Libro XV

[Libro XV]

   Después de muerto este rey don Sancho de Navarra, que era Conde e Señor de Castilla, como dicho es, los castellanos tobiendo por bien de onrar a Castilla, quesiéndola sacar de condado e fazerla reinado, alçaron por su rey e señor d’ella a don Ferrando, su fijo e de doña Elvira, su muger, que le dio este nonbre por el virtuoso conde Fernán González, su agüelo, que fue el primero Rey de Castilla. E començó a reinar en el año del Señor de mil LXXXIII años e fue el tienpo de su reinamiento XLVIII años. E sus fechos prinçipales son estos que se siguen:

         

   Título de cómo este rey don Ferrando mató en vatalla al rey don Vermudo de León, su cuñado, e cobró el reino de León por su muger    

   En el començamiento de su reinamiento ovo guerra con el rey don Vermudo de León, su cuñado, hermano de doña Sancha, su muger, sobre las tierras qu’él tenía de su reino, que le tomara el rey don Sancho, su padre, como dicho es. E juntando sus poderes, vino en su ayuda el rey don Garçía de Nabarra, su hermano, e juntáronse en vatalla açerca de Carrión. E estando en peso, cayendo muchos muertos de anbas partes, el rey don Vermudo, seyendo esforçado e valiente de su persona e mançebo e esforçándose en un caballo que tenía maravilloso, que llamavan Payo, metióse tanto entre los enemigos que luego fueron muertos anbos a dos e luego fueron vençidos los suyos e muertos e presos muchos d’ellos. E fuéndose este rey don Ferrando a León, porqu’el rey don Vermudo no dexó fijos, tomáronlo por Rey de León por la reina dona Sancha, su muger, que era hermana del rey don Vermudo. E en este rey don Ferrando se juntaron los reinos de Castilla e de León.

         

   Título de la batalla que ovieron los castellanos e los nabarros ( ) (637) e de la muerte del Rey de Nabarra / [Fol. 256 v., col. a]    

   Reinando este rey don Ferrando en Castilla e en León, metió el diablo malquerençia entre él e don Garçía, su hermano mayor, a grand culpa de don Garçía, ca sin causa le entró por el reino. Robando e quemando e matando llegó fasta Atapuerta, que es çerca de Burgos, con muchas gentes de navarros e de gascones. E como esto sopo este rey don Ferrando, ayuntando las gentes de sus reinos salióle al encuentro e, ordenadas sus vatallas, los nabarros, que estaban mal contentos de su Rey porque los desaforava, le pidieron por merçed que les guardase e jurase sus libertades e que lo serberían derechamente. E porque el Rey los respondió ásperamente, díxole un cavallero viejo, que era su ayo, que lo avía criado desde su naçimiento:

   -Señor, pues yo veo tu muerte porque no quieres ganar los coraçones de los tuyos, quiero morir enantes que tú por no ver la tu muerte.

   E quitando la armadura de la cabeça, puso espuelas al cavallo e con su lança ferió en los castellanos, adonde fue luego muerto.

   E juntadas las batallas, luego fueron vençidos los navarros e muerto su rey don Garçía e pocos de los suyos, ca no quisieron pelear por lo que dicho es; e otrosí porqu’el rey don Ferrando mandó que no matasen ninguno ni siguiesen el alcançe. E fizo traer delante sí el cuerpo de su hermano e a todos los presos e dioles sus armas e sus cavallos e todas cosas neçesarias e mandóles levar el cuerpo del rey con grandes ornamentos a Navarra.

         

   Título de las conquistas que fizo este rey don Ferrando en los reinos comarcanos    

   Pasado este fecho de Nabarra, sacó este rey don Ferrando sus gentes e, seyendo con él Rodrigo de Vibar, que era mançebo, qu’él lo avía criado de X años arriba, (e) entró en el reino de Portogal, que era de moros. Ganó [col. b] la çibdad de Viseo e las villas de Çea e de Goena e çercó la çibdad de Coinbra por luenga çerca e con mucho trabaxo; e allí armó cavallero a este Rodrigo de Vibar delante el altar mayor de su iglesia. E aquel día mesmo que la ganó lo dixo el apóstol Santiago a un Obispo deboto religioso de Françia que vino en romería a Santiago en sueños, porque dixo que no llamasen cavallero a Santiago, sino apóstol, que le dixo:

   -Françés, por que sepas que só cavallero, yo me vo [a] entregar con estas llabes que me vees en las manos al rey don Ferrando la çibdad de Coinbra, que tiene çercada.

   E así se falló por verdad, que en aquel día se le entregó. E ganó de aquella vez desde Mondego fasta Laguardia.

   E después d’esto fue [a] correr tierra de Toledo e, fecho mucho daño en ella, vino a él Alimaimón, Rey de Toledo, e tornóse su vasallo e diole grandes parias.

   E después fue a tierra de Sebilla e, faziendo mucho daño en ella, vino a dos leguas d’ella el rey Avencanón e tornóse su vasallo. E diole mucho oro e plata por parias, tornándose su vasallo; e diole más: el cuerpo de Santo Isidro, que traxo a León, adonde fizo su enterramiento.

         

   Título de cómo el Santo Padre enbió mandar al rey don Ferrando que pagase tributo al Enperador de Roma por sus reinos    

   Estando este Rey en sosiego, ovo mandado del Santo Padre que pagase tributo al Enperador de Roma, como los otros reyes christianos, si no, que enbiaría cruzada sobre él e, si lo no conpliese, que los desafiaban el Rey de Françia e todos los otros reyes // [Fol. 257 r., col. a] christianos. Estando en consejo con los suyos no sopiendo qué fazer, veyendo el mal que en ser tributado le venía e lo otro el daño que vernía si sobre él veniesen, e estando en esta angustia, vino Rodrigo de Vibar por su llamamiento, que era ido [a] fazer bodas con doña Ximena Gómez. E como lo vio, díxole:

   -Rodrigo, mi leal vasallo, ¿qué me aconsejades en este fecho?

   E díxole:

   -Señor, en mal punto naçistes si en el vuestro tienpo á de ser tributada España fuendo ganada por vuestros anteçesores e por vos con tanto derramamiento de sangre de moros e de christianos. E mandadlos desafiar e vayámoslos [a] buscar; e vos levad VI mil cavalleros escogidos e II mil cavalleros que vos darán los reyes moros, vuestros vasallos, [e] XII mil peones escogidos de las montañas e yo levaré II mil de cavallo de mis amigos e vasallos. E yo iré con los míos delante e seré vuestro posentador e Dios, que fasta aquí os dio onra, no vos la quitará.

   E con esto escrevió a Roma, conforme con este consejo de Rodrigo de Vibar, que después fue llamado Çid Ruy Díaz de Bibar, enbiándolos desafiar si no lo dexaban.

   E movidos con tales gentes, pasó Rodrigo de Vibar los puertos adelante con sus II mil de caballo. E falló Rodrigo, que iba delante, las gentes alboroçadas, que no les querían dar vituallas; e castigólas de tal manera que los que non gelas daban por dineros que gelas daban sin ellos. E vínole al encuentro el conde don Remón de Tolosa con XX mil de cavallo del Rey de Françia açerca de Tolosa. E fue [col. b] vençedor Rodrigo e preso este Conde e muertos e presos muchos de los suyos; e soltolo con piedad e diole una fija donzella, que dio por barragana al Rey e ovo d’ella un fijo, e muchas vituallas para el Rey, que venía de çaga. E fuendo más adelante, con el Conde de Saboya ovo fuerte batalla; e vençiólo Rodrigo con los suyos e mató e prendió muchos d’ellos. E así fallaba el Rey los caminos desenbargados con todas las cosas neçesarias.

   E sabidas estas nuebas por el Enperador e los otros reyes, pidieron por merçed al Santo Padre que los mandase dar por quitos d’este tributo, por tal que se tornasen a sus tierras. E venido un cardenal e dos cavalleros con sus poderes, fue dada España por quita del tributo de Roma en Tolosa para sienpre jamás. E de aquel día en adelante fue llamado este Rey par de enperador.

         

   Título de la muerte del virtuoso rey don Ferrando e de cómo partió sus reinos a sus feijos e del daño que d’ello vino a ellos    

   Estando en tal estado, veniéndole el dolor de la muerte, entendiendo que lo fazía mejor, partió sus reinos en esta manera: a don Sancho, que era mayor, dio a Castilla e a don Alonso, a León e a don Garçía, a Galiçia e a Portugal. E como esto oyó el infante don Sancho, dixo:

   -Señor, no lo podedes fazer, ca los godos quando ganaron a España la fezieron toda mayorazgo e vos no la podedes partir, que a mí perteneçe toda.

   El Rey, que estava mucho aquexado, con la candela en la mano dixo:

   -Los godos ganaron a España e fizieron d’ello lo que quisieron e yo, que la gané, fago d’ella lo que me plaze. E dó la mi maldiçión aquellos que la mi manda / [Fol. 257 v., col. a] quebrantaren.

   E después d’esto llegaron sus fijas doña Urraca e doña Elvira, dando vozes e llorando porque las dexava deseredadas. Como las oyó, cató a los fijos e mandóles que las eredasen de aquello que dado les avía, pues que ál no le quedava que dar. E como ellos callaron, no lo oviendo a voluntad, el Rey fue mucho triste. E como aquello viese don Alonso, su fijo segundo, dixo:

   -Señor, (e) por que la vuestra alma vaya más folgada, dad lo que a mí avedes [mand]ado (638), a doña Urraca a Çamora [e] [la m]eitad (639) del infantazgo e a doña Elvira, a Toro e la otra meitad del infantazgo, e yo me conpañaré con ellas e con lo que me quedara de lo que me mandades.

   E el padre con alegría díxole:

   -Mi fijo Alonso, yo te dó la mi vendiçión e yo ruego al mi Señor Dios que te dé la suya e que estos reinos que yo parto los ayunte todos en ti.

   E con esto quedaron los Infantes con lo mandado. E d’esta partiçión de los reinos plazía a los más d’ellos, porque es naturaleza plazer a los omes querer señores nuebos, pero a los entendidos pesaba. E por esto dixo Arias Gonzalo que se matarían padre e fijos e hermanos. E así finado, cada uno de los hermanos e hermanas se fueron a lo suyo.

         

   Título del reinamiento del rey don Sancho de Castilla, segundo que reinó en Castilla e en León e en Portogal    

   En el año del Señor de mil LXXXIII años, muerto este noble rey don Ferrando, los castellanos alçaron en la çibdad de Burgos a don Sancho, su fijo, que reinó VII años. E sus fechos espeçiales son estos que se siguen: [col. b]

   Este Rey, quedando mucho descontento de la partiçión de los dichos reinos, sacó sus gentes e fue [a] correr tierra de moros. E çercó a Çaragoça e estragóles toda la tierra e el moro que reinaba en ella tornóse su vasallo. E d’esto ovo grand malenconía el rey don Ramiro d’Aragón, su tío, deziendo que era su conquista. E con todas sus gentes púsosele en el camino, diziendo que no lo dexaría pasar sin le dexar la cavalgada que levava; el [rey] don Sancho le enbió dezir que la conquista de toda España era de los Reyes de Castilla e de León e que no la dexaría. E sobre esto ovieron su fuerte batalla e mucho afincada e fueron vençidos los aragoneses. E acogióse el rey don Ramiro con los que le escaparon de muertos e de presos a un recuesto; e estando allí çercado, dexóse de aquella demanda e dexólo ir e soltóle todos los suyos, ca Aragón poca cosa era estonçes fasta que este rey don Ramiro e los que d’él suçedieron fueron ganando más de los moros.

         

   Título de cómo el rey don Sancho cobró los reinos del padre    

   Estando este rey don Sancho en su reino, tomó el rey don Garçía de Portogal, su hermano, a doña Elvira, su hermana, la meatad del infantazgo que su padre le avía dexado, la qual, quexándose, dixo estas palabras:

   -Quando don Garçía, mi hermano menor, quebranta la jura que fizo, ¿qué ará mi hermano mayor, don Sancho, que la contradixo? ¡O Señor Dios, Tú sey d’este fecho juez!

   E enbiólo querellar al dicho rey don Sancho. E como lo sopo, ploguiéndole mucho, deziendo que tenía achaque con-tra // [Fol. 258 r., col. a] él, sacó sus gentes. E llegó a León e juntóse con don Alonso, su hermano, e díxole que, pues don Garçía avía quebrado la jura que fiziera a su padre en deseredar a su hermana, que le tomasen el reino e que lo partiesen anbos. E don Alonso le respondió que no le ayudaría ni destorbaría e que se quería estar con lo que su padre le diera con su vendiçión.

   E con esto entró en el reino de Portogal. E como lo sopo el rey don Garçía, que era omne mucho esforçado e bulliçioso más que le conplía, saliólo a reçebir e ovieron fuerte batalla. E fueron bençidos los castellanos e preso el rey don Sancho; e diolo el rey don Garçía a guardar a seis cavalleros que lo aguardasen e él siguió el alcançe.

   Don Álvar Pérez Minaya, que era primo del Çid e cavallero mançebo, avía jugado su cavallo e armas en la noche antes d’esta batalla e dixo al rey don Sancho con grand vergüeña:

   -Señor, yo jugué mis armas e cavallo e no tengo con qué te servir; e si me das cavallo e armas, yo te serviré en esta batalla tanto como seis cavalleros.

   E avía gelo dado. E como la batalla fue vençida, escondióse tras unas matas; e como todos fueron adelante en el alcançe e quedó el rey don Sancho preso en poder de aquellos seis cavalleros, salió a ellos e ayudólo Dios e desbaratóles. E tomóles el Rey e alçóse con él a un recuesto; e allegáronsele fasta CL de caballo de los suyos que yazían escondidos. Estando allí, llegó el Çid de Bivar, que benía en ayuda del rey don Sancho con su gente, e juntóse con el Rey e ordenaron su batalla.

   E como vino el rey don Garçía, mucho alegre con los suyos por su vençimiento e presión del Rey, falló el fecho mal parado; e con [col. b] todo ordenó su batalla. E como él e los suyos venían cansados e otrosí por el esfuerço e buena ventura del Çid, fueron luego desbaratados e preso el dicho rey don Garçía e muertos e presos muchos de los suyos. E tomó el rey don Sancho a Portugal e a Galiçia e puso a don Garçía, su hermano, en las torres de Luna con sus fierros en presión, adonde yogo XVIII años; e allí morió en los fierros e con ellos se mandó enterrar, porque no quiso que a la muerte gelos quitasen, pues los tobo en su vida. E fue enterrado en San [Isidr]o (640) de León con el rey don Fernando, s[u padr]e (641), por el rey don Alonso, que estonçes reinava en Castilla e León e Portugal.

         

   Título de cómo el rey don Sancho enbió desafiar al rey don Alonso    

   Luego que este rey don Sancho ovo cobrado estos dichos reinos e puesto en la presión a su hermano don Garçía, como dicho es, enbió dezir al rey don Alonso, su hermano, que le dexase el reino de León, pues devía ser suyo, e que lo eredaría bien en sus reinos por que con él viviese onradamente e, donde no, qu’él gelo tomaría e echaría con su hermano don Garçía. Respondióle don Alonso que no gelo daría e que lo ponía en el juizio de Dios e de la batalla. E con esto, ayuntaron anbos sus poderes e ovieron fuerte batalla açerca de León; e iba con el rey don Sancho el Çid de Bibar con su gente e fueron vençidos los leoneses e preso el rey don Alonso. E como esto vieron los sus cavalleros, con la desesperaçión metiéronse por medio de la batalla e algunos d’ellos tomaron al rey don Sancho. E saliéronse XII cavalleros con él de la batalla e, yéndose con él para León, alcançólos el Çid ençima de su caballo; e por su buena ventura mató d’ellos e vençió a los otros e tomóles el Rey. E fueron muchos muertos e presos de los leoneses. E tomó el rey don Sancho el reino de León e puso a su hermano don Alonso en la presión.

   E estando / [Fol. 258 v., col. a] así preso, pidiógelo doña Urraca, su hermana, para lo poner monge en Sant Isidro de León; e jurándolo él y ella, diógelo con aquella condiçión. E puesto así monge, salióse de allí antes de un año e fuéronse con él Rodrigo Ansures e Pero Ansures, que eran dos cavalleros buenos de León (642), al rey Alimaimón de Toledo. E como lo sopo el rey don Sancho, entendiendo que doña Urraca, su hermana, lo avía engañado, sacó sus gentes e fue sobre ella e çercóla en la çibdad de Çamora.

         

   Título de cómo mató Vellidos al rey don Sancho sobre Çamora   

   Estando este rey don Sancho sobre Çamora, segund dicho es, llamó al Çid de Bivar, que era con él, e díxole:

   -Çid, id a doña Urraca, mi hermana, e dezilde que me dé a Çamora e que le daré tierras e villas en tierra llana donde pueda bien bevir e que abrá la mi merçed, aunque me engañó en la salida de su hermano don Alonso, e si esto no quisiere, que gela tomaré sin su grado.

   El Çid le dixo:

   -Señor, no me lo mandedes, ca vos sabedes que yo fue su criado d’ella en casa del Rey, vuestro padre, desde diez años de mi naçimiento e no es cosa que devo fazer.

   Pero tanto lo rogó e afincó que contra toda su voluntad ovo de ir. E llegado a Çamora e dicha toda esta enbaxada, doña Urraca le respondió oviendo dicho muchas doloridas palabras:

   -Çid, como vos sabés, vos criastes en la cámara de mi padre e muchas vezes vos fallé a dormir, seyendo pequeño, en el estrado e vos acosté a mis pies e fize en vos la criança que pude e ruégovos que me aconsejedes.

   E el Çid le dixo:

   -Señora, mensajero só e no vos puedo aconsejar.

   Arias Gonzalo le dixo:

   -Señora, llamad al pueblo de Çamora e sabed su voluntad.

   E llamados todos a consejo jeneral díxoles que la aconsejasen lo que devían fazer. E todos en alta vos le dixieron que no diese a Çamora por troque ni por canbio, ca [col. b] quien no la dexava en la peña que peor la dexaría en lo llano, e que todos morerían con ella fasta comer las mugeres e fijos, que no la desanpararían.

   E como el Çid llegó al Rey con este mandado, fue mal contento d’él e díxole que sabía él qu’él la avía aconsejado a doña Urraca e mandóle mucho foriosamente que le saliese de todos sus reinos. El Çid, tobiéndose por injuriado, tomó todas sus gentes e tiendas e tomó su camino para Toledo a buscar a don Alonso, Rey de León, que allá estava. Como aquello vieron los cavalleros, dixieron al Rey:

   -Señor, mandad tornar al Çid, si no, no abredes menester d’estar sobre Çamora, ca él traerá a Castilla al rey don Alonso, vuestro hermano, e abredes más que fazer.

   E el Rey, veyendo su buen consejo, llamó a Diego Hordones de Lara e enbiólo al Çid que se tornase. E él no quiso tornar por su mandado, sino por ruego de los cavalleros de Castilla, que gelo enbiaron rogar, e jurando el Rey que no echaría cavallero de Castilla sin porqué e dándole XXX días de plazo, como era derecha costunbre. E así tornado, fue la villa conbatida, por donde morieron muchas gentes, fasta que mandó el Rey dexar el conbate e retraer las gentes. E estando la villa mucho afincada, vino el diablo a Vellidos Dolfos en sueños e díxole que si matase al rey don Sancho que casaría con doña Urraca. E como se levantó, fuese a ella e díxole:

   -Señora, ¿qué daríades vos a quien matase al rey don Sancho e desçercase a Çamora?

   Ella le dixo:

   -Vellidos, de la muerte del rey don Sancho yo no te digo nada, pero quien desçercase a Çamora yo darle ía qualquier cosa que me demandase.

         

   Título de las palabras que Sabariego, el de Çamora, dixo al rey don Sancho    

   Vellidos, oídas estas palabras a doña Urraca, salióse de Ça-mora // [Fol. 259 r., col. a] ençima de su cavallo e fuese al rey don Sancho, que estava en su real, e díxole:

   -Señor, porque dixe a los çamoranos que vos diesen la villa me quisieron matar los fijos de Arias Gonzalo.

   E el Rey lo reçibió bien. E en esto púsose un cavallero que dezían Sabarigo ençima de la çerca de la villa e dixo a altas vozes:

   -Oídme los castellanos, e dígolo al rey don Sancho, que d’esta villa es salido Vellidos Adolfo, fijo de Adolfo, que fue traidor en muchas cosas e que así lo puede ser este su fijo e que, si alguna cosa él fiziere, que Sabarigo e su linaje sean quitos.

   E como esto oyó el rey don Sancho, díxole:

   -Cata, Vellidos, qué te dizen.

   E díxole Vellidos:

   -Señor, aquello fizo dezir el viejo savidor de Arias Gonzalo porque sabe que yo vos puedo fazer cobrar esta villa; e pues así es, quiérome ir [a] buscar mi vida.

   E pidió su caballo para se ir. E díxole el Rey:

   -No lo fagades, que antes vos quiero para mi consejo.

   E luego tomó Vellidos al Rey por la mano e sacólo aparte e díxole:

   -Señor, yo vos mostraré un postigo viejo que llaman de los Canbroños, que lo abrirán mis parientes de noche, por do entredes a la villa.

   E cavalgaron anbos a dos solos en sendos cavallos en andovieron en derredor de la villa e mostróle aquel postigo. E plogo al Rey mucho con esto. E estando ribera del río de Duero, tomó al Rey voluntad de fazer su neçesidad e descabalgó del cavallo e diolo a Vellidos que gelo toviese de la rienda, que se apeó tanbién; e diole un venablo dorado que traía mucho agudo sienpre en su mano. Como vio estar al Rey a canpo, diole con el dicho venablo por las espaldas, que le salió a los pechos, e cayó lu-ego [col. b] en tierra. E cabalgó en su cavallo e fuese a Çamora, que era çerca, mucho corriendo. E como lo vio el Çid, que estava delante sus tiendas, porque no vio al Rey luego pensó algund mal; e cabalgó en su caballo sin espuelas, porque no las huyó tomar, e tomó una lança e tiró tras él a todo correr. E llegado aquel postigo, tiróle de la lança e dio en esquina de la puerta grande golpe, que está oy día en ella.

   E entrado Vellidos en la villa, díxole a doña Urraca que le diese lo que le mandara, ca dexava muerto al rey don Sancho. E como esto oyó Arias Gonzalo, mandólo prender contra voluntad de la Infanta, reçelándose que los castellanos lo demandarían a los de la villa.

   Como el Çid e los castellanos fallaron su señor a la muerte, díxoles cómo le matara Vellidos por el su pecado, porqu’él quebrantara la jura que fiziera a su padre, e mandóles que enbiasen por don Alonso, su hermano, e que lo tomasen por rey, pues qu’él no dexava fijos, e que rogase a Dios por su alma. E finó, después que confesado, quando le sacaron el venablo.

         

   Título del reuto que los castellanos fizieron a los çamoranos    

   Pasado esto, los castellanos acordaron de demandar la muerte del Rey, su señor, a los çamoranos e por su consejo Diego Ordóñez de Lara, que era pariente del Rey, dixo a los çamoranos estas palabras:

   -Los castellanos perdimos nuestro señor e matólo Vellidos, que salió de Çamora a traiçión e tornóse a Çamora; por esto digo que quien a traidor sostiene que es traidor como el que la faze; por ende llamo al conçejo de Çamora traidor e reutóles los panes e los vinos, e tanbién a los muertos como a los vivos, e tanbién a los de naçer como a los naçidos.

   Respondióle Arias Gonzalo e díxole:

   -Dime, cavallero, / [Fol. 259 v., col. a] ¿qué culpa han los muertos por lo que fazen los bivos e qué culpa han los de naçer por lo que fazen los naçidos? Pero fueste mal aconsejado porque reuteste a conçejo, que sabe que quien a consejo reuta que ha de lidiar con çinco e, aunque vença los quatro, si cabalare con el quinto, a él darán por buen cavallero, pero el conçejo será quito.

   E díxole Diego Ordóñez que si tal se fallase por derecho que lo conpliría.

   E fue juzgado este reuto por XII cavalleros castellanos e por otros XII çamoranos que para ello fueron dados. E mandaron que Diego Ordóñez avía de lidiar con çinco cavalleros uno a uno, dexándolo folgar e dándole armas e cavallo frescas e pan e vino e, si fuese llagado, tienpo de sanar. E dado este juizio, Arias Gonzalo se armó para entrar el primero en el canpo. E como lo vio doña Urraca, trabóle por la rienda del cavallo e díxole que se acordase de la jura que fiziera al rey don Ferrando quando gela diera a criar, que nunca la desanpararía. E estando en esto, vino Pedrarías, su fijo menor, e pidió merçed a su padre que le diese aquella batalla. E el padre otorgógela e armólo de sus armas e cavallo e díxole:

   -Fijo, ve con la vendiçión de Dios e mía e lidia por el pueblo de Çamora, que es sin culpa.

   E así entró con Diego Ordóñez en el canpo e, después de muchas feridas que se dieron, Pedrarías cayó muerto en el canpo. E Diego Ordóñez dixo a altas vozes:

   -Arias Gonzalo, enbiad acá otro fijo, ca éste librado es.

   E luego vino Rodrigo Arias, fijo mayor, e con liçençia del padre, diziéndole:

   -Fijo, en tal punto vayas tú [a] lidiar por el pueblo çamorano como Nuestro (643) Señor vino en el mundo por redemir los christianos.

   E así entrados en el canpo, después de avidas entre ellos muchos golpes, Diego Ordóñez dio con la espada a Rodrigo Arias [col. b] por ençima de la capelina e cortóle fasta los meollos. E como Rodrigo Arias así se vio muerto, tomó la espada con anbas las manos e, cuidando dar a Diego Ordóñez, dio al caballo por ençima de la cabeça e cortóle las cabeçadas; e cayóle el freno de la boca con la media cabeça e salió fuera del campo. E como Diego Ordóñez no lo pudo tener, dexóse caer en tierra e cayó fuera del canpo. E sobre esto juzgaron los juezes; e porque los unos dezían lo uno e los otros lo ál, yoguiendo muerto Rodrigo Arias e Pero Arias e Diego Ordóñez salido del canpo, fallaron los juezes que Diego Ordóñez era buen cavallero e conpliera bien su fecho, mas matara a los dos hermanos, pero, pues que Rodrigo Arias lo fiziera salir del canpo, qu’el conçejo de Çamora era quito e que entregasen a Vellidos, el qual fue dado por traidor e desquartizado bivo atado a quatro potros bravos e cada uno fue con su quarto.

   E así feneçieron las partiçiones qu’el rey don Ferrando fizo de sus reinos con mucho derramamiento de sangre, como este Arias Gonzalo avía dicho, fasta que(l) reinó don Alonso e se juntaron los dichos reinos en él, como su padre lo rogó a Dios.

   E agora dexa el cuento d’esto e torna a contar de los fechos del noble cavallero Ruy Díaz, el Çid, de Vibar, porque perteneçe entrar en el reinamiento d’estos dichos reyes e reinos.

         

   Título del linaje e grandes fechos del buen Çid Ruy Díaz de Bibar    

   Contado ha la istoria de los castellanos cómo se alçaron contra los leoneses e cómo posieron por alcaldes a Nuño Rasura e a Laín Calbo e cómo este Laín Calvo, que era de Burgos, casó con doña Teresa, fija de Nuño Rasura, e ovo en ella IV fijos; e de Vernuy Laínez, // [Fol. 260 r., col. a] que fue el menor, suçedió de uno en otro Diego Laínez de Bivar, que casó con doña Teresa, fija del conde don Rodrigo Álvarez de Amaya, que era nieta del Rey de León, fija de su fija vastarda, e fizo en ella a este Rodrigo de Bivar, que después llamaron Çid. E otrosí ovo este Diego Laínez un fijo bastardo en una labradora que llamaron Ferrando Días, que casó con fija de Martín Antolínez de Burgos e fizo en ella a Pero Vermúdez e a Martín Antolínez e Ordoño Vermúdez e a Nuño Ferrández e a los otros sobrinos del Çid.

   Este Diego Laínez convidó al rey don Ferrando Primero, Rey de Castilla, pasando por Bivar e tomóle a este Rodrigo de Bivar, que era pequeño de diez años, para que lo quería criar en su cámara e diolo a doña Urraca, su fija. E muerto Diego Laínez e fuendo él grande mançebo, començó a ser mucho valiente e, no se quesiendo asogiguar a los cavalleros comarcanos, ovo batallas aplazadas con moros e con christianos e fizo los grandes fechos que se cuentan por todos los reinos, que no se falla omne que tantas batallas vençiese en canpo como él. E por eso fue llamado Çid Canpeador e dezirlas he aquí en breve por no alargar escritura, e así mesmo sus nobles fechos sumariamente.

         

   Título de las vatallas que vençió el buen Çid e de sus causas    

   Estando este Rodrigo de Bivar en río de Ovierna, que era su eredad, seyendo de XX años ovo batalla aplazada en el canpo C por C con el conde don Gómez de Gormaz. E estando la batalla en peso, mató con su lança este Rodrigo de Bivar al dicho conde don Gómez e mató e prendió muchos de los suyos.

   La segunda batalla ovo con los Condes de Cabra, que lo desafiaron porque eran parientes d’este conde Gómez, que venieron sobre él muy poderosos. E vençiólos en el canpo e mató muchos d’ellos; e prendió al conde don [col. b] Garçía de Cabra, que llamavan el Crespo, e otros muchos e después soltólos a todos por vondad.

   La terçera batalla ovo con çinco reyes moros que entraron [a] correr tierra de Castilla, que pasaron por Burgos e llegaron a Montes de Oca. Salió este Rodrigo de Vivar a ellos apellidando todas las tierras e peleó con ellos e vençiólos e mató muchos d’ellos e prendió aquellos çinco reyes e otros muchos; e tornó la cavalgada a cuya era e lo otro, que era de los moros, levólo a Vibar, a casa de su madre que era niño, e partiólo con todos los que fueron con él. E como ellos fueron contentos, soltó los çinco reyes moros porque le juraron de ser sus vasallos e de le dar sus parias. A cabo de un año, estando en Burgos con el rey don Ferrando, llegaron çinco mensajeros de aquellos reyes moros e quisiéronle besar la mano; e él mandóla vesar al Rey e después vesáronla a él. E fincando las rodillas en tierra, dixiéronle:

   -Omillámosnos, Çid, en el nonbre de los çinco reyes moros que tú prendiste en Oca e los soltaste; e cata aquí sus parias que te enbían.

   E el Çid dixo al Rey:

   -Señor, mandad tomar estas parias, que a vos perteneçen.

   E díxole el Rey:

   -Tomadlas vos, Rodrigo, que las ganastes como cavallero, que las avedes más menester.

   E después d’esto preguntó a los moros que por qué le llamaran Çide e dixiéronle ellos que en su tierra dezían por «çid» señor. E dixo estonçes el Rey:

   -Yo mando que de aquí adelante vos llamen Çide en todos vuestros fechos e vos los llamen todos.

   E por esta causa fue llamado de allí adelante Çid.

   E allí estando, vino doña Ximena Gómez, fija del conde don Gómez, que era de XV años, ant’el rey don Ferrando e díxole:

   -Señor, yo vos pido por merçed que me casedes con Rodrigo de Vivar porque yo creo que su estado á de creçer. E en ello faredes serviçio a Dios por dos cosas: la primera, por que yo perdone a Rodrigo la muerte de mi padre; / [Fol. 260 v., col. a] la segunda, porque só donzella güérfana de padre e de madre; la terçera, porque só de vuestro linaje.

   E al Rey plogo d’ello e a Rodrigo tanbién, pero juró de no dormir con ella fasta que bençiese IV vatallas en el canpo e levóla a su madre a Vivar que la criase e enseñase.

   La quarta batalla ovo este Çid sobre la çibdad de Calorra porque este rey don Ferrando e el Rey de Aragón contendían sobre ella, razonándola cada uno por suya. E venieron en concordia que la lidiasen dos cavalleros e el que vençiese que la oviese su rey. E el Rey de Aragón dio a Martín González, que era mucho valiente, e don Ferrando dio a este Çid de Bivar. E señalado el día de la vatalla, fuese este Çid en romería a Santiago de Galiçia e en este camino falló un gafo muy feo metido en un tremedal dando vozes que lo sacasen por amor de Dios. E fue este Çid a él e sacólo e cabalgólo consigo en las ancas de su mula e metiólo en su posada, atanto que todos sus escuderos de asco se fueron a las posadas. E él púsolo a comer consigo e echólo en su cama consigo. E dormiendo cabo él, a la media noche diole un resollo por las espaldas que le salió por los pechos e despertó con grand espanto. E cató e no lo falló en la cama ni en la casa e tornóse a echar pensando qué fuera aquello. E pareçióle un omne de vestiduras blancas, que le dixo:

   -Rodrigo, ¿qué piensas? Save que yo só Sant Lázaro, que te apareçí en figura de gafo; e porque me feziste serviçio por amor de Jhesuchristo, Él te á otorgado que cada vez que este bafo del resollo que yo te di te veniere, acabarás a tu honra quantas cosas començares. Por ende, sigue el serviçio de Dios.

   E dexó la cámara llena de mucha claridad e de buen olor.

   E conplida su romería, entró en la batalla con aquel Martín González de Aragón sobre a-quella [col. b] cibdad de Calaorra, estando los Reyes juntos. E començada su batalla, Martín González le dixo:

   -Rodrigo, mucho vos deve pesar que entrastes co[n]migo en esta batalla, que yo vos faré que nunca besedes a doña Gimena Gómez, vuestra esposa, en la voca, que bos mucho amades.

   E Rodrigo le dixo:

   -Martín González, esas palabras no son para aquí; e pues vos sodes buen cavallero, cre[e]d que por las manos lo avedes a librar, que no por palabras, que todo el poder es en Dios.

   E con esta saña, diole tantos de golpes que lo derribó del cavallo en tierra; e descabalgó e cortóle la cabeça. E ganó el rey don Ferrando la dicha çiudad de Calaorra.

   La quinta batalla ovo con los moros que avían robada la tierra d’Estremadura estando el rey don Ferrando en Galiçia. E apellidó toda la tierra e alcançóles entre Atiença e Sant Esteban de Gormaz e vençiólos e mató e prendió muchos d’ellos; e tomóles mucho grandes averes e, lo que era de christianos, tornólo a sus dueños e, lo que era de los moros, partiólo con los que con él fueron a la batalla.

   La sesta batalla ovo con el conde don Remón de Tolosa quando iba por aposentador del rey don Ferrando. E lo vençió e prendió a él mesmo e a muchos de los suyos e le dio su fija e muchas vituallas para el Rey, como dicho es.

   La sétima batalla ovo de aquel camino mesmo con el Conde de Saboya e con los françeses, levando la delantera del rey don Ferrando e fuendo su aposentador. E los vençió e mató e prendió muchos d’ellos quando iban a Roma sobre el tributo que les demandavan, como dicho es.

   La ochava batalla ovo con el rey don Garçía de Portugal, quando avía vençido e preso al rey don Sancho de Castilla. E lo vençió e prendió, como dicho es en los fechos del su reinamiento e vençimiento (644). // [Fol. 261 r., col. a]

   La nobena batalla ovo con los leoneses, quando levaban los doze caballeros d’ellos presos al rey don Alonso. E mató los ocho d’ellos e vençió a los otros e les tomó al dicho rey don [Sancho] (645), como dicho es.

   La dézima batalla ovo con un cavallero de Nabarra que llamavan Simón Garçía sobre la villa de Pazlongo e sobre otros dos castillos que contendían el rey don Alonso de Castilla e el Rey de Nabarra. E lo mató e ganó los castillos.

   La onzena batalla ovo con un gigante moro que llamaban Farax, que era mucho espantable, que venía [a] demandar justa e fazer armas con christianos. E lo vençió en batalla uno por otro delante el rey don Alonso.

   La dozena batalla ovo con el Rey de Granada e con cavalleros de Nabarra e de Castilla que eran con él, que entraron en el reino de Sebilla estando él en Sebilla por mandado del rey don Alonso a cojer las parias porque era su vasallo. E salió a ellos e vençiólos en batalla açerca de Cabra e mató muchos d’ellos; e prendió [a] Garçi Ordóñez e a Fernán Sánchez, yerno del Rey de Nabarra, e a Loir González, su hermano, e a don Diego Pérez, un grande cavallero de Castilla, e por piedad soltó todos los christianos.

   La trezena batalla ovo con los moros quando el rey don Alonso fue al Andaluzía e quedó él doliente, que venieron grandes poderes de moros e çercaron a Sant Esteban de Gormaz. E como el Çid, que era guarido, lo sopo, apellidó todas las tierras de los cristianos a la desçercar. E como los moros lo sopieron su venida, no lo osaron esperar; e fuendo fuyendo, alcançólos e fizo en ellos mucho daño. E llegó robando e quemando a tierra de Toledo e robó mucho de sus tierras e partiólo todo con [col. b] las gentes que con él fueron. E el rey Alimaimón, que era Rey de Toledo, enbióse querellar del Çid al rey don Alonso, que era su [aliado] (646).

   E d’esto fue el Rey quexoso contra el Çid e vino a Burgos e enbió por el Çid, que ya sabía cómo era mezclado con él. E vino a vistas açerca de Burgos e el Rey le dixo:

   -Çid, robastes al Rey de Toledo, seyendo mi aliado e mucho mi amigo, e quebrastes la jura que yo le juré; e por ende, mándovos que salgades de mis tierras.

   E el Çid saltó de un macho en que estava e saltó en una eredad que era suya e díxole:

   -Señor, en la mi tierra estó.

   E díxole el Rey:

   -Çid, salidme de mis reinos.

   E díxole:

   -Señor, dadme plazo de XXX días, como es costunbre de fijosdalgo de Castilla.

   E díxole el Rey:

   -No vos dó más de IX.

         

   Título de cómo el Çid Ruy Díaz fue airado del Rey e cómo salió del rein    

   E llegado en Bivar, llamó a todos sus parientes e amigos e díxoles estas palabras:

   -Mis buenos parientes e amigos e vasallos, el Rey me manda salir de sus reinos e esme forçado de lo fazer; e los que comigo quisierdes ir sienpre me abredes pagado e los que quedar quisierdes dovos muchas graçias por lo pasado e quedad çon la graçia de Dios e con la mía.

   E allí fabló Álvar Sánchez Minaya con acuerdo de todos e díxole:

   -Señor, conbusco iremos todos e nunca vos desanpararemos ni tornaremos a Castilla fasta la muerte sin vos.

   E otro día partió de Vibar con sus conpañas e pasó çerca de Burgos; e por temor del Rey no lo salió ninguno a reçebir e quedó en las güertas aquella noche. E salió otro día de allí e fue a Sant Pero de Cardeña e dexó allí a su muger e fijas en acomienda del prior de allí. E pasó todas las tierras del reino de Castilla e, entrando en la tierra de los moros, fi-zo / [Fol. 261 v., col. a] alardo por saber qué gentes levaba e falló CCC cavalleros de omes fijosdalgo señalados e III mil omes fijosdalgo a pie bien armados e guisados. E yoguiendo aquella noche le apareçió en sueños un ángel que le dixo que fuese adelante, que la graçia de Dios sería con él toda su vida. E así, entró en tierra de moros.

   La quatorçena batalla ovo de aquella entrada de tierra de moros porque tomó los castillos e villas de Alcoçer e de Castrejón e robó todas aquellas tierras, que eran del rey moro de Valençia. E quando lo sopo, enbió contra él a Galve e Amaçín, que eran grandes moros, con III mil cavalleros e mucha gente de pie. E púsoles la vatalla e vençiólos; e mató e prendió muchos d’ellos.

   La quinzena batalla ovo el Çid de aquel camino con el conde don Remón de Barçelona, que era christiano, e con el rey moro de Denia, que traían tantas gentes a cavallo e a pie que lo cuidaban tomar a manos. E púsoles la batalla en lo llano e dio la su vandera a Pero Vermúdez, su sobrino. Estando la batalla en peso, derribó el Çid con su lança al conde don Remón e luego fueron desbaratados los suyos e muertos e presos muchos moros e christianos; e fue preso este conde don Remón e con piedad soltólo con todos los christianos.

   La sezena batalla ovo con estos mesmos conde don Remón e con el Rey de Denia, que venieron en socorro del castillo de Almenara, qu’él tenía de moros çercado, que traían muchos moros e cristianos. E ovieron fuerte batalla que duró grande parte del día e fueron vençidos el Rey e el Conde e su hermano Rogel; e duró el alcançe fasta Denia e fueron muertos e [col. b] presos muchos d’ellos.

   La diezesetena batalla ovo con el rey don Pero de Aragón e con aquel Rey de Denia açerca del castillo de Algolea, que traían muchas conpañas demasiadas, aunque al Çid le avían recreçido e recreçían muchas conpañas de Castilla por la su fama. E púsoles la batalla e vençiólos; e prendió al dicho rey don Pero de Aragón e al obispo don Lucas e al conde don Sancho de Panplona e al conde don Nuño de Portogal e Agostín Méndez e a Nuño Sánchez, que eran de Galizia, e a Pero Suárez de León e el abad de Segorbe e Remón Sánchez de Vernal e don Pero Ansures e don Garçía Ançures e el nieto del conde don Fernán Sánchez de Aragón e don Sancho Garçía de Alcaçón e Basco Sánchez e Sancho Gómez, mayordomo del Rey, e a Garçi Díaz e otros muchos cavalleros christianos, que pasaban en mil fijosdalgo christianos de alta sangre e de grandes señores. E el Çid, con piedad e porque eran christianos, soltólo con todos estos caballeros christianos.

   La XVIII batalla ovo con el conde don Beringuel e con el poderío del Señor de Tortosa, que traían muchas gentes de catalanes e de françeses e de moros, que eran muchas conpañas. E como el Çid vio que no los podría sofrir en batalla a todos juntos, cató arte para los partir en dos partes e echó omes fuidizos que, fuendo tomados, dixieron qu’el Çid quería fuir aquella noche; e los contrarios fiziéronse tres partes e quedó el Conde con los medios. E otro día dio el Çid sobre él e vençiólo; e mató e prendió V mil françeses e después desvarató los otros. E el Conde, con desesperaçión, a pedimiento de los suyos él mesmo se vino [a] poner en poder del Çid; e soltóle con todos los presos. // [Fol. 262 r., col. a]

         

   Capítulo de cómo ganó el Cid Ruy Díaz la çiudad de Valençia e las villas d’ella    

   Fechas estas cosas e otras muchas, sacó este Çid muchas gentes de parientes e de amigos e fue [a] çercar la çibdad de Valençia. E tomóla con muchos trabajos e gastos e conbates e peleas e muertes a cabo de IX meses que la çercó e quedaron los moros d’ella por sus vasallos en los arravales d’ella. E la villa pobló de sus gentes; eredólas bien en ella de los bienes de la cavallería de los moros e de lo del Rey d’ello que mandó despoblar de allí e traxo allí a su muger e fijas e toda su parentela. E cobró todas las fortalezas e tierras que eran del su señorío. E puso al noble don Gerónimo, abad de Sant Pero de Cardeña, por Obispo de aquella çibdad con noble clereçía; e fizo la mezquita mayor iglesia a onor de la Virgen María e eredóla de buenos eredamientos. E vasteçió la villa como aquella que estava en medio de la morería d’España e de Verbería e fizo allí mesmo él su vida.

   La XIX vatalla ovo este Çid, estando en Valençia, con el Rey de Sevilla, que lo enbió a Benaxa, Miramamolín, con XXX mil de cavallo e muchas gentes de pie, que era su yerno. E puso su real delante Valençia e dio el Çid una madrugada sobre ellos, sus batallas hordenadas, e vençiólos e mató e prendió muchos d’ellos. E fuyó el dicho Rey de Sebilla con tres lançadas a la flota que tenía en el puerto; e afogáronse muchos moros al enbarcar e ganaron allí mucho algo.

   La XX batall[a] (647) ovo, estando en esta çibdad de Valençia, con el rey Júnez, fijo del Miramamolín de Marruecos, que pasó aquende la mar con L mil de caballo e con mucha gente de pie e puso sus reales arrededor de la dicha çiudad. E como lo vio el [col. b] Çid, llamó a la plaça a todos los suyos e díxoles estas palabras:

   -Parientes e amigos e mis leales conpañas, bien sabedes el mucho trabaxo que pasamos en tomar a Valençia, que la dio en nuestras manos a mucha honra; e aquel Dios, que tanto se dolió de nos, nos dará esfuerço e ardimiento de la defender agora. Por esta muchadunbre de moros non devedes desmayar e, por esto, salgamos mañana a ellos e con la merçed de Dios vençerlos hemos.

   E todos alegres, dixieron que farían su devido e que no veían la ora. E después llamó a doña Ximena, su muger, e a doña Elvira e a doña Sol, sus fijas, e subiólas ençima de su alcáçar e por las mostrar el grand poderío de los moros. E como los vieron, fuendo mucho turbadas, (e) díxoles:

   -Fijas, non bos espantades, que con la graçia de Dios yo los vençeré e con el mucho algo que ellos traen casaré yo a vosotras onradamente.

   E por la mañana salió con sus batallas ordenadas a ellos e ovieron mucho fuerte batalla; e a la postre fueron vençidos los moros e muertos XV mil cavalleros d’ellos e tomado mucho algo en sus tiendas e muertos e catibos muchos (648) peones moros.

   La XXI batalla ovo este Çid, estando en Valençia, con el rey Búcar, fijo del Miramamolín de Marruecos, hermano del rey Junes, que fue llamada la batalla del Quarto. E puso su real delante la villa de Valençia con XXVIII reyes moros que consigo traía e salió el Çid a ellos con sus batallas ordenadas en esta manera: que dio la su seña a Pero Vermúdez, su sobrino, como solía, e dio la delantera a Álvar Sánchez Minaya, su primo, con D cavalleros e I mil D omnes de pie e dio la una ala al obispo don Giróni-mo / [Fol. 262 v., col. a] con otros D omes de cavallo e mil D omes de pie; dio la otra ala derecha Álvaro Salvadores, su sobrino, con otros D de cavallo e mil D omes a pie; el Çid levó la reguarda con mil cavalleros armados de lorigas e II mil omes a pie. E duró la batalla fasta medio día. E el Çid, ençima de su cavallo Vabieca, fizo tales fechos que los moros començaron a fuir. E eran con el Çid los Condes de Carrión, sus yernos. E fuyeron los moros a las naos que tenían en el puerto; e el Çid corrió en su cavallo Bavieca fasta la mar e a la entrada de la varca tiróle con la lança e diole sobre las armas. E de los XXVIII reyes que traxo consigo morieron en aquella batalla los XVII d’ellos e XII mil de cavallo, sin otros muchos que se afogaron en la mar.

         

   Título de cómo el grand Soldán de Persia enbió sus enbaxadores con grandes presentes al buen Çid Ruy Díaz e la causa d’ello    

   Estando este Çid Ruy Díaz en la su çibdad de Valençia, el grand soldán de Persia, porque oyera dezir de las grandes vondades d’él en el fecho de las armas qu’el Çid fazía e cómo nunca fuera vençido de moros ni de cristianos e cómo ganara la çibdad de Valençia e otros muchos castillos, ovo sabor de ser su amigo e enbió a él un cavallero mucho onrado, que era su pariente, con muchos nobles dones, con sus cartas de muchas palabras amigables e de grande amor. E como el Çid sopo su venida, saliólo a reçebir con toda su gente noblemente vestidos, e sus cavallos e armas con sus pajes a par de sí, que eran más de mil D cavalleros, a una legua de Valençia, que encontraron aquel moro [col. b] con su noble conpañía. E fue maravillado aquel moro de tan noble gente como eran. E como el moro vio al Çid estar en su caballo Babieca por lo esperar e honrar, luego le començaron a tremer las carnes e perdió la palabra; e d’esto fue él mucho maravillado. E el Çid reçibiól[o] (649) muy graçiosamente e fuelo abraçar, mas el moro estava así turbado que no le podía fablar; e desque tornó en su acuerdo quísole besar la mano, mas el Çid no se la quiso dar. E pensó el moro que gelo fazía por desdén e fiziéronle entender que lo fazía por onrarlo. E estonçes dixo el moro:

   -Omíllome, Çid, vençedor de las batallas e el más onrado christiano que çiñió espada e cabalgó a cavallo. Mi señor, el grand Soldán de Persia, oyendo la fabla de la nobleza que ha en ti, enbíate mucho saludar e reçíbete por su amigo verdadero que más preçia; por ende te enbía sus dones co[n]migo, que só de su sangre, e enbíate rogar que lo reçiban d’él como de amigo.

   E el Çid le dixo que gelo agradeçía. E mandó el Çid que fiziesen camino por medio de las gentes para que pasasen las azémilas e camellos e las otras animalias que aí venían e tornóse a la çibdad; e aquel moro a par d’él. E cada vez que con él fablava se le venía en miente del pavor que d’él oviera; e bien gelo preguntara, sinon por la vergüeña. E entrados en la villa, estrañas fueron las gentes, que venían [a] mirar aquellas animalias que no avía en la tierra.

   E levó el Çid aquel moro adonde estava doña Ximena e sus fijas e feziéronle mucha honra. E luego, delante ellas fizo descargar todas las cosas que traía, que era oro e plata amonedado, que venía en çurrones de cuero // [Fol. 263 r., col. a] con fermosas çerraduras, e después muchas vaxillas de plata labradas de todas guisas, que pasavan de diez mil marcos, e seis copas de oro fino de cada diez marcos con muchas piedras preçiosas; e después sacó tres varriles de plata grandes llenos de granos de aljófares e de finas piedras preçiosas. Otrosí le enpresentó muchos paños de oro e de seda e çient libras de bálsamo e de mirra en una arqueta de oro, que era mucho preçiado en aquella tierra, con que untavan los cuerpos de los reyes e grandes omes por que no se podreçiesen e non los desgastase la tierra. Otrosí le traxo un tablero de marfil con juegos e tablas de oro labrados a maravilla con piedras preçiosas, así el tablero como los juegos. E díxole el moro al Çid que lo tomase por amorío verdadero que su señor, el Soldán, lo avía. E él le dixo que lo reçibía como de tan alto e noble prínçipe e lo preçiaba mucho e que, si sopiese en qué lo onrar, que lo faría. E estonçes lo abraçó en el nonbre del Soldán e preguntóle si traía allí alguna cosa que fuese del cuerpo del Soldán porque la vesaría por amor d’él en su logar. E el moro ovo mucho plazer d’ello e díxole:

   -Señor, si fuésedes con el Soldán, darvos ía a comer la cabeça de su cavallo, porque su costunbre es la mayor honra que fazen, pero, pues no lo puede fazer, enbíavos este cavallo de su cuerpo, que es mucho aventajoso; e vesarvos he la mano.

   E el Çid lo consentió e tomó el cavallo e el moro lo preçió mucho. E mandó al su almoxarif que lo levase.

         

   Título de las preguntas qu’el mensajero del Soldán fizo al almoxarife del Çid quando se espantó de la su vista   

   Este almoxarif era moro entendido e, departiendo un día con aquel moro en solaz, preguntóle [col. b] el moro por las condiçiones del Çid. E díxole cómo era buen christiano e esforçado e franco e mesurado do devía e su palabra verdadera e amigo de amigo e mucho sabio en el fecho de las armas e que avía una virtud en su catadura, que qualquier moro que primeramente lo veía que tomava tal miedo d’él que fincaba fuera de su sentido.

   -E lo he visto e veo yo de cada día.

   E quando aquello oyó aquel cavallero, fue maravillado e vínosele emientes de lo que le aconteçiera quando lo él vio e se tolliera de la fabla e sentido, como dicho es, e dixo al almosarif que, si le toviese poridad, que le diría lo que le con él aconteçiera. E prometiéndogelo, contóle todo lo que primeramente le acaesçiera, segund dicho es, e que no creía que era otra cosa sino graçia de Dios, que le diera contra sus enemigos. El almoxarif le rogó que le dixiese una cosa que le quería preguntar e que le prometía sobre su ley que le guardaría secreto; e respondióle que lo faría. E preguntóle que le dixiese quál fuera la causa que al Soldán moviera a enbiar tan grand presente al Çid, seyendo d’él tan alongado. El moro pensó que gelo demandava por mandado del Çid por saber parte del estado de la tierra de Ultramar e començóle a fablar con cautela; pero desque vio que lo aquexava e era de su ley, díxole que sobre juramento gelo dería. E jurado, díxole que la tierra de los moros de Ultramar estava en tal estado que entendía ser perdida, que la tomarían los christianos, porque tanta era la gente de las cruzadas que allá pasavan de Alemaña e de Sezilla e de Françia e de Pulla e de Inguelaterra que ya avían ganado la çibdad de Jherusalem, e, oyendo el Soldán / [Fol. 263 v., col. a] la grand nonbradía del Çid, (e) pensó que pasaría allá e por averlo por amigo le enbiara aquellos presentes.

   E esta era la verdad. Pero çier[t]amente el Çid fuera de buena mente en aquella cruzada, sino que tenía asaz guerra con toda la morería de Granada e de allende la mar e yazía en aquella çibdad de Valençia, que estava metida en medio d’ellos; e por esto no fue ninguno d’España, que tenían asaz que fazer en las continas guerras que cada día les recreçían.

   E después qu’el mensajero del Soldán ovo estado allí lo que le plogo, mandóle llamar el Çid e diolo muchos dones e cosas de las que no avía en su tierra; e diole una loriga e un prepunte e unas brafoneras e una capellina e una espada e todas las otras armaduras conplidas de su cuerpo mesme, con las quales él se avía armado muchas vezes e fecho con ellas grandes fechos. E díxole que aquellas armas de su cuerpo reçibiese d’él en señal de buena ermandad, con las quales e con sus cartas se partió mucho alegre. E se fue al puerto de Valençia aconpañado de todos los mejores cavalleros del Çid.

   E agora torna a contar de cómo los Condes de Carrión casaron con las fijas del Çid e de los sus fechos.

         

   Título de cómo casaron los Condes de Carrión con las fijas del Çid e las desonraron, por que fueron reutados e muertos por ello    

   Estando el rey don Alonso Terçero, Rey de Castilla, en Valladolid, pidiéronle los condes Diego González e Ferrand González, fijos del conde don Gonzalo de Carrión, por merçed que los casase con las fijas del Çid e él díxoles que faría en ello lo que podiese. E enbió por el Çid, que era en Valençia, e juntó con él en Requena e pidiógelas mucho amorosamente. E el Çid, después de muchas palabras pasadas en que vio que al Rey plazería d’ello, díxole:

   -Señor, yo e las mis fijas [col. b] criança e fechura somos del rey don Ferrando, vuestro padre, e del rey don Sancho, vuestro hermano, e de la merçed somos; e de mí e d’ellas fazed lo que vos plazerá e, si las queredes daré a un cavallero vuestro, a quien yo las dé en vuestro nonbre e faga d’ellas lo que le vos mandardes e a vuestro cargo, porque, señor, los Condes sean por mucho fijosdalgo e por ventura algún tienpo no se tenerían por bien casados con ellas e porque el cargo d’ellas sea so vuestra Corona Real.

   E al Rey, que mucho plogo d’ello, llamó Álvar Sánchez Minaya e díxole:

   -Mi buen vasallo e leal servidor, tomad vos las fijas del Çid de su mano por mí e dadlas a los Condes de Carrión en mi nonbre por mugeres.

   E así partidos de allí, los dichos Condes venieron a Valençia e fueron casados con ellas, dándoselas Álvar Sánchez el Çid e él a ellos por mandado del Rey. E fueron fech[a]s (650) nobles e honrad[a]s (651) bodas e estovieron allí quanto les plogo a grande honra e viçio. E un día, dormiendo el Çid en el día en el su escaño, soltóse el su león e, llegando al palaçio, todas las gentes se alboroçaron e cataron por sí en diversas maneras, que los unos se metían a las cámaras e los otros metían mano a las armas, entre los quales estos Condes, mostrando su cobardía; Diego González, el hermano mayor, saltó por unas fristigas avaxo e Fernán González, su hermano, metióse so el escaño del Çid. E como él despertó al bulliçio, levantóse e tomó al león por el pescueço e çerrólo en su çelda, de lo qual los Condes quedaron envergonçados. E porque pesó d’ello al Çid e a los suyos, por lo sacar de vergüeña echáronlo a risa.

   E por otras menguas que ellos cayeron tomólos el diablo; e así mesmo por consejo del conde Suero Conzález, su ayo, que con ellos estava, pusieron en su coraçón de dexar las dichas sus mugeres desonradamente. E encobriendo su mal propósito, pidiéronle al // [Fol. 264 r., col. a] Çid por merçed que gelas diese para levar a sus tierras [a] ver a su padre e madre e a sus parientes. E como quier que a todos pesó d’ello, pero el Çid por los conplazer diógelas con mucho oro e plata e joyas de las qu’el Soldán le enbiara; e enbió con ellos dos sus sobrinos. E fuendo por el camino real, apartáronse por un sendero ellos dos con ellas a solas e derribáronlas de las mulas e desnudáronlas de los paños quales su madre las parió e diéronlas d’espoladas e de muchos palos; e dexáronlas así e fuéronse a Carrión. E los sobrinos del Çid buscáronlas e falláronlas tales como muertas. E leváronlas de noche a casa de un montanero e fiziéronlo saber con el uno al Çid; e el otro quedó con ellas allí en casa del montanero en los montes de Corpes.

   ¿Quién podría contar los llantos que pasaron en Valençia con estas nuevas? ¡E mucho mayores quando, enbiando por ellas, las vieron entrar en Valençia así, maltratadas! E allí dezían todos sus palabras, que tal fecho no era de olvidar. E sobre todos dixo Pero Vermúdez al Çid:

   -Señor, si d’esto no tomades vengança, más vale que todos muramos sobre ello.

   E el Çid le respondió airadamente e díxole:

   -Pero Vermúdez, no seades así reguroso ni vos dedes a quexa, ca el omne quexoso muchas vezes cuida apostar su fecho e apuéstalo peor. Pero dígo[o]s que por mí no quedará. E fío por Dios que no me dará la muerte fasta que me dé vengança de tamaña traiçión.

   E luego enbió Álvar Sánchez Minaya al rey don Alonso, que era en Toledo, a le quexar d’este (652) fecho. E luego mandó fazer cortes e llamó a los Condes de Carrión.

         

   Título de cómo el Çid se fue a las cortes de Toledo sobre el reuto de los Condes de Carrión e de sus fijas e de lo que sobre ello se dize [col. b]    

   Como el plazo de las cortes se llegava, el Çid llamó a los sobrinos e prinçipales e díxoles que se guisasen para ir a las cortes.

   -E adereçados de corte e de guerra, que con tales lo abredes que son gran de parentela. E yo veré para quánto será cada uno de vos.

   E Pero Vermúdez e todos los otros le besaron las manos.

   E seyendo allegados todos los grandes del reino, e así mesmo los Condes de Carrión mucho poderosos con siete condes de su linaje e otra mucha cavallería, ca eran de la sangre real, e muchos parientes, (e) mandóle el Rey al Çid, que venía con CD cavalleros de sus vasallos e parientes adereçados de paz e de guerra (653), dar por posadas los palaçios de Galeana. E mandó el Çid Alonso Fernández, el esturiano, su criado, que posiese el su escaño de marfil en los palaçios del Rey, açerca de la silla del Rey, e que lo guardase con cient cavalleros fijosdalgo por que ninguno no lo burlase. E como lo vio el conde Suer González, llegóse al Rey e díxole:

   -Señor, ¿para qué dueña posieron aquel escaño cabo la vuestra silla? Señor, tal escaño para vos perteneçe, e mandadlo quitar, si no, quitarlo hemos nosotros.

   E Ferrando Alonso le dixo:

   -El que este escaño aquí mandó poner cavallero á pareçido a moros e a christianos e así fará a vos e a vuestro linaje, qu’él vale más que todos; e si dezides de no, yo vos lo faré conoçer de mí a vos, ca só omne de linaje.

   E el Conde con sobervia arrebraçó el manto. E Ferrando Alonso le dixo, poniendo la mano en la espada:

   -Conde, si no fuese por catar reverençia al Rey, nuestro señor, que está delante, yo vos faría callar.

   El Eey, mucho quexoso del Conde, dixo:

   -Ninguno de vosotros no pode-des / [Fol. 264 v., col. a] maldezir del Çid ni del su escaño, ca él se lo ganó del rey Búcar e mereçe estar él cabo mí por sus fechos, ca yo me tengo por onrado en tener tal vasallo cavo mí.

   Sabido esto por el Çid, mandó llamar Álvar Sánchez Minaya, su primo, e a Pero Vermúdez, su sobrino, e a los otros todos e díxoles:

   -Vayamos a los palaçios del Rey, que nos venimos aquí por fazer un reuto e podrá ser que sean tres o quatro; e esto por locura de algunos que se querrán onrar de nos. Por ende, id aperçebidos para fazer e dezir, toda vía seyendo (654) guardada la honra del Rey, nuestro señor; e ninguno no diga palabra torpe ni demasiada ni peleedes a vuestra culpa.

   E así entró por el palaçio con sus noveçientos fijosdalgo. E así entrados, el Rey se levantó de su silla e los reçibió mucho bien. E el Çid le besó las manos e le dixo:

   – Señor, ¿adónde me mandades posar con estos mis parientes?

   E el Rey le dixo:

   -Çid, tal sodes vos que, si vos ploguiere, posaredes cabo mí, ca quien a reyes vençe cabe reyes se deve sentar señor.

   Dixo el Çid:

   -Señor, no quiera Dios que yo me siente cabe bos, pero asentarme he a los vuestros pies, ca fechura e criança só del rey don Ferrando, vuestro padre; e no quiera Dios que yo me asiente a par de vos.

   E estonçes mandólo asentar en su escaño e aposentáronse todos los suyos arededor d’él. E mandó el Rey que callasen todos.

        

   Título (655)   

   Como el Çid vio que callavan todos, levantóse en pies e dixo:

   -Señor, yo vos pido por merçed que me oyades e mandedes a todos que no me enbarguen mi razón porque yo só mal razonado e serlo ía peor; otrosí que mandedes que nin-guno [col. b] no me diga palabras desonestas, porque oviésemos de venir a lo peor.

   E estonçes se levantó el Rey e dixo:

   -Yo mando a todos los mayores e menores a quantos aquí estades que ninguno fable palabra sin mi liçençia ni diga cosa que no deva contra el Çid, que qualquiera que lo dixiere mandarlo he matar de muerte de traidor.

   E dixo contra el Çid:

   -Quiérovos dar alcaldes por que vos oyan e libren lo que fallaren por derecho; e dovos al conde don Remón de Tolosa, mi yerno, e al conde don Vela de la Costoya, que era de Salamanca, e al conde don Suero de Castro e al conde don Osorio de Villalobos e al conde don Girón, que pobló a Valladolid, e al conde don Ordoño de Lara.

   Que eran seis condes. E tomóles juramento de guardar el derecho a las partes. E después d’esto, mandó el Rey a todos que callasen e mandó al Çid que demandase su derecho como quisiese. El Çid se levantó e dixo:

   -Señor, yo demando a los Condes de Carrión las mis espadas Colada e Tizona que les enpresté e pídovos por merçed que me las mandades dar.

   E como los Condes callaron, mandó el Rey a los juezes que juzgasen lo que fallasen por derecho. E juzgaron que gelas diesen, pues no dezían razón alguna. E levantóse el Rey e tomógelas de so los mantos e diolas al Çid. E él besóle las manos e començóse a razonar con ellas, deziendo:

   -A vos, las mis espadas, fizo Dios merçed en aver a mí por señor e a mí en vos cobrar, ca vos no conpré por preçio, sino por mucho derramamiento de sangre, que a vos, la mi espada Tizona, gané del rey Junes de Marruecos quando le vençí açerca de la çibdad de Valençia, quando le ferí con mi lança e se me metió a la mar, que vos le // [Fol. 265 r., col. a] caístes (656) de la mano en que la traía, e a vos, Colada, gané del rey don Pedro de Aragón quando lo vençí en batalla e lo prendí en uno con el conde don Veringuel de Varçelona, que creo que sodes las mejores que yo sepa. E dilas por honrar a mis fijas, enprestadas, a los Condes, mas ellos no eran para ellas.

   E Álvar Sánchez Minaya le dixo:

   -Señor, dadme a Colada para que vos sirba con ella en estas cortes.

   E el Çid diógela. E Pero Vermúdez le pidió a Tizona. E diógela e vesóle la mano. E el Çid traxo la mano por la barba, segund lo avía por costunbre, e los Condes e su parentela pensaron que lo quería aver con ellos e pesávales.

         

   Título (657)    

   Después d’esto se levantó el Çid e dixo:

   -Señor, bien save la vuestra merçed cómo enbiastes por mí a Requena e me demandastes a mis fijas para los Condes de Carrión e yo, señor, por conplir vuestro mandado dilas a Álvar Sánchez Minaya, que aquí está, porque me lo vos mandastes que las diese en vuestro nonbre a los Condes por mugeres. E vos fezísteslo por bien e ellos tomáronlo por otra manera, ca, como quier que ellos son onrados e de grand sangre, no les diera yo las mis fijas, que vos bien savedes que os lo dixe yo, reçelando esto. E quando se partieron de Valençia, diles cavallos e mulas e oro e plata e paños de preçio e muchas otras nobles joyas, como a fijas que mucho amava; e pues me las dexaron desonradamente, mandadles que me tornen lo que les di, pues no se tovi-eron [col. b] por contentos con ellas.

   Los Condes pedieron por merçed al Rey que les dexase aver su acuerdo con los de su linaje e el Rey tóvolo por bien. E apartáronse a una parte del palaçio; e saliéronse con ellos, entre condes e ricos omes, doze de su linaje e de sus amigos e no fallaron razón con que se defendiesen.

   E tornaron luego al Rey e dixo el conde Garçi Ordóñez al Rey por ellos:

   -Señor, el aver qu’el Çid les demanda verdad es que gelo dio, pero mandaldes ir a sus tierras e pagarlo han, que otramente no podrían.

   E el Çid dixo:

   -Señor, yo los dó plazo de XV días, con condiçión que non salgan de vuestra corte.

   E ellos, cuidando qu’el Çid no les demandaría otras cosas, cataron manera entre parientes. Enpeñando su padre sus eredamientos, conpliéronle su pago con mucha angustia e travaxo de su linaje.

         

   Título de la terçera demanda qu’el Çid fizo a los Condes de Carrión sobre lo de sus fijas    

   Acabado todo esto, estando el Rey en sus palaçios, presentes todos los grandes señores que a estas cortes eran venidos e los dichos Condes de Carrión e su parentela, levantóse el Çid entre los otros e dixo al Rey:

   -Señor, muchas graçias sean dadas a Dios e a vos porque yo só entregado de mis espadas e aver. E agora tened por bien de me querer oír la demanda que quiero fazer a los Condes de Carrión, como quier que es grave de fazer; e por ende, pídovos por merçed que vos digades a los Condes de Carrión, que aquí están, que por quál razón vos pedieron que los casásedes con mis fijas, pues tenían en voluntad de así las desonrar quando ellos las traxieron de Valençia a los montes de Torpes, onde las dexaron. E ved agora, señor, qué desonra les fizieron, que las desvestieron e leváronles los paños e mulas e dexáron-las / [Fol. 265 v., col. a] feridas, como si fuesen malas mugeres, que bien se les deviera menbrar cómo las vos pedistes e casastes con ellos e cómo se las di onradamente por mugeres por vuestro mandado. E no conoçieron a Dios ni a vos el bien e merçed en que eran; e por ende, vos pido por merçed, así como a señor, que me dedes derecho d’ellos e de la desonra que me dieron, la qual, si vos bien mirades, más la fizieron a vos que no a mí. E si vos en vuestra corte no fizierdes derecho, sea la vuestra merçed que lo dexedes a mí tomar, ca con la merçed de Dios e vuestra dentro en Carrión los iré [a] deçender de la honra en que están, en manera que yo e mis fijas quedemos onrados, ca mejores omes que no ellos he yo vençidos e presos, como entiendo fazer a ellos. E si esto no conpliere, de aquí me vos doy por traidor.

   E oídas estas palabras, el Rey se levantó en pies e dixo:

   -Çiertamente yo vos las pedí e gelas distes, como vos dezides, porque ellos me lo pedieron merçed, por ende, tengo grand parte de la desonra d’ellas; mas pues vos en mi corte estades, demandad por derecho e ellos sálvense con razón, si podieren, que de cómo el fecho pasare los juezes vos farán derecho por su sentençia. E la que ellos dieren yo la secutaré.

         

   Título de cómo el Çid llamó alevosos a los Condes de Carrión e de las palabras e contienda que sobre ello se levantaron entre los del Çid e de los de Carrión    

   Dichas estas palabras, levantóse el Çid e dixo al Rey que (658) gelo tenía en merçed. E volvióse contra los Condes e díxoles estas palabras:

   -A vos, Diego González e Ferrand González, dígovos que sodes alevosos, que fezistes [col. b] grande alevo en dexar vuestras mugeres malferidas e desonradas en medio de un monte yermo sin ninguna conpañía, como si fueran malas mugeres e viles fijas de mal omne; e por esto vos digo alevosos e dar vos he vuestro par que vos pornán las manos y vos matarán o vos farán dezir por las gargantas.

   El Rey les dixo que les respondiesen e levantóse Diego González, el hermano mayor, e dixo:

   -Señor, vuestros naturales somos e de vuestra sangre e de los mejores de Castilla e tenemos que no eran nuestras parejas ni estávamos bien casados con ellas; e por esto las dexamos, ca apartada es la sangre nuestra e la suya. E verdad es que las dexamos e entendemos que no erramos en ello, sino que valemos más; e por esto no avemos por qué meter las manos a ninguno.

   E posado éste, levantóse Fernán González, su hermano, e dixo:

   -Señor, como savedes, somos acavados de linaje e no éramos iguales las fijas del Çid ser nuestras mugeres e por esto las dexamos.

   E asentóse en su logar. E los del Çid catáronse unos a otros e callaron, que así estavan castigados del Çid; mas el Rey se levantó e dixo a los Condes:

   -Pues que vos dezides que las fijas del Çid no eran vuestras parejas, ¿para qué me las pedistes a mí que vos casase con ellas? Bien deviérades entender que errastes en ello, pues teníades en voluntad de las dexar, que a otro lo deviérades dezir que bos andoviese en tal corretaje, ca no era yo para vos buscar tales varraganas; por ende, mándovos que respondades al Çid que vos mete en tal culpa e punad en quanto podades de vos defender en quanto podierdes. Mas a lo que dezides que sodes más fijosdalgo que las fijas del Çid, // [Fol. 266 r., col. a] catad (659) que estades engañado, ca el Çid es fijo de Diego Laínez, que fue visnieto de Laín Calvo, uno de los dos juezes de Castilla, donde venimos los Reyes de Castilla, que fue padre de doña Teresa Núñez, que casó con Laín Calvo; pues aí podés ver que donde venimos los reyes que de allí viene el Çid. E más: su padre, Diego Laínez, casó con doña Teresa Núñez, fija del conde don Rodrigo Álvar[e]z de Amaya, nieta del Rey de León de ganançia; e así viene de la más alta sangre de Castilla; e demás, qu’el Çid es el más honrado omne que ovo en el nuestro linaje. Por ende, veremos cómo vos defenderedes, ca con tales lo avedes que todo lo que savedes vos será menester; e así mesmo a los que vos lo aconsejaron.

   E púsose el Rey en su silla e levantóse el Çid e fuele [a] vesar las manos.

         

   Título de las palabras que Ordoño, sobrino del Çid, dixo al conde Diego González    

   El Çid avía fecho aquel día cavallero a Ordoño Vermúdez, su sobrino, e como oyó las palabras qu’el Conde avía dicho, tornóse contra él rebraçando el manto arriba e dixo:

   -A vos, Diego González, dígovos que debríades callar, ca vos sodes un grand cobarde e voca sin verdad. E por que entiendan los que aquí son que digo verdad, bien saves tú que en la batalla del Quarto que el Çid ovo con los moros delante Valençia dexiste que te querías conbatir con un cavallero moro. E feziste contra él tu espolonada e, como lo viste venir contra ti a guisa de cavallero, por tu cobardía echaste a fuir; e yo pesándome d’ello, encontrélo con él e derribélo del cavallo con mi lança muerto e tomé su cavallo e dítelo a ti e mandéte que di-xeses [col. b] que tú lo mataras, que yo nunca lo dería, si tú no lo mereçieses. E así lo fize creer al Çid e a todos, que ovieron d’ello mucho plazer. Mas omne tan cobarde e malo, ¿cómo puede dezir ser mal casado con la fija del Çid? Otrosí saves que quando se soltó el león del Çid en Valençia, con el espanto salteste por las neçesarias avaxo, que quando de allí saliste tus paños no olían a musgo; e tu hermano Ferrand González metióse so el escaño en que dormía el Çid e ronpió el brial e el manto. E si fuérades esforçados, allí lo deviérades mostrar, que no en los montes de Robres, donde desonrastes a las fijas del, Çid que eran inoçentes. E por ende vos reuto por alevosos.

   E a todo esto no respondieron los Condes cosa alguna. Levantóse el conde don Garçía Ordóñez e dixo estas palabras:

   -Tiradvos acá, sobrinos, e dexad estar al Çid en su escaño asentado, que nos cuida espantar con su barva; e tórn[e]se (660) para Molina a buscar las parias que le suelen dar aquellos moros vençidos o váyase para el río de Ovierna adovar sus molinos, ca çedo los abrá menester, ca él no es nuestro par.

   E con estas alabras començáronse unos a otros a catar, mas no osavan fablar fasta que el Çid lo mandase.

         

   Título (661)    

   Quando el Çid vio lo que le dixo el conde Garçi Ordóñez e que ninguno de los suyos no ablavan, tornóse contra Pero Vermúdez e díxole con grande ravia:

   -Fabla, perro mudo. ¿E por qué estás callando, que sabes que las mis fijas tus primas son e de su desonra mucho grande parte te cae e tú lo debrías demandar? / [Fol. 266 v., col. a]

         

   Título de la puñada que Pero Vermúdez dio al conde Garçía Ordóñez    

   Pero Vermúdez, veyéndose injuriado en tan grande plaça, porque era gangoso de la lengua, que se le travava la palabra, e le llamó el Çid perro mudo, demudado con ira de todo su sentido, arrebraçó el manto en el braço isquierdo e fuese contra el conde Garçi Ordóñez, que estava de la otra parte; e olvidando todo temor, diole una puñada en el rostro que dio con él en la tierra. E por esto fue toda la corte rebuelta; e los unos llamavan Carrión e Cabra e los otros, Valençia e Vibar. E yendo los Condes dexando el palaçio porque los votavan el Çid e los suyos, aunque no eran tantos como ellos, levantóse el Rey con un bastón e començó a dar grandes vozes deziendo que no peleasen delante d’él. E fue mucho sañudo contra Pero Vermúdez e tomóle por el caveçón e travóle de la espada que tenía en la mano. E el Çid cuidó (662) que le quería dar con ella e díxole:

   -Señor, [no] (663) lo firades, que menbrársevos deve de los serviçios que os ha fecho en las batallas, espeçialmente de dos cavallos que bos dio quando vos mataron los vuestros e vos fizo cavalgar en ellos.

   E travó el Çid por la espada de Pero Vermúdez, qu’el Rey le quería tomar, e tomógela e diola al Rey e díxole:

   -Señor, vedes aquí la espada; e no lo culpedes, qu’el can con ravia a su señor trava.

   E estonçes fizo el Çid mucho por sosegar su conpaña deziendo:

   -Señor, esto ya no lo podría yo soportar e, si no porque estamos delante de vos, yo les daría lo que mereçen.

   Estonçes mandó [col. b] el [Rey] (664) llamar los Condes de Carrión e su parentela, que estavan fuera del palaçio, e veniéronse quexando de la desonra que avían reçebido. E el Rey les dixo que se defendiesen con derecho e con mesura e que no dixiesen palabras desonestas al Çid e qu’él defendería su derecho. E mandólos sentar a todos.

         

   Título (665)    

   Estonçes dixo Pero Vermúdez al conde Garçi Ordóñez:

   -Voca mala en que no ay verdad, ¿cómo fuestes osado de fablar en la barva del Çid, la qual sienpre fue onrada e nunca fue vençida en batalla? E menbrársevos deve quando lidiastes en Cabra C por C e te derrivó con su lança del cavallo e vos vençió e prendió a ti e te levó preso en un roçín de alvarda e todos los sus rapazes te mesavan la barva; e yo, que era pequeño, te mesé mi polgarada. E creo que, si bien catado te fuere, que aún no es igualada. Pues varva mesada ¿cómo puede dezir mal de la que sienpre fue onrada? E otrosí allí mató los más de tus cavalleros; e si dizes de no, yo te lo faré conoçer aquí ant’el Rey, nuestro señor.

   E estonçes se levantó el conde don Suero González e dixo:

   -Tiradvos acá, mis sobrinos, e dexad a estas gentes del Çid, que, si savor han de lidiar, bien los fartaremos, como a villanos desonestos que son, si a nuestro señor el Rey no pesare d’ello, como quier que no son par con nos.

   E Álvar Sánchez Minaya le respondió e dixo:

   -Callad, Conde, ca esas palabras más pareçen de beodo que d’esfuerço; e si el Rey, nuestro señor, no estoviese delante, yo vos castigaría cómo otro día no fuésedes osado // [Fol. 267 r., col. a] de dezir otro tanto.

   Otras muchas razones pasaron ant’el Rey, que serían largas de escrevir, entre ellos, por manera que los de Carrión e su parentela estavan mucho temerosos. E levantóse el Rey e llamó a los juezes e mandóles que los apaçiguasen.

         

   Título (666)     

   Apartóse el Rey con los seis Condes que avía dado por juezes a unas cámaras e, acordado con ellos, salió e asentóse a juizio en su silla real; e los Condes a par d’él en sus sillas cada uno. E dixo el Rey:

   -Yo fallo por derecho que los condes Ferrand González e Diego González e Suer González, su tío, deven lidiar con tres cavalleros del Çid en el canpo, cada uno con el suyo quales él los diere, a se salvar del aleve que les acusa de las fijas del Çid a los dos hermanos e al tío, porque dizen que fue en el consejo.

   E dada esta sentençia, el Çid le vesó las manos. Estonçes se levantó Pero Vermúdez e pidió por merçed al Çid qu’é1 fuese el uno de (l)los lidiadores. E el Çid otorgóle que lidiase con Diego González, el hermano mayor. E Martín Antolínez le pidió qu’él fuese el segundo lidiador e él gelo otorgó; e que lidiase con Ferrand González, el hermano menor. Nuño de Oquilla le pidió qu’él fuese el terçero e el Çid le mandó que lidiase con Suer González, tío de los Condes. E los Condes pidieron por merçed al Rey que les diese plazo de XXX días para irse adereçar a Carrión e que vernían [a] guardar [col. b] el canpo. E el Rey por ruego de los Condes, que eran juntos, otorgógelo con otorgamiento del Çid.

   E ellos en esto estando, llegaron mandaderos de los Reyes de Navarra e de Aragón con cartas e poderes bastantes para desposar las fijas del Çid con los infantes don Ramiro, eredero de Navarra, e de don Sancho, eredero de Aragón. E diéronlas al rey don Alonso (667) e él llamó al Çid e díxole si le plazía d’ello. E el Çid le respondió:

   -Señor, yo he las mis fijas vuestr[o]s (668) somos e fazed de nos lo que vos plazerá.

   E dixo el Rey:

   -Demos graçias a Dios, que por fijos de condes cobramos fijos de reyes.

   E fecho el desposorio, el Çid abló al Rey e díxole cómo avía nuevas que mucha morería se aperçebía en Verbería e que reçelava que para sobre Valençia e que se quería partir luego para allá. E diole por la mano a los sobrinos que avían de fazer la batalla e que los acomendava a Dios e a él. E el Rey los reçibió e tomó en su cargo.

   ¿E quién podría dezir el alegría de los del Çid por el casamiento de las fijas e otrosí el pesar e manzilla de los Condes e linajes de Carrión? E así se partió el Çid de las cortes de Toledo para Valençia. E los Condes se fueron para Carrión para se adereçar.

         

   Título de cómo el rey don Alonso se fue a Carrión a ponerles el canpo porque los Condes no venían al plazo    

   El Rey, veyendo que el plazo de los XXX días del canpo e veía que los Condes no venían, fuese con todos los que eran en las cortes para Carrión; e levó con-sigo / [Fol. 267 v., col. a] los cavalleros del Çid. E asinóles el canpo e dio por guarda del canpo a los Condes, sus yernos, con mil D de cavallo por que los Condes, que estavan en su villa, no cometiesen algunas cosas no devidas. E vedó por pregones generales con tronpetas que ninguno no fablase ni cometiese cosa alguna contra los cavalleros del Çid, so pena de muerte de aleve.

   E así metieron en el canpo los seis cavalleros conpartidos cada uno con el suyo, como dicho es. Pero Vermúdez se dexó correr a Diego González y el otro a él e diole de la lança e pasóle el escudo e la loriga e el perpunte; e entróle el fierro de la lança açerca de coraçón e, quebrándole las çinchas e el petral del cavallo, cayó Diego González con su silla por las ancas del cavallo en tierra. E levantándose luego, echava sangre por la voca. E Pero Vermúdez metió mano a la espada Tizona. E Diego González, cuidando escapar, conoçiendo la fortaleza de Pero Vermúdez, dixo que se dava por vençido e que era verdad lo que Pero Vermúdez dezía; pero no podía escapar. E los fieles le dixieron que no le fiziese más mal, pues que avía acavado su fecho, e leváronlo ellos.

   E Martín Antolínez e Ferrand González avían fuerte batalla. E quebradas las lanças, metieron mano a las espadas. E diole Martín Antolínez con el trabés de la espada por el través de la capellina e cortóle fasta los cascos; e levóle un pedaço d’ellos e quedó mucho atordido. E como le quiso dar otro golpe, [col. b] echó a fuir; e Martín Antolínez en pos d’él, fasta que lo echó fuera del canpo. E antes que saliese le dio de la punta de la espada por la cara, deziéndole:

   -Fuera, alevoso.

   Nuño de Oquella e Suer Gonçález avían su batalla; e fuertes feridas que se davan, ca Suer González era mucho esforçado cavallero. E diole a Nuño de Oquella de la lança, que le pasó el escudo e fízole perder las estriberas; e cobradas, con su malenconía diole a Suer González sobre el escudo e fízole la lança a las espaldas e derribólo por las ancas del cavallo en tierra. E volvió sobre él por lo ferir otra vez. E quando esto vio el conde Gonzalo Ansures, su padre, començó de dizir:

   -Nuño, no lo firades, que vençido es.

   E Nuño de Oquella, que era omne avisado, preguntó a los fieles si era vençido por aquello que dezía e dixiéronle que no. E tornó a él por lo matar e Suer Gonzales le dixo:

   -No me firades más, que vençido só e todo es verdad quanto dezides.

   E los fieles vedáronle que no lo feriese más.

         

   Título (669)    

   Luego entró el Rey en el canpo e con él los Vl Condes que eran juezes, mucho nobles fijosdalgo. E dixo el Rey a los cavalleros del Çid que avían conplido su fecho como cavalleros e dio sentençia contra los III Condes, en que los dava por alevosos. E mandó fazer d’ellos justiçia e mandó tomar al su mayordomo todos sus vienes muebles e ruizes. E por esto fue desatada la casa de los Condes de // [Fol. 268 r., col. a] Carrión e quedó la villa con todo lo suyo a los Reyes de Castilla, como fasta agora lo ha seido e es. E levó los cavalleros del Çid a su palaçio e dioles mucha gente que los posieron en salvo.

   E como sopo el Çid su venida, saliólos [a] reçebir con mucha alegría que todos ovieron. E dixo el Çid a doña Ximena:

   -Agora podemos casar nuestras fijas sin ningund enbargo. E demos graçias al Nuestro Señor.

   E así lo fizieron, que, venidos los dichos Infantes, casaron a don Ramiro, primogénito de Navarra, con doña Elvira e al infante don Sancho de Aragón con doña Sol. E d’estas sus fijas suçedieron e suçeden todos los Reyes de Castilla e de Aragón e de Navarra que fasta oy an seido e son, espeçialmente del rey don Ramiro de Navarra e de doña Elvira, su muger, fija mayor, ca doña Sol no ovo fijos, que le morió luego el marido.

         

   Título de la muerte del buen Çid Ruy Díaz de Bivar e de la [vatalla] que vençió seyendo de su sepoltura    

   En el año del Señor de mil XCV años, estando este noble varón Çid Ruy Díaz de Vibar en la su çibdad de Valençia, a cabo de VII años que la ganara de moros, como dicho es, e acavados todos estos fechos e otros muchos que serían largos de escrevir, segund que más largamente se contiene en las sus istorias e de los reyes don Ferrando e don Sancho e don Alonso, sus fijos, en cuyo tienpo él suçedió (670), el rey Búcar, fijo del Miramamolín de Marruecos, no olvidando el daño qu’el Çid Ruy [col. b] Díaz le avía fecho delante Valençia, apellidó todas las tierras de África e de Verbería fasta los Montes Claros e a Montes de Varcas e, ayuntados todos así como a cruzada, pasó la mar con XXXVI reyes moros e con LXXX mil de cavallo e con gente de pie que no podían ser contados e arribó al puerto de Valençia. E desenbarcadas sus gentes e cargos de guerra para otro día ir [a] çercar a Valençia e llegadas estas nuevas, el Çid fizo çerrar bien las puertas e adereçar todas las cosas que neçesarias le eran. Conçertadas sus guardas e velas, acostóse en su cama e, venida la noche, yoguiendo pensando en qué manera podría pelear o desçercar a Valençia e estando ya pasada la media noche, apareçióle un omne viejo crespo e cano en la cámara con mucha claridad e buen olor e dixo:

   -¿Duermes o velas, Rodrigo?

   Respondióle e díxole:

   -¿Quién eres tú, que me lo demandas?

   E díxole:

   -Yo soy San Pedro, el apóstol, que vengo a ti con otro mayor cuidado que ese en que tú piensas, que te fago saber que de oy en XXX días salirás d’este mundo; por ende, aparéjate para pareçer ant’el tu Señor a le dar cuenta de tus fechos. E sabe que, así como Él te otorgó que en toda tu vida fueses vençedor de todas las cosas que començases, que así te otorga que después de muerto venças en batalla a estos reyes moros que sobre ti son venidos; por ende, fas que te saquen ençima de tu cavallo, después de muerto, a la batalla. E d’esto sey bien çierto.

   E dicho esto desapareçióle e quedó la cámara con mucho buen olor. El Çid se levantó e fincó las rodillas en tierra dando muchas graçias al su Criador e Redentor Jhesuchristo.

   Otro día lla-mó / [Fol. 268 v., col. a] a doña Ximena Gómez, su muger, e a todos los mejores de su casa e díxoles todo lo qu’el apóstol Sant Pedro le dixiera conplidamente; e díxoles más: que Diego, su padre, e Diego Rodrigues, su fijo, le avían venido en sueños e que le dezían que se fuese a ellos, como quier que los sueños eran cosa no creedera, pero que lo qu’el santo apóstol le dixiera que lo oviesen por çierto. E mandóles cómo lo enbalsamasen con el válsamo e mirra qu’el Soldán de Persia le enbiara el su cuerpo e cómo lo sacasen en su cavallo en su artefiçio, en la silla iniesto, y un omne en las ancas que le guiase el cavallo e quáles lo aguardasen; e que levase(n) su seña Pero Vermúdez e ordenasen sus gentes en la forma e manera que las él ordenava sus batallas; e que sacasen todo lo suyo consigo en sus cargas por que, vençida la batalla, no tornasen más a la villa e se fuesen con él a Castilla e lo sepultasen en Sant Pero de Cardeña, ca después d’él muerto ellos no podrían defender a Valençia, ca estava mucho metida en poder de toda la morería d’España e mucho vezina de África.

   E con esto e con otras muchas cosas que cada día les dezía, adoleció (e) a cavo de XX días e morió a los XXX días, como el apóstol santo le dixo. E así muerto, fizieron todo lo qu’él mandó, en manera que no lo sopieron los moros de la villa ni de fuera. E salidos con él a la batalla e ordenados como les él mandó, vençieron a los moros; e mataron XXII reyes moros e más de XXX mil de cavallo e gente de pie sin cuenta e otros muchos que se afogaron en la mar enbarcando en las naos. E mataron allí una mora negra que era de allende los Montes Claros, que veniera [col. b] con CC moras negras, todas con sus arcos. E llamávanle los moros en su arávigo Axarque quiere dezir estrella de los arqueros de la Turquía, que morieron allí todos con ella. E díxose por algunos christianos que en esta batalla apareçiera el apóstol Santiago con muchos ángeles, e los moros mesmos ovo algunos que lo dixieron, e que por eso fueron vençidos tan ligeramente.

   E vençida esta batalla, fuéronse con el Çid a San Pedro de Cardeña. E saliéronle sus fijas e yernos al camino e otras muchas gentes por ver el cuerpo del Çid, ca lo avían por maravilla, seyendo muerto, ir así. E otrosí vino el rey don Alonso a su enterramiento por le fazer honra. E doña Ximena Gómez, su muger no lo dexó enter[r]ar, sino posiéronlo en su silla asentado vestido de sus paños e su espada Tizona echada por el cuello; e así estovo X años, que lo sepultaron porque se le cayó la punta de la nariz. E doña Ximena e Gil Díaz e el obispo don Girónimo visquieron allí dos años e tovido el su cavallo Vavieca allí sin lo cavalgar ninguno dos años, fasta que se morió de viejo; e enterráronlo en el corral delante el monesterio por que no lo comiesen canes ni aves e posieron plantados dos olmos, el uno a la caveça e el otro a los pies, por remenbrança d’él. E dizen que agora están allí las señales d’ellos. E después enterraron cavo el Çid a doña Ximena onradamente.

   Muerto e sepultado este noble cavallero, todos los sus cavalleros e criados e parientes ofreçieron allí a Días sus armas e cavallos, que nunca las // [Fol. 269 r., col. a] tomaron más. E feneçieron sus días en sus posesiones a serviçio de Dios e a folgura de sus personas. E Álvar Sánchez Minaya e Pero Vermúdez fueron sepultados en Sant Pedro de Gomiel de Çan, açerca de Aranda, que fizieron monasterio de monjas e sus sepolturas.

         

   Título del miraglo que Nuestro Señor mostró contra un judío porque travó de la barva del Çid estando (671) muerto    

   Siete años después de la muerte del Çid, feziéndose aneversario del Çid, como se acostunbrava cada año, estando todas las gentes a la misa, entró un judío adonde estava el Çid asentado en su silla, como dicho es, e mirólo a la cara e dixo:

   -¿Este es el Çid de Vibar que dizen que nunca moro ni christiano le osó travar de la barva? E agora veré yo si te travaré d’ella.

   E quisiéndole trabar d’ella espiró Dios en el Çid e puso la mano derecha en la espada e sacóla quanto un palmo; e tan grande ovo el judío el espanto que, dando vozes, cayó amorteçido. E llegando las gentes allí, falláronlo atordido e vieron al Çid la espada así sacada e maravilláronse. E como el judío recordó, contógelo todo e tornóse christiano; e llamáronle Diego Gil e viscó allí muy santa vida serbiendo a Dios e al cuerpo del Çid.

   E agora torna el cuento al rey don Alonso, que reinó en Castilla e en León después de muerto el rey don Sancho, su hermano. En el tienpo del su reinamiento (e) fizo este Çid algunos de sus fechos suso contenidos.

         

   Título de los fechos que aconteçieron al rey don Alonso de León después que su hermano lo echó del reino e se fue [col. b] a Toledo, saliendo de la orden, e de sus fechos    

   Acavado ha la istoria del rey don Sancho cómo el rey don Alonso de León, su hermano, salió de la orden e se fue al rey Alimaimón de Toledo e serviólo mucho bien en sus guerras contra los moros que le guerreavan. Era mucho preçiado e dávale su mantenimiento con aquellos cavalleros que con él estavan. E un día, dormiendo este don Alonso en el estrado, no parando los moros mientes a él, començaron los moros a fablar con el Rey por qué manera se podría perder Toledo, ca tenían ellos que, segund su fortaleza, no temía cosa. E díxoles un moro viejo que no se podría perder Toledo sino plantando e senbrando e no cogiendo. E como lo ovo dicho, arrepentióse, cuidando que don Alonso lo avía oído. E acordavan de lo matar e dixo el Rey que no lo oyera, que dormía; e otros dixieron que no. E dixo aquel moro viejo que, si dormía, que las bavas ternía en la boca. E él, como lo oyó inchóla d’ellas. E despertáronlo e levantóse pavorido, como si dormiera, e por aquello escapó. E por esto quieren dezir que le echaron plomo derretido en la mano e que gela foradara, pero no fue sino esto.

   E después soñó el Rey que veía entrar a este don Alonso con muchos puercos cavallero en un oso en la çibdad de Toledo e que la oçava toda e díxolo en su consejo. E todos le dezían que lo matase, ca aquél avía de señorear a Toledo, ca los sus filósofos avían profetizado que rey christiano la avía de conquistar. E el rey Alimaimón les dixo que, si así era hordenado de Dios, que no / [Fol. 269 v., col. a] se podía escusar e que, si era aquel o otro, qu’él no lo savía, pero que quería tomarle juramento que, si Dios le diese poder de reinar en Castilla, porque ya se dezía qu’el rey don Sancho era muerto, qu’él no enojaría a Toledo en vida suya ni de su fijo e nieto, antes que los ayudaría a la defender, e que fuese amigo de amigo e enemigo de enemigo. E así lo dexó ir a Castilla quando los castellanos enbiaron por él.

         

   Título de cómo el rey don Alonso fue alçado por Rey de Castilla e de León e se juntaron en él los tres reinos de Castilla e de León e de Portogal, como su padre pidió a Dios    

   Los castellanos estando en Çamora, acabado el reuto de los çamoranos, como dicho es, e enbiado por don Alonso a Toledo, como el rey don Sancho les mandó, e venido allí, donde todos lo esperavan, el Çid, que era el omne que en el mundo menos se pagó de traiçión, dixo a los castellanos:

   -Perdimos nuestro señor, el Rey, e no savemos si don Alonso fue culpante en la su muerte; e sería bien que le fuese tomado juramento d’ellos, porque (a) omne que traiçión fizo no deve reinar sobre fijosdalgo.

   E todos loaron su consejo e rogaron a él que tomase el juramento, el qual él le tomó una e dos e tres vezes, una en pos de otra, sobre la cruz e las palabras de los Santos Evangelios, diziéndole:

   -Vos, don Alonso, ¿jurades a Dios e a estos Santos Evangelios que en vuestras manos tenés que non tovistes culpa en fecho ni en dicho ni en cosa de la muerte del rey don Sancho, vuestro hermano, nuestro señor?

   El qual dixo:

   -Sí juro e só inoçente d’ella e sin toda culpa. [col. b]

   E a la segunda respondía así; e la terçera, ensañándose, dixo:

   -Çid, para quien oy me ha de vesar la mano e pedir merçedes, (e) sí juro.

   E el Çid, no contento ni espavorido de aquellas palabras, díxole:

   -Señor, quales merçedes me fizierdes tales serviçios vos faré, ca señores ay en otras tierras que fazen merçedes a quien servirlos quiere, ca yo, que perdí mi señor, tengo razón.

   E reçibiéronlo por rey e señor. E de aquel día en adelante quiso mucho mal este rey don Alonso al Çid e lo echó del reino por lo que fizo al rey Alimaimón de Toledo, como se dixo en el título de sus fechos.

         

   Título de cómo el rey don Alonso renovó la jura al Rey de Toledo    

   Reinando este rey don Alonso Terçero, Rey de Castilla e de León, e sosegados e juntados los dichos reinos en él, segund su padre, don Ferrando, [lo] (672) rogó a Dios, sacó sus gentes e fizo mucho daño a moros, por que muchos se tornaron sus vasallos por que más daño no les fiziese. E llegando açerca de Toledo, vedó de callada que no fiziesen mal en ella e puso su real a dos leguas de Toledo. E dexó allí sus gentes e fuese con çiento de cavallo. E llegó una mañana a las puertas de Toledo e llamó que le abriesen. E los moros, que estavan atemorizados de miedo d’él, maravilláronse mucho e fuéronlo [a] dezir al rey Alimaimón. E como lo sopo, vínose a pie, por no esperar vestia, con alegría, entendiendo qu’el rey don Alonso se le menbrava de la jura e bien fecho que a él fiziera. E abriéndole las puertas, fuelo abraçar e levólo al alcáçar consigo; e con grandes solenidades dormió allí aquella noche. E otro día díxole al rey Alimaimón qu’él era allí venido por dos cosas: la una, // [Fol. 270 r., col. a] por confirmar su amistad e la otra, por le mostrar las gentes que dexava en Olías para le defender sus tierras, si neçesario le fuese. E el moro con alegría cavalgó con L cavalleros e fuese con él a su real. E llegado, los castellanos, que d’esto no savían cosa [e] estavan espantados de su ida, alegráronse con él. E [como fueron] (673) en su tienda, llegaron CCC cavalleros christianos e çercaron la tienda donde comía Alimaimón. Con espanto preguntó a don Alonso qué cosa era aquello. E dixo el Rey:

   -No ayades miedo ninguno, ca yo lo fago esto por que me soltedes la jura e omenaje que me fezistes fazer toviéndome preso en Toledo en vuestro poder e después yo vos porné en salvo en vuestra çibdad de Toledo.

   E como quien estava espantado, soltógela de buen grado por se ir en salvo, aunque le pesava, reçelándose que le dañaría sus tierras después.

   Como el dicho juramento le fue soltado, llamó el rey don Alonso a todos sus ricos omes e díxole:

   -Señor rey Alimaimón, pues que, Dios graçias, yo suelto [só] del juramento e omenaje que yo vos fize estando en vuestro poder en la çibdad de Toledo, conoçiendo el bien fecho que de vos reçeví, espeçialmente quando me escapastes de la muerte quando dormía en el estrado, quiérovos renovar la dicha jura e omenaje agora que vos estades en mi poder.

   E allí gela renovó con todos sus cavalleros. E lo levó a Toledo, adonde la cavallería d’ella e la Reina con las nobles dueñas moras e todo el pueblo salieron fuera a vesar [col. b] las manos al rey don Alonso.

   E guardó esto el rey don Alonso a este rey Alimaimón en su vida e de su fijo, que reinaron poco por muertes de su dolençia. E reinando su nieto, matáronle los moros de Córdova [e alçaron] (674) otro rey en ella.

         

   Título (675)    

   Reinando este don Alonso, como sopo la muerte del dicho Rey, nieto [de] Alimaimón, sacó sus gentes de cada año. Corriendo la tierra de Toledo, tomando logares e talando e robándoles quanto fallava, benbrósele de lo que dixo el moro viejo, que [plantando] (676) e senbrando e no cogiendo la podría ganar; e con deseo d’ello, continólo muchos tienpos.

   E en esto e en otros fechos despendió su tienpo fasta los XVIII años del reinamiento, que entró por tierra de moros e ovo una batalla açerca de Consuegra con Avén Alfanje, Rey de Çaragoça, e porque no lo ayudaron bien los suyos fue vençido(s) e muertos e presos muchos de los suyos. E en esta batalla morió Diego Rodríguez, fijo del Çid Ruy Díaz e de doña Gimena Gómez, su muger, que no avía otro fijo varón, e ençerróse el Rey en un castillo açerca de allí.

   En este año siguiente entró Álvar Sánchez Minaya en tierra de moros con II mil D omes a cavallo e otros tantos peones e peleó con este rey Alfanje, Rey de Çaragoça, açerca de Almodova del Canpo, que tenía XV mil de cavallo e gente de pie. E dio Dios la ventura a los christianos e fueron vençidos los moros; e ferió Álvar Sánchez con su espada por el rostro aquel Alvén Alfanje / [Fol. 270 v., col. a] e fueron muchos muertos e presos de los suyos.

   E en este tienpo ganó este rey don Alonso las villas e castillos de Coria e de Alcalá e otros logares. E en este tienpo morió la noble infanta doña Urraca, que sienpre guardó su castidad, en Çamora.

         

   Título (677)    

   En los XIX años de su reinamiento çercó este rey don Alonso la çibdad de Toledo e tóvola çercada quatro años, seyendo el Çid Ruy Díaz con él. E púsole quatro reales; e por la tala que le fizo en tres años e por estos IV que la tovo çercada aquexóla tanto la fanbre, ca conbate no temía. E porque acorro no esperavan, diéronle la dicha çiudad con estas condiçiones: que ellos quedasen moradores en la çibdad con todas sus eredades e mezquitas con sus alcaldes e alfaquís moros, e así mesmo sus deçendientes, para sienpre jamás; e que quedasen vasallos del Rey e le diesen el alcáçar e los palaçios e las huertas e heredamientos de los reyes moros e que le pagasen cada año todos los derechos que pagavan a los sus reyes. E al Rey plogo d’ello por cobrar tal çibdad.

   E fue ganada esta noble çiudad en el año del Señor de mil CXII años. E ganó luego las villas de Talavera e de Santa Olalla e Maqueda e Almonaçid e Algameña e Telesua e a Olmos e a Canales e a Talfa, que eran fronteras d’ella, e tornóse arrededor del alcáçar e de las eredades de lo que ganó. E tornóse a Toledo e dio eredamiento a los II mil D cavalleros, que pobló [col. b] dentro de la çiudad arrededor del alcáçar, e de las eredades de lo que ganó arrededor de la çibdad. E refizo el alcáçar e las puentes e fizo fortalezas en ellas. E llamaron de allí adelante la cavallería de Toledo, que no çiudadanos, como se llaman agora.

   E salido el Rey de Toledo e venido a Castilla, la Reina, su muger, por consejo de algunos prelados fizo consagrar la mayor mezquita a onor de la Virgen María, a pesar de los moros. E como lo vieron, enbiáronse quexar al rey don Alonso con dos alfaquís. E oviendo el Rey mucho enojo porque quebrantaron el su juramento, (e) juróles aquellos alfaquíes que, llegado a Toledo, él quemaría a los prelados que lo aconsejaron e dar cruel muerte a la Reina porque quebrantara su jura e verdad. E otra emienda no les podía dar, pues la mezquita era sagrada, que no era en su poder de gela dar e que les refaría las otras mezquitas.

   E llegando açerca de Toledo e sopiendo los moros su venida, fablaron en consejo que, si el Rey matava a la Reina e a los prelados, que ellos quedavan en omeçida con los fijos de la Reina e con todos los christianos e que no eran para fincar allí. E tomaron sus mugeres e fijos e faziendas e saliéronle al camino por demandar perdón para la Reina e para los prelados religiosos e, donde no, que se irían a Sevilla o por las otras tierras de moros. E como se encontraron con el Rey e él cuidando que se venían [a] querellar, fablóles antes que nada le dixiesen e díxoles:

   -Buenas gentes, no vos congoxedes, que yo vos dó mi fe real que yo faga tal justiçia en los que la quebrantaron que en todo el mundo se fable (e) d’ella.

   E como lo oyeron, fincaron las rodillas en tierra e todos (678) // [Fol. 271 r., col. a] dixieron a toda su intençión por qué iban e que, si no perdonava a la Reina e a los otros, que les diese liçençia para de allí se ir a tierra de moros. E el Rey que lo oyó, mudósele el mal talante que traía contra la Reina e los otros, entendiendo que los moros tenían razón. E así se tornaron a la çiudad e les fue mucho acatada aquella vondad por la Reina e christiandad toda.

         

   Título de cómo casó este rey don Alonso con Zaida e ovo d’ella un fijo, al infante don Sancho (679)    

   Después d’esto, muerta aquella Reina, casó este rey don Alonso con la Zaida, que era mora, fija de Avén Cano de Sevilla, porque se tornó christiana e por çiertas villas que ella tenía; e ovo fijo d’ella al infante don Sancho. E juntóse con aquel Rey moro, su suegro, e de un acuerdo enbiaron al Miramamolín de Marruecos que les enbiase los moros aláraves por su sueldo para contra los moros almoades, que en [E]spaña se le avían alçado. El dicho Miramamolín (e él) enbió un moro su alguazil con muchos moros aláraves e, cuidando conquistar con los moros d’España, salióle al contrario, que, así como llegaron en tierra de Sevilla, sa1ió a ellos aquel Rey moro d’ella con buen amor e matáronlo, deziendo que casara su fija con el Rey christiano e qu’él mesmo lo era, e tomaron la dicha çibdad; e juntáronse con él todos los moros d’España e llamóse miramamolín, olvidando el serviçio del su señor que lo enbió. Entró por tierra de christianos con todos los moros d’España e con los que traxo de allende la mar, quemando e robando quanto fallava, e çercó la villa e castillo de Vélez e tóvole mucho afincado.

         

   Título de la bata-lla [col. b] de Bélez e de la muerte del infante don Sancho, fijo del Rey, e de los condes e gentes que en ella morieron    

   Viendo este rey don Alonso el daño que avía venido por su causa e por él aver enbiado por aquellos moros, llamó todas sus gentes para ir [a] socorrer aquella villa e castillo de Vélez. E llegados con todos en Toledo, diole una fuerte dolençia e, porqu’él no pudo ir con ellos, enbió al infante don Sancho, su fijo eredero, que era moço de XVI años, en guarda del conde don Garçía de Cabra, su cuñado, que lo avía criado, e con otros seis condes e con toda la cavallería de Castilla, sino el Çid, que era doliente. E llegados açerca de Vélez, los moros, veyendo la venida de los christianos, desçercaron la villa. E como eran mucha gente posieron su batalla en un llano; e como los christianos eran menos gente e fueron mal ordenados e por esto e por sus pecados fueron vençidos. E llegaron los moros adonde estava el Infante e matáronle el cavallo e cayó en tierra. E como lo vio el conde don Garçía, su amo, descavalgó de su cavallo e cobriólo con su escudo; e como vio que le davan golpes, echóse sobre él e matáronlo allí. E llegaron sobre él todos los condes e ricos omes e tomaron al Infante ferido; e fuéndose con él, pasáronles delante los moros e mataron allí al dicho Infante e al conde don Garçía de Grañón e al conde don Martín e a otros condes e [e]l (680) conde don Garçía de Cabra ya quedava muerto. E llaman aquel logar donde morieron Siete Condes. E morieron otros muchos ricos omes e cavalleros e gente de pie.

   En esta batalla era alferze del infante don Sancho don Álvaro de Oca, fijo de don Álvaro / [Fol. 271 v., col. a] Díaz (681) de Oca, que, toviendo su vandera, le mataron el cavallo e, cayendo en tierra, se levantó e tomó la vandera e levantóla e fincóla en la tierra. E estando con ella, le cortaron las manos en que la tenía e apretóla con los braços; e cortándole aquello, le travó con los dientes e llamando Castilla e Oca le cortaron la cabeça. E quando contavan estas nuevas ant’el Rey, dixo aquel Álvar Díaz, que era ya viejo, que estava allí:

   -Agora sé yo que mi muger era buena, que aquel su fijo de mi rodilla salió.

   E no mostró otro pesar por su muerte e esto le fue mucho loado a él.

   E vençida esta batalla, perdióse aquella villa e castillo de Vélez e a Cuenca de Vete e a Masatrigo e a otros lugares.

   Como venieron las gentes que escaparon de la batalla a Toledo, el Rey con doloridas palabras les dezía:

   -¿Çómo dexades el mi fijo e vuestro eredero, que vos di?

   E díxole el conde don Gómez:

   -Señor, ¿por qué lo demandades a nos, ca non lo distes a nos?

   E díxole el Rey:

   -Aquel que yo gelo di cuenta medio d’él, ca pagó su devido, que tomó muerte; pero a vos lo di para que lo guardásedes.

   E díxole Álvar Sánchez Minaya:

   -Señor, después que vi la batalla vençida e muerto el Infante, no vimos sino mal so peor en morir allí todos, porque se perdería la christiandad, e quesimos venir a vos para vos ayudar [a] vengar esta desonra e daño.

   E con estas palabras dexóse algund tanto de aquel duelo que fazía. E después preguntó el Rey a los físicos de su corte que quál era la causa por que sus gentes no podían soportar el travaxo de las armas, por que así eran vençidos. E dixieron que porque tenían las carnes mucho folgadas de los viçios [col. b] que tomavan en los baños. E por esto mandóles derribar todos los vaños del reino e fízolos travajar en el fecho de las armas.

         

   Título de los fechos que fizo este rey don Alonso después de vençida la de Docles (682)    

   E guariçiado e mejorado de sus dolençias e pesares, sacó sus gentes; con mucha malenconía de los moros entró por las tierras d’ellos quemando e robando e matando. Llegó açerca de Córdova e çercóla porque sopo que aquel moro que se llamava miramamolín estava allí. E toviéndola çercada, salió de noche a dar en el real. Fue preso e muertos muchos de los suyos; e tomólo el Rey e fízolo cortar la cabeça e a otros muchos de los suyos que avían seido en la muerte de su fijo e rebeldes a su señor, el Miramamolín. E los de Córdova tornáronse sus vasallos e diéronle muchas parias. E tornóse a Castilla.

   E después d’esto fue con todas sus gentes [a] çercar a Çaragoça. E toviéndola çercada e pateadas todas las tierras de en rededor, pasó (a) Miramamolín de Marruecos por Algezira en España por se vengar de la maldad (683) que los moros qu’él enbió a España e los otros moros d’ella le avían fecho. E juntáronsele luego todos los moros d’España, e así los que eran sogetos a este rey don Alonso, deziendo que más querían ser sogetos al Señor de su ley que no a los christianos. E diéronsele Sevilla e Córdova e todos los otros logares. E descabeçó a todos los que eran de allende la mar.

         

   Título    

   Andados XXV años del reinamiento d’este rey don Alonso, aqueste Miramamolín, desque ovo // [Fol. 272 r., col. a] todo el poderío d’España e de allende la mar, fue [a] entrar en tierra de christianos, faziendo mucho daño en ellos, e llegó a Çaragoça. E como lo sopo don Alonso, levantóse de sobre ella e ayuntó toda su cavallería para pelear con los moros. E sopiendo que muchas gentes le entravan de moros por Toledo, enbió allá al Çid con sus gentes e fue este rey don Alonso a lidiar con el Miramamolín; e eran con el Rey muchos françeses e Álvar Sánchez Minaña, que era venido de Valençia por mandado del Rey. E ovieron fuerte batalla açerca de Vadajoz e por pecados de los christianos fueron vençidos e muertos muchos d’ellos e desanpararon su rey en el canpo. E el Rey, como esforçado cavallero, mantovo el canpo fasta la noche con esos pocos que con él avían quedado; e profiáralo más, sino porque sopo que los moros andaluzes le rovaban el real. E así dexó el canpo, dexando muchos muertos de los suyos e él ferido de dos golpes. E acogióse el Rey a Coria. Esta batalla fue el primer día de novienbre del año de mil CXX años.

   Este rey don Alonso fue esforçado cavallero, pero sienpre fue desdichado en las batallas, pero sienpre tornava sobre sí. E morió en el año suso dicho a cabo de LXXIII años de su naçimiento e dexó fijos a doña Urraca, que ovo en la reina doña Costança, que casó con el conde Vergil de Tolosa, madre del enperador (p) don Alonso; e ovo otras fijas, ca siete vezes fue casado, e ovo fija vastarda, donde vienen los Reyes de Portogal. [col. b]

         

   Título del reinamiento del rey don Alonso de Aragón e de doña Urraca Alonso, Reina de Castilla, su muger     

   En el año del Señor de mil CXXIX años, muerto este rey don Alonso, fue alçado por Rey de Castilla don Alonso el Batallador, que era Rey de Aragón, porque era casado con doña Urraca Alonso, fija d’este rey don Alonso de Castilla. E después que fue apoderado en el dicho reino, defendiólo bien e adereçólo e refizo algunos logares e poblados, así como Soria e Vilforado e Atiença e Verlanga, pero temiéndose porque la Iglesia los mandaría partir al Rey e a la Reina porque eran parientes; e por esto dava las fortaleças de Castilla a los aragoneses.

   E reinando con ella, porque ella salió mala de su cuerpo, púsola presa en un castillo. E salióse ella d’él e vínose a Castilla. E todos los altos omnes de Castilla oviéronlo por mal e tornáronla al marido. E si mal usava primero, usava peor después; e por ende vino el Rey con ella fasta Soria e enbióla para Castilla. E los castellanos oviéronlo por mal e çercaron con ella algunos castillos que tenían los aragoneses. E como lo sopo este rey don Alonso, entró por Castilla poderosamente. E los castellanos que sopieron su venida, ayuntáronse todos con los condes don Gómez de Valdespina e con el conde don Pero de Lara. E fueron vencidos los castellanos e la causa d’este vençimiento fue en esta manera: que ayuntados açerca de Sepúlveda, ordenaron su batalla e dieron la de-lantera / [Fol. 272 v., col. a] al conde don Pero de Lara, que levava la vandera de la Reina; e levava la re[t]aguarda (684) el conde don Gómez de Valdespina. E no dizen quáles capitanes levavan las costaneras. E estando en la mayor priesa de la batalla, echó el conde don Pero de Lara la vandera en tierra e echó a fuir con todos los suyos porque lo ( ) (685) al conde don Gómez por malquerençia que lo avía por çelos de [la reina] (686), que anvos avían su fazimiento con ella. E morió allí aquel Conde con muchos e el conde don Pero fuese a la Reina, que estava en Burgos.

   E vençida esta batalla, entró este Rey de Aragón por tierra de Canpos e llegó a León, faziendo mucho daño en la tierra. E juntáronse todos los leoneses e gallegos e tomaron por mayor a don Alonso, fijo d’esta reina doña Urraca e nieto del rey don Alonso de Castilla, que era pequeño de edad. E topáronse en batalla con el dicho Rey de Aragón entre Astorga e Carrión e, después de mucho ferida, fueron vençidos los leoneses e gallegos e muertos e presos muchos d’ellos.

   E tornóse a Castilla este rey don Alonso e dende Aragón a se refazer de gentes, ca en estas dos batallas avía perdido muchos de los suyos, e quedóse el conde don Pero de Lara a toda su guisa con la Reina, mandando e faziendo como rey. E fueron anbos a dos presos una noche en su cámara por aquel infante don Alonso, su fijo, e por consejo de todos los grandes del reino, espeçialmente por don Gutierre Ferrández de Castro e del Conde de Mançanedo, que le dieron gente e favor para ello. E el dicho Conde, cuidando [col. b] ser muerto, fizo trato con el Infante e cavalleros e diole todas las fortalezas e salió del reino con juramento de nunca tornar a la Reina ni entrar en Castilla; e la Reina quedó presa fasta [que] ovo trato con el fijo, que fue alçado por rey en uno con ella. E pasados tres años que avía reinado con ella, oviendo discordia entre ellos por el mal usar d’ella, que era endiablada muger, mandó ella tomar la plata e ornamentos de las iglesias e, sacando las cruzes de Sant Isidro de León, rebentó por medio del cuerpo e cayó muerta.

         

   Título del reinamiento del rey don Alonso de Castilla e de León e fue Enperador d’España    

   En el año del Señor de mil CXX años los castellanos, veyéndose apremiados de los reyes comarcanos e avaxada la justicia de los reinos, alçaron por su rey a este don Alfonso, que fue el quarto Rey de Castilla e de León e el segundo d’este nonbre. E reinó XXXVIII años, que sus señalados fechos son estos que se siguen: que en el primero año de su reinamiento entróle el dicho Rey de Aragón con poderosa gente e salieron todos los castellanos e leoneses e juntáronse con él para le dar batalla. E ordenadas sus batallas, este Rey Enperador le enbió a rogar con prelados e religiosos que le ploguiese por serviçio de Dios de le dexar los reinos que sus anteçesores ganaran de los moros e qu’él lo acataría como a padre e lo ayudaría con todos ellos. E como el dicho Rey de Aragón oyó aquella buena razón e umildad, dixo:

   -Por çierto a mi plaze de le fazer como // [Fol. 273 r., col. a] a mi fijo, pues él tan graçiosamente me lo pide.

   E juntáronse en uno e tornáronle sus fortalezas e quedaron mucho amigos.

   Este rey don Alonso ovo por vasallo al rey don Pero de Aragón e llamóse Enperador d’España porque señoreava estos tres reinos e el de Portogal, que eran quatro. E ovo batalla con el rey don Alonso, su primo, primero Rey de Portogal, por[que] (687) se levantó rey. E fue vençido e ferido este Enperador e muertos e presos muchos de los suyos e ovo mucha guerra entre ellos, pero quedaron los portogueses con su reino, oviendo de servir a Castilla con CCC omes de armas a sus neçesidades e de venir a cortes, segund que más largamente se contiene en el título de los rRyes de Portogal.

   Este Enperador les fizo mucha guerra a los moros, diole sus parias e ganó muchos logares d’ellos. E fue omne de mucha justiçia en todos sus reinos, más que ninguno de los Reyes de Castilla e de León. E por consejo de los condes don Enrique de Lara e del conde don Garçía de Cabra, partió los reinos a sus dos fijos, que dio a don Sancho, su fijo mayor, el reino de Castilla e a don Ferrando, su fijo menor, el reino de León, que eran fijos de doña Veringuela, fija del Conde de Varçelona. E ovo dos fijas e la mayor casó con el rey Sant Lois de Françia e la otra con el conde Pontiz de Françia.

   Este Enperador fizo grande justiçia [col. b] en el reino de Galiçia. E venido de allí, ayuntó sus gentes e entró por tierra de moros. E çercó a Baeça e, yoguiendo sobre ella grand tienpo, (e) venieron muchos moros con su rey en socorro d’ella. E dormiendo aquella noche en su tienda, apareçióle Sant Isidro en sueños e díxole que saliese a la batalla e que sería vençedor e qu’él sería en su ayuda. E otro día, ordenadas sus batallas e fecha mucha matança entre sí, fueron vençidos los moros e muertos e presos muchos d’ellos; e duróles el alcançe çinco leguas. E ganó la dicha villa por pleitesía que ellos fincasen pobladores en ella; e diéronle el alcáçar e dexó en él sus gentes que lo guardasen. E los moros quedaron por sus pecheros, pero, después qu’el Enperador morió, alçáronse con todo. E por aquel miraglo puso el Enperador monges canónigos reglares en la iglesia de Sant Isidro.

   E despues llegó Almería e, tobiéndola çercada, venieron en su ayuda el conde don Remón de Barçelona, su suegro, e los ginobeses; e tomóla con su ayuda. E fallaron en ella muchos averes e fue fallada una escodilla d’esmeralda. E partiólo el Enperador en tres partes e la villa fue la una e el aver, la otra la escodilla; e escogiéronla los genoveses e el Conde tomó el aver. E tornóse el Enperador a Baeça e dexó al infante don Sancho, su fijo, en ella por guardar la tierra. E pasó el puerto del Muradal e enfermó en una aldea e morió so una enzina. E leváronlo a ente-rrar / [Fol. 274 v., col. a] a Santa María de Toledo. E su fijo don Ferrando, por reçelo de su hermano, fuese [a] tomar el reino de León, que su padre le avía mandado, e don Sancho vínose a Toledo.

         

   Título del reinamiento del rey don Sancho de Castilla, segundo d’este nonbre e V que en ella reinó    

   En el año del Señor de mil CLVIII años, muerto este enperador don Alonso, fue alçado por Rey de Castilla el rey don Sancho, su fijo, que fue segundo d’este nonbre e el quinto rey que en [el]la reinó; e todo su enreinamiento fue dos años. E por esto e porque era mucho bueno fue llamado don Sancho el Deseado, que fue mucho justiçiero e amado de los suyos e nunca puso merinos ni adelantados, sino que mandó a todos cavalleros e villas e çibdades que cada unos fiziesen justiçia en sus términos, que pagasen los daños. E fue casado en vida de su padre con doña Blanca, fija del Rey de Nabarra, e ovo d’ella fijo a don Alonso.

   En este tienpo tomó la tierra el rey don Ferrando de León al conde don Ponçe, el qual se fue a querellar al rey don Sancho; e con él otros que dicho rey don Ferrando deseredara por malos consejeros. E contáronle cómo les tomara las tierras que les diera el Enperador, su padre, e el rey don Sancho óvolo por mal. E sacó sus gentes e fuese a Sant Sagund; e tomó por escrito lo que les tomó e dioles él otro tanto con que se mantoviesen. E quando el rey don Ferrando sopo de su venida, ovo d’él mucho grande miedo e, avido su consejo con sus [col. b] ricos omes, fue [a] se a meter en su poder. E como lo vio el rey don Sancho, reçibiólo mucho bien; e después de comido, díxole por qué era allí venido. E díxole que porque lo avían mezclado con él por que le tomase la tierra que su padre le diera e que le rogava que no lo fiziese, ca él presto está de lo acatar e fazer de su mandado. El rey don Sancho, como aquello oyó, movido en piedad (e) dí[xo]le:

   -Hermano, non plega a Dios que la tierra que mi padre vos dio yo vos tome a vos, mas aquello qu’él dexó a vos e a mí somos tenudos a nuestros vasallos de les fazer bien e muchas merçedes, ca con ayuda d’ellos cobraron nuestros anteçesores e nuestro padre las tierras e quebrantaron mucho a los [enemigos] (688); por ende, vos ruego que tornedes las tierras a estos cavalleros que envegeçieron serviendo a nuestro padre por que no anden desterrados, que fagades bien a los otros que vos dexó. Yo con esto me tornaré a Castilla. No creades más a malos consejeros.

   Al rey don Ferrando plogo d’ello e así se partieron de en uno.

   Dende a poco tienpo morió este rey don Sancho de su dolençia en Toledo. Enterráronlo a par de su padre, el Enperador, en Toledo. E dexó a su fijo don Alonso de tres años en guarda e criança de don Gutierre Ferrández de Castro e mandó que todas las villas e castillos e ofiçios e tierras que tenían todos los del reino por él que las toviesen fasta qu’él oviese XVIII años e después que fiziese él d’ellos su querer. // [Fol. 274 r., col. a]

   Aquí se acava el XV libro de los XXV libros que Lope Garçía de Salazar fizo en esta Istoria de las bienandanças e fortunas estando preso en la su casa de Sant Martín e comiénçase el XVI, en que fabla del rey don Alonso, III d’este nonbre de Castilla, e de las contiendas que se vieron los de Lara (689) e de Castro sobre la criança d’él, que era pequeño; e de cómo el Rey de León (690) le fatigó mucho por le tomar el reino e del peligro en que se vieron los Condes de Lara con este rey don Ferrando de León sobre ello; e de lo que le aconteçió con la [judía] (691) en Toledo e de lo qu’el ángel le dixo sobre ello; e de las batallas e muertes de los de Lara e de Castro e las batallas de Alarcos e de Úbeda e de los fechos d’ellas; e de los reyes don Ferrando de León e de don Alonso, su fijo, e de la muerte del infante don Alonso el Granado; e del rey don Enrique Primero e de la su muerte; e del reinamiento del rey don Ferrando Segundo, que ganó a Sevilla e a Córdova, e de sus grandes fechos e de la contienda que ovo con su moçe(n)dad con los Condes de Lara e de la su (692) honrada muerte; e del reinamiento del rey don Alonso el Savio, su fijo, e de los grandes fechos e de cómo fue al Inperio; e de la muerte del infante don Ferrando de la Çerda; e de cómo pasó Vejucaf en el Andaluzía e de las muertes e daños que fizo; e de cómo se alçó don Sancho, su fijo, con el reino contra él e de su muerte; e del rey don Ferrando Terçero, su fijo, e de la muerte del rey don Alonso Sesto, su fijo, e de sus grandes fechos e muerte.

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637.- Ha quedado casi la totalidad de la línea en blanco.

   638.- Una gota de tinta impide la lectura de algunas grafías en esta y en la línea siguiente. Las suplo con el ms. 1634 de la B.N.

   639.- Idem.

   640.- Idem.

   641.- Idem.

   642.- con él, escrito un poco más arriba, repetido aquí.

   643.- El trazo de una grafía, posiblemente una v ha sido tachado a continuación.

   644.- la novena, reclamo al final del folio.

   645.- Alonso, en el texto; Sancho, añadido por B entre las dos columnas.

   646.- En blanco en el manuscrito; aliado, añadido por B.

   647.- batallo, en el manuscrito.

   648.- muchos, copiado dos veces.

   649.- reçibióla, en el manuscrito.

   650.- fechos, en el manuscrito.

   651.- honrados, en el manuscrito.

   652.- de d’este, en el manuscrito.

   653.- e mandóle el rey, copiado nuevamente aquí.

   654.- toda vía, repetido detrás.

   655.- Dos líneas han quedado en blanco.

   656.- La primera sílaba de caístes está repetida al final del folio 264.

   657.- Véase nota n. 655.

   658.- que, copiado dos veces.

   659.- La primera sílaba de catad, que ya estaba al final del folio anterior, se ha copiado nuevamente al incio de éste.

   660.- tornose, en el manuscrito.

   661.- Véase nota n. 655.

   662.- Parece leerse caído; B: cuidó, en el margen izquierdo.

   663.- no, interlienado, seguramente por B.

   664.- conde, en el texto; rey interlineado por B.

   665.- Véase nota n. 655.

   666.- Véase nota n. 655.

   667.- Alonso, escrito otra vez detrás.

   668.- vuestras, en el manuscrito.

   669.- Véase nota n. 665.

   670.- se contienen, seguidamente.

   671.- estando, escrito dos veces.

   672.- lo, interlineado, seguramente por B.

   673.- Espacio en blanco en el manuscrito.

   674.- En blanco en el manuscrito.

   675.- Véase nota n. 655.

   676.- puntando, en el texto; B: plantando, en el margen derecho.

   677.- Véase nota n. 655.

   678.- dixieron a toda, reclamo al final del folio.

   679.- Sancho, repetido detrás.

   680.- al, en el manuscrito.

   681.- Díaz, copiado dos veces.

   682.- No es muy fiable esta lectura porque las grafías han sido bastante corregidas y no se leen con claridad.

   683.- maldad, nuevamente, detrás.

   684.- reraguarda, en el manuscrito.

   685.- Espacio en blanco en el manuscrito.

   686.- Idem.

   687.- el que de porque interlineado por otra mano.

   688.- En blanco en un principio; enemigos, interlieado por B.

   689.- La segunda sílaba de Lara ha sido interlineada.

   690.- cómo, escrito ya un poco más arriba, repetido aquí.

   691.- Espacio en blanco en el manuscrito.

   692.- su, interlineado.