Libro XIV

   [Libro XIV]

 

   [Fol. 239 r., col. a] Título de la vatalla de Ronçesvalles e de la muerte de los Doze Pares de Françia que en ella morieron e de la causa de todo ello

   En el año del Señor de DCCLXXX años, reinando este rey don Alonso el Casto e sentiéndose agraviado de sus cavalleros porque en el comienço de su reinamiento lo avían echado del dicho reino, que estoviera en Navarra con el rey don Garçía, su tío, hermano de su madre, diez años e más, fasta que tornó a reinar con ayuda d’él e de los fijosdalgo de León, otrosí porque los moros lo aquexavan por tributo de las çient donzellas qu’el malo de Mauregato, su tío, avía tributado el reino de León, otrosí porqu’él no avía fijos ni los entendía aver porque nunca quisiera aver ayuntamiento de muger, por estas causas enbió dezir al rey Carlos de Françia, que a la sazón era el mejor e más poderoso del mundo, que le veniesen ayudar contra los moros d’España e que lo faría eredero del reino de León para después de sus días e que le daría la conquista de toda España, que perteneçía al reino de León, e que todo lo que ganase de los moros que lo oviese para sí luego que lo ganase. El rey Carlos, reçevido este mensaje, respondióle que por serviçio e por honrar e ensalçar la christiandad que le plazía de voluntad. E adereçados sus poderosas gentes, (e) dereçó su camino para España. Enbió adelante al conde Gallarón, que era honrado e poderoso cavallero, al rey Marsil de Sarago-ça, [col. b] que era poderoso moro en Aragón, que lo ovedeçiese por señor e que le faría mucho bien [e] (603) le dexase el reino, si no, que lo destruiría con todo su reino.

   Como este rey Mares oyó este mandado e seyendo atemorizado d’ello e no fallando en sí poderío para se defender de los françeses, fabló con aquel malvado conde Gallarón e, prometiéndole mucho de oro e plata que luego le dio, (e) vendió a su señor e a la noble cavallería de Françia que en serviçio de Dios e de la christiandad d’España venían con deseo de echar los moros de toda ella, lo qual ellos entendían ligeramente fazer. E la causa de la traiçión qu’él fabló e trató fue ésta: qu’él dixo al rey Marsil después de tomado su mal preçio que le diese sus cartas de creençia en cómo se tornava su vasallo e le reçibía por señor e que se aquexase por venir; con esto qu’él juntase las más gentes que podiese e que se echasen en çeladas açerca de los puertos de Ronçesvalles, que los Doze Pares que traían la delantera del rey Carlos bien tres leguas con XX mil omes pasarían los dichos puertos descuidados por la dicha paz qu’él levaría e que los podían matar a todos antes qu’el Rey los socorriese. Demandó al dicho rey Marsín e a los otros moros que le segurasen a don Dalbue, su fijo, que era uno de los XII Pares, que venía en la delantera con ellos, e dioles las señales de sus sobrevistas que traía sobre sus armas por que ninguno no lo firiese por cosas que en armas él fiziese. Con este conçierto se fue a su señor, el dicho rey Carlos, que venía continando su camino.

 

   Título de cómo Vernaldos del Carpio, olvidando el temor de Dios, / [Fol. 239 v., col. a] vino con mil omes de cavallo en ayuda de los moros por estorbar la venida de los françeses

   Savida la venida de los dichos françeses por la cavallería de los leoneses e la causa d’ello, seyendo mucho pesantes d’ello, trabaxáronse con el rey don Alonso por que les contrariase la dicha venida. E quando con él no lo podieron acavar, juntáronse con [é]l Vernaldos del Carpio, su sobrino, que era mançebo e el que más pesaba de su venida, el qual con I mil omes a cavallo vino prest[a]mente (604) en ayuda de los dichos moros e se puso en çelada con ellos en un monte que agora se llama la casa e solar de Ureda Ureta. Como los dichos françeses pasaron con los Pares, sus caudillos, en los dichos puertos descuidados por la dicha paz tratada por aquel malvado Gallarón, dieron en ellos por todas partes, así moros como christianos, e fezieron grand matança en ellos, espeçialmente este Vernaldos con aquellos mil de cavallo, que fizo maravillosos fechos de armas e mucha matança en los dichos françeses. E ya seyendo muertos los más d’ellos, encontróse Roldán con don Dabue, fijo de Gallarón, que era su hermano de madre, e díxole:

   -¡O traidor, fijo de traidor!

   Que ya lo sabía Roldán, que gelo dixo un moro en algaravía en medio de la vatalla cómo los avía vendido su padre. Respondióle don Dabue e díxole:

   -Fijo de traidor puedo ser yo, pero no traidor.

   Díxole Roldán:

   -Pues muere aquí connusco.

   Díxole:

   -Yo de grado morería, ca no fa-go [col. b] sino matar en los moros, pero a mí no me fiere ninguno.

   Entendiendo Roldán que por que lo avían asegurado a su padre, como dicho es, que no lo fería ninguno, díxole:

   -Toma esta mi sobrevista e dexa esa tuya.

   E así como la vistió e començó a pelear, luego le cargaron de golpes, diziendo que era Roldán. E como se vio ferido de muchos golpes mortales, apretó sus feridas con un pendón que traía por que no le saliese la sangre e, saliendo de la vatalla, tiró en su cavallo camino del rey Carlos, que ya venía en su socorro sopiendo de la traiçión. Como lo vio, preguntóle que cómo quedavan los Pares e sus gentes o qué era d’ellos. Díxole:

   -Señor, los Doze Pares e todas vuestras gentes muertos son e matáronlos los moros e christianos porque los vendió el traidor de Gallarón, que yo tenía por padre. E por que yo no sea llamado fijo de traidor, desniégome de su sangre delante la vuestra persona real e digo que yo no só su fijo ni él sea llamado mi padre.

   E desatando sus llagas por su mano e saliéndole la sangre, cayó muerto a los pies del rey Carlos.

   E como Roldán se partió de don Dabue, como dicho es, (que) andando por la vatalla faziendo grandes fechos en armas e esforçando a los suyos que vibos avían quedado e seyendo ferido de muchos golpes mortales en su persona, encontróse con Oliveros, que era uno de los Doze Pares e conpañero suyo e leal amigo desde ser cavallero, que andaba otrosí ferido de muchos golpes mortales, que avía fecho maravillas de su persona en aquella vatalla e avía ya perdida la vista de los ojos por la mucha sangre que le // [Fol. 240 r., col. a] salía de sus llagas, e dio a Roldán con la espada sobre las armas, cuidando que era un moro. Como Roldán lo vio, pesóle mucho, cuidando que se avía tornado moro, e díxole:

   -¿Qué es eso, hermano Oliveros?

   Como él oyó esto, conoçiólo en la palabra e díxole:

   -Hermano Roldán, con deseo de verte antes de mi muerte te ando buscando.

   E abraçándose e vesándose con él, cayó muerto delante d’él. E allí morieron este Roldán, adelantado de la Tabla de los Pares, e Oliveros e Reinaldos de Montalván e don Ogeros de Las Marchas e el arçobispo Torinos e el gascón Angelero e el mançevo Velarte e don Dalbue, fijo de Gallarón, e el Terrin de Ardeña, que traía la vandera de los Pares, e todos los XII Pares e XX mil françeses e más. E tornóse Carlos de allí a Françia fatigado, adonde acavó en honra, segund se contiene en el título de sus grandes fechos.

   E reinó este rey don Alonso en el año del Señor de DCCLXX años e morió faziendo grandes fechos contra los moros en el año del Señor de DCC años e yaze en ( ) (605).

    

   Título del reinamiento del rey don Ramiro de León, X que en ella reinó e primero d’este nonbre

   El rey don Ramiro, primero d’este nonbre e ochavo Rey de León, hermano d’este rey don Alonso el Casto, levantóse contra él un conde del palaçio e vençiólo e prendióle e sacóle los ojos e púsole monge. E sosegando su reino como le convenía, envió demandar treguas a los moros. E otorgárongelas, con tal condiçión que les enviase luego las çiend donzellas qu’el rey Mauregato el Malo e los otros después d’él les avían pagado en cada año, [col. b] segund dicho es, si no, que le robarían las tierras. E juntado su reino sobre ello e con acuerdo de todos, no podiendo ál fazer, acordaron de los enbiar. E repartiéronlos por suertes, segund la costunbre de los pasados, sobre los quales mostró Nuestro Señor su grande e maravilloso miraglo.

 

   Título del miraglo qu’el Nuestro Señor quiso mostrar por una donzella de aquellas que levavan cativas e de cómo apareçió primeramente el apóstol Santiago a los christianos d’España

   Recogidas estas C donzellas con mucho dolor e manzilla, como atal caso lo ofreçía, seyendo las L fijasdalgo e las otras L fijas de labradores, para las maltratar en toda servidunbre, así como para el Rey por mançebas e para los cavalleros e para serbir sus casas con ellas, e acavado todo, diéronlas a dos escuderos con otros serbientes que las levasen a los moros. E así salidos con ellas e andadas çinco leguas d’ella, espiró el Espíritu del Señor, que nunca falleçe adonde deve, en una donzella de aquellas fijasdalgo, que era la más fermosa e más entendida d’ellas. E desnudóse de todos sus paños e púsose qual su madre la pariera e diolos a un su serviente que gelos levase. Como los escuderos vieron aquello, maravilláronse mucho, pensando que con la maginaçión se avía enloqueçido, e trabaxáronse tanto con ella por la fazer vestir, deziéndole que lo fazía mal e que los avergonçava e que por loca la apedrearían los moros e que ellos e las otras donzellas padeçerían por la su locura. Como quier que estas e otras cosas muchas le dixieron, así de amenazas como de ruego, ni con amonestaçiones de Dios [que] le dixieron, deziéndole que se acomendase a Dios, que / [Fol. 240 v., col. a] la podía librar de aquel peligro en que iba, e que dexase todas aquellas locuras e temas e desvergonçamientos, jamás d’ella podieron aver palabra ninguna de bien ni de mal ni fablava con persona que fallase, sino que preguntava a todas las personas que topava adónde era la tierra de los moros. E quando le dixieron que entrava en ella, pidió sus paños [e] vestióse lo más mejor e más apuestamente que pudo. Como los escuderos la vieron así vestida, maravillándose mucho d’ello, preguntáronle que por qué lo fazía. Respondióles que ella se desnudara primeramente quando venía en tierra que no avía omes e que las mugeres no deven aver vergüença sino de los omes e agora que ella se vestiera porque entravan en las tierras que avía omes e por eso era vestida, por encobrir sus carnes d’ellos por que no la burlasen ni disflamasen d’ella ni d’ellos ni por ello fiziesen enojo aquellas cativas desaventuradas de christianas, sus conpañeras, ni a ellos, que así las levavan a vender a los infieles sin ley. Los escuderos le dixieron que tantos omes avía en tierra de christianos como en la tierra de los moros e tan buenos. Respondióles que dezían lo que les plazía, que, si en la tierra de los christianos oviese omes, que no levarían a ellas así por esclavas a tierra de moros, adonde avían de ser corronpidas e ensuçiadas sus virginidades de las gentes infieles enemigos de la santa fe, la qual a ellas farían renegar e desnegar el su Salvador Jhesuchristo e a la Virgen Santa María, su Madre, e que porque los moros eran omes gelas fazían levar así.

    

   Título de cómo aquellos escuderos se tornaron al Rey con todas las donzellas e contaron a todos el fecho de la donzella e cómo todos los [col. b] del reino acordaron de no las dar

   Oído este fecho por el Rey e cavalleros, segund la donzella lo avía dicho, e mucho platicado, con todos de un acuerdo juraron de no las dar e de morir sobre ello. E acordaron de los ir [a] buscar antes que no pagar aquel tributo o de morir sobre ello. E porque creían que los moros los vernían a buscar, acordaron de entrarles ellos primero en la tierra. E salió este rey don Ramiro con la más gente que pudo e entróles por Navarra, que era toda de moros, sino las montañas d’ella, e començaron a matar e quemar e robarles todas las tierras. E como los moros esto sopieron, apellidaron toda la tierra e fueron sobre ellos. E falláronlos en un logar que llaman Alvela e ovieron fuerte vatalla en que morieron muchos moros e christianos. Pero como los moros eran muchos e los christianos pocos, fuyeron los christianos e, dexando muchos muertos e tornando algunas vezes sobre sí, recogiéronse a un çerro que llaman Clío en anocheçiendo. E recogiéndose (606) dos a lo alto d’él llorando sus pecados, rogaron a Dios que los socorriese, ca, si ellos allí pereçían, que España sería destruida, como lo fuera en el tienpo del rey don Rodrigo, e, caso que ellos fuesen pecadores, que se doliese de la santa fe por la qual Él tomara muerte e pasión. E sobre todos se acuitava este rey don Ramiro, llorando de sus ojos, llamando a la Virgen Santa María que rogase por él por que en el su tienpo no fuese perdida España. E adormidos con el cansançio de las armas, apareçió en sueños el apóstol Santiago al rey don Ramiro.

    

   Título de cómo apareçió el apóstol Santiago la primera noche a los christianos d’España antes de la vatalla de Al-[bela] (607), // [Fol. 241 r., col. a] adonde el rey don Ramiro vençió a los moros

   Dormiendo este rey don Ramiro fuertemente, apareçióle el apóstol Santiago e díxole:

   -Save çiertamente qu’el Nuestro Señor ha repartid[a]s (608) e dadas en guarda e defensa de mis hermanos los apóstoles todas las probinçias de los christianos e a mí ha dado la probinçia d’España porqu’el mi cuerpo yaze en ella e que la defienda de los enemigos de la fe. Por ende, confesad vuestros pecados e acometed de mañana a los moros, que yo seré conbusco ençima de un cavallo blanco e una bandera blanca e espada reluçiente en la mano con mucha conpaña de ángeles e mataré muchos d’ellos, como todos los confesados veredes.

   E como el apóstol se partió del Rey, él se levantó con grande alegría e llamó a todos los suyos e contóles aquella visión e ellos con alegría dieron graçias al Señor. E después de confesados deçendieron del otero e, llamando a Dios e al apóstol Santiago, dieron reziamente en los moros; e pareçiendo el apóstol así como dicho avía a los christianos, e aun a los moros, luego fueron vençidos e morieron muchos d’ellos, que se dize que morieron más de LX mil moros. E ganó de aquella vez la çibdad de Calaorra e otros castillos en la comarca e tornóse a León. E de allí estableçieron de dar a la iglesia de Santiago sendas medidas de trigo de cada jugada de bueyes en todas las tierras e así mesmo de las gananças de las vatallas tanto como a un cavallero.

   Este Rey ovo batalla con los lormanes, que eran paganos, que venieron por la mar con poderosa flota e arribaron [col. b] a Lisbona, que la tenían moros, e fezieron mucho daño en ella. E de allí fueron a Sevilla e a Cáliz e Algezira, que tenían los moros, e robáronlas. E tornando a Galiçia, que era de christianos ganada e fazían mucho daño en ella, (e) peleó este Rey con ellos e vençiólos e mató muchos d’ellos e quemólos çinquenta naos; e los que escapar podieron fuéronse con las que les quedaron a sus tierras.

   En quanto él allá estava, alçáronsele los condes Alderado e Proviolo, que eran poderosos, cuidándole tomar el reino con cada siete fijos que avían anbos, que eran cavalleros. E veniendo sobre ellos, vençiólos e prendióles e sacóles los ojos a los Condes e fizo descaveçar los fijos. E acavado esto, morió de su dolençia. E reinó VI años e yaze en Oviedo.

    

   Título del reinamiento del rey don Ordoño de León e de sus fechos e de cómo defendió su reino XI 

   Muerto este rey don Ramiro, los christianos por Rey alçaron de León a don Ordoño, su fijo, que fue el noveno Rey de León, en el año del Señor de DCCCX años. E fue buen rey, entendido e manso e avisado en el govierno de su reino. E pobló las çibdades qu’el rey don Alonso el Católico ganara e yermara de los moros por no las aver quién poblar. E fueron éstas Tuy e Astorga e Amaya e Panpliga. E ovo muchas peleas con los moros e sienpre fue vençedor toda vía. E alçáronsele los gascones, que era de su señorío, e fue sobre ellos e peleó con ellos e mató muchos d’ellos. E dexó por suya a toda Gascueña, que era sogeta a los Reyes de León.

   Este rey don Ordoño enbió a su hermano con muchas gentes en ayuda del rey moro de Toledo, que lo tenía / [Fol. 141 v., col. a] çercado Maomad, Rey de Córdova, e ovieron fuerte vatalla e fueron vençidos los moros de Toledo e los christianos. E morieron allí VII mil christianos e muchos moros.

   Este don Ordoño bençió en vatalla a un capitán de los moros de allende la mar que llamavan Muça Avençaín, que era del linaje de los reyes godos d’España, que veno con mucha gente de aláraves e de várvaros faziendo mucho mal en Cataloña e en Gascoña e Françia. E llegó a España e salio a él este rey don Ordoño; e vençiólo e fuyóle con dos lançadas. E matóle XII mil cavalleros, sin la gente de pie, que fue mucha, e ganaron él e los suyos mucho algo que aquéllos traían robado.

   Este año arribaron muchas gentes de normaes, que eran paganos, con grande flota de naos en España e tomaron las villas de Algezira e otras de la costa del Andaluzía e robaron e quemaron muchos logares que eran de moros e mataron e cativaron muchos d’ellos. E pasaron en África e fezieron mucho daño en la costa d’ella e mataron muchos moros e quemaron e robaron todo lo que podieron. E dende fueron a las islas de Mallorcas e de Menorcas e de Ibiça e fezieron eso mesmo en ellas. E de allí corrieron a Greçia e fezieron mucho daño e ganaron mucho algo en ella. E de allí tornaron a la costa d’España e tovieron allí todo el inbierno e a la entrada del verano fuéronse para sus tierras. Estos normanes suçedieron de los almonicas que venieron de Caldea, segund se ha contado en las guerras de los romanos e cartagineses, los que señorearon a Es-paña [col. b] e los echó d’ella el enperador Amúlcar.

   Este año morió este rey don Ordoño e enterráronlo en Santa María de Oviedo. E reinó X años.

    

   Título del enreinamiento del rey don Alonso de León el Mano, que fue el que en [e]lla reinó XII 

   E muerto este rey don Ordoño, los christianos alçaron por su Rey de León a don Alonso, su fijo, que fue llamado el Mano, que fue el dézimo Rey de León, en el año del Señor de DCCCXX años, que fue el terçero rey d’este nonbre que reinó en León. E començó a reinar a XIV años de su naçimiento. E reinando así, alçóse contra él don Fruela Vermudes, que era del linaje del rey don Vermundo de León, e allegó a sí muchos gallegos e estuarianos e llamóse Rey de León. E como lo sopo el rey don Alonso el Mano, fuese a tierra de Álava a vuscar gentes para pelear con él. E en esto vino este don Fruela Vermudes a la çibdad de Oviedo e fízose reçebir por rey a pesar de todos los çiudadanos e vezinos d’ella. E en entrando en la çibdad e con la priesa no se catando, fue ferido no sopiendo de quién e cayó luego muerto del cavallo. Como esto sopo don Alonso, que era en Vitoria, vínose para León e fue reçebido por rey por todos con mucha alegría.

   Después alçóse el conde Ladrón en Álava e fue luego sobre él con todo su poder. E como lo sopieron él e los alaveses, veniéronse para él pidiéndole perdón e prometiéndole serbiçios. E perdonólos, pero al conde Ladrón fízolo prender e poner en presión.

   En este año mesmo le entraron por la tierra dos capitanes con muchos moros, que se llamavan el uno Almondar e al otro Vudaldar, e vençiólos e mató muchos d’ellos e ganó mucho // [Fol. 242 r., col. a] algo d’ello e fizo muchos daños en sus tierras.

   Este rey don Alonso bençió en batalla al Rey de Mérida sobre Venavente e mató a él e a muchos de los suyos. E en todas estas vatallas e en todas las que fizo fue Vernaldos del Carpio, que fue noble cavallero, segund adelante dirá. E vençió otro rey moro que llamavan Archamán que bino sobre Çamora; e vençiólo e matólo Vernaldos en medio de la vatalla e morieron muchos moros e cativaron otros muchos. Después d’esto, le entraron por la tierra muchos moros, que contados no podían ser, e feziéronse dos partes. E el Rey fue a los unos e peleó con ellos a la puente d’Órbigo e vençiólos e Vernaldos del Carpio fue [a] pelear con los otros; e peleó con ellos en Valdelmoro e vençiólos e mató muchos d’ellos.

    

   Título de cómo este rey [peleó con los] (609) françeses e mató Vernaldos del Carpio a don Bueso, su capitán, e fueron vençidos los franceses

   Estando este rey don Alonso en sosiego, entróle por la tierra un grand capitán de Françia que se llamava don Bueso con muchos françeses, faziendo mucho daño en el reino. E salió este Rey e Vernaldos del Carpio a lo reçebir e ovieron su vatalla açerca de Amaya mucho fuerte; e estando la vatalla en peso, mató Vernaldos aquel don Bueso en medio de la vatalla con su espada. E como los françeses vieron su señor muerto, echaron luego a fuir. E mataron e prendieron muchos d’ellos. E como esta vatalla fue vençida, Vernaldos fue [a] vesar las manos al Rey e pidióle [col. b] a su padre, que yazía preso en las torres de Luna, como dicho es, e él otorgógelo, como avía fecho otras vezes cada que serviçio le fazía; pero no era su voluntad de gelo dar, por quanto el rey don Alonso el Casto, que lo prendió, debedó que nunca fuese suelto, por donde ovo después mucha guerra e trabaxo en el reino entre este Vernaldos, como adelante se dirá.

    

   Título de cómo este rey don Alonso sacó los ojos a sus hermanos e los tovo en presión

   Este rey don Alonso prendió a don Vermudo e a don Nuño e a don Ordoño e a don Fruela, sus hermanos, porque sopo que lo querían matar e sacóles los ojos e púsolos en religión. Después se levantaron contra él su muger e fijos e los mayores del reino e çercáronlo en una villa que llaman Marçerán e guerreáronlo mucho por dos años. E por fuerça dio el reinado a don Garçía, su fijo. E pobló este rey don Alonso muchos logares que eran despoblados por los moros, espeçialmente en Canpos e en tierra de Çamora, e metióse en orden. E reinó XLVI años.

    

   Del reinamiento del rey don Garçía de León, VIII que en ella reinó e primero d’este nonbre e de sus fechos 

   Muerto este rey don Alonso el Mano, los christianos alçaron por su rey a don Garçía, su fijo, en el año del Señor de DCCCLXVI años, que fue el onzeno Rey de León. E en el su comienço de reinar entró por tierra de moros e fízoles mucho daño. E vençió en batalla Ayolos, rey de moros, e prendiólo e mató muchos de los suyos; e soltóseles a los que lo levaban. E porque no plogo a Dios que este don Garçía mucho reinase porque tomó el reino a / [Fol. 242 v., col. a] su padre, morió de su dolençia en Çamora e no reinó sino II años.

    

   Título del reinamiento de don Ordoño de León

   E muerto este rey don Garçía, los christianos alçaron por Rey de León a don Ordoño, su hermano, porque no dexó fijo, que fue el dozeno Rey de León e el segundo d’este nonbre. Este rey don Ordoño vençió en vatalla dos reyes moros açerca de Talabera e mató e prendió muchos d’ellos; e tomó la villa e robóla e desçercóla. Después vençió en otra batalla sobre Sant Estevan de Gormaz a dos reyes moros que pasaron de Túniz e al Rey de Córdova, que venieron con muchas gentes; e mató a los dos que eran de allende la mar e muchos moros de los suyos e fízoles mucho daño en su tierra.

   Este Rey sacó sus gentes e llamó a los Condes de Castilla que fuesen con él, que eran sus vasallos, porqu’el rey Avderramén de Córdova le era entrado en su reino e ellos no quisieron ir con él. E fue él con las más gentes que pudo e fallóse con los moros en Valdejunquera. E ovo su vatalla con ellos e fue vençido e muertos muchos christianos; e fueron presos los Obispos de Salamanca e de Tuy e dieron en rehenes por sí a un arradiano que llamavan Pelayo e fue martiriado en Córdova por amor de Jhesuchristo. E fuyó el rey don Ordoño con mucho trabajo (610).

   En el seteno de su reinado sacó este rey don Ordoño sus gentes e entró por tierra de moros e llegó, quemando e estragando, fasta V leguas de Córdova. E destruyó mu-chas [col. b] villas e mató e cativó muchos moros e tornóse con mucha honra e ganançia para León.

   E llamó a los condes Nuño Ferrández e Mudar Alvo de Castilla a cortes. E ellos no quesieron venir a cortes a León e veniéronse [a] ver con él a ribera de Taraçón; e prendiólos e levólos en cadenas a León e matólos de crueles muertes. E dende a poco tienpo morió de su dolençia e yaze enterrado en [León] (611). E reinó VIII años.

    

   Título del reinamiento de don Fruela, que reinó en León

   Muerto este rey don Ordoño, reinó don Fruela, segundo d’este nonbre e trezeno Rey de León, en el año del Señor de DCCCLXXVII años. E fue omne de malas costunbres e pecó mucho contra los obispos, echándolos de la tierra. En este reinado se alçaron los castellanos del señorío de los leoneses e morió este rey don Fruela a cavo de un año que reinó. E yaze en León a par del rey don Ordoño, su hermano.

 

   Título del reinamiento don Alonso V e VI, que reinó en León, e de sus fechos

   E muerto este rey don Fruela, los christianos (612) alçaron por Rey de León a don Alonso, su hermano, en el año del Señor de DCCCLXXVIII, que fue el quinto d’este nonbre e el XIV Rey de León. E a cabo de V años de su reinado renunçió el reino en don Ramiro, su hermano, e metióse en [Sahagún] (613).

   Entrado monje este Rey, los christianos alçaron por su Rey de León a don Ramiro, su hermano, segundo d’este nonbre e el XV Rey de León, que fue buen guerrero e esforçado. E tovien-do // [Fol. 243 r., col. a] sus gentes ayuntadas en Çamora para entrar a tierra de moros, vínole mandado cómo (a) don Alonso, su hermano, era salido de la orden e se avía alçado por rey en la çibdad de León. E fue sobre él e tomólo a cavo de dos años. E sacóle los ojos e tornólo a la orden.

   Este rey Ramiro vençió en vatalla, fuendo con él el conde Fernán Gonzales, que era su vasallo, [a] (614) françeses açerca de Usaña e Çelín, Rey de Córdova, e mataron e cativaron muchos moros. Después d’esto vençió este Rey en vatalla Avderramén, Rey de Córdova, e Avenmal de Caraça e matólo e fizo grand estrago en los moros (615).

   E muerto este rey don Ramiro, los christianos alçaron por Rey de León a don Ordoño, su fijo, terçero d’este nonbre e el XVI Rey de León, en el año del Señor de CMVIII años, que fue [muy buen rey] (616). E ovo guerra con el infante don Sancho, su hermano, que [era] a favor del rey don Garçía de Navarra e del conde Fernán Gonzales de Castilla, que lo ayudaba; pero defendió él bien su reino. E por esta causa dexó este rey don Ordoño la fija del conde Fernán Gonzales, con quien era casado, e ovo malquerençia entre ellos toda su vida. E morió en Çamora de su dolençia. E reinó V años.

    

   Título del enreinamiento de don Sancho de León, XIX que (617) en ella reinó, e de sus fechos

   Muerto este rey don Ordoño, los christianos alçaron por su Rey de León a don Sancho, su hermano, que fue XVII Rey de León. E porque era mucho grueso puso paz con Avderramén, Rey de Córdova. Fuese para él e diole tales físicos que lo guareçi-eron [col. b] de aquella gordura. E entre tanto qu’él era allá alçóse por Rey de León don Ordoño el Malo, fijo de don Alonso el Çiego, e casó con la fija del conde Fernán Gonzales qu’el rey don Ordoño avía dexado. E veniendo este rey don Sancho de Córdova con muchos moros que le dio Avderramén, echó del reino aquel don Ordoño el Malo e fuese para los moros e allá morió por mal cabo.

   En el tienpo d’este rey don Sancho quitó el conde Fernán Gonzales a Castilla de basallaje de los Reyes de León. E morió este don Sancho de yerbas que le dio el conde don Gonzalo de Galiçia. E reinó XII años.

    

   Del reinamiento del rey don Ramiro de León e de los fechos que fizo

   E muerto este rey don Sancho, los christianos alçaron por su Rey de León a don Ramiro, su fijo, que fue el terçero rey d’este nonbre e el XX Rey de León, en el año del Señor de CMXI años. E reinó moço e fizo pazes con los moros, por lo qual fezieron mucho daño en las tierras del conde Fernán Gonzales, segund se contiene en el título de sus fechos.

   En este tienpo vino Gederendo, Rey de los normanes, con grande armada e robó e quemó e fizo mucho daño en ella. E quisiéndose tornar a sus tierras con su robería, peleó con ellos el conde don Gonzalo de Galizia e vençiólos. E mató su rey e quemóles las naos e no escapó ninguno d’ellos, ca no ovieron en qué tornar. E morió este rey don Ramiro toviendo su reino en paz. E reinó XXV años.

    

   Del reinamiento del rey don Vermudo de León e de sus fechos

   Muerto este rey don Ramiro, alçaron los christianos por su Rey de León a don Vermudo, su tío, porqu’él no dexó fijos, que fue el segundo d’este / [Fol. 243 v., col. a] nonbre e el XXI Rey de León, en el año del Señor de CMXXXVI años. En el comienço de su reinado fue mezclado con él Ataúlfo, Arçobispo de Santiago, con falsedad. E llegando a León, entró en la iglesia d’ella e dixiéronle los cavalleros que avían ido por él que fuese antes al Rey que no a la iglesia. E respondióles él que antes iría adorar al Rey de los reyes, ca Él lo avía de salvar. E allí conteçió un miraglo muy fermoso: que entrando en la iglesia, revestióse e dixo la misa; e porqu’él savía que era sin culpa de lo que le acusaban qu’él quería vender a los moros la çibdad de Santiago e savía qu’el Rey tenía un toro mucho bravo en el corral para que lo matase, en entrando salió con sus vestiduras sagradas e una cruz en la mano e fuese al palaçio del Rey. E llegado en el corral, echaron fuera al toro e, como llegó al Arçobispo, fincó las rodillas de los pies delanteros en tierra e vesóle las vestimentas e las manos. Óvolo el Rey por miraglo e pidióle perdón e fizo justiçia en los que lo mezclaron. En el tienpo d’este rey don Vermudo fizo mucho mal en los christianos d’España Almançor, Rey de Córdova, segund se contiene en el título del conde Garçi Ferrandes de Castilla.

   Más fizo aquel Arçobispo, que, andando el toro garrochado de los monteros porque no se movió contra él, que fue a él e trabóle de los (618) cuernos e quedáronsele en las manos. En saliendo del palaçio, (e) levólos a la iglesia e púsolos allí en el altar e dio su maldiçión aquellos que lo mezclaron con el Rey, rogando a Dios que nunca de su [col. b] linaxe faltase gafos. E fuele oído e por esto ay e abrá en Galiçia muchos gafos, como los ay oy.

   Este rey don Vermudo fue vençido en batalla d’este Almançor açerca de León. E después vençieron este don Vermudo e el conde Garçi Ferrandes de Castilla a este Almançor e morió de pesar d’ello. E reinó este rey don Vermudo XVII años.

    

   Del reinamiento del rey don Alonso, sesto d’este nonbre e XXII rey que reinó en León e de sus fechos

   E muerto este rey don Bermudo, los christianos alçaron por su Rey de León a don Alonso, su fijo, que fue el sesto rey d’este nonbre e el XXI Rey de León, en el año del Señor de CMLIII años. En su tienpo morió el conde Garçi Ferrandes e los VII Infantes de Lara e señoreó el conde don Sancho en Castilla, segund adelante se contiene en los títulos de sus fechos.

   En esta sazón bino mucha seca en León e a Castilla e morió mucha gente por aquella (e) seca e fue demostrado por el ángel a unos monjes porque este rey don Sancho tenía preso al Obispo de Orenes e sin culpa. E dixiéronlo al Rey e fízolo traer ante sí. E tornólo con mucha honra a la iglesia e rogó a Dios que le perdonase. E luego fizo muchas aguas e çesó la fanbre.

   Este rey don Alonso, seyendo moço, dio su hermana doña Teresa a Udalla, Rey de Córdova, esto por consejo de los altos omes del reino por neçesidad de aver paz, pero mucho a pesar d’ella. E levada a Toledo, echándose el Rey con ella, díxole ella:

   -Rey, yo só christiana e tú eres moro, dígote que me no tangas, ca yo no quiero aver ayuntamiento con ome de otra ley, que sabe por çierto que, si me // [Fol. 244 r., col. a] tañes, qu’el ángel del mi Señor Jhesuchristo, en quien yo creo, te matará.

   E el Rey no dio nada por ello e dormió con ella. E luego en esa ora le ferió el ángel de tal dolor que en esa ora cuidó ser muerto. E llamó sus omes e dioles mucho oro y plata e paños preçiados e otras muchas noblezas e enbióla a su hermano, el rey don Alonso con mucha riqueza. E esta doña Teresa con aquel algo metióse monja en un monesterio.

    

   Título de la muerte d’este rey don Alonso, que lo mataron moros

   Este rey don Alonso, codiçiando fazer serviçio a Dios, sacó sus gentes e entró por tierra de Portugal, que era estonçes de moros. E toviendo çercada la çibdad de Viseo, fue ferido de la çerca de un viratón por las espaldas e morió a IV días. E reinó XXVII años.

    

   Título del reinamiento del rey don Bermudo

   Muerto este rey don Alonso, los christianos alçaron por Rey de León a don Vermudo, su fijo, terçero d’este nonbre e el XXIII reyes que reinó en León, que fue en el año del Señor de CMLXXX años, que fue noble e esforçado rey e reparó muchos logares e iglesias que los moros avían destruido. E ovo mucha guerra con el rey don Sancho de Navarra el Mayor, que era Rey de Navarra e Señor de Castilla por la condesa doña Elvira, fija del conde don Sancho de Castilla, que la eredó, como adelante se dirá, que era muy poderoso; e después con el rey don Fernando de Castilla, su fijo, fasta que lo mató en vatalla e eredó el reino [col. b] de León por doña Sancha, su muger, hermana d’este don Vermudo, segund se contiene en el título de sus fechos. E reinó X años.

   E en este rey don Vermudo falleçieron los Reyes de León, que fueron XXI reyes sin don Ordoño el Malo, que reinó poco, que reinaron desd’el rey don Pelayo, su primero rey, que començó a reinar en el año del Señor de DCCCII años, fasta este don Vermudo, que morió en el año del Señor de CMXC años.

   E agora torna a contar del buen cavallero e esforçado Vernaldos del Carpio, porque los sus nobles fechos no deven quedar en olvido.

    

   Título del virtuoso cavallero don Vernaldos del Carpio, fijo del conde Sandías de Saldaña, e de sus fechos

   Contado ha la istoria cómo el rey don Alonso el Casto reinó en León en el año del Señor de DCCLXV años. E en el su tienpo se enamoró doña Gimena, su hermana, del conde Sandías de Saldaña, que era mançebo e noble cavallero en todas sus cosas, e enpreñose d’él. E como lo sopo el Rey, oviéndolo por grand valdón, prendiólos anbos a dos e al Conde púsolo en las torres de Luna en fuertes presiones e juró de nunca lo soltar él ni quien suçediese en el su reino; e a su hermana tóvola presa fasta que parió un fijo, que lo fizo llamar Vernaldos e diolo a criar en su palaçio, e a la hermana púsola monja en un monesterio.

   Este Vernaldos salió mucho palaçiano e fazedor de toda cosa e el Rey queríalo mucho, ca le fazía muchos serviçios. Aunque contra su voluntad, fue, seyendo mançebo de XXII años, en la muerte / [Fol. 244 v., col. a] de los XII Pares en la de Ronçesvalles. E después de muerto este rey don Alonso, su tío, fue él en Françia con el rey Carlos, que por su nonbradía lo llamó para allá, e fizo muchas nobles cavallerías con él en el tienpo de los reyes don Ramiro e don Ordoño, sus primos, fasta que morió Carlos, Enperador, e se vino [a] servir al rey don Alonso el Mano, terçero d’este nonbre, que lo avía mucho menester para las guerras de los moros e porque le prometió de le sacar al Conde, su padre. E fechos por él muchos nobles fechos de armas e prometiéndole cada vez de gelo dar, (e) quando se vio en paz, díxole que no quebrantaría él la jura qu’el rey don Alonso fiziera para no lo soltar e que, si más gelo ementase, que lo echaría preso con el dicho su padre.

    

   Título de cómo Vernaldos del Carpio se razonó con el rey don Alonso sobre lo de su padre

   Vernaldos, quando esto oyó, llorando de sus ojos fincó las rodillas ant’el Rey e díxole:

   -Señor, por quantos serviçios bos fize me tenedes mandado a mi padre e devedes me lo dar. E miénbresevos cómo vos mataron el cavallo açerca de Venavente quando peleaste con el moro Ortes e, estando a pie en peligro de muerte, di d’espuelas a mi cavallo; matando e derribando muchos moros entré por medio d’ellos e vos di el mi cavallo e fize subir en él e, vos a cavallo e yo a pie, pasamos mucho trabaxo fas-ta [col. b] fuemos socorridos e fueron vençidos los moros. E allí me mandastes mi padre. Otrosí miénbresevos quando fuestes [a] lidiar con el rey moro Alhadán, que yazía sobre Çamora, que yo di sobre los moros saliendo por la puerta del Olivar, por que los moros fueron vençidos e vos quedastes mucho onrado. E vençida aquella vatalla, mandástesme a mi padre. Otrosí menbrársevos deve cómo vos acorrí açerca de la puente d’Órmigo quando vos tenían çercado los moros en cuita de muerte e vos delibré. E fueron vençidos los moros e me mandastes mi padre; otrosí, quando yo maté al buen cavallero don Bueso, capitán de los françeses, por que vos fuestes vençedor de la vatalla.

   E díxole otros muchos serviçios que le avía fecho, por lo qual el Rey, movido de mucha ira, le dixo:

   -Don Vernaldos, salidme de mi reino dentro de nueve días, si no, mandarvos he echar preso con vuestro padre de aquel día en adelante.

   Vernaldos le dixo:

   -Señor, pues me mandades salir de vuestro reino, yo saliré, pero, pues me agraviades, dígovos que vos faré la guerra adonde yo podré.

   E salióse de la çibdad. E muchos fijos de algo se le allegaron e le prometieron serviçio. E salido del reino, entró por la ribera de Alva de Torme e tomó algunas villas e estragó mucho en la tierra de Salamanca e pobló el castillo del Carpio. E dos años continos fizo guerra cruel al Rey, fasta qu’el Rey le mandó dar a su padre e que le diese el dicho castillo del Carpio e todas las villas que le tenía e fuese a su serbiçio. E ya el Rey savía qu’el conde Sandías era // [Fol. 245 r., col. a] muerto e, encobriéndolo, fízolo traer en una mula con un omne en las ancas que lo teniese como si viviese. E vino e, entregado el castillo, fuese Vernaldos a lo reçebir con grande alegría. E quando lo quiso abraçar e lo vio muerto, dio las mayores vozes del mundo, veyéndose engañado. E fízolo sepultar e juró de nunca más serbir al Rey.

   E fuese luego a Françia otra vez e de allí vino a la frontera de Navarra por Ronçesvalles e fizo de allí mucha guerra a moros. E casó con una dueña e fizo un fijo que llamaron Galindes, que fue noble cavallero. E este Vernaldos fizo allí muchos nobles fechos. E morió de su dolençia en Saldaña, que se fizo traer allí doliente. E yaze sepultado en Sant Françisco de Aguilar de Canpo. E morió en el año del Señor de CMLXXXV años.

    

   Título de cómo fueron pobladas e forçadas las veetrías en los reinos de Castilla e de León e cómo su comienço e en qué reyes e tienpos e de las causas por que se poblaron

   En el tienpo que España fue perdida e destruida de los moros, segund dicho es, e començaron a reinar los Reyes de León, espeçialmente el noble rey don Alonso el Católico, que fue terçero Rey de León, e después los otros reyes que d’él suçedieron, començaron a ganar las villas e tierras de las que tenían ganadas los moros e las poblavan de christianos. E en aquel tienpo venían muchas [col. b] gentes de las tierras de los christianos a esta conquista; d’ellos por ganar los perdones de la cruzada que daban los Santos Padres de Roma (619) a los dichos reyes para ellos e para todos los que ayudarlos quisiesen; otros venían por ganar algo de los moros; otros venían por ganar eredamiento en las dichas tierras para poblar en ellas e vevir a serviçio de Dios. E a estos tales danles los dichos reyes todos los logares que ellos ganavan e poblavan en todo lo que despoblado fallavan de buena miente, porque no avían gentes de que las poblasen, así de las que los reyes ganavan como de las que los forasteros ganavan; e las poblavan con tales condiçiones que ellos e los que d’ellos suçediesen fuesen libres e quitos, por que los dichos reyes e sus deçendientes no les po[s]iesen (620) señores algunos ni que toviesen que ver sobre ellos cosa alguna, salvo el señorío real, e que ellos e sus deçendientes fuesen esentos e libres e francos de tomar señores quales ellos quisiesen e por bien toviesen fasta siete vezes al día por que podiesen tomar e tener el que mejor les feziese. E por este vocablo de bien fazer fueron e son llamados beetriz, que dize e se entiende que son o serán del que bien les fiziere. Estas tales veetrías son llamadas vetrías de mar a mar porque cada que quisieren pueden tomar señor fasta VII vezes al día señor nuevo.

    

   Título de cómo fueron pobladas e ganadas las otras veetrías de entre parientes / [Fol. 245 v., col. a]

   Otras veetrías ay que son llamadas entre parientes. Estas tales aquellos que las ganaron eran omes de más manera e non les quisieron libertar como las otras gentes que las poblaron, que eran comunes, salvo que fuesen libres e esentas de todas cosas, sino de la señoría e derechos reales como los otros, pero que ellos podiesen tomar señores de aquel linaje, e non de otro, quantas vezes quisiesen fasta VII vezes al día, toda vía seyendo el tal señor del linaje de aquellos que las ganaron e poblaron, deçendiendo de uno en otro derechamente, e no otro alguno. E aún a1gunas d’estas veetrías pagan cada año çiertos dineros e pártenlos aquellos de aquel linaje, aunque d’ellos sea alguno señor d’ellas quando lo tomaren. Estas tales son llamadas veetrías entre parientes porque no pueden salir del señorío e naturaleza de aquel linaje que los ganaron e poblaron; e aun algunos cavalleros e fijosdalgo estranjeros que las ganaron e poblaron e no quisieron quedar en ellas por tornarse a sus tierras con tales condiçiones las dexaron e con aquellas livertades para aquellos que en ellas dexaban e para sus deçendientes para sienpre jamás. Después por la necesidad de la contina guerra de los moros, (que) estas veetrías diesen galeotes para las galeas que los reyes armasen para defensión e honra [col. b] de los dichos reinos de León e de Castilla e para sus neçesidades, pues quedaban libres e quitos de toda sojuçión, sino del señorío e pecho real; e aun a los señores que así tomasen no les dan sino lo que los pobladores quieren de su voluntad ni les tocan en la justiçia.

    

   Título de las cosas que pasaron en el tienpo de algunos Reyes de Castilla e de León e de otros grandes señores en las partes de (partia) estas veetrías e cómo se acavó

   Por muchas vezes e tienpos obo profidias e discordias, e aun omeçidas, entre caballeros sobre el señorear d’estas dichas veetrías. E por escusar estas cosas, fue començado e fablado en algunas cortes, espeçialmente en los tienpos de los reyes don Alonso e don Pedro, su fijo, e de otros por quitar estas omeçidas d’entre cavalleros; e otrosí por los reyes querer eredar a sus fijos o hermanos en ellas; e otrosí por consejo de pribados e cavalleros poderosos para partir estas veetrías e las dar juro e eredad. E faziendo cortes para ello, pero nunca lo podieron acabar con los que d’ellas eran naturales ni con la comunidad e fidalgos del reino, pidiendo a los dichos reyes a cada uno en su tienpo por merçed que no los desnaturasen de lo que sus anteçesores ganaran de los moros enemigos de la santa fe con mucho derramamiento de su sangre e gastos e sudores de sus personas e a serviçio de Dios e a ensalçamiento de la Corona Real de los dichos reinos de Castilla e de León, que de algo tan bien ganado no devían ser deseredados los fijos de algo que d’ellos eran naturales, e que sopiese su señoría que muchas donzellas fijasdalgo de aquel lina-je, // [Fol. 246 r., col. a] seyendo pobres, avían avido buenos casamientos a esperança e esfuerço de aquella naturaleza de aquellas dichas veetrías, las quales non las ovieran, si partidas fuesen, ni los alcançarían, si se partiesen, e que levarían grand pecado d’ellas e de muchos fijosdalgo que las avían alcançado e esperavan alcançar.

   E por estas causas no se partieron ni es cosa que se pueden ni deben partir. E aún algunas d’ellas e casi todas se suelen mudar de los señores que las tienen, aunque bien les fagan, e toman otros por que quede memoria de cómo se truecan sus señores por que no las puedan levar por costunbre demasiada.

    

   Título de cómo en toda España eredan los fijos de ganançia, que en otras partes llaman vastardos, las armas de su padre, como los legítimos, e la causa por que las eredaron

   En el tienpo que reinava el rey don Rodrigo sobre los godos en toda España, morió un grand cavallero de los godos que era mucho noble en todos sus fechos e dexó a su fin dos fijos, uno legítimo e otro vastardo, que acá dizen de ganançia. E el legítimo, que eredó la casa, salió omne feble e sinple en todos sus fechos e amenguó mucho en el estado de la casa que su padre le dexó; e el otro fijo que dexó de ganançia salió mucho esforçado cavalleroso e ganó con guerras e trabajos serviendo al rey don Rodrigo en Tánjar e en África contra los moros, que nuevamente era levantada su mala eregía, en manera que éste acre-çentó [col. b] su estado en tanto grado e más qu’el hermano legítimo lo avaxó. E tomó en su vandera las armas derechas de su padre, (e) estando para aver vatalla. E como lo vio su hermano legítimo, pesándole d’ello mucho e toviéndolo en menospreçio, querellóse al rey d’ello. E como él lo oyó, mandóle llamar ante sí. E como fueron anbos hermanos ayuntados, presentes los grandes de su consejo, el hermano legítimo dixo ant’el Rey:

   – Señor, bien sabe la vuestra merçed que ningund fijo de ganançia no puede traer las armas derechas de su padre, oviendo fijo legítimo, en ninguna partida del mundo. E pídovos por merçed que mandedes a mi hermano, que aquí está, que quite las armas que mi padre me dexó de su vandera, pues es fijo de ganançia.

   El hermano menor, que bien oyó la demanda que le avía fecho, dixo al Rey:

   -Señor, a lo que mi hermano dize que yo le dexe las armas que mi padre le dexó, pues yo só de ganançia, señor, por çierto él dize la verdad, que yo só de ganançia; e digo qu’él es de pérdida, ca él perdió e amengó la honra e casa que su padre e mío le dexó. E pues yo gané en ella lo qu’él amengó, más razón es que yo aya las sus armas, seyendo ganador, qu’él, seyendo perdidoso. Pídovos merçed que las otorguedes para mí e para todos los vastardos d’España que son o serán en ella. E si no me lo otorgades, de aquí me iré [a] tornar moro en vuestro deserviçio.

   Lo qual por el Rey e por todos los grandes d’España le fue otorgado, como lo es agora.

    

   Título de cómo fueron levantados los Condes de Castilla e la causa e comienço d’ellos e de cómo d’ellos suçedió el buen conde Ferrán González, donde suçeden los reyes d’ella / [Fol. 246 v., col. a]

   Contado ha la istoria cómo el rey don Ordoño mató los condes Mudaralvo e Nuño Ferrandes de Castilla malamente e cómo los castellanos se alçaron por ello en el tienpo del rey don Fruela, su hermano. Estos castellanos, veyendo que no se podían governar ni defender sin mayor, acordaron entre sí de alçar dos juezes para que los governasen e juzgasen e fiziesen la justiçia; e no acataron a los poner de los mayores ni menores ni fijos más de algo ni de vajo linaje ni de los más ricos ni más pobres, salvo de los más entendidos e perteneçientes e honrados omes. E posiéndolo por obra, posieron a Nuño Rasura, fijo de Nuño Velchides, que fue natural de Coloña, e a Laín Calvo, que fue naçido e natural de Burgos, que eran asaz ricos e fijos de algo e honrados omes e perteneçientes de todo alto fecho. E diéronles poder para todo lo susodicho.

    

   Título de los fechos de Laín Calvo, que fue uno de los juezes de Castilla

   Laín Calvo fue noble cavallero e buen juez. E casó con doña Teresa, fija de Nuño Rasura, e ovo d’ella IV fijos: a Ferrand Laínez, donde suçedieron los de Mendoça, e a Vernuy Laínez, donde venieron los de Haro, e a Laín Laínez, donde vienen los de Castro, e a Diego Laínez, donde vino el noble Çid Ruy Díaz de Vivar.

   Nuño Rasura fue noble cavallero e no se quería entremeter en dar juizio ninguno porque era [col. b] malenconioso e persiguidor de sonsanos, lo que cunple poco a juez, salvo porque lo aquexavan mucho los castellanos por ello. E con todo, él librava más por iguala e por industria a los que ant’él benían que no por juizio, por manera que todos iban pagados d’él. Tomó otra costunbre por que lo preçiaron e valió más, que se dio a criar fijos de cavalleros e de fijosdalgo quantos aver pudo en su palaçio e diose mucho al fecho de las armas en defensión del condado.

    

   Título de cómo fue alçado por Conde e Señor de Castilla don Garçi Núñez, fijo de Nuño Rasura, porque casó con la fija del conde [Nuño Ferrández] (621) de Castilla e por los criados de su padre (622) 

   que casó con L[a]ín Calvo, como dicho es. E al fijo llamaron Garçi Núñez, que, quando morió Nuño Rasura, su padre, casáronlo aquellos criados de su padre e los padres d’ellos con una fija que avía quedado del conde Nuño Ferrández e alçáronlo por Conde de Castilla con aquel título d’ella e por otorgamiento de todos los mayores e menores de Castilla. E fue buen caballero e ovo en ella tres fijos: el mayor fue don Rodrigo e el segundo don Nuño e el terçero don Ferrando. E don Rodrigo e don Nuño morieron luego que su padre o poco tienpo después.

    

   Título de cómo fue alçado por Conde e Señor de Castilla el buen conde Fernán González e de los sus altos e grandes fechos que fizo en armas con moros e christianos // [Fol. 247 r., col. a]

   En el año del Señor de CM años, reinando en León don Ramiro, segundo d’este nonbre, alçaron los castellanos por Conde e Señor de Castilla a don Fernán González, fijo menor del conde Garçi Núñez, que era mançevo de XXII años, que era grande asaz de cuerpo e valiente e esforçado cavallero, en la çibdad de Burgos, luego que morieron su padre e sus hermanos, que fue nonbrado e loado cavallero por todos los reinos de moros e de christianos. E sus fechos señalados e prinçipales, sin otros muchos que serían largos d’escrevir, son estos que se siguen:

   Primeramente, en la semana primera que fue alçado Conde e Señor de Castilla, saliendo de Burgos, escaló de noche con grandes escalas la peña de Caraço, que era mucho fuerte, que tenían los moros e fazían d’ella muchos daños en las tierras que los christianos tenían, corriéndolas todos tienpos matando e catibando e robando a todos los que podían aver.

    

   Título de la primera batalla qu’el conde Ferrand González vençió a los moros e a su rey Almançor en la ribera de Arlança

   Vasteçióla e adereçóla de todas las cosas neçesarias a guerra e fazíales d’ella muchos daños. Sabidas estas nuevas entre los moros d’España, (e) Almançor, que era rey d’ellos, ayuntó sus poderes de tantas gentes que no podrían ser contadas e entró por Castilla, queman-do [col. b] e robando e matando e catibando muchos christianos. Llegaron fasta tierra de Lara e de Salas e, como lo sopo este noble conde Ferrand González, ayuntó todos sus poderes, que fueron CCC de cavallo, que no avía más en el condado, pero que avía muchas buenas gentes de pie de las montañas de Asturias e de Vizcaya e de la marisma de Castilla. E llegando aquella tierra fuendo tras un puerco montés, (e) metiósele por una cueba que estava en ella dentro un santuario escondido con tres monjes, que con lazeria de fanbre e temor de los moros fazían allí su vivienda; e como el Conde vio al puerco metido tras el altar, no le fizo enojo, antes fincó las rodillas e, faziendo su oraçión, llegaron el monje San Pelayo e los otros dos que estavan escondidos, cuidando que eran moros. E allí sopo este conde Ferrand González de aquel monge Sant Pelayo grand parte de los fechos que le avían de aconteçer, de que ovo mucha consolaçión, aunque en d’ellas pasó mucho trabajo. E allí prometió él de edificar un monasterio de monjes e de lo heredar e de se enterrar en él. Este es Sant Pedro de Arlança.

   Tornado a sus gentes, que estavan desesperados porque no savían d’él, (e) conortólos e esforçólos con las cosas que savido avía. E juntáronse con los moros açerca del río de Arlança e ovieron fuerte e maravillosa vatalla. E por graçia de Dios e porqu’Él quiso mostrar su miraglo, fueron / [Fol. 247 v., col. a] vençidos los moros, que eran XXX mil a cavallo e LX mil moros a pie; e los christianos eran CCC de cavallo e X mil omes a pie. E duróles el alcançe III días e mataron e cativaron muchos moros sin cuenta e tomaron mucho algo; e del su quinto hedificó e eredó el Conde aquel monasterio. En esta vatalla fizo este Conde tales e tan maravillosos fechos por su persona que los moros e los christianos fueron maravillados, ca se dixo por muchos d’ellos que no fazía más ni menos en los moros, entrando e saliendo espesamente, qu’el león fanbriento faze entre las ovejas quando las toma en los canpos de Libia, que no faze sino degollarlas e vever sangre, dexando unas muertas e tomando otras.

   E así se tornó a Burgos e fizo enterrar a los christianos que allí morieron, que eran muchos, adonde después hedificó aquel monasterio.

    

   Título de cómo fue levantada la primera guerra entre Navarra e Castilla e de la muerte del rey don Sancho

   En este mesmo tienpo este Conde, sentiéndose de muchos males e desaguisados que los navarros avían fecho a castellanos en quanto él guerreava con los moros, envió a requerir al rey don Sancho Terçero, Rey de Navarra, que le ploguiese de gelo emendar, el qual, como era mucho sobervio, con injuriosas palabras lo enbió desafiar; e entrándole por la tierra faziendo mucho daño, salióle este conde Ferrand González al en-cuentro [col. b] e ovieron fuerte vatalla en la llanura de Balperri de Rioja. E estando la vatalla en peso, seyendo mucho profiada, topáronse el Conde e el Rey, que mucho se andavan buscando, e pasáronse las lanças por los cuerpos falsándose las armas de parte en parte e cayeron de los cavallos en tierra malferidos. E luego morió de la ferida el dicho rey don Sancho. E los castellanos levantaron al Conde, que estava malferido, e cavalgáronlo en su cavallo, (e) esforçándose con la su vida; e los navarros, desmayados, fueron vençidos e muertos e presos muchos d’ellos. E recogiendo el canpo, el Conde mandó fazer mucho onradas andas cobiertas de paño de oro e fizo poner el cuerpo del Rey en ellas; e mandó soltar todos los presos e dioles quanto avían menester, e enbiólos con el cuerpo del Rey e fuéronse con él a Navarra.

   E muerto este rey don Sancho, entraron en Castilla el Conde de Tolosa e el Conde de Piteos, que eran parientes del rey don Sancho, con muchas gentes de françeses. E como lo sopo el Conde, (e) llamó a todos sus vasallos e, venidos, díxoles que fuesen [a] pelear con los Condes. Dixiéronle:

   -Señor, dexa sanar a ti, que estás malferido, e a muchos de nosotros, que contigo fuemos feridos en la vatalla de los navarros, e folgar algund tanto e después iremos de voluntad.

   E díxoles el Conde:

   -Mis buenos servidores e vasallos, quiero que sepades que las feridas que éstos nos darán // [Fol. 248 r., col. a] nos farán olvidar las primeras que nos dieron los navarros; por ende, partamos luego.

   E así partidos, falláronse con los françeses açerca de la puente de Larrat. Ovieron con ellos mucho fuerte vatalla e, estando la vatalla en peso, encontráronse este conde Fernán González e el Conde de Tolosa e fue muerto el Conde de Tolosa de la lança del Conde e derribado muerto en medio de la vatalla. E luego que esto vieron, fueron desvaratados los françeses e preso el Conde de Piteos e muertos e presos muchos de los suyos; e luego los mandó soltar a todos e dioles todo lo que avían neçesario e que levasen el cuerpo del dicho Conde a su tierra. E los castellanos veniéronse a Burgos con grande honra e plazer.

 

   Título de la segunda vatalla que ovo el conde Ferrand González con los moros e los vençió e mató muchos d’ellos

   Pasadas estas vatallas, Almançor, rey de los moros d’España, sentiéndose mucho del vençimiento que este conde Ferrand González le avía fecho en Arlança, ayuntó quantas gentes pudo aver d’España e de África e vino por destruirle sus tierras. E como lo sopo este conde Ferrand González, saliólo a reçebir e topáronse açerca de Calatanaçor e posieron sus reales açerca los unos de los otros. Pero tanta era la morería a conparaçión de los christianos que eran para uno L e más; e los christianos, atemorizados con esto, estaban dudando de dar la vatalla. Pero tanto d’esfuerço les dio este noble cavallero conde Ferrand González, traxiéndoles a memoria muchas vatallas de los antepasados que pocos vençieran a muchos [col. b] e dixiéndoles que Dios era el vençedor de las vatallas, que no de los muchos a los pocos, e demás que savían qu’el que serviendo a Dios lazdraba que por muerte ni por vida no podía ser sin grande ganançia, [qu]e con estas e con otras muchas razones que les dixo avivó sus coraçones e dieron en los moros tan esforçadamente que mataron muchos d’ellos. E así pelearon tres días continos desde la mañana fasta la noche, recogiéndose cada unos a sus reales. E en éstos morieron muchos moros demasiadamente, pero morieron muchos nobles cavalleros christianos e mucha gente de pie. E el quarto día por la mañana ferieron los christianos tan denodadamente, andando entre ellos este noble Conde faziendo maravillas de su persona, que por donde iva fazía correr mucha sangre, que los moros fueron vençidos e muertos e presos muchos d’ellos. E ovo algunos christianos, e aun moros, que dixieron que en esta vatalla apareçiera el apóstol Santiago con muchos ángeles de vestiduras blancas, como en la vatalla de Alvela en el tienpo del rey don Ramiro de León, e aun [que] así gelo avía dicho en visión el monje Sant Pelayo a este conde Ferrand González e que por esta visión se vençieran los moros, que otramente no podiera ser, segund la muchedunbre de los moros. E quedaron [los] castellanos ricos e onrados. E aquí ganó el Conde el astor e el cavallo por que quitó a Castilla de tributo de los Reyes de León. E así tornaron a Burgos con grande onor, aunque morieron muchos d’ellos.

   Estando este noble cavallero conde Ferrand González en Burgos, fue llamado a las cortes del Rey de León. E fuendo llegado, dio al Rey la rica tienda que avía ganado en aquella vatalla de Almançor e fue reçibido mucho onradamente del Rey e de toda la cavallería. E como el Rey viese el astor e el cavallo que fueron de Almançor, fue tan // [Fol. 248 v., col. a] pagado d’ellos, como era mançebo, que le dixo que gelos quería conprar. E díxole qu’él no los quería vender, pero que le daría el uno d’ellos, qual más quisiese. E tanto lo afincó que gelos vendió por mil marcos de plata a plazo de diez años e con tal condiçión que, si no gelos pagase aquel tienpo, que por cada ( ) (623)

   E así allegado a Burgos, falló cartas del rey don Garçía de Navarra, fijo del rey don Sancho, qu’él matara, en que quería ser su amigo e darle a la infanta doña Sancha, su hermana, por muger e que se juntasen en uno, pues tenían treguas. E juntáronse donde es agora el monasterio de la Estrella, cabo Balperri. El Conde fuendo con pocas gentes e sin armas e veniendo el Rey con gentes armadas, prendiólo allí, en una hermita que se ençerró, e levólo preso a Estella de Navarra. E yoguiendo allí en fuerte presión, sacólo aquella Infanta, su hermana. La causa de su soltura fue ésta: que un Conde de Alemaña, veniendo a Santiago en romería e tornando por allí, ovo voluntad de ver al Conde por la grande fama que avía oído d’él e por mandado del Rey entrólo a ver. E porque d’él sopo cómo fuera preso por aquel casamiento, fabló con aquella Infanta, (e) deziéndole que todo el mundo fablava d’ella por ser tal cavallero preso por ella e que lo devía sacar por alguna manera e averlo por marido. E con esto sacólo e vínose con él a Castilla, andando de noches, escondiéndose del día. E un día fallólos un arçipreste que andava a caça ençima de una mula e díxoles que los mescuraría si no lo dexava dormir con la Infanta. E dixo el Conde que antes morería. E la Infanta díxole:

   -Señor, ni por tanto no perdamos a vos ni a mí e al condado.

   E apartóse un poco con él e mandóle que se desnudase él de sus paños, que [col. b] traía largos; e como los echó sobre la caveça abraçólo con los braços e vino el Conde e matáronlo allí. E cobraron la mula e fuéronse aquella noche en ella. E llegando a Valperri bieron gentes armadas con su vandera alçada e la Infanta ovo mucho temor, fasta que le dixo:

   -Infanta, aquella seña conozco, que es la mía, e aquellas gentes son mis vasallos, que vienen en busca de mí.

   E así era la verdad, que, quando los castellanos se vieron perdidos sin señor, acordáronse todos de entrar en el reino de Navarra e de lo sacar o morir todo. E fezieron una imagen de piedra de la figura del Conde e posiéronla en una carreta, e la su vandera atada a ella, e fizieron todos sobre ella juramento, que, si ella no fuyese, que ellos no fuirían e que sin el Conde a Castilla no tornarían. E como el Conde llegó a ellos e se conoçieron, maravillosas alegrías fueron fechas. E allí vesaron las manos a la Infanta por su señora; e dexaron allí aquella imajen de piedra en remenbrança d’este fecho, donde está oy día como la posieron, e fuéronse a Burgos.

   El rey don Garçía de Navarra, toviéndose por injuriado de la soltura del Conde, ayuntó todos sus vasallos e parentela de donde averlas pudo e entró en Castilla a fazer todo el daño que podiese e deseoso de se conbatir con el Conde. E como lo sopo el Conde, salióle a reçebir. E topáronse en uno entre Nájara e Santo Domingo e ovieron fuerte vatalla, en la qual fueron vençidos los navarros e preso el su rey, don García, e muertos e presos muchos de los suyos. E fue pu-esto // [Fol. 249 r., col. a] en el castillo de Burgos e luego fue suelto por ruego de la Condesa, su hermana, e de todos los castellanos, que por ruego d’ella le pidieron.

    

   Título (624)

   Así llegado en Navarra, este rey don Garçía ayuntó todos sus poderes, los mayores qu’él pudo, e entró en el reino de Castilla con propósito de se vengar de los castellanos o morir sobre ello. E sabido esto por el Conde e por los castellanos, toviéndose por injuriados del galardón que de su soltura les daban los navarros, saliéronlos a reçebir. E topáronse en batalla açerca de la villa de Nájara. E oviendo fuerte vatalla, los navarros fueron vençidos brevemente. E la causa d’este vençimiento fue porque, estando la vatalla en peso, el Conde, que en tales tienpos solía traer las manos andando esforçando los suyos e deseoso de se encontrar con el dicho rey don Carçía, encontróse con él e derribólo con su lança muerto del cavallo a tierra e fueron bençidos e muertos e presos muchos d’ellos.

    

   Título (625)

   Durando estas cosas, este Conde fue mezclado con el rey don Ordoño de León por la Reina, su muger, que era hermana del rey don Sancho e tía d’este rey don Garçía, que este Conde matara, como dicho es, e fue llamado a cortes. E sopiendo él esto, ovo consejo con los mejores de su condado sobre ello, diziéndoles el peligro en que se [col. b] beía; e todos comúnmente le aconsejavan que no fuese a las dichas cortes e que se posiesen él e ellos a la aventura. E el Conde les respondió e dixo así:

   -Amigos e buenos vasallos, la voluntad que me avedes buena vos agradezco, pero vos bien sabedes que yo tengo este condado por el Rey de León e, si me alço con él, darme han por traidor; e por la vida corta d’este mundo no es buena la mala fama durable por sienpre. E yo quiérome ir a las dichas cortes a lo que Dios querrá ordenar de mí. E porque sé que de muerto o de preso no puedo escapar, déxovos por señor a don Garçía, mi fijo, que es pequeño, que lo criedes e tomedes por señor.

   E llegado en León, fue mucho mal reçebido del Rey e puesto en dura presión. E yoguiendo preso, vínolo a ver la condesa doña Sancha (626), su muger, e pidió al Rey e a la Reina, su tía, que la dexasen dormir aquella noche con él; e díxoles que cavallo con sueltas ni cavallero con yerros no podían moltiplicar, que le mandase quitar los fierros que tenía por aquella noche. E quitados, levantóse ella e vestió al Conde los sus paños e tocas e quedóse ella en la cama; e los porteros e guardas dexáronlo salir, cuidando que era la muger. E fallando las vestias d’ella prestas, cavalgó en forma de muger [e] se fue a Castilla. E después qu’el Rey lo sopo, mandóla soltar.

    

   Título de cómo quitó el conde Ferrand González el tributo a Castilla

   Después d’esto, este rey (627) / [Fol. 249 v., col. a] don Ordoño ni su fijo, el rey don Sancho, no curaron de pagar los mil marcos de la plata del astor e del cavallo al Conde, segund era puesto. E pasado mucho tienpo, enbiógelos demandar e el rey don Sancho mandógelos pagar. E llegando al cuento, porqu’el Conde dixo que no los tomaría sino con el cuento que montasen las condiçiones, fallóse que no lo pagaran todos los reinos d’España, por lo qual el Conde sacó todas sus gentes e fuele [a] entrar en la tierra. E saliendo el Rey con todos los leoneses, ayuntáronse entre Pisuerga e Carrión. E ordenadas sus vatallas, opusiéronse entre ellos muchos prelados e religiosos e algunos nobles cavalleros de Castilla e de León por escusar tanto mal como estava aparejado e, no podiendo fallar otro partido, mandaron qu’el condado de Castilla quedase al conde Ferrand González, esento e quito, para él e a sus herederos, de todos serviçios e tributos reales para sienpre jamás e que los Reyes de León quedasen esentos e quitos de la dicha deuda. E todos fueron contentos, enpero mucho más el dicho Conde, porqu’él no deseaba otra cosa sino ser quito del dicho señorío de los Reyes de León. E de aquel día en adelante quedó Castilla esenta sobre sí.

    

   Título (628)

   E muerto este rey don Sancho de León e reinando el rey don Ramiro, su fijo, fizo treguas con los moros por que fiziesen gue-rra [col. b] a los castellanos. E luego entraron muchos moros con su rey en Castilla e fizieron mucho daño en las tierras; e tomaron las villas e castillos de Simancas e de Dueñas e de Sepúlveda e de Gormaz e fezieron otros daños muchos. E porqu’el Conde no tenía guisado de pelear con ellos por reçelo de los leoneses, que serían con los moros contra él, dexólos andar por las tierras. Los moros, ensoverveçidos, entraron en el reino de León, quebrantando las treguas a los leoneses; feziéronlos mucho daño en las tierras e tomaron la çiudad de Çamora e destruyéronla toda. E quemando e robando muchos logares, se tornaron a sus tierras de Córdova.

    

   Título de la postrimera vatalla que ovo el conde Ferrand González

   En el año del Señor de CMXL años, sentiéndose este noble Conde mucho injuriado de los moros, sacó sus gentes lo mejor qu’él pudo e entróles por las tierras, quemando e robando villas e tierras, e llegó a dos jornadas de Córdova. E ovo una vatalla con ellos açerca del Pedroche, que es en la Sierra Morena, la qual fue mucho profiada e ferida. Pero como quiera que los moros eran muchos e ellos pocos en conparaçión d’ellos, pero por la graçia de Dios e por la ardideza e esfuerço del su virtuoso braço, los moros fueron vençidos e muertos e presos muchos d’ellos.

   E tornado a Burgos con su cavallería mucho onrados e ricos, adoleçió este Conde con los muchos travaxos que avido avía toda // [Fol. 250 r., col. a] su vida, con moros e con christianos guerreando toda su vida. Morió de aquella dolençia en la dicha çibdad de Burgos e leváronlo a enterrar a Sant Pedro de Arlança, qu’él avía fundado e heredado. E ovieron mucho quebranto por su muerte los castellanos, e no a maravilla, ca por la su grande nonbradía eran temidos de moros e de christianos.

    

   Título de cómo fue alçado por Conde e Señor de Castilla el conde Garçi Ferrández e de los fechos que Almançor fizo en Castilla e en León por pecados de los christianos fasta que fue muerto

   Muerto este conde Ferrand González, alçaron los castellanos por Conde e Señor de Castilla a don Garçi Ferrández, su fijo, en el dicho año del Señor de CMXL años, que fue esforçado e noble cavallero. E sus espeçiales fechos son éstos, entre otros muchos que serían largos de escrevir:

   Reinando en León el rey don Vermudo e señoreando este conde Garçi Ferrández en Castilla, por sus pecados e de los christianos d’España e por consejo del conde don Vela de Guevara e de otros cavalleros de Castilla e de León que andavan desterrados con los moros, entró Almançor, rey e señor de los moros d’España, e con él su fijo Almoclí, e començó a quemar e robar villas e tierras que los christianos tenían, por quanto los prínçipes christianos d’España no se curaban de ayudar los unos a los otros por desamor que se avían. E porque este Almançor era ome savio e entendido e alegre e franco e esforçado, todos se trabaxavan de lo serbir, seyendo mucho querido de moros e de christianos. E tra-baxándose [col. b] todos de lo servir e conplazer, estragó todas las tierras del río de Duero fasta el río d’Escoba e fincó allí sus tiendas. E como lo sopo el rey don Vermudo, sacó sus gentes, las más qu’él pudo aver, e fue a pelear con él e ovieron fuerte e profiada vatalla, en la qual los moros de la avenguarda començaron a fuir. E como lo viese Almançor, dio muy grandes golpes con un sonbrero de oro que traía en su cabeça, (e) diziéndoles muchas palabras de falagos con promesas de bien fazer, por manera que los moros tornaron e fueron vençidos los christianos e muertos e presos muchos d’ellos. E siguiéronles el alcançe fasta las puertas de León e, porque era inbierno, tornóse a Córdova con mucha riqueza.

   En el siguiente año entró este Almançor con muchas gentes, christianos e moros, en tierra de christianos e çercó la ciudad de León; e tomóla e derribó los muros d’ella e destruyó las iglesias d’ella e de sus comarcas. E fueron tomados en ella el conde don Gil Góm[e]z de Galizia e otros buenos cavalleros qu’el Rey avía puesto en ella cuidándola defender e otras muchas gentes menudas con muchas roberías. E partiólas con todos e fuese para Córdova, adonde fue bien reçebido con muchas tronpetas e atanbores.

   En el terçero año sacó este Almançor sus gentes e fue [a] correr tierras de christianos. E vino a tierra de Carrión e tomó a Valençia, que es çerca d’ella, e derribóla fasta los çimientos. / [Fol. 250 v., col. a] E destruyendo e quemando e robando aquella tierra se tornó a Córdova con muchos cativos.

   En el IV año sacó este Almançor sus gentes e fue [a] correr la tierra de christianos. E tomó la villa de San Fagund e derribóla con su iglesia por el suelo; e derribó e quemó e cativó por toda aquella tierra e así se tornó a Córdova.

   En el quinto año sacó este Almançor sus gentes e entró por tierra de christianos. E llegó fasta la ribera de Alva e destruyó e robó mucho en toda ella e conbatió los castillos de Alva e de Olma e de Aldolia. E porque no las pudo tomar, fuese con mucha robería a Córdoba.

   En el sesto año sacó este Almançor sus gentes e entró por la tierra de Canpos e tomó Astorga e a Osuna e a Verlanga e Alvela e Atiença; e derribólas todas fasta los çimientos e destruyó sus tierras. E tornóse a Córdoba rico e honrado e orgulloso porque avía XII años que guerreava christianos e nunca falló quien delante se le parase.

   Después d’esto sacó este Almançor sus gentes e entró en el reino de Galiçia de Portugal e quemó muchas villas e castillos e tierras en ellas e derrocó las iglesias todas por çimientos. E entró la çibdad de Santiago e derribóla; e ronpió el santo sepulcro e, quesiendo tomar los huesos d’él, oyeron tan espantoso bulliçio que los dexaron con grande espanto sin sacar. E tomaron las canpanas e las puertas de la iglesia e leváronlas a la mezquita de Córdova e posiéronlas por lánparas en ella.

    

   Título de cómo fue vençido e muerto este rey Almançor [col. b]

   En el año siguiente adelante sacó este Almançor sus gentes mucho grandes, aunque avía perdido muchas gentes de una dolençia de correçón que cayó en los suyos que avían tocado en el dicho santo sepulcro, e entró por tierra de christianos, los quales con el grande espanto e este rey don Vermudo de León toviéndose por pecador, veyendo en el su tienpo perderse España, enbió rogar al rey don Garçía el Tenbloso de Navarra e al conde Garçi Ferrandes que, olvidando sus malquerençias, por amor de Dios e por duelo de la christiandad lo veniesen ayudar a dar vatalla aquel moro Almançor, que tanto daño avía fecho en la christiandad. E el rey don Garçía enbióle sus gentes, ca él era doliente, e el conde Garçi Ferrandes e con todos los suyos. E este rey don Vermudo fízose levar en unas andas en cuellos de omes porqu’él era gotoso de los pies e juntáronse con Almançor açerca de Calatañaçor. E començaron su vatalla por la mañana mucho brava, que duró fasta la noche, que se recogieron a sus reales. E quedaron muchas gentes muertas en el canpo, pero muchas más demasiadamente de los moros. E como Almançor vio tantas gentes muertas de los suyos, espeçialmente de los mejores, e vio que no le quedava gente con que pelease e seyendo é1 mesmo ferido, dexó las tiendas e todo su arreo e diose a fuir. E como los christianos lo sopieron, tiraron tras ellos e mataron e catibaron muchos d’ellos. E morió este Almançor en Medinaçeli de malenconía, que no le podieron fazer comer.

   E así vençida esta vatalla e muerto este Almançor, díxose que los moros de Córdova vieron aquel día quando fue (629) // [Fol. 251 r., col. a] [la] vatalla andar un diablo en forma de omne en la ribera del río que andava llorando e faziendo grandes duelos, diziendo:

   -En Calatataña perdió Almançor el su brío e atanbor.

   E quando los que lo oían iban a él por saber qué era, pasávaseles al otro cabo del río sin tocar en el agua. E dixo que demostrava el perdimiento de los moros que ovieron en aquella vatalla de Calatañaçor.

   E estos Reyes de Navarra e de León e Conde de Castilla, veyendo el daño que avía venido a los christianos por causa de andar aquel Conde de Guebara e los otros cavalleros christianos desterrados, perdonáronles e restituyéronles todos los eredamientos por quitarlos de los moros.

    

   Título de la vatalla que ovo el conde Garçi Ferrández al vado de Castinietes e del miraglo que Dios mostró

   En el siguiente año sacó este conde Garçi Ferrández sus gentes e entró por tierra de moros faziéndoles mucho daño. E çercó la villa e castillo de Sant Esteban de Gormaz e, tobiéndola mucho apretada, venieron en socorro d’ella todos los moros d’España con su rey e ovo su vatalla con ellos en medio del vado de Cascajares. E morió allí tanta gente que todo el río de Duero iba tinto de la sangre. En esta vatalla fueron buenos cavalleros Gonzalo Gustios de Lara e los VII Infantes de Lara, sus fijos, e sobre todos Diego González, el hermano mayor, que era alferze del Conde, que, estando la vatalla en la mayor priesa, dio con la lança, en que tenía la vandera, a un cavallero moro que tenía la vandera de los moros por los pechos, que dio [col. b] con él muerto en el vado; e tomó la vandera e fízola pedaços e alçó la qu’él tenía con su lança, sacándola del moro. E por esta causa fueron luego vençidos los moros e muertos e presos muchos d’ellos. E luego fue tomada la dicha villa de Sant Estevan.

   En esta batalla aconteçió un fermoso miraglo: que en casa del Conde avía un cavallero mucho deboto en todas cosas e sobre todo en oír todas las misas que aver podía. E como aquel día por la mañana el Conde e todos los suyos armados entraron en la iglesia a confesar e a oír misa, salieron todos a la vatalla oída una misa. E aquel cavallero detóbose a oír las misas que dezían en aquella iglesia (e) todos los clérigos d’ella, rogando a Dios por los christianos. E quando el cavallero salió e cabalgó en su caballo, los otros tornaban vençedores de la vatalla, por lo qual mucho avergonçado se metió a su posada. E como el Conde allegó a su tienda, preguntó quáles eran muertos e feridos, espeçialmente por aquel cavallero. E los que gelo oyeron pensaron que lo dezía por la mengua que avía fecho en no salir con los otros a la vatalla e dixiéronle cómo estava avergonçado en su posada. E el Conde les dixo que no avía tal cosa, ca él fuera el que mejor lo aguardara aquel día en aquella batalla e reçebiera muchos de los golpes que a él querían dar e lo sacara de muchos peligros; e que creía que era muerto o malferido e que, si bivo era, que se lo traxiesen / [Fol. 251 v., col. a] delante. E traído, díxole:

   -Señor, yo por oír las palabras de Dios e cuidando que llegaría a ora de pelear me detobe, que no por otra cobardía.

   E el Conde le dixo que esto no podía ser, si no fuera milagro de Dios, ca él todo aquel día lo avía fallado armado delante sí e cobiertas sus armas de sangre suya e de los moros. E mandó traer sus armas e falláronlas todas ronpidas e cobiertas de sangre, por lo qual el Conde e todos los otros que allí eran dixieron que algund ángel en su persona avía peleado con ellas e servido al Conde. E fuele mucho loado al cavallero e todos dieron graçias a Dios por ello.

   Estando allí delante el Conde fablando de los fechos de la vatalla e espeçial de quién avía fecho bien o mal en ella, (e) algunos començaron de retraer aquel Diego González porque, estando la vatalla en peso, avaxara la vandera, que devía estar toda vía erguida e podiera por la abaxar aver flaqueza en los que la vieran caída, cuidando ser por mengua, e que podieran perder los coraçones. Oídas estas palabras, dixo Diego González:

   -¡O malandante sea el cavallero que tiene su coraçón en un poco paño de seda que está puesto en un palo por vandera, sino en los enemigos que vee delante, debiendo ferir e matar en ellos fasta los quitar delante sí.

   E fue mucho loada esta su razón. Después ordenaron que ningund alferze no toviese arma con que podiese pelear, sino que tobiese sus manos juntas en la vara de la vandera.

    

   Título de la muerte de los VII Infantes [col. b] de Lara e de la traiçión que contra ellos el traidor de Ruy Velázquez fizo e de sus fechos

   Este Gonzalo Gustios de Lara era buen cavallero e bevía en Salas. E era mucho enparentado e casó con dona Sancha, hermana de don Ruy Velazques de Lara, que era el más poderoso cavallero de la casa del conde Garçi Ferrández e mucho esforçado en el fecho de las armas, e fizo en ella siete fijos, conbiene a saber: a Diego González e a Fernán González e Gustios González e Asuer González e a Nuno González e a Gonzalo Gustios e a Gonzalo González, que era el menor e más nonbrado. E porque salieron galanes e palaçianos e esforçados e serviçiales de los señores e mucho guerreros e fazedores de sus personas e por aquella honrada muerte que morieron, fueron llamados Infantes. El diablo, que es perverso en tales fechos, púsoles en voluntad que fiziesen algunas desonestidades aquel Ruy Velazques, su tío, que los avía criado e los amaba mucho, como a fijos de su hermana, espeçialmente contra doña Lanbra, su muger, en las sus vodas en Burgos e contra Álvar Sanches, su hermano, sobre lançar al tablado; e después le mataron un su serbiente en las sus faldas, porque dio con un melón lleno de sangre, por su mandado, a Gonzalo González, que andava en cueros nadando, en manera de escarnio, acogiéndose allí. E querellándosele esta doña Lanbra cada día d’ellos e otrosí veyendo que le eran cada día más desovedientes e que lo serían cada día más, púsole el diablo en el coraçón de les \\ [Fol. 252 r., col. a] buscar la muerte en esta manera: enbió por Gonzalo Gustios, su padre, e díxole:

   -Hermano, a mí ha mandado Almozorre, Rey de Córdova, mucho oro por las pazes que le traté con el conde Garçi Ferrández en secreto e ruégovos que vos me vayades por ellas desconoçido, que ninguno non lo sepa, sino vos e yo, e yo vos daré a vos e a mis sobrinos grande parte d’ello, ca no me fiaría de otro omne del mundo.

   E Gonzalo Gustios, seyendo ya de días e omne fecho a buena parte e no se catando a otro mal, quánto más que eran mucho amigos, reçebió sus cartas çerradas e selladas e púsose en su camino. E como llegó a Córdova e Almançor lo reçebió e leyó las cartas, (e) maravillándose mucho, dixo:

   -Gonzalo Gustios, ¿sabes tú qué biene en estas cartas? E quiérotelas leer delante.

   Las quales dezían así:

   «Al mi señor Almosorre:

   Yo, el tu servidor Ruy Velazques de Lara, me encomiendo mucho a ti e te beso las manos e te me querello de mis sobrinos, los Infantes de Lara, que me son desconoçidos e a ti poco servidores, que bien sabes lo que ellos contra ti fizieron en la del vado de Cascajares. E si fazes cortar la caveça a este viejo traidor de su padre, yo te los levaré Araviana, çerca de Moncayo, con pocas gentes para que los puedas matar e fazer daño a christianos».

   E ploguiéndole d’ello, Almozorre no lo quiso matar por piedad que ovo d’él, pero mandólo poner en fuerte presión. E enbió sus gentes con Galve e Albiera e Barçín e Alicante, que eran IV grandes capitanes suyos, e venieron [a] correr tierra de christianos.

   Como sopieron su presión los fijos, sacaron quantas gentes podieron e [col. b] fuéronse a su tío [a] demandar ayuda de gentes para entrar en tierra de moros. E él, dándoles a entender que le pesaba d’ello, díxoles qu’él iría con ellos. E por mejor conplir su mal fecho, ayuntó V mil omes de vasallos de amigos e de los del Conde, que montava mucho en su casa. E los Infantes levaron dozientos omes de su linaje e pasaron el puerto de Moncayo (e) mucho adelante de Ruy Veláquez, a pesar de Nuño Salido, su amo que los avía criado, diziéndoles que si allí pasaban que nunca tornarían a Salas, «ca vos lieva vendidos Ruy Veláquez», ca él lo avía visto e veía por sus agüeros, e que se tornasen. E porque ellos no gelo tovieron en nada, apeóse del cavallo e fízoles una raya en la tierra e díxoles que no la pasasen, si no, qu’él de allí se tornava e no iría con ellos nin jamás les faría serviçio. E con esto e con otras muchas cosas que les avía dicho, queríanse tornar, sino por Gonzalo González, el hermano menor, e porque las cosas ordenadas por Dios no se pueden escusar, que dio d’espuelas a su cavallo e pasó la raya, deziendo muchos denuestos de aquellos agüeros que su amo catava; e después así fizieron los otros.

   E llegados en Arabiana ellos e Ruy Veláquez e fallando allí aquellos moros, ordenaron sus vatallas todas. E Ruy Veláquez puso en la delantera a los Infantes con aquellos dozientos omes de su linaje e él con los suyos quedó en la çaguera, diziéndoles que, començada la pelea por ellos, qu’él los iría acorrer. Trabada por ellos la vatalla, los moros, como eran savidores de aquella traiçión, çer-cáronlos / [Fol. 252 v., col. a] de todas partes. E casi ya los más de los suyos muertos, un sobrino de Ruy Belázquez que llamavan Rodrigo de Lara, veyendo la traiçión en Ruy Velázquez, fuese con sesenta parientes suyos a morir o vevir con ellos; e allí morieron todos, faziendo mucho grande matança en los moros demasiadamente, ca eran mucho esforçados cavalleros. E Alicante fizo cortar las caveças a los VII Infantes e a Nuño Salido, su amo, e a Rodrigo de Lara e levólas a Córdova e diolas Almançor e díxole que por aquellas IX cabeças dexava en el canpo de Arabiana siete mil moros. E porque Almançor se quexava de Ruy Velázquez, díxole que no le tenía culpa, ca los Infantes con los suyos solos los mataran e que, si Ruy Velázquez los ayudara, que nunca tornaran a Córdova.

    

   Título (630)

   Luego que esto fue dicho, fizo sacar Almozorre a Gonzalo Gustios de la presión e púsole aquellas IX caveças delante e díxole:

   -Gonzalo Gustios, estas cabeças son de tu linaje e cata si las conoçerás.

   E como las vio, luego alinpió las cabeças de la sangre e del polvo e, alinpiadas, conoçiólas. E puso las cabeças de los fijos en un estrado, la de cada uno como naçiera; e la de Nuño Salido, su amo, e de Rodrigo de Lara a par d’ellas. E tomava la cabeça d’ellos uno a uno como naçiera e razonávase con él, retrayéndole todas sus vondades e buenas costunbres, como las él [col. b] sabía de cada uno; e besávala en la boca e poníala en su logar. E razonando con los fijos, tomó la de Nuño Salido, su amo, e no la vesó, pero abr[a]çóla (631) e díxole:

   -Conpadre amigo, ¡qué mala cuenta me dades de mis fijos, que vos di a criar de su naçiençia fasta aquí! Pero, conpadre, bien creo yo que no fue vuestra la culpa, sinon de los mis pecados e de la sobervia de mis fijos, que no podía mucho durar, e só çierto que bos quesistes antes ver vuestra muerte que no la suya.

   E después tomó la de Rodrigo de Lara e loó su vondad. E puesta en su logar, con la grand ravia ensandeçió del todo, tomó una espada que falló e saltó a la calle e mató con ella un alguazil e otros dos moros. E Almançor mandólo prender e poner en la cárçel. E serbiéndolo allí una hermana de Almançor, veyéndolo tan triste, díxole:

   -Christiano, ¿por qué te dexas morir de pesar, que yo, que perdí XV fijos cavalleros en la vatalla del vado de Cascajares, donde tú e tus fijos fuestes buenos cavalleros, que avía en un cavallero moro, que eran la flor de la mançebía de los moros d’España, no me dexé morir? E abráçate co[n]migo e quiçá querrá Dios que ayamos fijo, pues no tenemos ninguno.

   E como las cosas que Dios quiere son de conplir, enpreñóse de un fijo que llamaron Muda[rra] González. E Almançor, movido de piedad, mandó[lo] (632) sacar de la presión e enbiólo a su tierra. E aquella mora parió un fijo que llamaron Mudarra González e criólo Almançor fasta seze años. E diole las cosas neçesarias e enbiólo a su padre, pidiéndogelo él muy afincadamente por merçed. E como llegó en Salas, adonde su padre estava çiego, e como lo vio doña Sancha, su madre, dixo «Este es Gonzalo González, // [Fol. 253 r., col. a] mi fijo», (e) porque le pareçía mucho en todas sus façiones. E vesóle las manos e diole carta de Almançor e de su madre de todas sus señales. E doña Sancha lo profijó. E juntándose con él todo su linaje, le bautizaron e le posieron aquel mesmo nonbre, Mudarra González. E salió mucho esforçado cavallero e guerreó tanto a aquel traidor de Ruy Belázquez fasta que prendió a él e a doña Lanbra, su muger; e fízolos morir por luengas e fuertes presiones, con muchos crueles tormentos que les fazía dar noches e días. E desfizo su casa por juizio del conde Garçi Ferrández para sienpre jamás.

    

   Título (633)

   En el año del Señor de CMLXXXVI años ovo grande discordia entre el conde Garçi Ferrández e don Sancho, su fijo, e la causa d’ello fue doña Sancha, su muger, que por malquerençia del Conde puso mucho mal entre ellos de secreto. E sabidas estas nuevas por los moros, entraron grandes poderes d’ellos en Castilla con su Rey de Córdova, (e) faziendo mucho daño. E ganaron a Sant Estevan de Gormaz e a Curuña e destruyéronlas. E como esto sopo el conde Garçi Ferrández, con pocos de los suyos, porque más no pudo aver porque don Sancho, su fijo, estava alçado contra él, salió a ellos. E porque en aquel tienpo los señores acostunbravan de tener nobles e escogidos cavallos e dábanlos a pensar a sus mugeres, fiándose d’ellas, para los tener reçios e valientes con çebada e con poca paja e non con otra cosa, [col. b] (e) él confiándose de la Condesa, no sopiendo la mala voluntad que ella le tenía, pensávalo de salvados e golosinas de yerbas e teníalo mucho grues[o] (634), pero no para trabaxar, por que si a menester d’él veniese, que le falleçiese con el trabajo. E como el Conde los acometió de reçio, como esforçado cavallero qu’él era, e oviendo fuerte batalla e estando en la mayor priesa, cansóle el cavallo por el mal pienso e cayó con él en medio del canpo. Fue luego el Conde ferido de muchos golpes e preso e muertos muchos de los suyos; e fue levado a Córdova e allí morió de las dichas feridas e fue allí sepultado.

    

   Título de cómo fue alçado por Conde e Señor de Castilla don Sancho Ferrández, su fijo, e de sus fechos

   Muerto este conde Garçi Ferrández, fue alçado Conde e Señor de Castilla don Sancho, su fijo, en la çibdad de Burgos por todos los castellanos en el dicho año de CMLXXXVI años. E porque los moros no le quisieron dar el cuerpo de su padre sin muchos dineros, sacó sus gentes e corrióles las tierras, faziéndoles mucho daño en ellas e llega[n]do açerca de Córdova. E ganó a Sant Estevan de Gormaz e a Maderuelo e Montijo e Peñafiel e Gormaz e Osma, que fueron perdidas en la muerte e presión de su padre. E por que más no les fiziese, diéronle el cuerpo de su padre e tráxolo a enterrar a Sant Pedro de Cardeña.

    

   Título de cómo el conde don Sancho mató a su madre e de la causa d’ello e cómo fizo el monasterio de Oña

   Este conde don Sancho fizo mucha guerra a los moros. E fuendo un día tras un grande cavallero moro en alcançe, (e) tiróle con la lança; e el moro por no reçebir / [Fol. 253 r., col. a] el golpe abraçóse con la çerviz del cavallo e pareçióle la verga de la natura, que la avía tan larga que(l) le llegava fasta la rodilla, e acogiósele con una ferida al castillo. E tornando el Conde a su palaçio e comiendo con su madre e cavallero, tráxole el diablo un riso a la voca e preguntáronle de qué redía. E díxoles que de aquella maravilla que avía visto de aquella natura del moro, lo qual aquella endiablada Condesa, madre suya, no lo echó en olvido. E ençendida en el deseo de aquel moro, tratóse con él de casamiento e que se iría para él con todo el oro e plata del Conde, su fijo, el qual le respondió que matase a su fijo el Conde con las yerbas qu’él le enbiava e qu’él vernía a Castilla poderosamente a casarse con ella e serían señores del condado. E ella púsolo por obra en esta manera: que llamó una su criada de quien ella mucho se fiaba e díxole todo aquel fecho e que ella le traxiese aquellas yerbas en una taça por que quando el Conde veniese de sus cabalgadas cansado que la Condesa gelas daría como solía. E prometióle de casar con el omne que más quisiese e amase e que ella e aquel moro los farían mayores de su casa. E la servienta, mucho alegre d’ello, otorgógelo. E porque las cosas que a Dios no plaze no se pueden conplir, aquella donzella tenía un mançebo serviente del Conde que era d’Espinosa de Montija por amigo en secreto que dormía con él e, demandándole albriçias, díxole todo aquel fecho, porque, acabado, ella demandaría casar con él e quedarían anbos en grand estado con ellos, e que no lo dixiese a persona del mundo. E él dixo que le plazía mucho [col. b] d’ello.

   E veniendo el Conde de su cavalgada, como solía, antes que llegase a su palaçio apartólo aquel omne de pie e díxole:

   -Señor, yo fize maldad en vuestro palaçio porque dormí con una servienta vuestra e merezco muerte, si me la quisierdes dar, pero, si me perdonades, yo vos diré cosa que fue por vuestro bien.

   E el Conde le dixo que, si probecho le fiziese, qu’él le perdonaría. E estonçes contóle todo el fecho, cómo estava ordenado todo e la su muerte açerca, si no se guardava. E el Conde dixo que no podía creer tal cosa, pero que lo probaría.

   E llegado en su palaçio, la Condesa mandó aquella serbienta traer la taça con el vino para el Conde e púsogela en la mano como solía e mandó dar a los otros del otro vino. E el Conde, veyendo las malas señales, tomó la taça erbolada e por la probar díxole:

   -Vebed vos, señora, primero, e después beveré yo, que asaz ay para anbos.

   E porque ella no lo quiso fazer, vido el mal e sacó la espada e fizo que veviese, si no, que gela pornía por el cuerpo. E ella, con el temor de la muerte veyendo que era descobierta su maldad, veviólo e luego cayó rebentada muerta. E así feneçió sus grandes crueldades e días, que la primera que fizo fue que dio logar al conde Garçi Ferrández que matase a su padre, que era Conde de Flandes, e a su madrastra, su muger, que gela avía levado de Castilla aquel Conde e la tenía por mu-ger, // [Fol. 254 r., col. a] metiéndolo en la cama; e los degolló anbos e se vino con él por que la tomase por muger; la segunda, que, tobiéndola por muger con grande amor, le buscó omeçida con su fijo, por donde ubo mucho mal en los christianos; la terçera, fízolo morir por el mal pienso del cavallo, fiándolo d’ella; la quarta, quiso matar a este su fijo por codiçia de luxuriar con aquel moro con su natura desordenada e fazer morir muchos christianos, sino que no lo consentió Nuestro Señor. E con todo pesó mucho al Conde de su muerte, ca con todo no quesiera que moriera ni pensó que así súpitamente moriera. Pero con todo fizo grande penitençia; e sobre toda ella mandóle el Santo Padre fazer un monasterio de dueñas e fizo el monasterio de Oña. E puso en él XXX donzellas e dueñas de linaje de la orden de Sant Benito e dotóle de muchos vasallos e eredamientos e fizo allí su sepoltura. E después se enterraron allí el rey don Sancho, que mató Vellidos sobre Çamora, e el rey don Sancho de Nabarra, su yerno, e toda la cavallería de Castilla. E después, porque aquellas monjas no guardaban bien su regla, a pedimiento de los Reyes de Castilla, mandó el Santo Padre poner XXX monjas de la orden de Sant Gerónimo, como lo son oy, e quitaron aquellas monjas. E por el nonbre de aquella mala doña Sancha ovo nonbre aquel monasterio de doña Sancha; e por tienpo dexóse el de Sancha e quedóse el de doña. E así se llamó e llama Oña.

   Este conde don Sancho ganó después d’éstos seis castillos e villas que Almançor avía ganado de christianos, que gelas dio Ixén, Rey de Córdova, porque lo ayudó en la guerra que avía con Maomad Almoadí quando los almoades començaban a guerrear a los aláraves d’España. Éste dio los buenos fueros a los castellanos, que les mandó que no serbiesen señor sin sueldo, ca enantes quatro meses en el año serbían sin sueldo. E fecho[s] otros nobles fechos, feneçió sus días.

    

   Título de cómo [col. b] fue alçado por Señor de Castilla el infante don Garçía e de cómo lo mataron los de Guebara a traiçión e de cómo morieron por traidores por ello

   En el año del Señor de mil VII años, muerto este conde don Sancho, alçaron los castellanos por señor en la çibdad de Burgos al infante don García, su fijo, que era de XIII años. E porque su padre le avía tratado casamiento con doña Sancha, hermana del rey don Vermudo de León, partió de Burgos a León para fazer su casamiento; e fue con él el rey don Sancho de Nabarra, su cuñado, que era casado con doña Elvira, su hermana, que llamaron el Mayor, e otros cavalleros castellanos. Saliéronle al camino Diego Vela e Ínigo Vela e Rodrigo Vela, fijos del conde don Vela de Guebara, que andaban desterrados de Álaba por su padre, don Sancho, porque su padre, don Vela, no quesiera ovedeçer los Condes de Castilla, ni ellos tanpoco, e sosteníalos el Rey de León. E venidos ant’él, pediéronle perdón e que lo serberían. E él perdonólos e tomólos por vasallos; e tornóles sus eredamientos e dioles dineros en tierras. E vesáronle las manos e veniéronse con él a León.

   E llegados allí e fechos los desposorios, volvieron roído a sabiendas con los del Infante, que estaban pocos con él, porqu’el Rey de Navarra e los castellanos posaban fuera de la çibdad en su real. E como el Infante salió a los despartir, ellos, como tenían la traiçión armada, matáronlo allí; e aún se dize que lo mataron en los braços de doña Sancha, su esposa, cobriéndolo ella con sus faldas. E mataron allí con él a Mudarra González de Lara e Arbita, su alferze, que era nieto del otro Arbitia, que fue alferze del conde Fernán González, e otros algunos cavalleros castellanos.

   E fecha aquella traiçión, acogiéronse al castillo de Monçón. E çercáronlos allí el rey don Sancho de Navarra e los castellanos; e tomáronlos e diéronles muertes de traidores, quemán-[do]los / [Fol. 254 v., col. a] vivos. E Ferrand Laíno de Guebara, su primo, que fue prinçipal en aquella traiçión, salióles del castillo desconoçido e fuese de allí. E después esta infanta dona Sancha lo fizo quemar; e así mesmo ella fue a Monçón quando quemaron los tres traidores, como dicho es.

    

   Título de cómo eredó el condado e señorío de Castilla el rey don Sancho de Navarra por doña Elvira, su muger, que era hermana del infante don Garçía, e de sus fechos

   Muerto este infante don Garçía, porqu’él no dexó fijo ninguno, los castellanos tomaron por Señores de Castilla al rey don Sancho de Navarra, que llamaron el Mayor, e a la Reina, su muger, fija del conde don Sancho. E era este rey don Sancho mucho noble rey e acreçentó mucho en el dicho condado de Castilla; e otrosí ganó el reino de Aragón, que era de moros.

   E estando en grande estado e oviendo fijos en esta su muger a don Garçía e a don Ferrando e otrosí a don Ramiro, que era vastardo, que eran ya omes, fuese en romería a Santiago de Galizia; e dexó un cavallo bueno qu’él mucho preçiava en poder de la reina doña Elvira, que gelo guardase e pensase. E como él fue partido, el infante don García, que era mayor e omne mucho orgulloso, pidiólo a la Reina; e ella dudando, díxole el mayordomo del Rey que no lo devía dar. E por esto aquel infante don Garçía dixo que los faría matar asacándoles falso testimonio. E dixo a su hermano don Ferrando que lo ayudase a ello; e respondióle qu’él lo ayudaría e que fiziese lo que quisiese. E luego escrevió cartas al Rey, su padre, cómo la Reina, su madre, fazía maldad con el mayordomo e que los mandase matar. E como el Rey ovo estas cartas, pesóle mucho con ellas, por quanto amava mucho a la Reina e la tenía por mucho buena muger, e mandó que los prendiesen e que los toviesen bien guardados e que no les fiziesen otro mal fasta qu’él veniese e sopiese la verdad.

   E así venido el Rey de aquella romería, (e) la Reina e el [col. b] mayordomo, que estavan presos, fueron traídos ant’el Rey e ante los castellanos, que eran llamados a cortes en la çibdad de Burgos, e puestos a juizio e acusados por los dichos sus fijos, aunque don Fernando no acusava, sino que consentía en todo lo qu’el hermano dezía. E como quier que la Reina e el mayordomo negavan, no les valía nada e fue dado por juizio de cortes que la Reina, pues era acusada de traiçión, que diese lidiador que salvase su derecho o que la quemasen e diesen al mayordomo muerte de traidor. Con esto la Reina fue en mucha angustia, porque, dudando todos al dicho infante don Garçía por ser mucho valiente e enriscado e presto para reinar en Castilla e en Navarra e en Aragón, ninguno no osava tomar la demanda de la Reina, aunque pensavan que no era culpante.

   E llegado ya el plazo que otro día la avían de quemar si no dava lidiador por sí, estando muy cuitada acomendándose a Dios e a la Virgen María, con muchas palabras piadosas pidiéndole merçed que no la dexase morir penadamente por falso testimonio, (e) en aquel logar donde ella estava presa faziendo su oración llegó a ella aquel don Ramiro, su antenado, pesándole del su mal e denuesto del Rey, su padre, porque ella lo avía criado, e díxole:

   -Señora, yo creo que mi hermano, el infante don Garçía, vos acusa falsamente e, si vos sodes inoçente e me lo mandades, yo tomaré esta batalla por vos.

   La Reina, oídas estas cosas, llorando de sus ojos le dixo:

   -Fijo Ramiro, // [Fol. 255 r., col. a] si tú esto fazes, de Dios e de mí ayas galardón, que sabe que só yo sin culpa, como la Virgen María quando la acusaban los judíos, e yo te profijaré en lo que tu padre e yo ganamos de moros.

   Luego este don Ramiro fuese ant’el Rey e ante los del consejo, que con él estavan, e díxole:

   -Señor, yo sé que mi hermano don Garçía acusa malamente a la reina, mi señora, e si vos no lo oviésedes por mal, yo entraría en el canpo por ella con él a salvar su derecho.

   E porqu’el Rey quería mucho a esta Reina e le pesaba de su mal, díxole que le plazía, si él lo quería. [E]l (635) Infante, que mucho pesó, dixo:

   -Señor, mi hermano es bastardo e no es omne para entrar en el canpo conmigo.

   E don Ramiro le respondió que, como quiera que fuese, qu’él era fijo de rey e omne para aquel fecho.

   E sobre esto fue dado sentençia por corte que qualquier persona que oviese forma de omne podía entrar en el canpo por salvar tal fecho, quánto más aquél, que era fijo del Rey.

    

   Título de cómo la reina doña Elvira fue acusada e libre del falso testimonio que sus fijos le acusaron e de la maldiçión que con la partiçión de sus reinos les dio

   Dada esta sentençia para otro día que entrasen en el canpo, los Infantes temorizados e temiendo la vatalla, fablaron aquella noche con el confesor del Rey e manifestáronle toda su maldad e que les ganase perdón del Rey e de la madre, el qual, como lo fabló al Rey, fue mucho alegre por ello. E otro día por la mañana el Rey e todos los del [col. b] consejo, que estavan allí en Nájara a corte, llamaron a la Reina e pidiéronle perdón para los fijos mucho amorosamente. E quando ella vio que ál no podía ser, díxoles que no lo faría, sino con condiçión que ella les partiese los reinos de Navarra e de Castilla e de Aragón a los fijos e a don Ramiro como ella quisiese para después de vida del Rey. E así le fue otorgado con poderes bastantes del Rey e de los fijos e de los reinos. Así firmado, la Reina fizo su partiçión en esta manera:

   -Vos, infante don Garçía, que érades mi fijo mayor, que deviérades eredar a Castilla, Dios nunca quiera que tan falsa criatura como vos erede el reino de Castilla, que suçedió en mí de los más nobles prínçipes del mundo, qu’el primero fue el noble conde Ferrand González, mi visagüelo; e por ende, deserédovos d’él, e así a toda vuestra generaçión, para sienpre jamás. E dovos por erençia el reino de Navarra, que es de vuestro avolengo; e dóvoslo con tal condiçión que en vuestra vida e después sienpre descrezca e vaya atrás en vida de vuestros erederos por sienpre jamás, fasta que sea tornado a nada e amenguado más que todos los reinos de los christianos e con la mi maldiçión. A vos, don Ferrando, mi fijo segundo, porque no tengo otro eredero para él, dovos el reino de Castilla, que yo eredé de mis anteçesores; e porque vos fuestes en fabla e consejo e lo consentistes, seyendo atenudo a me defender, dovos con la maldiçión de Dios e mía para en vuestra vida, e después de todos los que de vos suçedieren, para que entre vos e ellos e todos los d’este vuestro reino aya malquerençia e poca justiçia en el dicho reino por sienpre jamás. A vos, don Ramiro, mi criado, yo vos tomo por fijo eredero e dovos el reino de Aragón, que yo e vuestro padre ganamos de moros, / [Fol. 255 v., col. a] e dovos la mi vendiçión; e ruego a Dios que vos lo dé con la suya por vuestra vida e de vuestros deçendientes sienpre crezca e aya buena justiçia.

    

   Título de las cosas que fizo este rey don Sancho e de cómo lo mataron tres omes de pie en el monte a traiçión

   Estando este Rey en su estado, sosegado lo susodicho, veniéronle nuebas çiertas cómo en el reino de Aragón le eran entrados muchos poderes de moros e que eran llegados sobre el castillo de Ayona; e que pelearon los de las huestes sobre un puerco montés e que morieron VII mil moros e que por aquello se tornaran desbaratados a sus tierras, de que ovo plazer, que, andando un día [a] correr monte fuendo tras un puerco, metiósele en unas grandes matas, adonde es agora la çibdad de Palençia, e entró tras él en una cueba, adonde estava una imagen en un altar de Sant Antolín mártir, e como le quiso dar con la espada, tolliósele el braço. E rogó aquel mártir que rogase a Dios por él e luego fue sano e dexó ir el puerco. E fizo ençima de la cueba onrada iglesia de aquel mártir e pobló la dicha çibdad de Palençia, que era despoblada de los moros, e fízola obispado.

   Este Rey mudó el camino françés, que venía por Guipúzcoa e Vizcaya e Asturias e Oviedo, e lo fizo por Navarra e a Logroño e a Burgos e a León, por donde agora es, e ganó grandes tierras del rey don Vermudo de León. E fue tratado casamiento del infante don Fernando, su fijo, [col. b] e de la infanta doña Sancha de León. E faziendo los desposorios, díxoles aquella Infanta que nunca con él casaría fasta la diesen bivo delante al traidor de Ferrand Laíno de Guebara, que matara al infante don Garçía e diera a ella una vofetada en el rostro. E luego lo fizo buscar este rey don Sancho, çercando todos los montes donde andava, e diérongelo preso delante. E tomó ella un cochillo e mandóle cortar las manos con que lo mató e ferió a ella e los pies en que andovo a la tratar e mandóle cortar la lengua con que lo tratara e mandóle quebrar el un ojo con que lo viera por dónde fazer; e mandóle traer tal ençima de un asno por todas las villas de Castilla pregonándole traiçión que fiziera; e después mandólo quemar vivo. E fechas las bodas, diole el rey don Sancho de Navarra, su padre, todo lo que avía ganado del reino de León.

   E andando este rey don Sancho de Navarra a correr monte en Asturias de Oviedo, matólo un peón a traiçión, fallándolo solo apartado de los suyos. E como quier que fue tomado e penado de crueles tormentos e quartizado, nunca quiso dezir por qué lo matara ni sopo cosa de la causa de su muerte. Soterráronlo en el monasterio de Oña a par del conde don Sancho, su suegro.

   E luego qu’él morió, reinaron sus fijos todos tres en Castilla e en Nabarra e en Aragón, segund que la dicha reina doña Elvira, su madre, lo avía mandado. E don Garçía era estonçes en Roma por aver perdón del Santo Padre por el falso testimonio que acusara a su madre, la Reina. // [Fol. 256 r., col. a]

   Aquí se acaba el libro XIV de los XXV libros que Lope Garçía de Salazar fizo de Las bienandanças e fortunas estando preso en la su casa de Sant Martín e comiénçase el XV libro en que fabla del rey don Ferrando el Mano, primero Rey de Castilla, e de cómo mató en vatalla [al rey don Bermudo de León, su cuñado], e eredó el reino de León por doña Sancha, su muger, e se juntaron los dichos reinos en él; e de cómo ganó el reino de Portogal de moros e de cómo quitó el tributo del Inperio de Roma e de cómo partió los reinos a sus fijos todos tres e de los daños que sobre ello vino en Castilla e en León e en Portogal; e de cómo mató Vellidos al rey don Sancho sobre Çamora e del voto a los çamoranos fecho; e del destierro e prisión de los reyes don Alonso e don García e de cómo reinó este don Alonso en los dichos reinos; e del linaje del onrado cavallero Çid Ruy Díaz de Vivar e de sus grandes fechos de armas e del reuto de los Condes de Carrión sobre las fijas del Çid; e del rey don Alonso ( ) (636) d’Aragón, su yerno, e del enperador don Alonso, su nieto, e de los reyes don Sancho de Castilla e don Ferrando de León; e de cómo el Çid ganó a Valençia e de los presentes qu’el grand soldán de Persia enbió al Çid Ruy Díaz; e de las vatallas qu’él vençió e de la su onrada muerte; e de los fechos e vatallas e presiones de la reina doña Urraca e del conde don Pero de Lara e de los malos fechos d’esta Reina e de la su mala muerte; e de los fechos del rey don Sancho de Castilla el Deseado; e del rey don Alonso de León e de las cosas que en aquel tienpo pasaron porqu’el rey don Ferrando de León quitó las tierras a los cavalleros e gelas fizo tornar; e del rey don Ferrando. A fojas CCLVI [col. b].

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   603.- o, en el manuscrito.

   604.- prestomente, en el manuscrito.

   605.- En blanco en el manuscrito.

   606.- recogideonse, en el manuscrito.

   607.- bela, adonde, al final del folio como reclamo.

   608.- repartidos, en el manuscrito.

   609.- En blanco en el manuscrito; lo entrecorcheteado proviene de la mano de B.

   610.- Se ha dejado una línea en blanco, probablemente porque ahí debería un título.

   611.- En blanco en un principio, posteriormente completado por B.

   612.- los christianos, copiado dos veces en el manuscrito.

   613.- Sahagún ha sido añadido por B. Han quedado dos líneas en blanco.

   614.- e, en el manuscrito.

   615.- De nuevo se han dejado dos líneas en blanco, seguramente con la idea de añadir posteriormente el título correspondiente.

   616.- Añadido por B.

   617.- que, repetido detrás.

   618.- de los, nuevamente, detrás.

   619.- davan, escrito un poco más arriba, repetido aquí.

   620.- podiesen, en el manuscrito.

   621.- Espacio en blanco en el manuscrito.

   622.- Se ha dejado en blanco el espacio correspondiente, más o menos, a dos líneas de escritura donde debería haberse copiado el título.

   623.- Véase nota n. 622.

   624.- Idem.

   625.- Idem.

   626.- Sancha, copiado dos veces.

   627.- este rey, repetido al incio del vuelto.

   628.- Véase nota n. 622.

   629.- la batalla, reclamo al final del folio.

   630.- Véase nota n. 622.

   631.- abroçóla, en el manuscrito.

   632.- lo, interlineado por otra mano, probablemente por B.

   633.- Véase nota n. 622.

   634.- gruesa, en el manuscrito.

   635.- al, en el manuscrito.

   636.- Véase nota n. 622.