, e yoguieron amorteçidos grand rato. E ya fazían duelo por ellos cada unos por su parte. E entrados en el canpo los fieles, cuidando que yazían muertos les echaron agua por los rostros e los tornaron en sí. E lebantóse el Caballero del Çisne primero e después el otro e començaron su vatalla e pie, la más brava del mundo, que turó desde la mañana fasta nona, atanto que folgaron tres o quatro vezes. Tornando a la vatalla, el Caballero del Çisne dio un rebés del espada al Duque que le cortó la una çeja e la media nariz e el un veço de la voca; e como se vio lastimado, començó a disflamar, denostando a Dios porque le tanto poder daba sobre él e llamando al diablo por su valedor, de lo qual el Caballero del Çisne fue mucho espantado e fizo el sino de la cruz encomendándose a Dios e dexóse ir a él con aquella es-perança / [Fol. 203 v., col. a] qu’él avía en Dios; e aquexólo por tantos golpes que le cortó la cabeça e fue con ella ante el Enperador. E fue sacado del canpo con mucha alegría del Enperador e de toda su valía, e así mismo de la Duquesa e de su fija. E fueron luego entregadas sus tierras e fecha justiçia en los XXX caballeros que avía dado en rehenes. Los parientes del Duque, que eran VII condes poderosos con XII mil de caballo, salieron de la çibdad e fuéronse a sus tierras e a las del Duque muerto, amenazando al Enperador e a todos los suyos a fin de le fazer guerra. E así lo fizieron, ca, fuéndose su camino, tomaron muchas villas e çibdades que fallaban descuidadas; e quemáronlas e mataron los pobladores d’ellas con mucha crueldad.

   E agora torna a contar del Caballero del Çisne e de sus grandes fechos.

    

   Título de cómo el Caballero del Çisne casó con la fija de la Duquesa de Vullón e de las vatallas que ovo con los parientes del duque Rainer de Sansueña e de otros muchos altos nobles fechos suyos

   Fechas estas cosas, la duquesa Catelina de Bullón tomó a su fija Vecas, que era moça e mucho fermosa, por la mano e dixo contra el Enperador:

   -Señor, pídovos por merçed que dedes esta donzella a este Caballero del Çisne e toda mi tierra con ella, pues que la él mereçe, e yo, pues Dios me dio tanta alegría, quiérome poner monja con otras dueñas a serbir a Dios la merçed que me fizo.

   E al Enperador plogo mucho e diógela al caballero e él la reçebió alegremente con dos condiçiones e guardas; [col. b] aquéllas juró de nunca la dexar: la primera, que ella no le preguntase cosa de su fazienda ni linaje e le fuese mandada; la segunda, si el su Señor mayor le oviese menester e enbiase a su hermano, el çisne, que le era forçado de se ir con él. E todos se maravillaron con tales condiçiones que la reçibió por muger.

   E fechas sus vodas con grand solenidad, dormiendo anbos a dos aquella primera noche, azia el día apareçió un ángel a la duquesa Vecas con grand claridad e buen olor e díxole:

   -Alégrate, buena muger, que sabe que d’esta noche eres preñada de una fija que será noble dueña e casará con el Conde de Voloña. E abrá d’él tres fijos e los dos serán Reyes de la santa çibdad de Jherusalem e el otro Conde de Voloña. E cata que no dexes de dar leche a esta tu fija sino de la tu teta mesma. E guarda este tu marido, pues que Dios te lo dio, e no le preguntes de su nonbre e linaje, ca él es tan fijo de algo como el enperador, si no, cata que lo perderás para sienpre e nunca lo verás.

   E desapareçióle con tanto.

    

   Título de cómo el Caballero del Çisne peleó con los sasones e de la muerte de Galieno

   Pasado todo esto, el Caballero del Çisne pidió por merçed al Enperador que l’ diese a Galieno, su sobrino, que le fuese [a] entregar el ducado de Bullón e las otras tierras que eran de su muger con gente de su mesnada. El Enperador tóbolo por bien e diole a Galieno, su sobrino, que era el mejor omne del su Inperio, con VII mil caballeros e D qu’el Caballero del Çisne tenía de la tierra de su muger.

   E tomó su camino // [Fol. 204 r., col. a] con su muger para su tierra con aquella gente mucho bien acaudillados. E andando tres jornadas, oviéronse de fallar con los condes parientes del duque Rainer de Sansueña, que eran XVI mil de caballo, que eran éstos los dichos condes: el uno, el conde Esplandor de Gormaisa; el otro, el conde Garnet, su hermano; el otro era el conde Ainor d’Espita; el otro era el conde Grodarán; el otro era el conde Floquir de Ribera; el otro era el conde Segor de Monbrín, que era el más guerrero de todos; el otro era el conde Migrarán de Ribera.

    

   Título de cómo los sansones ordenaron sus vatallas e fueron vençidos e muertos

   Estos Condes, sopiendo la venida del Caballero del Çisne e de Galieno, sobrino del Enperador, seyendo mucho alegres cuidando aver vengança d’ellos sopiendo que eran VII mil D de caballo e ellos XV mil, fezieron de los XII mil IV vatallas poderosas e dexaron al conde Charán con III mil caballeros escondidos en un valle; e estos otros fueron a ellos, sus azes paradas. El Caballero del Çisne tomó la delantera con tres mil de caballo. Dio a Guillén de Bullón una vatalla de II mil de caballo. Dio a Galieno la reguarda con tres mil de caballo, e esto por lo escusar de peligro, que así lo avía prometido al Enperador. E juntándose la vatalla del Caballero del Çisne con la del conde Segor de Monbrín, (e) el Caballero se adelantó de los suyos a ver si alguno salería justar con él. E como lo vio e conoçió el conde Segor de Monbrín, dixo a los suyos:

   -Agora tengo yo tienpo de [col. b] vengar la muerte del duque Rainer, mi tío.

   E dexáronse ir el uno al otro e al primero golpe de la lança cayó muerto el conde Segor de Monbrín. E mezcladas las vatallas, fueron luego desbaratados los suyos e muertos muchos d’ellos; e morieran más, sino que los socorrieron el conde Guillén e el Conde de Folquir con las sus azes, por donde se mezclaron todas las quatro vatallas de los sansones con las tres del Caballero del Çisne e de Galieno. En aquella priesa mató el Caballero del Çisne al Conde [de] Floquir de Peña Aguda e otros muchos. E andando Galieno en esta vatalla como esforçado caballero e faziendo mortales golpes, encontróse con el conde Esplandor de Gormaisa, que era esforçado caballero, primo del duque Rainer, e fue por él muerto allí Galieno, que lo mató con su espada. E visto aquello por el Caballero del Çisne, con fuerte dolor de su muerte se dexó ir a él e, metiéndole la lança por el cuerpo, dio con él muerto en tierra; e fueron desbaratados los de su az. E mezclados con las otras azes, el conde Ainor d’Espira mató a Yugo de Bullón e el Caballero del Çisne mató con su lança e con la espada aquel conde Ainor e prendió al Conde de Monforet. E fueron muchos muertos de anbas las partes.

   Estando el Caballero del Çisne mucho cansado e muertas las más de sus gentes, sobrevino el conde Estanor con los III mil de caballo folgados, que avía quedado en el valle, e dio por ellos. E fue desbaratado el Caballero del Çisne e muertos muchos de los suyos; e fue presa la Duquesa, su muger, con todas sus dueñas e donzellas e muertos C cavalleros que la aguardaban.

    

   Título de cómo el Caballero del Çisne por graçia de Dios cobró su muger, que los sansones levaban, e los desbarató / [Fol. 204 v., col. a]

   Veyendo el Caballero del Çisne, que estava recogido con pocos de los suyos que quedado le avían, cómo le levaban su muger, que era la cosa qu’él más amava, llorando de sus ojos alçó las manos al çielo e dixo:

   -¡O Madre vendicha sobre todas las naçidas e de naçer!, duélete de la noble Duquesa, tu sierba, e ruega por ella e por este desventurado caballero que te desea serbir e al glorioso Fijo tuyo, ca yo antes quiero morir que verla ir en catiberio en poder de enemigos.

   Como ovo acabado su oración, deçendió del çielo una golondrina blanca como la niebe, que era dos tanto mayor que otra, e posósele en el onbro; e mostrando alegría con las alas, le dixo:

   -Esfuérçate, caballero de Dios, que la Virgen María oyó tu oración e otrosí la de la Duquesa, tu muger, e te ha ganado con el su vendicho Fijo que vayas a ellos e seas vençedor e cobres tu muger e todos los que con ella son.

   E con esto e con la voluntad qu’él tenía fue en pos d’ellos e alcançólos e peleó con ellos, pero los unos eran tan pocos e los otros tan muchos que ya los cuidaban tomar a manos. E el Nuestro Señor quiso allí mostrar su miraglo, que deçendió una nube del çielo que les quitó la lunbre de los ojos e se començaron los sansones a matar los unos a los otros; e proseguiéronlo fasta que pocos quedaron vibos. E el Caballero del Çisne que aquello vio, tiróse afuera con los pocos que quedado le avían; e quando la nube fue alçada e los vio apocados, ferió en ellos e mató e prendió muchos d’ellos, así que de todos los suyos, que eran VII mil D caballeros, no le quedaron mas de quinientos, e d’éstos [col. b] los más malferidos, e de los otros, que eran XV mil caballeros, no escaparon sino los condes Tanor e Ruberte e CC caballeros que allí fueron presos. E los enbió el Caballero del Çisne presos, con el cuerpo de Galieno, al Enperador e fueron muertos con grandes tormentos por el Enperador. E el Caballero del Çisne robó todo el canpo, que fue mucho el algo que allí falló, e fuese con su muger a Bullón, donde con mucha alegría fueron reçebidos. E vivió en reposo e en alegría, cobradas todas sus tierras, en tienpo de IV años e a los primeros nueve meses parió la duquesa Becáez a su fija Idami, que fue madre del noble duque Gudofre de Bullón.

    

   Título de cómo los sansones venieron sobre el Caballero del Çisne e de los fechos que entre ellos pasaron

   Estando este Caballero del Çisne en honra e grand estado reparando sus fortalezas e faziendo justiçia en ellas e muchas limosnas a pobres, qu’él e la Duquesa, su muger, por Dios fazían, ovo nuebas cómo el duque Morante de Sansueña, fijo del duque Rainer, qu’el Caballero del Çisne matara, e el conde Malpirán e el conde Graner, que escapara de la vatalla de Clarençia, e todos los otros condes, fijos de los que morieron en Clarençia e otros muchos, que pasaban de XX mil omes de caballo e XXX mil omes a pie, venían sobre él e cómo los Condes de Armín e de Galarán, que venían delante, eran llegados mucho açerca de Bullón, dond’él estaba. E salió con CC caballeros a escaramuçar con ellos, que no tenía allí más. E encontróse con el Conde d’Armín e diéronse tales golpes que an-bos // [Fol. 205 r., col. a] fueron derribados de los cavallos. E el Conde fue luego muerto de la ferida e el Caballero fue malferido de muchos golpes e muertos todos los suyos, sino L que fincando le avían; e allí fuera muerto, sino qu’el su caballo, que llamaban el ruçio Dalimana, de qu’él fuera derribado, se acogió a la villa e salieron los burgeses e çibdadanos e lo socorrieron donde estaba con los suyos peleando a pie esperando la muerte, si de Dios no fuese acorrido; e delibráronlo con mucho trabaxo e pérdida de sus gentes e ençerráronse en la villa, adonde fueron conbatidos e çercados. E yoguiendo ferido, enbió pedir socorro al enperador Otas, su señor.

    

   Título de cómo el Enperador fue [a] socorrer al Caballero del Çisne, que lo tenían çercado los sansones, e mató muchos d’ellos

   El Enperador, avidas sus cartas, allegó XXX mil omes a caballo e a XX mil omes a pie e fue en persona sobre los que çercado le tenían, ca sabía que si el Caballero del Çisne e el ducado de Bullón fuesen perdidos, que los de Sansueña le tollerían sus tierras. E juntada su gente en la çibdad de Coloña e continuando su camino, llegó a una jornada de Bullón e fizo quatro vatallas de su gente en esta manera: la primera dio al Conde de Grea e la segunda al Duque de Lureña e la terçera dio al Duque de Benbrot; el Enperador fue en la reguarda e dio la su vandera e fizo su alferze al Duque de Valera, que era esforçado caballero. E amaneçióles junto con los de Sansueña. E como se vieron los unos a los otros, començaron su fuerte vatalla. E salió el noble Caballero del Çisne de la villa con todos los suyos e fue la buelta mucho grande a maravilla. E en la mayor [col. b] priesa, topáronse el duque Morante de Sansueña e el Duque de Vabera e derribáronse de los caballos. E allí fizo el Enperador grandes fechos de armas; e sobre todos el noble Caballero del Çisne. E finalmente los de Sansueña fueron Vençidos e, de VII duques e condes que eran, no escapó ninguno que muerto o preso no fuese. E allí donde cayó el duque Morante, fue preso, e otros muchos grandes de los de su partida, e muertos los más d’ellos, (e) robando todo el canpo, que fue mucho demasiado el algo que allí fallaron.

   E el Enperador se tornó a la çibdad de Nimaya, donde saliera, e levó al duque Morante e a los otros presos consigo e fizo en ellos cruda justiçia por la muerte de Galieno, su sobrino. E dexó quebrantados por sienpre a los sansones, que le eran sienpre desovedientes.

   E agora torna a fablar del Caballero del Çisne.

    

   Título de cómo el Caballero del Çisne dexó su muger e fija e su tierra e la causa d’ello e de cómo el çisne, su hermano, vino en su vatel por él e las cosas qu’él dixo e fizo a su partida

   Palabra es de los sabios e cosa verdadera qu’es peor de guardar el bien que no el mal, ca el bien son pocos lo que lo saben guardar e el mal se faze guardar. E así avino a esta duquesa Betes con el Caballero, su marido, que avía vebido en seis años e medio con él en grand honra e viçio e perdiólo por mal recabdo. E conteçióle como a Eva con Adán, nuestro padre, que le consejó que comiese del fruto del árbol que Dios le vedó que no comiese. E así fizo esta duquesa Vecas, que, no le tobiendo mengua, una noche, yoguiendo en la / [Fol. 205 v., col. a] cama con su marido e oviéndogelo él vedado e condiçionado al tienpo de su casamiento e después, preguntóle por su nonbre e por su linaje e fazienda mucho amorosamente. E como él oyó aquello, fue tan desconfortado que cosa no dixo, sino:

   -Dueña, agora me avedes perdido para sienpre jamás.

   E no le fabló más.

   E como amaneció, fue a oír misa e, tornado, demandó el espada e el escudo e la lança e el cuerno de marfil que traído avía en el vatel, quando vino primeramente, e cabalgó en su caballo. E como lo vieron los suyos, no sopiendo cosa de ello, preguntáronle adónde quería ir. E díxoles que ya avía conplido el tienpo que allí avía de estar. E por muchas palabras que le dixieron, no les dixo más, sino que ya venía el çisne por él. E como lo vio la Duquesa, amorteçióse echándole su fija delante. Pero a todo no daba cara. E con grandes sospiros tomó su fija e díxole que le pesava porque ella, por culpa de su madre, quedaba mal. E por su acuerdo, dexóle el su cuerno de marfil e que lo guardase bien.

   E fuese su camino e su muger e fija e caballeros con él, a su pesar, fasta el Enperador. E falló que llegaba el çisne con el vatel. E contado al Enperador por lo que la muger le preguntara contra la postura que ant’él pasara a su casamiento e más, qu’el su Señor mayor enbiava por él, que avía menester su serbiçio, (e) así entró en su vatel e se fue por donde vino. E d’él no se falla otra memoria.

   E torna el cuento a fablar de su fija Idami, que fincó de VII años.

 

   Título de cómo casó la fija del Caballero del Çisne con el conde Estaçio de Voloña

   La Duquesa crió a su fija Idani faziendo santa vida e, quando fue para casar, vino el conde Estaçio de Voloña e pidióla al Enperador; e él pidióla a la madre. E ella, acordándose de lo que le dixiera el ángel, que avía de ser Condesa de Voloña, plógole. E fizieron sus vodas e, yo-guiendo [col. b] la primera noche con ella, apareçióle el ángel dormiendo e díxole:

   -Sabe que eres preñada de un fijo que será noble entre los nobles; e abrás otros que lo serán, pero no como el primero. E cata que no les des leche de otra teta, sino de la tuya, ca Dios les ha otorgado qu’el mayor sea Duque e después Rey del su Santo Sepulcro e el otro de la çibdad de Antiocha e el otro Conde de Voloña. E por ende, críalos para su serbiçio.

   E desapareçióle. E ella quedó mucho alegre e díxolo a su marido e vedóle que no lo dixiese.

    

   Título del naçimiento e criança del noble caballero duque Gudofre de Vullón, nieto del Caballero del Çisne, e de los sus nobles fechos

   El mayor ovo nonbre Gudofre, que fue en su moçedad noble cavallero e fizo notables fechos, que mató en canpo al Guyón, uno por otro entrando en el canpo, ant’el enperador Anrique porque lidiava por una donzella que la avía forçado su tierra, ca este duque Godofre, quando el padre e la madre le dieron el ducado de Bullón e se armó caballero, juró de pelear por güérfanos e viudas e contra forçadores, como el noble Caballero del Çisne, su agüelo. E cortóle la cabeça e fizo cobrar a la donzella su eredamiento.

    

   Título de la vatalla que ovo el duque Gudofre sobre la erençia de una dueña

   Luego, en siguiente, entró en el canpo por una dueña viuda que tenía fijos güérfanos con un su primo del mesmo ant’el Enperador e vençiólo e no lo quiso matar. E dio la tierra a la dueña e dio de la suya mesma al caballero por no lo matar. E fuele esto mucho loado.

   Después d’esto, los Condes e Duques de Sansueña, como sienpre fueron bulliçiosos e maliçiosos, rebeláronse contra el enperador Enrique de Alema[ña] (558) e levantaron rey de su linage. E fue el En-perador // [Fol. 206 r., col. a] sobre ellos e pusiéronle su vatalla. E diole el Enperador su vandera e fue su alferze mayor. E en medio de la vatalla le dio el Duque por sí mismo con la lança del pendón, que gela pasó a la otra parte e dio con el Rey muerto. E fueron vençidos los sansones e muertos muchos de ellos.

   Este duque Gudofre fue virgen en toda su vida, que no conoçió muger. Agora dexa el cuento de fablar del linaje d’este noble duque Gudofre de Bullón e de sus nobles fechos e torna a contar de los nobles cavalleros e prelados e gentes menudas que se movieron para ir en esta santa conquista e de los grandes fechos que fizieron.

    

   Título de cómo el falso Maomad, profeta de los moros, conbatió e conquistó muchas gentes a su eregía e cómo fueron los prínçipes christianos en la dicha cruzada e quáles fueron allá

   Contado ha la istoria cómo después qu’el falso Maomad acreçentó mucho la su eregía en tierras de Arabia e de África e como moltiplicaron muchas gentes en ella e conquistaron muchas tierras e se fizo el su poderío mucho grande, (e) en manera que fueron e eran de cada día atormentados muchos christianos en tierra de Suria, e sobre todos en la santa çibdad de Jherusalem, e por amonestaçiones e patriarca e religiosos d’ella e otrosí porque todos los christianos que bibían en aquellas tierras sogetos e los pelegrinos que iban en romería soplicaban de callada todos tienpos a toda la christiandad e sobre todos el Santo Padre Urbano, que estonçes era en Roma, fizo fazer un grande conçillio de todos los prelados de los christianos o de los más d’ellos e [col. b] de procuradores de todas probinçias qu’él pudo aver; e así mesmo fueron en este conçilio muchos nobles prínçipes e nobles caballeros e fijosdalgo e omes religiosos de santa vida.

   E así ayuntados en la çibdad de Claramonte, fízoles él por sí mesmo largos sermones, en los quales les pedricó él por su voca la Santa Cruzada para que tomasen la cruz en el lado esquierdo e pasasen a librar la santa çibdad de Jherusalem e el Santo Sepulcro donde Nuestro Señor fuera sepultado quando allí quiso tomar muerte e pasión por redemir el umanal linage, mostrándoles los grandes quebrantos que los dichos christianos sofrían de cada día e cómo aquel santo lugar estaba perdido por los pecados de la christiandad e mostrándoles otrosí los galardones que en el otro mundo avrían por el trabaxo que en ella oviesen. E mandó a todos los dichos prelados que la pedricasen por todas las tierras; e él mesmo la andobiera pedricando por persona, sino por la discordia que tenía con el Enperador de Roma sobre las dinidades de la Iglesia, segund aquí se contiene.

    

   Título de la discordia que ovo entre el Santo Padre e el Enperador de Roma sobre los venefiçios de la Iglesia de Roma e el mucho daño que ovo entre ellos christianos por este enbaraço

   El Enperador daba las dinidades de los arçobispos e obispados e otros ofiçios de las iglesias e el Santo Padre dezía que perteneçía a los santos padres e no a los enperadores. E el Enperador dezía que la dinidad e heredamiento que la Iglesia tenía que los enperadores gela dieran e que los enperadores pasados así lo avían acostunbrado. E el Padre Santo de-zía / [Fol. 206 v., col. a] que no era derecho ni razón. E sobre esto ovieron grand quistión e fue dispuesto de la dignidad de Roma por el poderío del Enperador.

   E en este conçilio por su pedricaçión tomaron muchos honrados omes la santa cruz. E el primero que le tomó e pometió de ir en aquella santa romería fue el Obispo del Puy, que ovo nonbre don Humar, e por eso le puso el santo Papa Urbano por legado de aquella hueste, do él fizo después muchos bienes. E vivió muy santa vida, como la istoria contará. E otrosí se cruzaron en el dicho conçilio e prometieron de ir en aquella santa romería Inbolomayus, hermano del Rey de Françia, e Ruberte, Conde de Flandes, e Ruberte, Duque de Lormandía, e el conde Guillén, hermano del Rey de Inguelaterra, que llamaban Luenga Espada, e Estevan, Conde de Chartes, e Ruberte, que fue padre del Tíbal, e el conde don Remón de Tolosa e Galter de las Torres e don Çentel de Estarat e don Remón, Conde de Orenja, e Guillén, Conde de Fores, e Estevan de Avernia; e de Gascueña f[u]eron (559) don Gastón de Vearte e Guillén Camante de Liberat; e otrosí fue aí el conde Retón de Alpercha e Ubo, Conde de San Polo, e Raol de Vargenti e Vetad de Puya e Guy de Gonal, senescal del Rey de Françia, e Tomás de Foca e Guy de Peçesa e Dales de Claramont e Ricardo, su hermano, e Guisarte de Caxi e Roxel de Voluais e Juan de Alis e don Guillén Monpesler e Guisarte de Rosilión e Asperer de Orges, Conde de Vorgoña e de Alemaña, e el nob1e varón Gudofre, Duque de Vollón, e Estaçio e Valdolín, sus hermanos, e su primo Selderín, fijo del conde Ugo de Reçed, e el conde Gared de Greçia e el conde Valdolín de Nabe e Soarte, Conde de Día, e [col. b] otros muchos omes honrados que por no alargar escritura no son aquí sus nonbres.

   E otrosí, fueron muchos arçobispos e obispos e avades veneditos e otros onbres de orden. E del reino de Çeçillia e puebla e de Italia fueron Buimonte, Prínçipe [de] Pilla; e de Calabria Etranqui de Caunarte, su sobrino, fijo de su hermana, que fue maravilloso caballero en aquella conquista, e el Duque de Bretaña e el Conde de Tolosa e otros muchos que adelante serán escritos, los quales se conçertaron voluntariosamente, con grand deseo de serbir a Dios, por sus cartas e mensaxeros, porque al março primero fuesen todos en Costantinopla para pasar el braço de Sant George.

    

   Título de las conpañas e gentes menudas que se movieron con Pedro el Hermitaño e fue Alemaña e Françia e de las gentes muchas que d’ellos fueron muertos e presos e con Godosante e con Galter Sinsaber

   Otras muchas gentes menudas se mobieron con Pedro el Hermitaño, que era un clérigo buen religioso, e fueron so su capitanía e gobierno con muchas provisiones e algo, que eran de Françia. Otras gentes menudas se mobieron con Godosante, un caballero que era de Alema[ña], con grandes probisiones. Otras gentes se mobieron de Alemaña con un clérigo que se llamaba Galter Sinsaber, las quales gentes con sus gobernadores clérigos e fuendo su camino, por no ser obedientes aquellos clérigos, sus governadores, ni querer creer a muchos buenos caballeros de poco estado e gentiles omes que entre ellos iban e por usar mal en las tierras de los christianos por donde iban, fueron muchos d’ellos muertos e destroçados, espeçialmente en los reinos de Vulgria e de Ungría. E todos estos fueron enantes que los dichos grandes señores // [Fol. 207 r., col. a] llegasen.

   E llegaron en Costantinopla e, porque en la çibdad otrosí usaban mal con las gentes d’ella rifando, mandóles el Enperador de Costantinopla pasar el braço de Sant George a unas villas suyas que eran de christianos de aquel Inperio para que allí esperasen a la grand hueste de los christianos que avían de ser allí. E estando estas gentes bien aposentados a su plazer, aquel logar que aquéllos estaban era çerca de los turcos, un pequeño río en medio, e un día que Pedro el Hermitaño pasó a Costantinopla [a] fablar con el Enperador, ayuntáronse VII mil omnes de los suyos e fueron, contra voluntad de los otros, hazia la çibdad de Niquia, que era de turcos, oviéndoles vedado el Enperador que fasta veniese la grande hueste que se guardasen de los turcos, que eran engañosos e guerreros. E fallaron muchas aldeas e robaron e mataron muchos turcos e tornaron a la conpañía con mucha robería desigual. E los alemanes que esto vieron, feziéronse tres mil omes e, con enbidia, fueron aquella parte e tomaron un noble castillo e descabeçaron todos los turcos d’él; e aposentáronse en él para lo tener fasta veniese la grande hueste.

   E sopiéndolo Çulemán, Soldán de Nequia, que estaba aperçebido en su çibdad de muchas gentes de Oriente, sopiendo cómo estos pelegrinos avían de venir, vino sobre ellos e tomólos por fuerça de armas e matólos a todos. E mucho fueron grandes los duelos que los otros christianos fezieron por ellos quando lo sopie-ron, [col. b] atanto que la gente menuda d’ellos començaron a maltraer a los sus mayores e a los caballeros que los aconsexaban que esperasen a la hueste. E armáronse quinientos de caballo e XXV mil omes a pie con Godofre Borel, que tomaron por capitán por sus palabras locas que les avía dicho, e fueron contra la dicha çibdad de Nequia. E la ventura, que ayuda a las cosas que han de ser, aduxo a Corbalán de Lorferna, que era noble moro, con XXX mil de caballo, que lo enbiava el Soldán de Persia en ayuda de Corbamarán, Soldán de Nequia, contra los dichos christianos. E entraron de noche en la dicha çibdad e otro día, estando ellos anbos juntos, vino un turco que iba fuyendo e díxoles cómo los christianos venían derecho a ellos quemando e robando e matando quanto fallaban, sus azes paradas.

    

   Título de la mortal e desaventura[da] vatalla que los peligrinos de la gente menuda de los christianos ovieron con los turcos, que fueron muertos e catibos

   Oídas estas nuebas, cabalgaron estos dos Reyes con todas sus gentes, que eran a pie e a caballo C mil omes e más. E echaron dos çeladas de gruesa gente con aquellos dos Reyes e enbiaron quinientos omes a cavallo para que los acometiesen e los traxiesen a las çeladas los christianos, que venían bien acaudillados e fecho capitanes desí, en esta manera, de omes honrados que avía allí. Entre ellos fue uno Arpín de Verorgas de la una vatalla; de la otra fue Rocarte de Caunont e de otra vatalla, Valdolín de Valves; de la otra Juan d’Alis e de la otra Arnol, hermano de Valdolín; de la otra Floqui de las Torres. Estas azes iban unas en pos de otras, mas la una cos-tanera / [Fol. 207 v., col. a] dieron aquel clérigo Galter Sinsaber con su conpaña de pie; la otra, aquel Gudofre Barel con la otra gente de pie. E d’esta manera iban guisados los christianos para lidiar. E como vieron aquellos turcos, si lo començaron mal, acabáronlo peor, que sobre vedamiento de sus capitanes dieron en pos de ellos fasta que los metieron e[n] la primera çelada, que salió a ellos Çalema, Rey de Nequia, e ovieron con él fuerte vatalla. E luego dioles en las espaldas Corbalán, Rey de Oloferma. E muertos muchos de ellos, echaron a foír a un otero e los que escaparon vivos recogiéronse allí e defendiéronse aquella noche e otro día e otra noche, peleando toda ora sin comer e sin bever e sin dormir; e oviéronse de dar a presión por consejo del Obispo de Forrez, que era omne de santa bida, veyendo los unos morir de armas e los otros catibar e los otros tornarse moros con la cuita de la fanbre.

   E así presos, partiéronlos en esta manera: al Soldán de Persia DC catibos de mançebos, omnes e niños e mugeres e al Soldán de Domas otros CD; Corbalán tomó para sí otros CCC de los más honrados cavalleros e escuderos que en todos pudo fallar. E a todas las otras gentes ovieron Corbalan de Olofernán e los otros moros que fue[ron] en prenderlos, dándole a cada uno los que mereçía. Mas allí fue el grande llorar quando los padres e madres e fijos se veían partir de en uno e rogaron a Corbalán que los fiziese trocar. E fizo él lo que pudo en ello e ayuntó muchos d’ellos.

   Corbalán, que se iba a la su tierra d’Olofernán, llamó Arnol de Valois e díxole:

   -Vete al Soldán de Persia con [col. b] esta mi carta e dile esto que yo he fecho por su serbiçio e cómo seré en breve con él; e guárdate de la sierra de Tigas, que ay una sierpe que á comido e despobladas tierras de quatro leguas en rededor. E si bien recaudas ese mensaje, yo te soltaré de catibo e te enbiaré a tu tierra.

   E él, fuendo alegre, açertóse con aquella sierpe e, dando doloridas vozes, fue comido d’ella.

   E como las cosas que Dios quiere a[n] buen fin, Valdobín de Valois, que oyó las vozes de su hermano Arnol, dixo a Corbalán que quería ir [a] morir o defender a su hermano. E pasadas muchas cosas que serían largas para aquí, con ayuda de Dios e por ruego de su Madre Bendita, óvola de matar e salió el diablo que en ella yazía. E como llegó, Corbalán preçióle mucho e prometióle de lo soltar. E llegado en su çibdad de Olofernán e tobiendo aquellos catibos, fue acusado de traiçión por el dicho Soldán de Persia, diziendo que Avarrasín, su fijo, fuera muerto en una vatalla que ovieron con los pelegrinos. E este Corbalán dixo qu’él se salvaría por vatalla o de dar lidiador por sí contra dos turcos. E todo esto fizo por consejo de su madre, que era mucho sabia, como adelante dirá:

   -En esta manera, Soldán señor, no soy traidor, ca a vuestro fijo mató el poder del Dios de los christianos.

   E dio por lidiador a Ricarte de Caimonet; e el Soldán dio en el nonbre del su profera Maomad a Forgarles e a Golías de Meca. E entrados en el canpo, por el poderío de Dios matólos anbos a dos. E por esto fueron después sueltos, por esta caballería qu’él fi-zo, // [Fol. 208 r., col. a] e llegaron a la çerca de la santa çibdad de Jherusalem, segund adelante se dirá.

   Después se tornó este Corbalán christiano e fueron muertos él e XXX mil moros turcos que con él se avían tornado christianos e destruida la su çibdad de Olofernán e diez leguas en rededor, por amor del Nuestro Señor e por aquellos miraglos qu’Él demostró en la muerte de aquella sierpe e de aquellos dos caballeros moros e de la conquista de la santa casa de Jherusalem.

    

   Título de las gentes que se movieron con Godosán Tenor, clérigo de Alemaña

   Después d’esto se juntaron una grande conpaña de pelegrinos e de alemanes con Godeán, un clérigo de Alemaña, que eran bien XV mil omes a pie e, entrados en la tierra de Ungría, mandóles dar el rey d’ella todas las cosas a razón por sus dineros. Tomólos el diablo e robavan e forçaban mugeres e fazían mucho mal. E levantáronse el Rey e todo su pueblo e fueron en pos d’ellos e alcançáronlos. E como los pelegrinos los vieron, posieron su vatalla contra ellos, no veyendo otro reparo. E como lo vieron los ingleses, entendieron que les costarían caros e tomáronlos por pleitesía a salva fe. E después de tomadas las armas, matáronlos todos, que uno no dexaron.

    

   Título de otras gentes de caballeros e gentes menudas [que] se mobieron sin mayor a esta cruzada e del mal avenimiento que le avino en su jornada

   Después d’esto se juntaron muchas gentes co-munes [col. b] de Françia e de sus arrededores sin caudillo, no enbargante que iban en ellos muchos buenos caballeros e gentes d’armas, así como Tomás de Ferre e Clarabel de Verduel e Guillén el Carpenter e el conde Ermando Clares; mas la gente menuda nunca los quisieron ovedeçer ni creer su consejo, antes fezieron muchos males por donde iban e tomaron por tema de matar todos los judíos que fallaban. E mataron muchos e de la çibdad de Coloña e allende d’ella. E un noble ome, que era Conde de Ricón, (e) como vio ir estas gentes, púsose en camino con ellos, mas non que les él castigase cosa buena, antes los loava las cosas que fazían; e por esto ovedeçíanlo por señor las gentes menudas. E llegaron en el reino de Ungría, que eran XII mil personas de omes armados a pie e III mil de caballo, e entraron una villa por fuerça e mataron en ella seteçientos omes e más. E escalaron otra mucho mayor e, sobidos en las çercas e tobiéndose los de dentro por muertos, enbióles Dios su acorro e tomaron de suyo tal miedo que saltaron de las çercas avaxo e morieron muchos d’ellos; e los otros todos echaron a fuir e mataron los de las torres en ellos. E los honrados omes d’ellos acogiéronse a caballo e pasaron en Coloña e de allí por la mar a Costantinopla. E esperaron la gran de hueste e fueron con ellos en la santa conquista.

   E aquel Conde de Alemaña tornóse a su tierra, e así mesmo todas las otras gentes menudas que escaparon, e se fueron destroçados aquellos que iban en serbiçio de Dios, no fuendo sus serbidores. Mas agora dexa de fablar d’esto e torna a contar de la grand hueste de los pelegrinos. / [Fol. 208 v., col. a]

 

   Título de cómo se juntaron todos los príncipes e las otras gentes de christianos en Costantinopla para ir a Jherusalem

   En el año que andaba era del Nuestro Señor de I mil LXXXV años fueron juntos todos los prínçipes e duques e condes e prelados e caballeros e escuderos de suso contenidos, en el mes de febrero, en la çibdad de Costantinopla, segund que de primero conçertado tenían. E con acuerdo e voluntad del Enperador de Costantinopla, pasaron el braço de Sant George para seguir la santa cruzada e romería. E así pasados, fezieron alarde por saber qué gente podían ser. E puestos en el canpo e ordenadas sus vatallas cada unos con sus capitanes, se contaron por quadrillas; fallaron por derecho cuento que eran C mil omes de armas a cavallo armados caballeros e fijosdalgo conoçidos e DC mil omes a pie, los quales todos de un acuerdo eslegieron por enperador e capitán e gobernador para aquella santa conquista al noble duque Gudofre de Bullón, fijo del conde Estaçio de Volonia e de la duquesa Idalín de Bullón, fija del noble Cavallero del Çisne, el qual, por serbir a Dios e por defensor de la santa fe, fue sabio e esforçado cavallero, por donde se acabó la dicha santa conquista, según adelante se contiene.

   E continuando su camino, sus vatallas ordenadas como aquellos que iban en tierra de poderosos enemigos, llegaron a la çibdad de Nequia, que era muy fuerte, e espeçialmente porque de la una parte llegava un grand lago e estanco de agua dulçe por donde se gobernava de biandas e provisiones, e çercáronla, (e) conbatiéndola de cada un día e faziendo varcos e galeotas para le vedar aquel estanco. E toviéndola así çercada, Çulemán, Soldán de aquella çibdad de Ne-quia, [col. b] enbió sus cartas con mensaxeros desconoçidos a que se esforçasen, ca él daría salto de noche en el real con muchas gentes que a sí avía allegado, ca él por aquello no quiso ser çercado en la dicha çibdad, las quales fueron tomadas por los dichos christianos. E por aquella savidoría fueron vençidos el dicho Çulema e muertos e presos muchos d’ellos. E fue tomada la dicha çibdad de Nequia con muchos engenios e petrechos e conbates e trabaxo de los dichos christianos, la qual luego fue dada al Enperador de Costantinopla porque tal condiçión avía con él de le dar çiertos logares por que les diese probisiones de su tierra.

   E mucho fue grande el espanto e temor que fue entre toda la morería de aquellas partidas, (e) sabida la pasada d’estos christianos e toma de la dicha çibdad de Nequia, por la qual despoblaron lugares que no se fallaban fuertes. E juntábanse en los montes e guerreaban desde allí a los christianos; e eso mismo fazían los christianos a ellos, faziendo sus cabalgadas, espeçialmente con los gascones, porque tal era e fue su costunbre.

    

   Título de la primera vatalla que los christianos ovieron con los moros después que pasaron en tierra de Suria e de cómo, por se apartar en dos huestes, morieron muchos e cómo fueron socorridos

   Contado ha la istoria cómo Çulemán, Rey de la çibdad de Nequia, no osó ençerrarse en la dicha çibdad por temor de ser çercado e acordó que con las más gentes que pudiese de fazer la guerra a los christianos. E para lo mejor poder conplir, enbió a su fijo Çulemán el Menor al Soldán de Ancona, que era muy poderoso entre los moros, el qual dio LXXX mil cavalleros e gentes de pie quanto quiso pagados por quatro meses, con los quales e con otra gente qu’él consigo traía aguardó toda la vía dos // [Fol. 209 r., col. a] leguas en derredor de los christianos, catando manera cómo los podiese dañar de noche o de día, ca en vatalla no osava acometerlos. E como la grand hueste de los christianos se ovieron de partir en dos partes por aver mejor las vituallas, partiéronse por una parte Vuimont, Prínçipe de Pilla, e Tranqui, su sobrino, e el Conde de Tolosa e Ruberte, Conde de Lonbardía, e el Conde de Chapres e el Conde de San Polo, que fueron con ellos XL mil omes de cavallo e mucha gente de pie; por la otra parte fue toda la hueste de los christianos con el duque Gudofre e con todos los otros condes e ricos omes que iban en aquella santa romería. E savida esta partida por Çulema, Rey de Nequia, con todo su poder dio sobre aquellos christianos de la menor hueste. E sentida su venida por los dichos Buimonte e Criancus e condes e ricos omes que con ellos eran, avido su acuerdo, veyendo que no era poderoso(s), asentaron su real en un castillar viejo que fallaron. E de la una parte lo çercava un río e una peña e metieron allí toda la gente menuda e las carretas e los ganados e las probisiones, e los fijos e las mugeres; e la gente menuda que consigo traían por ganar sus cartas e indulgençias e perdones. E varreáronse por la otra parte con sus carretas. E puesto todo allí, ordenada su vatalla, como esforçados e sabios caballeros salieron a pelear con los moros e acordando que, si no los podiesen sofrir, que se recogiesen allí.

   Esto fecho, acordaron de enbiar, e enbiaron, a Golfis de las Torres que fuese al duque Gudofre e a todos los otros señores de la grand hueste, faziéndoles saber aquel fecho e peli-gro [col. b] en que estaban porque sabían que serían açerca, porque su acuerdo fue quando se partieron que no se apartasen más de dos leguas los unos de los otros que se podiesen socorrer, que con grand temor recaudó luego su mensaje. E Çulemán, como guerrero, fizo de sus gentes dos partes. E la una d’ellas metió en una çelada por que, quando fuesen cansados él e los medios que con él iban, diesen sobre los christianos e, fallándolos cansados, que los abrían más ligeramente d’esbaratar. E mandóles que saliesen quando viesen que era tienpo. E él con la su meitad dio en la vatalla de los christianos, los quales los reçebieron por tal manera que ovo muchos muertos e feridos, por manera que los christianos, no se guardando de la çelada, entendían ser vençedores. E tobiéndolos açerca de acabados, salieron los de la çelada e dieron por ellos; e como los christianos estaban cansados e muchos de ellos feridos e muertos sus caballos, no los podieron çufrir e recogiéronse en buen son a su real, donde tenían aposentada su gente. E apeándose de los cavallos, ordenaron de se defender fasta que oviesen socorro de la grand hueste.

   E como los moros los viesen allí ençerrados, conbatíanlos mucho bravamente con vallesteros a cavallo e con fondas e con otros petrechos, por manera que aquella tarde e toda la noche los conbatieron, por manera que de la sed del cansançio por no los dexar dormir fueron mucho aquexados; e morieron muchas mugeres e criaturas que les traían agua para veber, por manera que, no lo podiendo más soportar, que todos eran de acuerdo de no morir ençerrados e de como amaneçiese / [Fol. 209 v., col. a] salir a la vatalla todos, onbres e mugeres e moços.

 

   Título de cómo el duque Gudofre e los otros prínçipes christianos, veniendo en socorro de los suyos, dieron en los moros e los vençieron e mataron e catibaron muchos d’ellos

   E así como vino el día, vieron al duque Gudofre de Bullón e a sus hermanos, los condes Estaçio e Valdoni, que, como sopieron el mandado, cabalgaron noche e día; e así mismo fizo toda la otra gente de los christianos. E llegaron a tal tienpo como Nuestro Señor los quiso enbiar. E así llegados, dieron por los moros, por manera que los vençieron e mataron muchos d’ellos; e los otros fuyeron a los montes e por donde podieron, por manera que mucho fue el daño e mortandad que en ellos se fizo. E grande fue el plazer que los christianos ovieron con este vençimiento; e mucho mayor lo ovieran, sino que fallaron muerto a Guillén Marqués, hermano de Tranquil de Pulla, que era muy buen cavallero, e otros II mil CC onbres e mugeres que en aquella vatalla morieron. E tomaron mucho algo en las tiendas de los moros.

    

   Título de lo que la grand hueste de los christianos fizieron después de vençida la vatalla e ganada la çibdad de Nequia e cómo la avían entregada al Enperador de Costantinopla

   Esta vatalla vençida, estobieron en aquel canpo VIII días soterrando los muertos en una hermita que fallaron. E el Obispo del Puy levava poder del Santo Padre; pedricó aquel día en manera que tubo pro a las (560) almas de los muertos e dio grand esfuerço a los vibos que lo oyeron para reçebir muerte.

   E partieron de aquel canpo donde fue la vatalla, que llamaban Canpo Florido, donde fue esta vatalla, viernes primero día de jullio. E llegaron por sus jornadas al castillo [col. b] de Mirabel, (e) adonde se ençerraron grand parte de los moros que fuyeron de la vatalla, que era muy fuerte, e quemaron la villa e los arravales e talaron todas las huertas e frutales; pero el castillo no lo podieron tomar, que era muy fuerte. E fallaron mucha vitualla. E quesiéndose partir de allí, enbiáronle dezir los moros que si quería quitar a Clarabel de Verdoel e a dos sus sobrinos que fueron presos en aquella vatalla ante que la grand hueste veniese. E los christianos dixieron que darían por ellos quanto les demandasen, ca mucho los preçiaban por buenos cavalleros, los quales los enbiaron dezir que lo que por ellos diesen sería perdido, que ellos tenían tantas feridas que no podían escapar, de lo qual pesó mucho a los christianos. E visto aquello por los moros, a vista de los christianos los asaetaron en las almenas del castillo, de lo qual los christianos ovieron muy grand lástima por no se detardar más allí.

    

   Título de cómo los christianos fueron muchos trabaxados de sed por no fallar agua e cómo fueron acorridos por una agua que fallaron e cómo ganaron la çibdad de Antiocha e de lo que en [e]lla se fizo

   E partiéndose de allí, andobieron por sus xornadas, en las quales tres días e medio fueron muy trabaxados de sed, por donde cuidaron todos pereçer; e aún morieron algunas personas e vestias e ganados fasta que Dios los quiso acorrer, que fallaron un grand río. E de allí tiraron su camino e se esparçieron por las tierras por buscar sus vituallas e por estragar las tierras e fazer sus conquistas fasta que llegaron a la gran çibdad de Antiocha, en las quales tomaron muchas // [Fol. 210 r., col. a] villas e castillos, lo qual segund se contiene en la General Istoria. E arribaron en la çibdad de Antiocha e Arziles, rey que era, dexó recaudo en la çibdad e salióse d’ella por buscar socorro. E la noche antes que llegasen en la çibdad fueron presos su muger e fijos e fijas e otras muchas mugeres de los ricos moros, que las enbiaban sus maridos con sus fijos e con todo su algo para que se fuesen a buscar tierra segura, los quales tomaron çiertos christianos que se echaron en çelada e fueron traídos al real. E los capitanes d’esta cabalgada fueron el conde Ruperte de Flandes e el Duque de Lormandía e el conde Galarán. E fue toda aquella presa repartida por todos los christianos, que, así como avían plazer por esto, ovieron grand pesar por CCC christianos que sopieron que los moros avían muerto en la villa de Artamisa, que estava tomada por los christianos. E acogiéronlos en ella los moros, que la tenían por omenaxe; e como los christianos fueron dormidos con el grand cansançio del camino, los turcos que en aquella villa estaban degolláronlos todos, que no dexaron ninguno, e fuéronse con sus mugeres e fijos ante que lo sopiese la hueste de los christianos.

   E continuando sus jornadas e faziendo sus conquistas, llegaron a la çibdad de Antiocha, a la qual en llegando començaron el conbate, en el qual fueron buenos caballeros Ínbolo Maines, hermano del Rey de Françia, e Guillén, el capitán, e el Conde de Merlid e Buimont, Prínçipe de Pilla, e Golfer de las Torres e Giralto Malafalda e Guillén Ingo-demonte [col. b] e Tranquir de Pilla, que fezieron fechos señalados por sus personas, e aun mataron çiertos moros a las puertas de la villa; pero sobre todos fizo maravillas de su persona el noble duque Gudofre de Bullón, que mató dos caballeros moros dentro de las puertas de la villa e otras cosas muchas. En aquel conbate reçebieron grand daño los christianos en los caballos e vestias de la hueste e, después, asentaron su real en toda la villa en rededor en esta manera: a la primera puerta dieron al conde Estaçio e la segunda al Conde de Flandes e la terçera al Obispo del Puy e la quarta Aljubo de Lomaines de Françia e la quinta a Valdobín de Volonia e la sesta a Tranquil de Pilla e la sétima al Conde de Lormandía e la ochava a Guillén Ruberte e la nobena puerta al Conde de Urueña e la dézima a Guillén de 1as Torres e la onçena puerta al conde Ruberte e la dozena puerta al duque Gudofre e la trezena puerta e postrimeras de todos al conde Gastón de Vearte; e a todos estos capitanes con sus quadrillas, por manera que ninguno no podría entrar ni salir. E fezieron muchos engenios e conbatíanla muy reziamente. E de allí fazían sus cabalgadas e conquistas.

   E Arsiles, Rey de Antiocha, que nunca çesaba de buscar gentes, enbió sus mandaderos encubiertamente a la çibdad cómo él tenía consigo en aquella montaña LXX mil caballeros moros e otra mucha gente de pie e qu’él daría en la mañana en el real de los christianos que en la çibdad estaban L mil de caballo que diesen por el real e que así los podrían desbaratar. E estas cartas e mensaxeros fueron presos por los christianos / [Fol. 210 v., col. a] e traídos al real. E ovieron luego su acuerdo de estar aperçebidos e (f)recogiéronse todos. E por tal manera los reçebieron que los moros fueron vençidos e muertos e presos muchos de ellos. E morió el sobrino del Rey de Antiocha. E en aquella vatalla morieron muchos buenos caballeros señalados moros; e morieron bien XXX mil e muchos presos. E cortaron X mil cabeças de los mexores d’ellos e echáronlas con los engenios a la çibdad e escrito el nonbre de cada uno en un papel en la oreja por los amedrentear por que se diesen. Por tal manera fueron conbatidos con los engenios e con los castillos que les armaron a las puertas, que les derribaron las torres, por manera que los moros entregaron la çibdad con todo lo que en ella estaba, salvo los cuerpos de mayores e de menores con sus vestiduras.

   E así fue entregada la çibdad a XXV días del mes de enero, año de la Encarnaçión del Señor de mil LXXXVI años. Fue reçebida [con] muy grand alegría e posieron los pendones del duque Gudofre e de todos los otros grandes omes de la hueste ençima de los muros de la dicha çibdad. E fezieron todas las mezclitas e [i]glesias por mano del Obispo del Puy, que fue después patriarca de Jherusalem. E luego vasteçieron la çibdad de las cosas neçesarias e fezieron labrar los muros e las torres derribadas de todo lo que (561) era menester. E mucho fue grande el aver que en esta çibdad fue tomado, por manera que todos los de la hueste fueron ricos e abondados. E dexaron por guarda de la çibdad para que la guardasen e defendiesen al conde Ruberte e a Guillén de las Torres e con ellos otros I mil caballeros e V mil peones. E fincó la çibdad de engeños [col. b] e de cabas e de trabucos e de todas las cosas que ovieron menester.

    

   Título de cómo los moros que salieron de la çibdad de Antiocha se recogieron a Jherusalem

   E los moros que salieron de la çibdad de Antiocha fuéronse para Jherusalem. E grande fue el pesar que Arziles, Rey que fuera d’ella, e Cormamarán, Rey de Jherusalem, que en ella estaba, [avían], enpero, conortándose como buenos cavalleros, acordáronse de remediar lo venidero, ca ya sabían cómo los christianos venían derechamente a çercar la dicha çibdad de Jherusalem, la qual el rey Conamarán bien sabía que avía de ser guerreada e perdida toda la tierra de Siria por la profeçía de la reina Alanbra, su tía; pero con todo, encobriéndose d’esto, fezieron quanto podieron por buscar gente para la desçercar e para con los christianos.

    

   Título de cómo los christianos llegaron a la çibdad de Jherusalem e la çercaron e las cosas que en aquella çerca se fizieron e de los conbates d’ella

   Los christianos, tan deseosos venían de ganar a la santa çibdad de Jherusalem, que llegaron a ella e fueron todos luego a posar al monte Galván, do fue el Nuestro Señor Jhesuchristo cruçificado e donde avemos de ser christianos e judíos e moros a ser juntados el día del Juizio por que vean la obra que los judíos fezieron e vean lo que fezieron. E velaron esa noche que llegaron en aquel logar donde fue puesto el Nuestro Señor Jhesuchristo tres días, en que nunca fezieron mal a moro ni conbatieron la çibdad. E después que ovieron fechas sus vigillias e ovieron consejo de conbatir la çibdad, (e) conbatiéronla muy reziamente, probándose los mayores e medianos e menores cada unos por (562) // [Fol. 211 r., col. a] [quales] eran, por manera que entre los de dentro e los de fuera ovo muchos muertos e feridos, por manera que de los moros fueron muertos VIII mil DCXL e presos. De tal guisa se fizo, que luego fue çercada toda la çibdad en derredor. E otrosí en la parte que era la Puerta del Oro, por donde los judíos reçebieron a Nuestro Señor Jhesuchristo el día de Ramos, puso sus tiendas el duque Gudofre de Bullón con todos los suyos. E a la otra puerta que estava cabe ésta, que va a Damasco, posieron a don Gascor de Vearte con toda su conpaña. E a la otra puerta, que va(n) Antiocha, se puso Valdoni de Voloña, hermano del duque Gudofre. E a la otra puerta, que va a Calvarielucas, se puso don Enengo de Loimanes, hermano del Rey de Françia. E a la puerta que va al monte Sinaí, pusieron a Tranquir de Pulla con toda su conpaña. E a la otra puerta, que va Alixandría, posieron a don Gascón, Conde de Pulla, con toda su conpaña. E a la otra puerta, que va contra Galilea, posieron al Conde de Flandes. Así que d’esta guisa çercaron la dicha çibdad, por manera que no podía salir uno ni entrar otro.

    

   Título de las cosas que los moros fazían contra los christianos del real, estando çercados, e otrosí de los conbates e petrechos que los christianos posieron a la dicha çibdad, con que la conbatían

   Grande fue el miedo que ovieron los moros que estaban dentro en Jherusalem por el conbate e çerca que les fue fecho e aquella noche dieron mucho trabaxo en el real de los christianos, tirando muchas piedras de engeños e de trabucos. E otro día por la mañana, el noble duque Gudofre mandó llamar al maestre de la artellería de la hueste e mandóle fazer engenios e castillos [col. b] en cada una de las puertas, segund los avía fecho en la çibdad de Antiocha. E con aquéllos aquexaba mucho la çibdad e diéronle muy grand conbate con los dichos engenios e castillos; e otrosí toda la gente de armas e de pie, conbatiendo toda la çibdad a la redonda, en el qual conbate morieron mucha gente de moros e de christianos, entre los quales morieron tres cavalleros honrados, conbiene a saber, Guillén el Carpenter e don Guillén, Conde de Fores, e el otro Valdobín de Flandes, que todos tres se llegaron tanto a los muros de la çibdad por qu’el uno fue muerto de una saeta que le dieron por so la cara del yelmo e el otro fue ferido por los pechos de uno vallesta de torno, que le pasó todas las armas, e el otro fue muerto de una piedra de trueno. E grande fue el duelo que los de la hueste fezieron por aquellos tres cavalleros. E leváronlos a enterrar a una iglesia antigua, çerca de monte Calvarie, que avía nonbre Santa Catalina. E llebáronlos en aquella noche e otro día soterráronlos onradamente, cantando la misa el Obispo del Puy, patriarca que fue después de la dicha çibdad.

    

   Título del miraglo que los christianos aquella segunda noche vieron sobre la sepoltura de aquellos tres cavalleros que allí avían sepultado, veyendo muchos ángeles cantar laudes

   Contado ha la istoria la muerte e enterramiento d’estos tres caballeros que fueron sepultados en aquella iglesia de Santa Catalina, sobre los quales las guardas que rondaban la hueste de los christianos, a te-nor / [Fol. 211 v., col. a] de media noche vieron desçender del çielo muy grand conpaña de ángeles con muy grand resplandor que traían consigo; e dezían muy grandes cantos e fermosos. E llegaron aquella iglesia de Santa Catalina e vieron cómo uno de aquellos ángeles (que) venía vestido de todas las vestiduras que perteneçían al clérigo de misa e viéronle cantar misa ante aquel altar. E en esto, aquellas guardas feziéronlo saber al duque Gudofre e a todos los grandes de la hueste, los quales, en uno con ellos, todo el pueblo de los christianos salieron a mirar, los quales fue vedado por el duque Gudofre, caudillo e gobernador de toda aquella gente christiana, que callasen e mirasen e estobiesen quedos, los quales, faziéndolo así, vieron que, acabada la misa por aquel ángel, que sacaron aquellos tres cuerpos de las dichas sepolturas e los llebaron a enterrar allí donde fue cruçificado Nuestro Señor Jhesuchristo e puesta la su santa vera cruz. E así sepultados e dichos sus responsos muy fermosos, viéronlos sobir al çielo, así los moros como los christianos, por donde los christianos ovieron grand conorte e los moros grand desesperaçión.

    

   Título de cómo fue ganada la santa çibdad de Jherusalem e de los nobles omes que en el conbate d’ella morieron e de otros fechos

   E después d’esto los christianos conbatieron la çibdad otra vez todos a la redonda fuertemente. En este conbate morió el Conde de Guillón, que era del reino de Françia e omne mucho honrado e fizo grandes fechos por su persona aquel día e otros muchos. E derribaron con los engenios e [col. b] torres e castillos los petriles e las almenas de los muros de la çibdad, por tal manera que los moros quedaron muy quebrantados e amedrenteados. E veyendo que no se podían defender de los christianos, pues tan a coraçón avían de tomar aquella çibdad, donde tenían toda su fe, quánto más veyendo el miraglo que sobre aquellos caballeros muertos avían visto, entendían que moriendo sobre ella salvaban sus ánimas. E enbiaron pedir al duque Gudofre e a todos los otros señores de los christianos que les diesen plazo de tres meses para lo fazer saber al rey Cornamarán, su señor, para que los acorriesen e, donde no, que los entregarían la çibdad a los christianos.

   E avido su acuerdo el duque Gudofre e sus hermanos e los otros grandes señores de la hueste sobre este fecho, fallaron que les era neçesario de saber qué gente avían perdido de los C mil omes de armas e DC mil omes de pie que pasaron el braço de Sant George. E faziendo su alarde, fallaron que eran falleçidos de su conpaña CL mil omes de pie e XXII mil omes de cavallo, los quales todos ovieron grand pesar e acordaron de otorgar aquella pleitesía a los moros, por quanto la dicha çibdad era muy fuerte de çerca e de varbacanas e de cabas e, demás, porque sabían que los moros de dentro que fazían otras çercas e cabas para se defender, aunque les tomasen aquéllas.

   E asentada esta pleitesía, curaron de folgar e buscar las cosas neçesarias para continuar su guerra porque savían que los dichos reyes Çulema e Arziles o Cornamarán, Reyes de las çibdades de Nequia e de Antiocha e de Jherusalem, avían de venir con grandes poderes del Soldán de Vavilonia e de Persia a socorrer la dicha çibdad e les era forçado de pelear con ellos, para lo qual les e-ra // [Fol. 212 r., col. a] neçesario de estar folgados e aperçebidos, quánto más que los dichos Reyes tenían consigo toda la morería que escaparon en las dichas çibdades e tierras que ellos avían conquistado, los quales venieron con grandes poderes que les dio el dicho Soldán, que fueron CL mil de cavallo e CC mil omes de pie; e demás fueron ape[llida]das (563) todas las tierras del Soldán para que veniesen sobre ellos.

   E sabida la dicha venida por los christianos, ovieron su acuerdo e dexaron a guarda del su real a Jubola Baines de Françia por que los moros no saliesen a dar en las espaldas; e toda la otra gente salieron a una legua de la çibdad, adonde fallaron los moros. E ordenaron sus vatallas e començaron muy brava pelea, la qual duró de ora de terçia fasta la tarde, que por la graçia de Dios e por el grand esfuerço del duque Gudofre e de sus hermanos e de los otros nobles prínçipes e caballeros, así mesmo de la gente menuda, faziendo maravillas de sus personas veyéndose çercados de toda la morería, dízese que para un christiano avía XL moros, los moros fueron vençidos. E una de las causas d’este vençimiento fue porque en medio de la vatalla, quando estaba más afortunada, el duque Gudofre mató por sus manos al rey Cornamarán, Rey de Jherusalem; e así mesmo, su hermano Valdobín mató al rey Arziles de Antiocha. E fueron muertos en esta vatalla muy grandes gentes de moros e presos XXII mil moros, los quales fueron dados al Soldán de Persia por troque e redençión de los christianos que fueron presos quando fue desbaratado Pedro, el hermitaño, e su gente; e de los christianos morieron el Duque de Lormandía e otros II mil CCCXXV, los quales fue-ron [col. b] soterrados en la dicha iglesia de Santa Catalina, honradamente e con grandes proçesiones. E luego fue entregada la dicha çibdad al duque Gudofre e a los otros cavalleros e entrada con grandes proçesiones. E estobieron en ella fasta que ordenaron lo que les conplía.

    

   Título de cómo los christianos ordenaron su partida e cómo el duque Gudufre de Bullón quedó Rey de la santa çibdad de Jherusalem e su hermano Valdobín por Rey de la çibdad de Antiocha

   E los christianos, estando deseosos de tornar a sus tierras porque avían conplido su romería e acabado su demanda, ordenaron de dexar reparo en las dichas çibdades que avían ganado en aquellas tierras e de tornar a sus tierras. E alçaron por Rey de la santa çibdad de Jherusalem e de sus tierras aquel noble duque Gudofre de Bullón; e otrosí dexaron por Rey de la çibdad de Antiocha a Valdobín, su hermano. E dexáronles los reparos que podieron de gentes e de armas, pero no como les abastase para segund en el logar que quedava[n]. E tornáronse a sus tierras asaz trabaxados, pero bien alegres por la merçed que Dios los avía fecho en aquella santa romería.

    

   Título de los fechos que aconteçieron a este noble duque Gudufre después que reinó

   Así quedando por rey de la dicha çibdad de Jherusalem este noble Duque de Bullón con pocas gentes, a conparaçión de los moros vezinos, pero fizo muchos notables fechos en vatallas e guerras continas, seyendo por la graçia de Dios sienpre vençedor. Enpero, como él se vio amenguado para guerrear entre tantas gentes, pidió a Dios por merçed, fincando las rodillas ant’el Santo Sepulcro, que lo sacase d’este mundo, pues esta-ba / [Fol. 212 v., col. a] honrado. E oída su oraçión, morió a cabo de un año que avía reinado. E porqu’él no avía otro eredero, como aquel que era virgen, dexó por rey a Valdobín, su hermano, el qual reinó XXII años pasando mucho trabaxo e faziendo nobles fechos. E tobieron los christianos esta santa çibdad e las otras en LXXII años que reinaron en ella. E por los pecados de los christianos e por la poca ayuda que les fazían e por la mucha morrería que los perseguían de contino, dexáronlo todo e recogiéronse a la çibdad de Atre, que era ribera de la mar, e estableçieron por allí los christianos las encomiendas que son agora de aquella orden. E no se podiendo muchos tienpos sostener allí, recogiéronse a la isla de Rodas, donde son oy día; e mantienen sienpre guerra con los turcos con ayuda de los comendadores que lieban las dichas encomiendas e con los pobladores que en ella son.

   E en quanto fablé de la generaçión d’este noble Duque de Vullón fue por traer (564) la razón de cómo todo vino por la graçia de Dios, lo qual saqué abrebiadamente de larga escritura. E falleçió este noble Duque de Vullón en el año del Señor de mil XCV años.

    

   Título de cómo fueron levantados los señores de los turcos e dónde suçedieron e quáles e quántos fueron e de sus fechos, [que] llamaron Moratos, que agora señorea su linage sobre los turcos, e cómo tomaron la señoría al grand Soldán de Persia e de las grandes conquistas que an fecho e fazen en tierra de los christianos

   Contado ha la istoria cómo los turcos ganaron muchas tierras de moros, seyendo de una ley, e después de los christianos [col. b] del Inperio de Costantinopla; e como gente sin ley, guerreaban unos con otros quál será mayor. E d’éstos se levantó un turco que dezía que venía de linaxe de don Etor de Troya e conquistó mucho entre los turcos. E de aquél suçedió otro que, así mismo, conquistó mucho más que su padre. E d’éste suçedió otro que ovo nonbre Morad, que fue mucho esforçado cavallero e señoreó en toda la tierra que los turcos tenían a pesar del su Soldán de Persia, que era antiguamente señor d’ellos.

    

   Título de lo que fizo este turco Morad sobre un fijo que se le levantó con [e]l Enperador de Costantinopla

   Señoreando este Morad sobre los turcos e oviendo guerra con el Enperador de Costantinopla, levantósele un fijo e fízole mucha guerra en sus tierras. Otrosí se levantó un fijo al Enperador de Costantinopla e guerreaba mucho en el Inperio. E porque estos fijos les guerreaban, dexaron la guerra que entre sí tenían e tornáronla contra los fijos e considerándose contra ellos para los tomar e sacar los ojos. E posiéndolo por obra, aquel grand Morad prendió en guerra aquel su fijo e sacóle los ojos e púsolo en cárçel. Otrosí el Enperador de Costantinopla conquistó e prendió el suyo e, oviendo piedad d’él, perdonólo e tráxolo para su eredero. E como lo sopo el turco Morad, enbiólo requerir que guardase lo que con él avía puesto e que le sacase los ojos o que le matase. E porqu’el Enperador no lo quiso fazer ni guardar lo que prometido le avía en este caso, sacó su gente mucho grande e poderosa e, pasando el braço de Sant George, que es entre Greçia e la Turquía, puso real // [Fol. 213 r., col. a] sobre (565) él en Costantinopla. E venieron en pleitesía qu’el Enperador derribase un castillo que tenía mucho maravilloso en Costantinopla, pues no quería sacar los ojos al fijo. E así derribado, pasóse a la Turquía.

    

   Título de la guerra e grande vatalla que ovo este turco Morat con el grand Tanborlán e de las causas d’ella e de la su muerte

   Muerto este turco Morad, señoreó su fijo Basita Morad porque tomó el sobrenonbre de su padre. E en el comienço de su señorío ovo mucha guerra con sus hermanos, que querían cada uno d’ellos señorear, porque entre los turcos avían costunbre de tomar por señor a qualquier fijo del señor que poderoso veniese e, partido aquél, al otro abiba quien vençe. E tanto se trabaxó e salió ardid e guerrero que los conquistó e sacó los ojos e los puso en cárçeles. E sobrepujó mucho más que su padre, (e) conquistando muchas tierras de christianos e de moros. E tovo un grand tienpo çercado un cavallero christiano en la villa d’Esmira, que era mucho fuerte, el qual caballero se enbió quexar al Grand Tanborlán, que era muy poderoso allende de los Montes Claros, porque un tienpo fuera criado con él. E como lo sopo, enbió sus mandores honrados al Basita Morat, rogándole que no guerrease aquel caballero su criado ni a otros christianos ni moros sus comarcanos, que sabía el daño que les fazía e se le enbiavan quexar.

    

   Título de la mala respuesta que dio este turco Basita al Tanborlán, por que vino sobre él e lo vençió e mató

   A los quales mensaxeros este turco Vasita Morad recebió mucho desonestamente con duras e soberbiosas palabras e los enbió desonradamente. E con esto e con amonestaçiones de los christianos e moros que d’él se le aquexaban, fue el Tanborlán movido a ira e de saña contra el Morad. E para esto acusó mucho de ello un dotor frai-re [col. b] etaliano de la orden de San Françisco, que avía pasado en Aravia por pedricar la fe de Jhesuchristo e ser martiriado por ella e como llegó al Tanbornal tomó temor de la muerte e dexó el ávito e púsose a las armas con él. E como era sabio e valiente pribó con él. Por christiano, emaginó en sí qu’él no podía fazer mayor serbiçio a Dios que fazer matar a este Tanborlán e aquel moro Vasita Morat, porque, si anvos en uno se juntasen, bien podrían señorear mucha tierra de christianos. E punó quanto pudo por fazer venir a la Turquía, mostrándole como aquella tierra era rica e ligera de conquistar. E así se movió este Tanborlán de CLX jornadas de la Turquía con CM mil de cavallo. E llegando en cabo de la Turquía (566), sópolo este Vasita Morad e salió a él con DCC mil de turcos de cavallo mucho orgullosamente. E como lo sopo el Tanborlán, usando como guerrero tiró andar por el reino a pequeñas jornadas, gastándole las yerbas e las aguas e las vituallas por donde el Morad avía de venir; e no andaba más de tres leguas al día por tener folgadas sus gentes e cavallos para el día de la vatalla. E el Morat fazía al contrario, que andava X e XII leguas por las tierras gastadas e cansava sus gentes e caballos con el cansançio e con la falta de las vituallas, diziendo qu’el Tanborlán iba fuyendo e no lo osava esperar. E quando fue en cabo del reino, esperólo en un canpo llano e de gran largura e ovieron su vatalla a vanderas desplegadas. E fuendo mucho escalentada, fueron vençidos los del turco Morat e començaron a fuir. E como lo vieron algunos sus pribados, llegáronse a él e dixiéronle:

   -Señor, los vuestros cavalleros van fuyendo; e poned vuestra persona en salvo.

   E respondióles e dixo que no lo creía e que curasen de pelear. E dixéronle otros por semejante que fuyese quando tenía tienpo. E díxoles que no gelo dixiesen más, ca la casa de Turquía nunca fuyera del / [Fol. 213 v., col. a] canpo e qu’él el día que se armara caballero feziera juramento de nunca fuir en día de vatalla del canpo e que quería morir por señor e como caballero. E quando esto vieron los mayores de su casa, dixiéronle:

   -Pues señor, mandad a vuestro fijo mayor que fuya con nosotros por que vuestro reino no quede desanparado.

   E díxoles:

   -Yo no se lo demandaré ni a vos tanpoco, pero él e vos fazed lo que quisierdes.

   E con esto tomaron el fijo mayor e fuyeron con él. E fue el Morat preso, aunqu’él más quisiera morir peleando; pero, conoçiéndolo, no lo quisieron matar. E fueron muertos dos fijos suyos e otros muchos muertos e presos e robado todo el canpo e su real.

    

   Título de cómo este Morad Vasita fue traído ant’el Tanborlán e de las razones que ovo con [e]l Tanborlán

   Otro día por la mañana fue traído el Morad Vasita turco ant’el Tanborlán. E trasiéndolo quatro cavalleros por los braços, llegando a su vista, quesiéronlo avaxar que feziese reberençia al Tanborlán, segund la costunbre de los moros, que la fazen tres vezes de lexos besando en tierra, e él no lo quiso fazer, antes se tovo enfiesto arriba, que cosa no lo podieron fazer avaxar. E como lo vio el Tanborlán, díxoles que lo dexasen. E así llegó ante él e, llegado, díxole:

   -Dime tú, perro, ¿por qué dixiste tú que no era yo omne para pelear contigo ni para te vençer?

   Respondióle:

   -Yo dixe verdad, que tú eres fijo de un pobre cavallero e de vaxa sangre fecho de poco acá e yo de la generaçión de don Étor de Troya. E tú no me vençiste ni yo fue ni só vençido, que como cavallero guardé el canpo; e vençiéronse los míos, que fuyeron e me desanpararon.

   E con estas e con otras muchas razones fízolo matar de cruel muerte. E robado todo su reino, adoleçió, que era de LXXX años; morió allí e leváronlo sus fijos, que tenía allí XXII cavalleros e fuéron-se [col. b] con él con todas sus gentes ricos e honrados.

   Este turco Vasita fue el que peleó con los françeses e prendió al Duque de Vorgoña e a los otros grandes de Françia, segund se contiene en el título de la istoria de los Duques de Vorgoña.

    

   Título de cómo señoreó mosén Alemán, su fijo, e de la guerra que ovo con sus hermanos e de la su muerte

   Muerto este Vasita Morad, señoreó (567) mosén Alemán, su fijo mayor, aquel que fuyó de la vatalla, e fue mucho esforçado e guerrero cavallero. E guerreando mucho a christianos, levantóse contra él mosén Rechi, su hermano, e peleó con él; e porque lo vendieron los suyos, fue vençido en el canpo. E cabalgó en una yegua corredora que traía consigo. E fuyendo en ella, que cavallo ninguno no la podía alcançar, e llegando en un río grande, como es costunbre de las yeguas, que en cada río quieren fazer aguas, púsose a las fazer en medio del río; e él no la podiendo sacar, llegaron los de cavallo que lo seguía[n] e prendiéronlo e afogáronlo luego con una cuerda de arco por mandado de su hermano, que costunbre es entre ellos que a fijo del señor no le sea sacado sangre por ninguna manera ni por muerte que le sea dada.

    

   Título de cómo señoreó mosén Geldi, su hermano, e cómo lo mató su hermano

   Muerto este mosén Alemán Morad, señoreó en su logar este mosén Trechi. Levantóse contra el mosén Maxi e vençiólo e matólo por semejante e señoreó en pos d’él. E por semejante fezieron todos los otros siete hermanos, que de siete hermanos que eran toda vía mató el menor al mayor. E así lo fizieron todos los otros que d’él suçedieron, fasta que los turcos mesmos se fallaron burlados de los fijos de los señores porque ellos morían entre ellos e ordenaron en toda la señoría de la Turquía que, quando el señor moriese, que todos los fijos que dexase fuesen presos e puestos en una fortaleza edefi-cada // [Fol. 214 r., col. a] con grandes palaçios e patios de çercas e dentro de todas las salvaginas (e) del mundo e aves e montes para su gobierno para que allí dentro caçasen con perros e con aves, andando por todos ellos con çiento de cavallo que los aguardasen e que les den mugeres quantas quisieren e viçios de viandas e de todas cosas que voluntad de omne puede aver. E así lo acostunbran oy día: toman el que mejor les pareçe por señor e prenden allí los otros, como dicho es, e si muere el que señorea, toman el que mejor les pareçe por señor.

    

   Título de cómo señoreó Maomad Morat e de las grandes conquistas que fizo en los christianos e moros e de cómo ganó la çibdad de Antiocha e otras muchas

   En el año del Señor de mil CDXXX años señoreó Maomad Morad, que suçedió de uno en otro d’estos señores. E veyéndose mucho poderoso e sin contrariedad alguna, pasó el braço de Sant George e ganó en el comienço de su señoreamiento por çercas e guerras continua[s] las çibdades e tierras de Galípoli e de Sinópoli e de Andrinópoli que eran en la tierra de Greçia, del cabo de San Ángelo, que es en el comienço del arapiélago.

   E después d’esto vino con flota poderosa de mil CM velas e de gente de caballo sin cuenta e çercó la çiudad de Costantinopla por mar e por tierra e, tobiéndola çercada en siete meses no la podiendo tomar porque yazía dentro el Enperador con LX mil omes e mugeres e moços e moças e más e catando manera para la tomar, sacó çinquenta galeas medianas de la mar e subiólas por la tierra con cuerdas e artefiçios con gentes e echólas por un gran río que entrava por medio de la çibdad, [col. b] que no avía çerca por allí sobre el río, llenas de gentes armadas. E como entraron a desora en la villa porque la gente estava descuidada, ca ellos no podían saber cosa que fuera de la çerca se fiçiese, e los vieron entrar e desenbarcar las gentes armadas en medio de la plaça e otrosí vieron que toda la morería de fuera dieron el conbate a las çercas todos a la redonda, no sopieron qué fazer, sino pelearon con aquellos que entraron e con los que de fuera les ponían las escalas. E morieron los más d’ellos en armas; e morió allí el Enperador e fuyó su hermano Felipo Alifot por el río arriba e traxo a Roma la cabeça de Sant Andrés e púsola en Roma. E fue preso Tomás Dispot, su hermano; casó su fija con el turco Maomad, seyendo christiana, que dizen los turcos que no han pecado por moltiplicar. E fueron muertos e catibos toda la gente de la çibdad.

   Tomó luego la çibdad de Enpera, que era de genobeses, a dos leguas de Costantinopla, e derribó las çercas. E levó la piedra a Costantinopla e forteficóla con ello. E fizo la iglesia de Santa Risia de Costantinopla, que era la más noble de christianos, mezquita de los moros.

    

   Título de la grande vatalla que ovieron con este Maomad Morad el conde Blanco e fray Juan de Capastrán, que los christianos fueron vençedores

   Después d’esto çercó la çibdad de Volgrado, que era del reino de Ungría, e vino en socorro d’ella el conde Blanco con la cavallería de Ungría; e vino con él fray Juan de Capastrán, que era italiano de la orden de Sant Françisco, con XXV mil fraires de todas las órdenes sin armas de cuerpo. E ovieron su vatalla e morieron ICXX mil turcos e LXXX mil christianos legos e fraires, todos a golpe de espada, e fueron vençidos los turcos; e afogáronse fuyen-do / [Fol. 214 v., col. a] en los ríos de Semas e de Morabe e de Anubio, que son tres ríos mucho grandes, CLXXX mil turcos moros, de los que fueron fallados, sin otros que no pareçieron.

   E luego fue fecha tregua entre ellos para soterrar los muertos e para otros reparos que neçesarios eran a turcos e christianos, los quales ellos guardan mejor que todos los omes de todo el mundo.

    

   Título del grande miraglo que Nuestro Señor mostró en el enterramiento de los christianos e de cómo por él se tornó christiano el conde Estáfano e fizo mucha guerra a los turcos toda su vida e fue noble cavallero e christiano

   Fechas estas treguas, a terçero día de la vatalla vino aquel fray Juan de Capastrán con otros fraires e legos a buscar los christianos muertos para los enterrar e fazer sobre ellos misa e rogaçiones e encontróse con el conde Esteban, que era un poderoso turco que andava mirando los muertos para los mandar enterrar. E díxole él:

   -¿Qué buscas?

   Respondióle:

   -Busco los christianos que morieron en remenbrança de la Pasión de Jhesuchristo para los soterrar e apartar de los sus infieles que yazen entre ellos.

   E oídas estas palabras, rióse aquel conde Estáfano e díxole como en desdén:

   -Dígote, fraire, que, si acabas con este tu Dios que escoxas los cuerpos de los christianos de los con los turcos o yazen pedaços e rebueltos en uno a mi vista, que luego lo adoraré e creeré todo lo que de la su fe pedricas.

   E oídas estas palabras el dicho fraire Juan e sus fraires, fincaron las rodillas en tierra e alçaron las manos e los ojos al çielo e dixo a altas vozes:

   -¡O Jhesuchristo, Señor!, así como Tú eres Fijo de Dios [col. b] e verdadera Trenidad Padre e Fijo [e] Espíritu Santo e encarnaste e naçiste de Virgen e morir quesiste por nos, pecadores, salvar con tantos martirios e penas en la vera cruz e resuçitaste a terçero día e quebrantaste los infiernos e saqueste aquellos que a Ti plogo e subiste a los çielos en cuerpo e en alma e estás a la diestra de Dios Padre, muestra tu misericordia sobre estos cuerpos de tus sierbos que por Ti quisieron morir. ¡O vendita Santa María, madre suya!, ruégale por estos martiriados.

   E por él acabadas estas palabras e otros responsos que por ellos fueron dichos, luego en aquel punto a vista de todos se volvieron todos los christianos muertos de cara arriba e los ojos aviertos al çielo e todos los turcos se volvieron al contrario, las caras a tierra. E como aquello vio aquel turco Estáfano, fincó las rodillas en tierra e dixo:

   -Señor Jhesuchristo, creo que eres rey e poderoso de todo el mundo e a Ti solo adoro yo, conoçiendo que eres Fijo de Dios e verdadera Trenidad, e prometo de ir a la tu santa iglesia de Roma a recibir bautismo agua de [E]spíritu Santo de mano del tu Santo Padre de Roma.

   Continuando su camino e con él otros muchos turcos que creyeron en esto como él, (e) falló al noble rey don Alonso de Nápoles e de Aragón, que estava en Italia su villa, para que fuese su padrino. E vino con él a Roma e fue su padrino. E reçebiendo vautismo, juró aquel Conde en las manos del Santo Padre que, quando los christianos muertos se volvieron de cara arriba al çielo, qu’él viera salir a cada uno una candela de çera ardiendo por la voca e qu’él viera salir por las vocas a los turcos muertos, quando se volvieron las caras abaxo, a cada uno fumo como de fuego por las vocas.

   E así se tornó a su tierra e fizo mucha guerra a los turcos en toda su vida e fue serbidor de Jhesuchristo como cavallero.

    

   Título de cómo se tornó christiano Estandarbeque e de las cosas que fizo en armas // [Fol. 215 r., col. a]

   En la sazón que fue esta vatalla vino un cavallero turco que llamaban Estandarbeque con grandes poderes de turcos, que era fijo de un cavallero christiano por mandado del Señor, que avía sido catibo de tres años, e çercó la çibdad de Croyas, que es en Alvania. E como llegó a ella, salieron a él los prelados de la çibdad e dixiéronle:

   -Estandarbeque, ¿por qué vienes [a] destroír la tu çiudad e a tus christianos e parientes?

   E díxoles que por qué lo dezían. E dixiéronle cómo él era fijo del señor de aquella tierra e cómo fuera catibo de tres años. E mostráronle los palaçios de su padre e las sepolturas d’ellos. E dixiéronle:

   -Cata aquí la tu çibdad e tierra e faz d’ella lo que querrás, que nos faremos tu mandado, non denegando nuestra fe.

   E como lo él oyese, fue mucho turbado e preguntó mucho afincadamente por aquel fecho e con grand diligençia. E como ovo entendido e sabido el fecho de la verdad, llamó a todos los turcos que con él eran venidos e contóles todo aquel fecho e que no era obra de omne humanal en destruir su tierra e linage; e por ende, si algunos quesiesen quedar con él, que les faría bien de quanto podiese e los otros que se tornasen con la graçia de Dios a sus tierras. E quedóse con pocos d’ellos. E tornóse christiano e defendió aquella tierra de Alvania, faziendo mucha guerra a los turcos en toda su vida como caballero, que ovo muchas buenas andanças en el fecho de las guerras.

    

   Título de la grande conquista e mortandad que este turco Maomad fizo en los christianos

   Muertos este rey Juan de Capastrán e conde Estéfano e Estandarbeque, este turco Maomad començó a guerrear a christianos e ganó aquella çibdad e Croyas e a toda Alvania e a Esclaba-nia. [col. b] E perdió en esta conquista CL mil turcos. E con aquella ira, fizo la gran destruiçión, que entró la isla de Negreponte, que es en el arapiélago, e derrocóla e ganóla e pasó por espada a todas las gentes, varones e mugeres, desd’el viejo fasta el de la teta, que fue gente muerta sin cuenta, ca estos turcos han por costunbre, e dizen que así lo manda su ley, de vengar la sangre derramada de los turcos en sangre de christianos, que los matan en qualquier manera.

    

   Título de cómo fue pregonada cruzada por el Santo Padre e cómo morió él e de la grande conquista qu’el turco fizo por ello en los christianos

   Sabida esta crueldad por el Santo Padre de Roma, pregonó cruzada por toda la christiandad para ir sobre aquel turco e qu’él iría en persona. E fueron muchas gentes menudas e de omes fijosdalgo de vaxa manera, que no grandes señores, como fueron en el tienpo del duque Gudofre de Bullón, quando conquistó la santa çibdad de Jherusalem. E llegados a Roma, falleçió este Santo Padre e tornáronse todos, tobiendo que no plazía a Dios que fuesen socorridos los christianos por sus pecados.

   E sabidas estas nuevas por este turco Maomat, con temor d’esta cruzada de los christianos, reparó todas sus tierras que fronteras tenía de los christianos e recogióse a la çibdad de Costantinopla. Como sopo las nuebas qu’el Santo Padre era muerto e la gente de los christianos tornada, con grand plazer que ovo sacó sus grandes poderes con grand orgullo e entró por Greçia e ganó las islas de Metelín e otras del arçipiélago; e ganó la tierra de la Morea e el inperio de Trapisonda con todas sus tierras. E todo esto que ganó / [Fol. 215 v., col. a] de los christianos déxalos vevir en su ley conplidamente, derribándoles las çercas e las fortalezas e que le pechen de tributo cada año de çinco cosas que ganen una; e tanbién de los fijos e fijas para esclavos. E los fijosdalgo que son para tomar armas liévalos consigo en las guerras e págales su sueldo conplidamente, como a los moros. E fázeles vevir en justiçia, así a moros como a christianos.

   Aquí se acaban los doze libros que Lope Garçía de Salazar fizo en esta Istoria de las bienandanças e fortunas estando preso en la su casa de Sant Martín e comiénçase el XIII libro, de los XXV libros que Lope Garçía de Salazar fizo en [e]sta istoria de los fechos d’España, [que] es partida en dos partes, e de los términos e noblezas e virtudes d’ella; por qué se llaman las Españas por el corriente de las lubias e de los ríos e de las gentes que la poblaron e de los señores que las señorearon; e del virtuoso caballero Ércules de Greçia, que mató a los reyes Jerión e Trato, que la señoreaban por fuerça, e la señoreó a plazer de todos los pobladores d’ella; e de Ispán, su sobrino, que dexó por rey e señor d’ella, e del infante Pirrus, su yerno, que en pos d’él en ella reinó; e de cómo fue llamada España; e de cómo fue despoblada porque no llobió en XXVII años e de cómo tornó a llober en tres años continos e tornaron las gentes a la poblar; e de cómo fue señoreada de los almonicas e de cómo los echaron d’ella los africanos; e cómo la señorearon los romanos, echándolos d’ella, e de cómo los godos la ganaron d’ellos; e de cómo venieron en socorro d’ellos sus parientes, que arribaron en Santoña; e del buen rey Banba e de los otros reyes que d’ellos suçedieron fasta la su destruiçión que los alárabes en ella [col. b] fezieron en el tienpo del rey don Rodrigo; e de los reyes moros que en ella reinaron e de las dibisiones que ovo entre ellos; e de cómo fueron echados los alárabes por los almonicas e después reinaron los marines; e de Avenhuc, que reinó sobre los Reyes d’España e cómo después reinaron los Reyes de Granada e reinan fasta oy.

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   552.- Como en otras ocasiones el término cruz ha sido sustituido por un dibujo que la representa.

   553.- enbió, interlienado por otra mano.

   554.- el, también interlienado por la misma mano que interlineó enbió.

   555.- al Conde, reclamo al final del folio.

   556.- dies, en el manuscrito.

   557.- Alemaña, escrito por B a la derecha de la columna.

   558.- Alemán, en el manuscrito.

   559.- fieron, en el manuscrito.

   560.- a las, repetido detrás.

   561.- que, copiado dos veces.

   562.- quales eran, reclamo al final del folio.

   563.- apedilladas, en el manuscrito.

   564.- traer, repetido seguidamente.

   565.- La primera sílaba de sobre se ha escrito también al final del folio anterior.

   566.- Turquiía, en el manuscrito.

   567.- senoreó, en el manuscrito.