Libro XVI

   [Libro XVI]

   Muerto este buen rey don Sancho, que llamaron el Deseado, como dicho es, los castellanos alçaron por su Rey de Castilla a don Alonso, su fijo, terçero d’este nonbre e el sesto que reinó en Castilla, que era de tres años, e el su reinamiento fue LVIII años. E començó a reinar en el año del Señor de mil CLX años e sus fechos señalados son estos que se siguen:

   Este rey don Alonso fue dado en criança e en guarda en vida e a la muerte a don Gutierre Ferrández de Castro, que era ançiano e poderoso e bueno en todos sus fechos, por el rey don Sancho, su padre, fasta que conpliese la edad para governar su reino, ca era enparentado e no avía fijos, sino sobrinos, e fizo muchos buenos criados e armó CC cavalleros d’ellos de sus guarnimentos. E levantóse el Rey de León, su tío, contra él por le tomar el reino en manera de tutoría, (e) no lo quisiendo consentir los castellanos. E como esto vieron el conde don Enrique de Lara e don Nuño, su hermano, e don Garçi López de Aça, hermano d’ellos de madre, fueron a don Gutierre Ferrández e pidiéronle el Rey para que lo guardase e defendiese su reino fasta él fuese de edad e qu’él se pornía a ello, pues era poderoso e de sangre real e enparentado e mucho valiente, e que todos los fechos del reino farían con su acuerdo e de todos los del reino. E don Gutierre Ferrández, como era fecho a buena parte, diógelo por consentimiento e acuerdo de todos los del reino avido en cortes, con juramento de gelo tornar cada qu’él viese que no aguardava su / [Fol. 274 v., col. a] serviçio e el pro e común del reino. E como lo ovieron en su poder, estendiéronse más de lo que devían, faziendo muchas sobervias e agraviamientos en los pueblos e cavalleros. E como esto vio don Gutierre Ferrández, con pesar e malenconía pidióles que le diesen el Rey como lo juraran e prometieran. E como esto oyeron los Condes, començaron a burlar d’él diziendo que era aloqueçido. E por esto entró entre ellos riesgo e profía e malquerençia, por donde estonçes e después ovo batallas e mucha sangre vertida entre los de Castro e los de Lara; e en tanto estrecho puso este don Gutierre Ferrández a los de Lara que por su temor dieron al Rey a la cavallería de Soria, que eran poderosos, que lo guardasen.

   En esto morió don Gutierre Ferrández de su dolençia e yaze en Sant Christóval de Ebeas, cave Burgos, qu’él avía hedificado e heredado. E el conde don Enrique demandó luego las tierras qu’él tenía del Rey e las fortalezas a los sobrinos; e don Ferrand Ruiz, que era mayor e mucho esforçado, respondióles qu’el rey don Sancho mandara que no las diesen fasta qu’el Rey oviese XV años. E por esto los de Lara desenterraron el cuerpo de don Gutierre Ferrández, diziendo que era traidor si no entregase las tierras e castillos, mas fallóse por corte que, pues en su vida no gela demandaran, que no era culpado e tornáronlo [a] enterrar. E ellos, como de cavo, demandávanlas a los sobrinos; e dixiéronles que en ningund caso no les darían fasta qu’el Rey oviese XV años. E sobre esto pasaron tales cosas entre ellos que se perdía to-da [col. b] la tierra, por manera qu’el dicho rey don Ferrando levó las rentas del reino II años e más. E el conde don Enrique viose en tal afrenta con el dicho rey don Ferrando que le ovo de fazer omenaje de le dar al sobrino por vasallaje. E este Rey vínose a Soria para reçebir aquel vasallaje e los de Soria dixieron al conde don Enrique e a los hermanos e a todos los otros cavalleros castellanos que allí eran:

   -Catad aquí al rey don Alonso, nuestro señor, libre sin ninguna premia, como nos lo distes, e vos así lo guardad.

   E tomáronlo los Condes e levaron al Rey, su tío, que, [como] lo vio, començólo de falagar; e el moço llorava fuertemente. Estonçes dixo el conde don Enrique:

   -Señor, el moço llora por mamar; e levarlo he e, como aya mamado, traerlo vos he.

   E levólo a su ama e, después de mamado, tomólo un escudero so su manto ençima de su cavallo e fuese con él aquella noche a Sant Estevan de Gormaz por mandado de los Condes de Lara. E el Rey, en que vio que no lo traían e dixo el ama que lo avía enbiado e vio el Rey el fecho, fue sañudo contra el Conde, que se vio en vergüença fasta que le dixieron:

   -Señor, iremos por él e traérvoslo hemos.

   E fuéronse a Sant Estevan. E tomó el conde don Nuño el moço por mandado de su hermano e fuese con él Atiença, que por librar su señor no paró mientes al omenaje que fizo. E el Rey tóvose por engañado e envió un escudero suyo que fuese [a] reutar al Conde e le llamase alevoso; e el Conde no le respondió ninguna cosa. Vínose al Rey e él denostólo. E respondióle: // [Fol. 275 r., col. a]

   -Señor, yo no soy traidor, ca todo lo que fize fue por salvar mi señor de servidunbre; pero vos tomad de mi cuerpo qual emienda por bien tovierdes.

   E el Rey puso esto en el su consejo e díxole don Ferrand Ruiz de Castro:

   -Señor, no le podedes de derecho fazer mal por esta razón, ca él fizo bien e derecho e grand lealtad e no tengades más firmeza en lo cobrar, que lealtad de castellanos vos lo fizieron perder.

   E confirmaron todos aquella sentençia. E (en) esto dixo este don Ferrand Ruiz por vondad, no enbargante que eran enemigos él e don Enrique. E el rey don Ferrando, desque vio que no podía aver al Rey, fuese para León, tomando villas e faziendo todo mal que pudo en el reino. E de aquel día en adelante sienpre guardaron al Rey de su tío como de su enemigo. E los Condes fuéronse por Coria con el Rey.

    

   Título de la batalla que ovieron los de Lara e de Castro e de la muerte del conde don Enrique e de la causa d’ello

   Después d’esto fuéronse los Condes con el Rey para Huete, deziendo que gela daría don Ferrand Ruiz, que la tenía; e porque no gela quiso dar, desafiáronlo los Condes para lidiar con él. Respondióles que quitasen al Rey, su señor, de consigo e qu’él lidiaría con ellos de buena mente. E el conde don Enrique dixo que le plazía; e dio a Garçía González, su hermano, al Rey para que lo levase alexos de la villa e que, [col. b] si viese qu’él era vençedor, que se veniese con él e, si lo contrario fuese, que se fuese con él a Coria. E luego salió don Ferrand Ruiz al canpo, su batalla ordenada, e dixo don Ferrand Ruiz a los suyos que, si oviese alguno que traxiese las sus sobreseñales en aquella batalla por qu’él podiese escapar del primero golpe de la lança del conde don Enrique, qu’él vençería aquella batalla. E díxole un escuder(i)o suyo qu’él las traería; por qu’él diese las sus armas para su linaje, tomólas. E esto fazía don Ferrand Ruiz porque savía qu’el conde don Enrique era esforçado cavallero e avía tal virtud que a qualquiera omne que en batalla feriese primeramente qu’él lo avía de matar.

   Después qu’el conde don Enrique ovo ordenadas sus batallas, començáronle a tremer las piernas e las manos, como lo avía por costunbre; e como lo vio el conde don Nuño, su hermano, díxole:

   -¿Qué cosa es eso, hermano, que así tremedes atal tienpo de las piernas e manos, estando en tal logar?

   E díxole:

   -Hermano, las carnes son mezquinas e tremen la muerte, pero el coraçón firme está en su logar para fazer lo que deve.

   E después que las azes fueron ayuntadas de la una e de la otra parte, el Conde, catando por don Ferrand Ruiz, dexóse ir aquel escudero que le vio sus sobreseñales, cuidando que era él, e diole de la lança; e falsándole las armas, dio con él muerto en el canpo. E dixo azia los suyos:

   -Feridlo, que muerto es don Ferrand Ruiz.

   E díxole don Ferrand Ruiz, que le salió de travieso:

   -Mientes, mientes, que yo só don Ferrand Ruiz.

   E diole de la lança por el cuerpo e derribólo del cavallo. E como / [Fol. 275 v., col. a] le llegó de suso díxole a don Ferrand Roiz:

   -Sodes artero, mas no buen cavallero.

   E matólo allí e fueron desbaratados los Condes de Lara e muertos este conde don Enrique e muchos de los suyos; e fue preso el conde don Nuño, su hermano, e otros muchos con él e seguieron mucho el alcançe. E Garçi González de Aça que lo vio, fuese con el Rey a Coria de Gaviste; e plogo mucho con él a los de la villa. E estovo allí tres años con CL cavalleros de 1a villa que lo aguardavan por miedo del Rey de León, su tío.

   Don Ferrand Ruiz, que tenía a don Nuño preso, díxole que, si le dexase ir [a] enterrar a su hermano, que le faría pleito e omenaje de tornar a su presión él e otros con él. E don Ferrand Ruiz, no se guardando de ningund engaño, otorgógelo. E suelto, levó consigo a su hermano e púsolo en un ataúd ençima de una torre sin enterrar por no tornar a la presión. E don Ferrand Ruiz que lo sopo, enbióle dezir que torn[a]se (693) a su presión, si no que le enbiaría reutar de aleve. E respondióle el Conde qu’él no avía enterrado a su hermano ni lo entendía enterrar e que por aquello no era tenudo de tornar a su presión; e si sobre esto le quería dezir algo, qu’él le respondería a ello cada vez qu’él quisiese. E don Ferrand Ruiz tóvose por engañado.

    

   Título (694)

   Este rey don Alonso, seyendo mançevo, fuese para Toledo e enamoróse de una judía que era mucho fermosa; e dexando a su muger, la Reina, fija del rey Enrique de Inguelaterra, (e) ençerróse con ella, que de otra cosa no se curava, sino [col. b] estar con ella. E los cavalleros, sentiéndose mucho d’ello, ovieron su consejo que la matasen porque tenía al Rey echizado. E entraron en el palaçio a fablar con el Rey e otros entraron en la cámara de la judía e matáronla; e a quantos estavan con ella. E lleváronla [a] echar en un río.

   E como el Rey lo sopo, quísose matar por sí mesmo; e amenazava mucho a los que lo fizieron. E aquella noche, yoguiendo él pensando en aquella maldita judía, apareçióle un ángel e díxole:

   -¿E cómo, Alonso, aún estás pensando en el mal que fiziste, de lo qual Dios reçibió grand injuria? Cata que fazes mal, ca lo demandará a ti e a tu reino.

   E el Rey preguntó que quién era. E díxole que era ángel de Dios, que lo enbiara a él con aquella mensajería.

   E como el Rey oyó esto, dexóse caer de la cama e fincó las rodillas en tierra e pidióle que rogase a Dios por él. E el ángel le dixo:

   -Sey çierto que tan grand saña ha Dios de ti por este pecado que lo demandará a ti e a tu reino, porque te lo consentió; e por este pecado no quedará fijo de ti que reine en logar que tú reines, mas fincará del linaje de tu fija. E quítate de mal usar e no fagas cosa por que Nuestro Señor tome de ti saña mayor.

   E dicho esto, desapareçióle e quedó en la cámara buen olor e mucha claridad. E quedó el Rey mucho triste e espantado. E de allí adelante punó de servir a Dios e fizo muchas limosnas e monasterios e ospitales de pobres; espeçialmente fizo el monesterio de las Huelgas de Burgos e el espital que llaman del Rey con sus eredamientos. // [Fol. 276 r., col. a]

    

   Título de cómo este rey don Alonso cobró todas la villas suyas

   Este rey don Alonso salió mucho esforçado e en su mo(n)çedad cobró todos los castillos e villas qu’el rey don Ferrando, su tío, le tenía, a mal de su grado. E yoguiendo sobre Çorita, vino allí el conde don Lope, Señor de Vizcaya e servió al Rey bien. E tomados los castillos, pidióle liçençia e díxole:

   -Mucho vos agradesco, Conde, porque venistes por vuestro cuerpo a mi serviçio e quiero que tengades más tierra de la que de mí tenedes.

   E el Conde le respondió:

   -Señor, téngovoslo en merçed porque conoçedes el serviçio que vos fize. Yo, señor, para vuestro serviçio no devo ser llamado, ca el derecho llama a todo vasallo leal cada que su señor lo haya menester para su serviçio, e yo, señor, no vine aquí para me vos pechar, sino por guiar mi derecho; e por esto no tomaré por agora cosa, pero, si a Nuestro Señor plazerá, yo verné otra vez e faré mayor serviçio e tomaré lo que me dierdes.

   E fuese su camino.

   Otrosí, allí venieron todos los cavalleros e fijosdalgo de Castilla que tenían villas e castillos e tierras suyas e diéronselas, aun antes de los XV años, como su padre lo avía mandado.

    

   Título del reinamiento e fechos del rey don Ferrando de León e de la batalla que ovo con los de Salamanca

   En esta sazón, reinando en León el dicho don Ferrando, que fue mucho esforçado e venturoso en armas, pobló muchos logares en el dicho reino de León e eredó muchos monasterios, pero [col. b] después les tomó mucho d’ello don Alonso, su fijo, que reinó despues d’él en León. E pobló de nuevo este don Ferrando a Çibdad Rodrigo por guerrear de allí al rey don Alonso Primero de Portogal, aunque era su suegro; e otrosí pobló a Ledesma e Ganadilla e Valençia e Villalpando e Venavente e Mayorga e Mansilla e Castro Tarafe. E los de Salamanca ovieron por mal porque algunos logares d’éstos pobló en sus términos, que avía muchos, e rebeláronse contra él e tomaron por capitán a Nuño Raña. E fue el Rey sobre ellos e pelearon con él; e fueron vençidos los de Salamanca e muerto aquel Nuño Rana e otros muchos. E perdonólos este rey don Ferrando.

   En esta sazón echó el rey don Alonso de Castilla por enduçimiento de los Condes de Lara a don Ferrand Ruiz de Castro del reino e fuese para los moros con todo su linaje. E ayuntó muchos d’ellos e vino sobre Çiudad Rodrigo antes que se d’él aperçebiesen; mas el mártir Sant Isidro de León apareçió al thesorero de la iglesia e díxole cómo un prínçipe christiano con grand poder de moros venía sobre aquella çibdad e que lo fiziese saber al rey don Ferrando. E díxolo luego a los de la villa e pusieron muchas maderas porque no era bien çercada. E vino el dicho rey don Ferrando en socorro d’ella e peleó con ellos e vençiólos e mató muchos d’ellos e fueron fuyendo; mas don Ferrand Ruiz con todos los suyos púsose en tal logar e ordenança que no se quiso vençer. E como el rey don Ferrando lo vio, veyendo la vondad e nobleza de don Ferrand Ruiz / [Fol. 276 v., col. a] e que no era serviçio de Dios andar tal cavallero entre los moros, pleiteó con él para que fuese su vasallo e que le daría buena tierra en que viviese. E así se vino con él.

    

   Título (695)

   Así tornado don Ferrand Ruiz en el reino, como era omne bulliçioso e de grand coraçón, menbrándosele del mal e daño que los de Lara le avían buscado con el rey don Alonso e moviendo mucha guerra, ovo una batalla en el canpo de Lonbrega con ellos e vençiólos; e mató Álvar Gutiérrez, hermano de don Rodrigo, e otros muchos e prendió al conde don Nuño de Lara e otros cavalleros. E dixo al conde don Nuño:

   -Çiertamente preso vos tengo agora, aunque no quisistes tornar por vuestro omenaje que me fezistes a la presión.

   E el Conde le dixo que no era tenudo a venir, pues no avía enterrado a su hermano. E don Ferrand Ruiz le dixo por onrarse d’él e no los tener en nada (696):

   -Don Nuño, si otra vez me prometedes de tornar a mi presión a día çierto, dexarvos he ir [a] enterrar a don Enrique, vuestro hermano, e a don Álvar Gutiérrez, vuestro hermano, e pensar de vuestras feridas.

   E el conde don Nuño pensó que se lo dezía por escarnio, mas don Ferrand Ruiz conpliólo todo lo que le dixo. E faziéndole omenaje, soltólo e fuese el Conde para Castilla. E quando fue el día del plazo que avía de tornar a la presión, sopo como don Ferrand Ruiz era en Dueñas con poca conpaña; vino aí a él con DC de cavallo e dixo:

   -Védesnos aquí en vuestra presión e mandadnos prender.

   E don Ferrand, [col. b] veyendo que aquello era arte maliçiosa, no se curó d’él, ca entendió que si lo quisiera prender que se le defendería. E el Conde afincólo mucho e tomólo por testimonios d’escrivanos e así se partieron.

   E después que don Ferrand Ruiz ovo muerto a su suegro, Álvar Gutiérrez, dexó la muger e casó con hermana bastarda del rey don Ferrando e ovo en ella a don Pero Ferrández el Castellano.

   Mas agora torna la istoria a contar de don Ferrando e don Alonso, su fijo, Reyes de León, porque perteneçe entrar aquí.

    

   Título del reinamiento de rey don Ferrando de León e del reinamiento del rey don Alonso, su fijo

   Reinando este rey don Ferrando en el reino de León, como dicho es, e oviendo vençido a los moros sobre Çibdad de Rodrigo e otrosí al rey don Alonso Primero, Rey de Portogal, vençido e preso en batalla, como largamente se contiene en el título de los Reyes de Portogal, e oviendo poblado las dichas villas, adoleçió e morió en Venavente. E reinó XXXIII años.

   Luego fue alçado por Rey de León don Alonso, su fijo, que fue esforçado cavallero en armas. E luego, en el comienço de su reinado fízole mucha guerra el rey don Alonso de Castilla, su primo, e así mesmo el rey don Sancho de Portogal e el Rey de Navarra. E con la premia venieron a Carrión, que tenía sus cortes, e feziéronse sus vasallos. E el rey don Alonso fízoles mucha onra e casó el rey don Alonso de León con doña Veringuela, fija d’este rey don Alonso de Castilla; e por esta causa fincaron los dichos reinos buen tienpo en paz. E puesta la paz entre ellos, don Diego el Bueno, Señor de Vizcaya, quedó adefuera porque andava desavenido del rey don Alonso de León e pasóse a Marruecos, como se contiene // [Fol. 277 r., col. a] en la istoria de los Señores de Vizcaya. E después ovo guerra entre estos Reyes de Castilla e de León porque la Iglesia mandó partir al Rey de León de la fija del Rey de Castilla e tomóle muchos logares que eran de León, pero queríalos para su nieto, don Ferrando de León.

   E agora torna a contar del dicho rey don Alonso de Castilla.

    

   Título de cómo el rey don Alonso demandó la pecha a los fijos de algo de Castilla e de la discordia d’ello

   Estando en sus cortes en Burgos, fabló con don Diego el Bueno, Señor de Vizcaya, e con otros cavalleros cómo querría que le diesen los fijosdalgo un pecho de cada VIII, que era moneda gruesa, que montavan una tonelada de oro. E porque don Diego era ya venido de Marruecos, dixo al Rey que los fijosdalgo eran malos para pecheros, pero qu’él que lo ayudaría. E sobre aquello levantáronse los fijosdalgo con el conde don Nuño de Lara e viose el Rey en mucha afrenta. Pero asosególo todo, segund que más largamente se contiene en el título de los condes don Nuño de Lara, e después entró en tierra de moros e ganó las villas de Cuenca e de Alarcón, que tenían los moros otra vez.

    

   Título de las villas e tierras que este rey don Alonso tomó al Rey de Navarra e de las villas e castillos que pobló en la costa

   Estando este rey don Alonso en esta guerra de los moros, como dicho es, sopo cómo el Rey de Navarra se le alçara del vasallaje e no le quería conoçer señorío e tomóle XXV villas e castillos. E después vino a su merçed e perdonóle e tornóle XIV [col. b] e tovo las XI para sí, que fueron éstas: Fuenta Rubia e Vitoria e Sant Sebastián e Fuente Pueña e Canpeço e Santa Cruz e toda Alva e Guipúzcoa e Treviño e Portela de Torres. E pobló las villas de Geatria e Motrico e fizo el castillo de Sancabastián e a Laredo e a Castro de Urdiales e a Santander e Aguilar de Canpos e otras muchas villas en el Estremadura. E fizo la Orden de Santiago e eredóla como lo es agora. E sacólas de pobreça e fizo el castillo de Alarcos por guardar su frontera.

    

   Título de cómo este rey don Alonso fue vençido en la batalla de Alarcos e de los fechos que en ellas aconteçieron

   En esta sazón, sopiendo Jucaf Buxefid, Miramamolín de Marruecos, la angustia [en] (697) que este rey don Alonso tenía a los moros d’España, pasó la mar con mucha gente e grand vrío e orgullo e llegó en Sevilla; e fue por la canpina de Córdova e pasó el puerto del Muradal. E el rey don Alonso, que savía su venida, fue contra él con las gentes que pudo de rebato e atendiólo en Alarcos con asaz pocas gentes, ca, por el estragamiento que le v[e]ía (698) fazer en las tierras e por su grande coraçón, no quiso esperar las gentes que avía enbiado llamar; e por esto no estavan allí [sino] (699) algunos ricos omes e conçejos que más açerca pudo aver. Mas don Diego López de Aro e todos los fijos de algo de Castilla que allí eran llegados, porque no eran contentos d’él porque antes e estonçes no les avía querido ni quiso otorgar las tierras que d’él tenían para sus fijos e hermanos legítimos, como gelas avían dado los reyes pasados a sus anteçesores, esto era qu’el [que] (700) no dexaba fijo legítimo que le eredava (701) el hermano legítimo, e él daba la tierra al fijo, / [Fol. 277 v., col. a] pero no al hermano, (e) sobre esto dixiéronle todos que l[o]s (702) que non tenían fijos que se querían tornar vivos a fazer sendos fijos que eredasen sus tierras, pues sus hermanos no las avían de eredar segund sus anteçesores. E por esto e por pecados de los christianos, juntada la batalla, fueron vençidos los [christianos] (703). E el Rey peleando bravamente, sacáronlo los suyos por fuerça ferido de tres golpes, ca él allí quisiera morir o no ser vençido.

   En esta batalla morió don Garçía de Salçedo, Señor de Ayala, con CD escuderos de su linaje, que andovo noches e días por ser en ella; e sopiendo que otro día avía de ser la batalla, estando a la tarde aposentado, preguntó a un savio estrólago que llamavan Vele de Udaenta, que lo avía aprendido en tierra de moros, que andava con él, si podría llegar otro día a la batalla e díxole que sí llegaría:

   -si agora partís, andando de noche. E llegaredes al comienço de la batalla, pero ser çierto que si allá ides que avedes de morir allí, e conbusco todos los vuestros.

   E dixo estonçes que Dios fiziese d’él todo lo que le ploguiese, pero que toda vía quería ir [a] servir a Dios e al Rey, su señor. E andovo toda la noche e llegó al comienço de la batalla. E morieron allí él e todos los suyos, como aquel Vela de Udaca les dixo, e él mesmo con ellos.

    

   Título de cómo don Diego, Señor de Vizcaya, se alçó con la vandera del rey don Alonso al castillo de [Alarcos] e de lo que fizo e carta

   Don Diego López de Aro, Señor de Vizcaya, que era alferze del Rey, aquel día recogióse con él (lla) a un recuesto con su gente con la vandera del Rey, faziendo grand maldad. E desque vio que los christianos eran [col. b] vençidos, entróse con ella en la villa de Alarcos; e porque no falló viandas en la villa, dixo a los suyos que diesen una espolonada reziamente en los moros e que quedase el que quedase e pasasen por ellos a guareçer a la otra parte por donde podiesen, pues en la villa no tenían viandas. E puso espuelas a su cavallo; e porque ninguno de los suyos no lo siguieron, óvose de tornar.

   E en esto llegáronse los condes don Álvaro e don Gonzalo de Lara, sus yernos, que no avían seido en la batalla e, sopiendo cómo don Diego era çercado en los moros, como cavalleros ronpieron en ellos e entraron en la villa, e con ayuda d’él, que los salió a reçebir. E fizo trato con el Miramamolín que le diese doze cavalleros en rehenes de ser con él dentro de aquel año en Marruecos e que le diese la villa. E esto trató don Pero Ferrández de Castilla con condiçión que los Condes de Lara, que eran sus enemigos, quedasen allí e don Diego que saliese luego con dos de cavallo por no ver entregar la villa. E levó aquellos Condes consigo en logar de otros armados e desconoçidos. E pesó d’ello a don Pero Ferrández, pero ni por eso no dexó él de librar todos los otros. E tomaron los moros aquel castillo de Alarcos.

   IV cosas dexó propuestas este don Diego López: la primera, de no dexar su señor en el canpo e la segunda, no tornar cara después de puesto espuelas para delante; la terçera, no entregar villa ni castillo de su señor sin su mandado; la quarta, de quitar qualesquier rehenes que heçiese. E todas estas quatro quebrantó aquel día, ca él de-xó // [Fol. 278 r., col. a] a su señor en el canpo; la segunda, que después que dio d’espuelas tornó cara; la terçera, que entregó el castillo de Alarcos sin mandado de su señor; la quarta, que no quitó aquellos doze cavalleros que echó rehenes al Miramamolín, que los degollaron allá; e aun los dos d’ellos lo venieron a requerir e les dixo que de valde lo requerían. E llamáronlo don Diego el Malo de aquel día en adelante.

    

   Título de las cosas qu’el rey don Alonso fizo después de vençido en esta batalla e cómo fue sobre Vayona e Burdel e cómo ganó amor de los suyos

   Después de vençida esta batalla, puso el Rey recaudo en la frontera e, venido a Castilla, avínose con todos sus fijosdalgo. E por aver sus coraçones otorgóles tierras e merçedes para fijos e hermanos, segund las ellos pidían, e tomó a criar los fijos de los muertos en la batalla, poniéndoles sobrenonbres diversos, diziendo a los unos «¡qué buenos sarmientos se crían aquí para los moros!» e a otros así mesmo quixadas e castillos e mutilas e otros.

   E vínosele en mientes cómo Vayona e Burdel fueron de los Reyes de León e entróles poderosamente por la tierra; e çercada e afincada Vayona, pleitearon con él de le pagar la costa e que fuese a Burdel e, si la ganase, que ellos se les darían. E conplido esto, fue sobre Burdel, e, çercada e conbatida e puesta en mucha fanbre, ovo nuevas cómo el Miramamolín con mucha morería pasava otra vez en España; e pleiteó con ellos que les diese treguas por un año e que le pagasen todas las [col. b] que avía fecho. E su acuerdo fue de tomar estas costas faziendo todos estos tratos susodichos e de tornar en la frontera e echar los moros d’ella, por batalla o por guerra, como le Dios ayudase, e después tornar sobre Burdel e su tierra e que las ganaría, si el Rey de Inguelaterra no se las defendiese por batalla.

   E tornando en Castilla, porque sopo que los moros le fazían mucho daño e le tomaran la villa de Salvatierra, fuese a la frontera con las gentes que pudo, e con él el infante don Ferrando, su fijo, que era ya mucho onbre; e porque no tenía poder para les dar la batalla, sobióse a la sierra de San Biçente e defendióles la pasada de allí. E tomóles los castillos de Alcalá e de Guadalaxara e de las Cuevas e de Canete. E tornando a Toledo, con acuerdo de todos los grandes cavalleros e prelados de su reino, juraron padre e fijo de dar la batalla a los moros dentro de aquel año, aunque veniesen a ella todos los creyentes en Maoma. E enbiaron pedir cruzada al Santo Padre e diógela para toda la christiandad; e pregonada, morió el dicho infante don Ferrando, que fue gran quebranto a él e a todo su reino porque era mucho noble e deseava mucho esta batalla.

    

   Título de cómo salió el rey don Alonso de Toledo para ir a la batalla de Úbeda e de las gentes que con él fueron a ella

   En el año del Señor de mil CCXII años partió este rey don Alonso de la çibdad de Toledo para ir a la batalla; e fueron con él muchos nobles prelados e cavalleros de reinos e probinçias estrañas, que fueron éstos: el rey don Pero de Aragón e el rey don Sancho de Navarra / [Fol. 278 v., col. a] e el arçobispo don Bernaldo de Narbona e el arçobispo don Gil de Burdel e el abad de Çistel e el conde don Jafre de Auterra e el Vizconde de Jafre de Aste e don Reinalte de Perant e Óliber de Blascón e el Conde de Torenga e el conde Giraldo e el conde don Jafre e otros muchos nobles estrangeros; otros[í] de Castilla iban con él todos los prelados e cavalleros e fijosdalgo e conçejos, que eran todos XXX mil de cavallo e omes a pie muchos; e eran CL prelados e ricos omes de vanderas conoçidas. E llegando a tierra de moros, tomaron a Malagón e mataron e tomaron a Calatrava e mataron todos los moros, que eran muchos; e tardaron en esto algund día e todos los estrangeros se tornaron de allí porque los provava la tierra e enfermavan muchos e morían d’ellos. E como quier qu’el Rey les dava viandas e dineros, no los pudo tener, aunqu’el Rey más lo avía por el dezir de las gentes que no por el menester. E fuéronse todos, sino dos arçobispos con CL omes a cavallo.

   El Miramamolín, savida la venida d’estas gentes, tenía todas sus gentes arrededor de la çiudad de Jaén, porque no tenía voluntad de pelear con ellos por reçelo de las gentes estrangeros; e como sopo su tornada, plógole mucho. E vínose luego a Bilches e puso su real ençima de la sierra en el puerto del Muradal, que era fragoso, adonde estava el castillo de Fierro, que era fuerte con muchos moros en él, e atendieron allí a los christianos. Don Diego López de Aro e don López Días, su fijo, e otros cavalleros que venían en la delantera, salieron al puerto e pelearon con X mil moros [col. b] e vençiéronlos e mataron muchos d’ellos; e feziéronles deçender e tomaron aquel castillo del Fierro. E fiziéronlo saber al Rey; e otro día salió el Rey con todas las conpañas ençima del puerto e no falló por do pasar porque los moros estavan de la otra parte de la sierra con el Miramamolín.

   Estando en esta ansia, apareçióles un pastor, que se dixo después que era ángel, e mostróles un sendero e guiólos por allí fasta que los pasó; e después nunca más lo vieron. E quando los moros se cataron, falláronlos a par de sí e recogiéronse todos arrededor del Miramamolín; e en aquella ora apareçió una cruz mucho fermosa en el çielo e oviéronlo los christianos por buena señal. E por esta cruz que allí apareçió fizieron la fiesta de Santa Cruz de setienbre.

   Allí ordenaron sus batallas e dio el Rey la delantera a don Diego López, Señor de Vizcaya, e con él Alvar Díaz, Señor de los Cameros, e otros muchas gentes de los conçejos. Dio la una ala al Rey de Aragón e con él ricos omes e conçejos de Castilla; dio la otra ala al Rey de Navarra con otros ricos omes e conçejos de Castilla. E el rey don Alonso iva en la reguarda, e con él los condes don Álvaro e don Gonzalo de Lara e don Ferrando de Lara e don Gonzalo Ruiz Girón e el conde don Suero e don Nuño Ferrández e el conde don Pay Correa e todos los prelados de Castilla e el arçobispo don Rodrigo, que nunca se partió aquel día d’él. Quando don Lope Díaz vio qu’el Rey dava la delantera a don Diego, su padre, descavalgó del cavallo e fincó las rodillas delante d’él e díxole:

   -Señor, yo vos pido por merçed que se vos mienbre del buen prez // [Fol. 279 r., col. a] que perdistes en la de Alarcos e que vos fagades oy fechos por que yo no sea llamado fijo de traidor.

   E don Diego le dixo:

   -A vos podrán llamar fijo de puta, pero no fijo de traidor; pero yo veré oy cómo me guardades.

   E vesóle las manos e díxole:

   -Señor, yo vos guardaré como fijo deve guardar a padre e señor.

   E él e Pero Díaz, su hermano, fueron allí buenos cavalleros. E aquel día fizo don Diego tales fechos que le llamaron don Diego el Bueno e perdió el nonbre de Malo. E en esta batalla fueron buenos cavalleros don Ferrand Sánchez de Salzedo, Señor de Ayala, e don Rodrigo Sánchez de Salzedo, su hermano, e otros cavalleros noveles que en la de Alarcos les mataron sus padres.

    

   Título de las ordenanças e fechos qu’el Miramamolín fizo en [e]sta batalla e de las gentes que tenía consigo

   De la otra parte estava el Miramamolín con sus batallas ordenadas de muchos moros, bien ordenadas de buenos capitanes, e estava en la su tienda; fizo un corral de omes a pie adargados e sus lanças e espadas atados todos con cadenas de fierro por que no podiesen fuir, aunque quisiesen, que eran éstos atados C mil ( ) (704) Modina. E mató después el Rey a todos los que sopo que lo apedrearon. E el Rey, que vio que dezía verdad, tomó una lança e començóles a dar con ella deziéndoles muchas palabras d’esfuerço e de falagos e fízolos tornar a la batalla. E como don Diego López pasó allende de los moros, fallóse con pocos de los suyos, ca por el polvo, que era grande, no se podían bien ver, pero todos peleavan reziamente. E él, con sus fijos e sobri-nos, [col. b] óvose aquel día por maravilloso cavallero. E fuendo el Rey adelante quanto podía, llególe un escudero de don Diego que le enbiava dezir al Rey que fuese [a] tomar la honra de la batalla:

   -pues que Dios vos la quiere dar, que luego que bos lleguedes será vençida.

   E luego se movió el Rey mucho esforçadamente, llamando por nonbre a todos los señalados cavalleros, rogándoles con amorosas palabras, loándoles sus nobles fechos que le mostravan aquel día. E así llegó al corral donde estava el Miramamolín, adonde se fazía mortal batalla, porque allí eran ayuntados de la una parte e de la otra todos los esforçados cavalleros, e caían muertos a montones. E como llegaron al corral e no lo podieron quebrantar, el conde don Álvaro de Lara, que tenía la vandera del Rey, arredróse del corral e dixo altas vozes:

   -Cavalleros, aguardad la seña del Rey vuestro señor.

   E ferió el cavallo de las espuelas e dio de los pechos del cavallo en las cadenas e, quebrantándolas, saltó dentro entre los moros; e todos los cavalleros saltaron en pos d’él. E otrosí ronpió el corral por otra parte el Rey de Aragón. E fueron allí fechos señalados golpes e fecha grand mortandad en los moros. E como el Miramamolín aquello vio e veyendo morir los suyos, mandó tañer el su atanbor e mandó que pensasen de guareçer; e cavalgó en su cavallo e diose andar quanto más pudo. E los nobles reyes christianos seguieron el alcançe fasta Vileches e morieron XXX mil cavalleros moros e L mil peones.

   E en estos días que en el canpo estovieron no fizieron fuego sino de lanças quebradas e matar moros que fallavan por los montes e por las cuevas que yazían escondidos. E el rey don Alonso vio al Rey de Aragón que traía un golpe por los pechos que le diera un moro, que / [Fol. 279 v., col. a] no le llegó a la carne, sino que le salía el algodón por el perpunte, e díxole reyendo con alegre cara:

   -Cormano, quien ese golpe vos dio no avía voluntad de criar reyes.

   E mucho fue el algo que fallaron en aquel canpo. E las tiendas del Miramamolín eran todas vermejas e mucho ricas e diola el rey don Alonso al Rey de Aragón e muchos negros que estavan dentro, muchos moros vallesteros e arqueros e muchos altos moros, onrados reyes moros. E sin éstos, eran dentro en el corral XXX mil cavalleros que aguardavan el cuerpo del Miramamolín. E fuera del corral estavan todas las azes de los moros paradas, con tantas gentes que era pasmo de ver e de dezir, pero que sopieron los Reyes que eran todos LXXX mil de cavallo; e los de pie no eran contados. E descavalgó el Miramolín en medio del corral e todos los altos omes con él. E quando fueron açerca los unos de los otros, don Diego López, que levava la avenguarda, fue [a] ferir en los moros con grand ardimiento e ronpió por ellos e salió de la otra parte; e así mismo fizieron Garçía Ramírez, que levava la delantera del Rey de Nabarra. E dieron en ellos, por manera que los moros conmençaban a fuir. E quando aquello vio el Miramamolín, cavalgó en un cavallo de muchas colores e fizo tañer las tronpetas e los atanbores e començó a dar muy grandes bozes e con su esfuerço fízolos tornar a la batalla. E ferieron tan de reçio que fizieron tornar los christianos e algunos començaron a fuir, levando los peones arrastrando, pero no ninguno de los nobles omes. E entre estos que fuían era el pendón de Madrid, que tenía el canpo blanco e un león prieto en medio. E el [col. b] rey don Alonso que lo vio, cuidó que era el pendón de don Diego López de Vizcaya e ovo miedo que don Diego avía fecho maldad, como en la de Alarcos. E dixo al Arçobispo de Toledo:

   -¿Vedes cómo torna la seña de don Diego?

   E llamó a un criado suyo e díxole:

   -Vete [e] dile a don Diego que se duela de la christiandad.

   E dixo al Arçobispo:

   -Quiero que sepades que, si la voluntad de Dios es que por mis pecados será vençida esta batalla, que yo quiero aquí morir; e ruégovos que murades co[n]migo.

   E deziendo estas palabras, díxole un ciudadano que estava çerca del Rey:

   -Señor, no es aquella la seña de don Diego, mas parad mientes a la delantera e veredes la vuestra seña [e] con ella la de don Diego e a par d’ellas las cabezas negras de la vandera de don Álvaro, Conde de Lara, que pareçe que van ferbiendo, que aquella que vos vistes fuir es la del conçejo de Madrid; e nos, los villamos, fuimos, que no los fijosdalgo.

   E este çiudadano era de Medina del Canpo e llamávanle Andrés Voca. E por esta palabra que dixo le apedrearon los villanos de Medina.

   E mandó el Rey a don Diego López que partiese el robo que era tomado en aquella batalla e él dixo que le plazía. E dixo:

   -Señor, las tiendas con todo lo que en ellas fue tomado sea para los Reyes de Aragón e de Navarra; todo el algo que los vuestros naturales han tomado, que se lo ayan para sí; e vos, señor, que ayades la honra de la batalla que vos es dada.

   E al Rey plogo d’ello e mandó que fuese así. E los Reyes dixieron que don Diego López fuera bien en esto en fazer la dicha partiçión e que sopiera bien guardar la honra de su señor, el Rey. E así fueron todos contentos.

   E otro día partieron de allí e tomaron las villas de Vilches e de Baeça e de Úbeda. E mataron todos los moros que en ellas fallaron porque los prelados; mandaron que no tomasen ninguno a vida. E el Rey quisiera ir [a] çercar al Miramamolín, // [Fol. 280 r., col. a] que estava en Jaén, pero no quisieron los Reyes e los cavalleros porque enfermava la gente e morían cada día muchos. E tornándose de allí, [mandó] (705) fazer el Rey una iglesia adonde apareçió la cruz en el çielo e llamáronla Santa Cruz; e enterraron allí CL christianos que allí morieron.

   E toparon en el camino con el Duque d’Estrelich de Alemaña, que venía por ser en esta batalla, e pesóle mucho porque no fue en ella. E llegados en Burgos, quitó el basallaje al Rey de Nabarra por el serviçio que le allí fizo, ca al Rey de Aragón en la guerra primera gelo avía quitado en dos años continos.

   Después d’esto fizo mucha guerra a los moros en que les fizo mucho daño, aunque en este tienpo ovo mucha fanbre en España por la grande seca, que morieron la quarta parte de las gentes e muchos más de las vestias e animalias e aves bolantes.

   E tobiendo este noble Rey grande saña del rey don Alonso de León, su yerno, porque, seyendo su vasallo, no quiso ir con él aquella batalla, e quisiéndoselo acaloñar, adoleçió e morió a LXII años de su naçimiento e LVIII de su reinamiento. E fueron enterrados él e su muger e Infante, su fijo, en el monasterio de Las Huelgas de Burgos, qu’él avía hedificado e eredado con el ospital.

    

   Título del reinamiento del rey don Enrique, primero d’este nonbre que reinó en Castilla, e de sus fechos e muerte

   En el año del Señor de mil CCXVIII años, muerto este noble rey don Alonso, reinó su fijo don Enrique, primero d’este nonbre e el sétimo que en Castilla reinó; e fue de moço de XII años e reinó tres años. E fue dada la guarda e regimiento d’él por su madre a la reina [col. b] doña Veringuela, su hermana, que estava partida del Rey de León. E ella, por nobleza e consejo de los más del reino, diolo al conde don Álvaro de Lara para que con ella governase, el qual, fuéndole desobediente, le buscó mucho mal con el poder que d’él tenía. E andando este Rey en la çiudad de Palençia jugando con sus donzeles tiró uno d’ellos un mincal a un tejado e cayó una teja e dio al Rey en la cabeça; e morió a doze días, a cavo de tres años que avía reinado, e fue sepultado con su padre en Las Huelgas.

    

   Título del reinamiento del rey don Ferrando de Castilla, segundo d’este nonbre, que fue Rey de León por su madre, la Reina

   En el año del Señor de mil CCXXI años, muerto este rey don Enrique, porque no dexó fijo alçaron por Rey de Castilla a don Ferrando, fijo del rey don Alonso de León e de la reina doña Veringuela, fija del rey don Alonso de Castilla, el qual era de XVIII años. E en éste se conplió lo qu’el ángel ovo dicho a su agüelo, don Alonso, porque esta noble Reina, su madre, quiso qu’él reinase, perteneçiendo a ella.

   E en el comienço de su reinamiento ovo guerra con el rey don Alonso de León, su padre, diziendo qu’él quería tomar a la Reina su madre e que reinasen anbos en Castilla e en León e en después d’ellos que reinase aquel su fijo don Ferrando. Pero la noble Reina, su madre, no lo quiso consentir, diziendo que la Iglesia de Dios los mandara partir. E quedaron en paz porqu’el fijo no quiso ser cruel a su padre ni acaloñarle el mal que le avía fecho en su reino.

   Los condes don Álvaro e don Gonzalo e don Fernando de Lara no le querían dar los castillos que del rey don Enrique tenían, diziendo que la reina doña Blanca, muger del rey Sant Luis de Françia, / [Fol. 180 v., col. a] era hermana [de] (706) esta doña Beringuela e que ella o sus fijos devían reinar, e porque se temían d’esta reina dona Veringuela por los desonores que le avían fecho en el tienpo de su hermano don Enrique e a[un] (707) otros del reino. E enbiaron requerir a la dicha doña Blanca que veniese o enviase su fijo a tomar el dicho reino e que ellos gelo farían cobrar. E ella les respondió que su marido, el rey don Luis, era muerto poco avía e sus fijos eran pequeños e que era discordia en Françia sobre la governaçión del reino; e que tomasen a su hermana e sobrino por rey, ca, si Dios diese sosiego en la casa de Françia, que ella e sus fijos demandarían su derecho. E aun así lo enbiaron dezir los Doze Pares de Françia. Pero estos Condes, como eran bulliçiosos como los de su linaje, no lo quisieron fazer, con algund favor qu’el rey don Alonso les dava, fasta que más no podieron, cuidando que de Françia abrían algund socorro.

    

   Título de cómo morió el rey don Alonso de León e cómo se juntaron los reinos de Castilla e León en el rey don Ferrando, su fijo, la segunda vez

   Andando en esta contienda con el dicho rey don Fernando e con la reina doña Veringuela, su madre, morió el rey don Alonso de León e reinó este don Ferrando, su fijo, e juntáronse los reinos de Castilla e de León. E avía reinado este Rey de León, su padre, ( ) (708) años.

   E en este tienpo fue preso en seguro d’esta reina doña Veringuela el conde don Álvaro de Lara, enbiando ella por él açerca de Palençia por don López Díaz, Señor de Vizcaya, e de don Gonzalo Ruiz Girón e por Alonso Téllez por mandado del rey don Ferrando. E [col. b] fue suelto porque entregó todos los castillos que tenía del Rey.

   Reinó este rey don Ferrando en Castilla e en León XXXV años e fue el ochavo rey que en ellos reinó e el segundo d’este nonbre.

    

   Título de la batalla que ovieron los Condes de Lara con los de Vizcaya e de Haro e Girones e muerte del conde don Álvaro

   El conde don Álvaro de Lara, sintiéndose de la presión qu’el conde López Díaz e Gonzalo Ruiz Girón e Alonso Téllez le avían fecho en el seguro de la Reina, enbióle dezir aquellos cavalleros que lo prendieran malamente e que eran alevosos; e que si dezían que no, qu’él gelo faría conoçer en batalla en canpo, él con CCC cavalleros e ellos con DC cavalleros. E sobre esto aplazaron su batalla. E venido el día del plazo, començaron su batalla por la mañana e fueron vençidos los vizcaínos e Tellos e Girones e muertos e presos muchos d’ellos; e siguiéndoles el alcançe, llegó el conde don Álvaro fasta la villa de Castrejón, adonde se ençerraron, e dio del cuento de la lança en las puertas de la villa e dixo:

   -Ya dirán por Castilla qu’el conde don Álvaro de Lara vençió en batalla aplazada a los Señores de Vizcaya e Girones e Tellos, él con CCC de cavallo e ellos con DC.

   E deziendo esto, diéronle con una esquina d’ençima de la puerta de la çerca en el onbro e derribáronlo en tierra e quebrantáronle las tripas. E tomáronlo los suyos en un escudo e, quando el conde don Gonzalo lo falló, [dixo] así con mucha tristeza:

   -Hermano señor, ¿cómo ovistes esto?

   E respondióle:

   -Hermano, bien savedes vos que quando (709) // [Fol. 281 r., col. a] [pude] sienpre fue el delantero; e vos seguid e matad en ellos, que lo mío fecho es.

   E él así lo fizo, que, toviendo çercado aquella villa, saliósele don Lope Díaz del día, desconoçido con ropas e alvarcas de labrador; e como lo sopieron los de Lara, fuéronse de allí e levaron al Conde ferido. E morió a cavo de siete días e soterráronlo en el monasterio de Vélez. E los condes don Gonzalo e don Ferrando pidieron perdón al rey don Ferrando e, por ruego de la Reina su madre, perdonólos.

    

   Título del comienço de las conquistas d’este rey don Ferrando de Castilla e de León e de sus grandes fechos

   Este rey don Ferrando en comienço de su reinado sacó sus gentes e fue [a] correr tierra de moros. E ganó las villas de Baeça e de Quesada e de Letra e Cuellos e Esvadra e d’Estinel e quemólas; e tomó X mil cativos, omes e mugeres e criaturas, e mataron otros muchos. E tomó de aquel camino V mil moros aláraves que andavan en unas montañas con sus ganados, que no avían otras viviendas. E tomó camino de Valençia e, como lo sopo Taçín, que era rey d’ella, vínose para él e tornóse su basallo e diole sus parias. E tornóse a Toledo a su madre e a su muger e dexólas allí.

   E fue al Andaluzía e tomó las villas e castillos de la Peña de Martos e las villas de Víboras e de Alcandete e de Pliego e de Loxa e derribaron e quemáronlas; e mataron en Loxa XIV mil personas. E fue sobre Granada e, çercándolo, tornóse el rey d’ella su vasallo e diole sus parias. E vino a Guadalaxara e a Medica e tomólas e quemólas e rovó sus tierras.

   E tornóse a Toledo e dexó en guarda de su frontera en la Peña de Mar-tos [col. b] al buen cavallero don Álvar Pérez de Castro e en el de Andújar; e dexó con él muchos fijosdalgo de Castilla. Entraron a correr tierra de Sevilla, e con ellos el Rey de Baeça, que era vasallo del Rey.

    

   Título de la batalla que ovieron don Álvar Pérez de Castro e los de la frontera de los moros e de los logares qu’el Rey ganó

   Don Álvar Pérez de Castro e los castellanos que eran con él en la frontera e el rey moro de Baeça, que era vasallo del rey don Fernando, entraron [a] correr tierra de Sevilla e salieron a ellos los de Sevilla e de Xérez e de Carmona e de Tenjada e de todas esas tierras, que eran grandes poderes de moros. E ovieron su batalla, que fue mucho ferida, e fueron vençidos los moros e muertos e presos muchos d’ellos, ca les siguieron en çinco leguas el alcançe, que dize la istoria que fueron XV mil personas (e) muertos e cativos.

   En esta sazón llegó el rey don Ferrando con su cavallería en socorro de Martín Gordillo, que estava çercado, e fallólo que era tomado. E ganó de aquel camino a Salvatierra e a Capilla e a Vezmar e Sant Estevan del Puerto e Azúa e Toray. E los de Córdova mataron al Rey de Baeça, que era contra ellos, e enbiaron la caveça al Rey de Sevilla. Él fizo degollar los mensajeros porque mataron su señor.

    

   Título de cómo la reina doña Veatriz dixo al rey don Ferrando cómo su fijo don Alonso avía de ser deseredado

   Este rey don Ferrando fue casado con doña Beatriz, fija del Enperador de Costantinopla, e ovo d’ella fijos a don Alonso e a don Enrique e a don Fadrique e a don Felipe e a lon Sancho. Don Alonso era mucho apuesto e servía un día de copa al padre e a la madre en una sala qu’el Rey fazía; e dando la copa a la madre, miró-lo/ [Fol. 281 v., col.a] a la cara e saltáronle las lágrimas de los ojos e dio un grande sospiro. E como lo vio el Rey de trabieso, maravillóse e pesóle mucho. E como la sala fue acabada e todos salieron fuera, llamóla el Rey a la cámara e preguntóle qué cosa fuera aquello por que llorara e sospirara catando a la cara a su fijo don Alonso. E como la Reina lo oyó, pesóle mucho, ca ella no cuidara que ninguno lo viera, e començóse a escusar con palabras; e quanto ella más se escusava, tanto se ençendía el Rey más por lo saver, atanto que sacó la espada e le dixo que gelo dixiese o que le cortaría la caveça. E como ella se vio en tal angustia, llorando de sus ojos, dixo:

   -Señor, yo vos pido por merçed que no lo querades saber, ca no abredes d’ello sino pesar.

   E el Rey le dixo que todo el día lo quería saber. Ella le dixo:

   -Señor, yo e otra mi hermana seyendo moças en casa de mi padre, llegó aí una muger natural de Greçia, que era muger mucho savidora en las cosas por venir, e yo e mi hermana, quando lo oímos, apartámosla e preguntámosla de cosas de nuestra fazienda que no lo sopiese ninguno. E ella dixo que se temía que la descobriríamos porque éramos mucho moças; e nos le prometimos que no. E díxonos que dende a día çierto nos lo diría. E quando fue el día venido, metiónos a una cámara e díxonos primeramente que nuestro padre avía de morir antes que ninguna de nos casase e después por tienpo prelados honrados de Oçidente a mí demandarían para casar con un rey d’esta tierra, que sería el más honrado e poderoso [col. b] d’España que ovo en ella después que los godos la perdieran e que avía de aver d’él seis fijos varones e dos fijas e que avía de morir con la novena preñez sin lo parir; e díxome qu’el rey con quien avía de casar biviría luengamente e morería honrado; e díxome qu’el fijo primero sería el más fermoso omne de su linaje e que reinaría después de su padre e sería más poderoso qu’él e así duraría grand tienpo e que, después, por una palabra que diría de sovervia contra Dios avía de ser deseredado de su reino, salvo de una çibdad sola, en que avía de morir. E dixo a mi hermana que avía de casar con un duque honrado de aquella tierra e pasaría vida honrada con él; e así fue, que casó con el Duque d’Esterlich e vive con él. Yo, señor, todas las cosas que me dixo é visto e son conplidas, sino dos: la una es la mi muerte, que só preñada la novena vez e sé que he de morir con ello; e lo porque yo lloré e sospiré quando caté al Infante fue porque, viéndolo tan fermoso, que avía de morir deseredado de sus reinos e, oviendo piedad d’él, lloré e sospiré.

   E el Rey, que entendió que dezía verdad, díxole que la voluntad de Dios fuese conplida.

   E la Reina morió como lo dixo e tóvolo el Rey secreto fasta que lo dixo algunos sobre Sevilla por saña que ovo del Infante por dineros que le tomó que le traían para el sueldo. E así se conplió en el dicho Infante. E las palabras qu’él dixo contra Dios fueron éstas, por que incurrió en la saña de ira de Dios (710), onde devedes saber que, después que este rey don Alonso reinó, dezía muchas vezes palabras de grand // [Fol. 282 r., col. a] soverbia, entre las quales dixo que, si él con Dios estoviera e fuera su consejero quando el mundo fiziera, que algunas cosas fueran mejor fechas de como las Él fiziera. E después, a grand tienpo qu’el rey don Alonso reinó, un fray agostín, que era devoto, vio en visión un omne vestido de vestiduras blancas que le dixo cómo viera dar en el çielo una sentençia por qu’el rey don Alonso moriese deseredado e oviese mal acavamiento. E el cavallero le preguntó por qué era Dios tan sañoso d’él e aquél le dixo:

   -Porque don Alonso, estando en Sevilla, dixo en plaça que, si él fuera con Dios quando fiziera el mundo, que en muchas cosas emendara que se fiziera mejor de lo que se fizo.

   E por esto era airado contra él. E como quier que esto le fue dicho al Rey, nunca se quiso arrepentir fasta que lo ovo delante.

    

   Título de la batalla qu’el infante don Alonso e don (711) Álvar Pérez de Castro vençieron a Venhuc, rey moro d’España

   Pasado el inbierno, entró este rey don Ferrando por tierra de moros e ganó e estragóles muchas tierras. E tornóse a Toledo e enbió al infante don Alonso, su fijo, que era moço, e con él el buen cavallero don Álvar Pérez de Castro por ayo e governador con dos mil de cavallo e III mil peones. E entraron por el reino de Murçia faziendo mucho daño en los moros e salió a ellos Avenhuc, que era señor de los moros d’España, con XV mil cavalleros e XV mil peones. E asentados sus reales cavo Xerez çerca los unos de los otros, aquel rey Avenhuc fizo siete batallas de los XV mil moros cavalleros e otras siete de los XV mil peones; e don Álvar Pérez, que [col. b] governava al Infante e a los suyos porque era moço, (e) vista la ordenança de los moros, fizo de toda su gente dos batallas, la una de los dos mil cavalleros e la otra de los tres mil peones, diziendo que ellos no eran gente para más porque con sus dos batallas gruesas podrían ronper todas las de los moros, que eran delgadas. E él, como era omne grueso e pesado de carnes e de días, vestió una camisa de lienço blanco mucho delgada a carona e unas sobreseñales de alfolla blanca de seda sobre ella e un bastón en la mano ençima de su cavallo; e con tales armas entró en la batalla. E ordenadas sus batallas, andava de los unos a los otros fablándoles muchas nobles e esforçadas palabras, deziéndoles que no tomasen pavor porque veían los moros muchos e a sí pocos, ca Dios era el vençedor de las batallas, e tragiéndoles a memoria cómo el conde Ferrand González con treçientos cavalleros vençiera Almançor con L mil de cavallo; e así mesmo el Çid Ruy Díaz e Vernaldos del Carpio e otrosí los godos por el semejante. E más les dixo: que si allí moriesen, que, pues eran confesados e asueltos de sus pecados por la bulda del Santo Padre e peleavan por defender la santa fe católica, que todos irían a Paraíso; por ende que los feriesen de rezio sin ningund pavor. E en aquella ora armó cavallero a Diego Pérez de Bargas e otros CCC fijosdalgo que juraron de vençer o de morir.

   E con estas e con otras muchas palabras que les dixieron él e los prelados que allí eran, feriéronlos tan de rezio e tan denodadamente que derribaron muchos d’ellos. E don Álvar Pérez, con su vastón andando de una parte / [Fol. 282 v., col. a] a otra, deziendo maravillas de su lengua, (e) al que v[e]ía que lo fazía bien loávagelo mucho e al otro esforçávalo; e así fazía ir todos adelante e así avían fuerte batalla. E a la entrada d’esta batalla mató Diego Pérez de Bargas con su lança a un rey moro que veniera de allende la mar en romería a la mezquita de Córdova con LX cavalleros moros, que se llamavan los Gazules.

   Por la graçia de Dios fueron vençidos los moros e muertos e presos muchos d’ellos. E díxose por algunos qu’el apóstol Santiago apareçió aquel día. E en esta batalla fizo aquel Diego Pérez de Vargas maravillosos fechos de armas, que después que mató aquel moro mató muchos con su espada e, perdida aquélla, tomó una quima de una oliva que tenía una cabeça en el cabo como grosura e, tomándola con anbas manos, dava grandes golpes. E como lo vio don Álvar Pérez, con grand plazer que avía, [llamólo] así Diego Machuca, como quien dize que los machucava con aquella quima de la oliva qu’él quebrantó con sus manos quando ovo perdida la lança e la espada e la porra de azero. E dava tales golpes que, a qualquiera que con ella dava, luego lo derribava con su porra de aquella quima. E por aquello ovo nonbre de Diego Pérez Machuca e lo ovieron e han oy día los que bienen de su linaje. Otrosí en esta batalla fue buen cavallero Garçi Pérez de Bargas, su hermano, que le mataron IV cavallos e se levantó e tomó quatro cavallos de los moros. E por esto fueron e son llamados oy día los de su linaje Machucas.

   E d’este día en adelante nunca los moros ovieron esfuerço de dar batalla a los christianos ni de fazer cosa buena, lo qual fue [col. b] a causa de cobrar los christianos el reino del Andaluzía.

    

   Título de un miraglo que aconteçió en esta vatalla de Xerez, porque las cosas que Nuestro Señor muestra en las batallas no son de dexar en olvido

   Fuendo en esta batalla estos dos hermanos, Diego Pérez e Garçi Pérez de Bargas, como dicho es, [que] eran naturales de Toledo, avía allí cavalleros toledanos que fueron buenos cavalleros aquel día, entre los quales avía un cavallero, que llamavan Pero Miguel, que era enemigo d’este Diego Pérez de Bargas. E como antes de la batalla se confesasen todos e se perdonasen allí, este Diego Pérez de Bargas e aquel Pero Miguel pidióle perdón, el qual por él ni por prelados ni por el Infante ni don Álvar Pérez nunca le quiso perdonar para aquel día solamente si no lo dexava una vez abraçarse con él e que lo perdonaría para sienpre; porque aquel Pero Miguel era mucho rezio de braços, entendiéndolo quebrantar e matar, no lo quiso fazer Diego Pérez. E vençida aquella batalla, nunca fue fallado aquel Pero Miguel, muerto ni vivo, ni se sopo razón ni rastro ni mandado d’él, salvo que lo vieron durante la batalla andar entre los moros e los christianos faziendo maravillosos fechos de armas. De todos los cavalleros cristianos, no morieron sino aquel Pero Miguel e diez omes de pie.

    

   Título de cómo fue ganada la çibdad de Córdova e de la causa d’ella por qué se ganó tan en breve tienpo

   En el año del Señor de mil CCXXX años, estando el rey don Ferrando en Venavente, en el mes de enero salieron de Andújar çiertos almugábares e de otros logares de christianos con çiertos adalides e con Domingo Colobro, que era el más conplidero en aquel fecho. Andovieron dos días e dos noches encobiertos por // [Fol. 283 r., col. a] tierra de moros. Cuidando que salían a tierra de christianos, falláronse açerca de Córdova e vieron que no velava ninguno en la çerca d’ella; e fueron a unos molinos e tomaron presos los molineros e sopieron d’ellos cómo en la villa no se velavan. Fezieron escalas e sobieron en la çerca del arraval del axerquia e tomaron IV torres de la çerca. E fueron luego algunos d’ellos a los castillos fronteros [a] fazerles saver aquel fecho para que los acorriesen; e así mesmo al rey don Ferrando. E luego les recodieron muchas gentes de la frontera, por manera que defendieron aquellas torres peleando cada día con los moros de la villa.

   E como lo sopo el rey don Ferrando, salió de Venavente; llamando a todos los del reino, tiró su camino derecho a Córdova con los continos de su casa, que no quiso esperar más por que fuesen tras él e por esforçar los que tenían las torres. Llegó a la puente de Alcolea con CL de cavallo e no quiso esperar más. Puso allí su real e, estando allí, sopo cómo Avenhuch, rey de los moros d’España, [era] en Éçija con mucha gente, estando allí con él don Lorençio Suares de Figueroa, que este rey don Ferrando avía echado del reino por malfetrías. E temiéndose d’él, llegóse más a Córdova. E recreçíale cada día gente, pero todo era poca cosa a pos de lo que tenía el rey Avenhuc.

   Saviendo cómo el rey don Ferrando estava con poca gente, quisiera venir sobre él; mas como Nuestro Señor guarda los sus siervos, guardó al rey don Ferrando en esta manera: el rey Avenhuc era omne esforçado e mucho entendido, pero estava escarmentado de la batalla de Xerez, como dicho es, e dudando en ello, ca él no creía que tan poderoso rey estoviese con tan poca gente, (e) llamó a los más [col. b] nobles moros a consejo; e oviendo acuerdo con ellos, llamó aquel don Lorenço Suárez, cuidando que, pues andava airado del rey don Ferrando, que le buscaría todo mal. Díxole:

   -Don Lorençio, ¿vos qué me consejades?

   E díxole toda su intençión. Díxole:

   -Señor, pues me demandades consejo, si vos ploguiere, dexadme ir esta noche con tres cavalgaduras solas de cavallo e iré [a] escuchar la hueste del rey don Ferrando, ca yo lo faré que no me lo vea ninguno, e tornaré a vos con çierto recaudo por que sepades lo que fazer.

   E d’este consejo fue muy contento el Rey e todos los moros.

   E llegó açerca del real, descabalgó e fuese a pie con el uno e dexó el otro con los cavallos. E llegado a la tienda del Rey, que dormía, mandólo entrar e díxole:

   -Don Lorenço Suárez, ¿cómo fuestes osado de venir ante mí?

   E díxole:

   -Señor, vos me echastes a tierra de moros por mi mal, mas plazerá a Dios que será por bien para vos.

   E contóle todo el fecho por que venía. El Rey le dixo:

   -Agradézcooslo mucho. -E díxole- Lorenço, ¿qué vos pareçe que faga?

   -Señor, mandad poner buen reparo en vuestro real e yo tornaré con mi mensaje e faré todo mi poder por destorvar su venida e mandad fazer grandes e muchos fuegos por los que veniesen [a] esculcar el real d’estos oteros e cuiden que tenedes muchas gentes; e con lo uno o con lo otro yo seré con bos a tienpo que convenga con mis gentes.

   E perdonólo e fuese luego de allí. E díxole Avenhuc:

   -Señor, yo no vos oso dezir lo que vi porque no me lo creeríades; e enbiad otro que vea las gentes qu’el rey tiene demasiadamente.

   E dexando aquella fabla, otro día llegaron Avenhuc dos cavalleros moros que le dixieron cómo el rey don Jáimez de Aragón le tenía çercada a Valençia e que la fuese acorrer. E llamó a los de su consejo sobre ello e a don Lorenço Suárez tan-bién. / [Fol. 283 v., col. a] Consejáronle que fuese [a] pelear con el Rey de Aragón, que era de menos poder, e, si lo vençiese, que iría acorrer a Córdova, ca en tanto bien se podría tener.

   E partióse para Almería por levar su flota para tomar el puerto de Valençia e, llegado allí, conbidólo un moro su privado que llamavan Avenarra.

    

   Título de cómo fue muerto este rey Avenhuc en Almería fuendo acorrer a Valençia e la causa de su muerte

   Cenando de noches este rey Avenhuc con aquel su pribado, enveudólo con mucho vino e desí afogólo en una tinaja de agua que tenía en su casa. Como lo sopieron sus gentes, fuéronse cada unos a sus logares e don Lorenço vínose con sus gentes al rey don Fernando. E plógole mucho e gradeçióle el serviçio que fecho le avía.

   E después que Avenhuc fue muerto, fue sienpre dividido el señorío de los moros d’España en muchos señoríos. Esto fue causa e grand ayuda a los christianos para cobrar la tierra. E de aquella vegada ganó el rey don Jaimes la çiudad de Valençia, que çercada tenía, segund se contiene en su istoria. Otrosí venieron muchas conpañas al rey don Ferrando; e con muchos conbates e fanbre que les fizo e con la desesperaçión de la muerte de Avenhuc, diéronle la dicha villa de Córdova a cavo de seis meses que fue çercada e dexólos ir con sus cuerpos. Eredó (712) aquellos adalides mucho bien en ella e oy día es llamada aquella torre que tomaron primero la Torre de Domingo Colodro. E fizo levar las canpanas que allí falló, que avía traído Almançor de Santiago de Galiçia, [e las puertas] (713) a su iglesia.

    

   Título de cómo fue desçercada la fortaleza e castillo de Marcos e de los fechos que Garçi Pérez de Bargas fizo en armas aquel día [col. b]

   En el segundo año que la dicha çiudad de Córdova fue ganada partió don Álvar Pérez de Castro, que avía quedado por mayor de la frontera de la Peña de Martos por el Rey, que estava en Toledo, e d[exó] (714) a la Condesa, su muger, e Alonso Téllez, su sobrino, con toda su casa en la dicha Peña de Martos con XL mil cavalleros, los quales salieron de noche del castillo en cabalgada a tierra de moros. Otro día amaneçieron allí el Rey de Arjona con mucha gente de cavallo e de pie cuidando tomar el castillo, sopiendo cómo don Álvar Pérez era ido a Castilla, ca no savían la ida de Alonso Telles. Como aquello vieron la Condesa e sus donzellas, con el grand temor echaron las tocas e tomaron armas en forma de omes e començaron a defender sus adarves. Estando en su conbate, allegó Alonso Téllez con sus cavalleros, que d’esto no sabían nada; e como vieron el castillo çercado, fueron mucho espantados. E no sopiendo qué fazer, púsose Alonso Téllez en acuerdo con los suyos. Estando todos callando, díxole aquel Garçía Pérez de Bargas que avía cobrado nonbre de Machuca:

   -Cavalleros, como savedes, Alonso Pérez, nuestro señor, nos dexa esta fortaleza e a la Condesa, su muger; e si ésta se pierde, perderá el Rey, nuestro señor, la conquista que d’ella cuidava fazer e será cativa la Condesa, nuestra señora, e sus dueñas e donzellas e toda su casa, lo qual a nosotros sería mejor morir, e no digo yo una muerte, mas çiento cada uno de nos. Por ende, todas cosas dexadas, propuesto todo temor de nuestras personas, demos sobre los moros e vayamos todos en tropel, derribando cada uno lo que falláremos delante, e los que escaparen vivos pasen a las puertas del castillo e entren dentro para lo defender. E si así no vos plaze, de aquí me despido de vos e quiero ir [a] tomar la muerte o pasar al castillo.

   E dichas estas palabras, todos en concordia loaron toda(s) su razón. E posiéndolo por obra, tan esforçadamente ferieron en ellos que, derri-bando // [Fol. 284 r., col. a] cada uno d’ellos muchos moros, pasaron a la otra parte, ronpiéndolos por medio. E pasaron allende de todos e allegaron a las puertas del castillo e Peña de Martos, que no faltó ningund cavallero, sino algunos peones que se les esparçieron de la batalla. E así entrados dentro de la villa, los moros, que aquello vieron, dexaron la çerca e conbate e fuéronse su camino Arjona.

    

   Título de la muerte del buen cavallero don Álvar Pérez de Castro e de las conquistas qu’el rey don Ferrando fizo de aquel camino

   Librado don Álvar Pérez de Castro en el rey don Ferrando las cosas neçesarias a la frontera, de quien era mayor, partiendo de Toledo para la frontera adoleçió en Orgas e morió allí. E pesó mucho al Rey porque lo escusava de la guarda de la dicha frontera; e por ella pasó luego el puerto del Muradal con muchas gentes e tomó de aquel camino las villas de Arjona e de Jaén e de Moclín e de Lora e de otros logares. Como esto sopo el Rey de Granada, vínose para él e tornóse su vasallo e diole la(s) meatad de las rentas de su reino, que Granada no era en aquel tienpo tanto como lo es agora en quanto a la çiudad, ca la cosa que la engrandeçió fue que los moros que eran echados de las sus villas íbanse [a] poblar en ellas, ni eran todos los moros sogetos a ella, como lo son agora.

   E fechas estas cosas, dexando recaudo en la frontera, vínose a Castilla e estovo en Toledo conçertando sus cosas para retornar a la conquista del Andaluzía e dando favor al infante don Alonso, su fijo mayor, que dexara en el Andaluzía para que les guerrease, lo qu’él f[a]zía (715) bien.

    

   Título de cómo fue çercada e ganada la noble çiudad de Sevilla por el dicho rey don Ferrando e de otros muchos logares e çiudades e villas e castillos que ga-nó [col. b] en la dicha Andaluzía

   Este noble rey don Ferrando, conociendo el tienpo que Dios le avía dado para conplir su conquista, vínose de Toledo a Burgos e fizo allí sus cortes de todo el reino e conçertó con todos de ir [a] çercar a Sevilla. E mandó a Remón Bonifaz, su almirante, que fuese luego con la su flota a Sant Lúcar e de allí por el río de Guadalquivir a Sevilla e lo esperase allí, faziendo guerra a los moros con su flota de galeas e de naos; e pasó el Rey la Sierra Morena con muchas gentes e, antes que a Sevilla llegase, ganó estos logares: Almodóvar del Río, a Monaçid, a Capilla, a Talada, a Carmona. Vino allí a él el Rey de Murçia e entrególe todas las villas del dicho reino; e dexóle el Rey muchos buenos eredamientos a él e a sus moros en que se mantoviesen, ca los moros eran desafuçiados de todo socorro, ca allende la mar avía mucha guerra entre los marines e los almoades, que duró desd’el tienpo del rey don Alonso, que ganó a Toledo, fasta el tienpo del rey don Alonso, fijo d’este rey don Fernando, que fue grande ayuda a la dicha conquista, ca los moros d’España, como eran divididos, no curavan los unos de los otros. E en todas estas tierras que ganava dexava muchos moros en lo llano porque no tenía gentes para las poblar e porque le davan muchas rentas para sus conquistas. E dexó sus alcaides e cavalleros bien eredados.

   E fecho esto todo, porque sopo que la su flota era llegada a Sevilla, fuese para allá e çercóla por la mar e por la tierra en el mes de agosto en el año del Señor de mil CCXLIX años e p[ú]sola (716) en mucho aprieto. E con él estava el Rey de Granada, que era su vasallo, con CCC cavalleros moros e así mismo el / [Fol. 284 v., col. a] Rey de Murçia, que, oviendo muchas peleas fuertes e escaramuças, morían muchas gentes d’anbas las partes, pero más de los moros, las quales serían largas d’escrevir en breve escritura; pero son d’escrevir algunos fechos señalados que algunos cavalleros fizieron de sus personas porque no sería bien quedar en igual con todos.

    

   Título de lo que aconteçió a Garçi Pérez de Bargas con la cofia que se le cayó e con siete cavalleros moros que lo esperavan e con el un cavallero su conpañero

   Estando el Rey aposentado en callada en su real, mandó a çiertos cavalleros que fuesen a guardar los erberos; e de aquéllos quedaron en el real Garçi Pérez de Bargas e otro cavallero, que no salieron quando los otros. E yendo en pos d’ellos, vieron delante sí por donde avían de pasar VII cavalleros moros. E dixo el otro cavallero a Garçi Pérez que se tornasen, ca, pues ellos eran siete e ellos dos, no era razón de los acometer. E dixo Garçi Pérez:

   -Çierto, no fagamos, mas vayámosnos nuestro camino, ca no nos atenderán.

   -Cierto, -dixo el otro- eso no faré yo, ca me sería locura.

   E tornóse arrededor del Rey por no ser conoçido. En el logar donde estava la tienda del Rey era poyo alto, que v[e]ía el Rey a todo cavo e vio aquello. E quando vio que Garçi Pérez iba adelante, no enbargante qu’el conpañero se le tornara, e vio, otrosí, que aquellos siete moros le tenían el camino, mandó a los que estavan cavo él que lo acorriesen; mas don Lorenço Suárez, que allí estava, dixo:

   -Señor, aquel cavallero que allí quedó es Garçi Pérez de Vargas e para tantos cavalleros como aquellos no ha de menester ayuda, ca, si los moros lo conoçieren en las armas, no lo acometerán; e si lo acometieren, vos veredes las maravillas qu’él fará.

   E Garçi Pérez tomó las armas que traía su escudero e mandóle que no [col. b] desviase su camino a ninguna parte. E tomando la capellina, cayóle la cofia a tierra e no lo vio; e adereçó su camino adelante, su escudero en pos d’él. E los moros conoçiéronlo en las armas, ca muchas vezes lo avían visto con ellas, e no lo osaron acometer, mas iban çerca d’él de la una parte e de la otra faziendo sus ademanes, alagareándolo alrededor; quando vieron que no volvía a ninguna parte por cosa que ellos fazían, tornáronse adonde estavan primero. Como él se vio desenbargado d’ellos, dio las armas a su escudero; e como quitó la capellina e no vio la cofia, dixo:

   -¿Qué fue de mi cofia?

   E díxole el escudero:

   -Señor, yo no la vi.

   Entendiendo que le cayera, tomó sus armas e díxole:

   -Sígueme e ten ojo por la cofia onde la cayera.

   El escudero le dixo:

   -Señor, ¿cómo por una cofia queredes tornar a tal peligro? ¿No entendedes que estades bien, pues que tan sin daño vos partistes de aquellos moros, seyendo ellos siete e vos solo?

   E díxole Garçi Pérez:

   -No me fables en eso más, ca bien saves que yo no tengo caveça para andar sin cofia.

   Esto dezía él porque era mucho calvo. E tornóse por su camino para donde tomara las armas. Don Lorenço Suárez, quando lo vio tornar, dixo al Rey:

   -Agora podedes bien ver cómo torna a los moros, ca, pues él vio su cobardía, valos él [a] demandar; e vos veredes agora lo qu’él fará, si lo osaran atender.

   Mas los moros, quando lo vieron tornar, cuidaron que se quería enbaraçar con ellos e fuéronse luego de allí. E quando aquello vio don Lorenço Suárez, dixo al Rey:

   -Señor, catad allí a Garçi Pérez, cómo, porque los moros no lo osaron acometer, cómo los va él acometer e buscar.

   Como los moros vieron que se tornava a ellos, fuéronse a la çi-udad. // [Fol. 285 r., col. a] Lorenço Suárez dixo:

   Catad, señor, si lo dixe yo que, si lo conoçiesen, que no lo osarían asperar.

   Garçi Pérez tomó su cofia e fuese a los erveros. E a la tornada preguntóle el Rey que quién fuera él, que lo desanparara atal tienpo. E díxole con grand vergüeña que no lo conoçiera e vedó a su escudero que no lo dixiese. Esto dixo él por bondad, ca bien lo conoçía e veía cada día.

    

   Título de lo que este Garçi Pérez de Bargas fizo en la espolonada de Lorenço Suárez

   Un día salieron los moros por la puerta del Alcáçar e dieron en el real, faziendo mucho daño en los primeros. Como lo vio don Lorenço Suárez, llamó aquel Garçi Pérez e a otros muchos buenos cavalleros e díxoles:

   -Vayamos desbiados de camino e demos a desora en aquellos moros por que los escarmentemos para otra vez; pero catad que ninguno non pase de la meatad de la puente adelante, ca sería grande peligro, porque los moros son muchos allende e no los podríamos sofrir.

   Como llegaron dieron en ellos e con fuerte e con dura pelea pasáronles a la media puente, dexando muchos muertos. E de allí se tornó don Lorenço Suárez diziendo:

   -Yo só don Lorenço.

   E como cató a recoger los suyos, vio allende de la puente a Garçi Pérez de Bargas, que estava peleando çercado de muchos moros, faziendo maravillas de su persona en gran peligro, ca ya recodían allí más de dos mil moros. E como lo vio, dio grandes vozes, diziendo:

   -¿Vedes, cavalleros, vedes cómo nos ha burlado Garçi Pérez de Bargas, por qué yo reçelava esto e avía vedado que ninguno no pasase la puente? Çierto, él nos fará entrar donde ayamos menester las manos; acorrámosle, ca no quiera Dios que tal cavallero [col. b] así se pierda.

   Dieron tornada sobre los moros e, pasada la puente, ovieron grand pelea e fueron los moros ençerrados e muertos muchos d’ellos. Allí ant’el Rey dixo don Lorenço Suárez que nunca cavallero le pasara delante, sino Garçi Pérez.

    

   Título de lo que conteçió a Garçi Pérez de Bargas con un infançón de Galiçia

   Tobiendo el rey don Ferrando aquexado al castillo de Triaca después de cortada la puente de Triana, como dicho es, era aí un infançón de Galiçia del linaje de los de las Marinas; e quando v[e]ía a Garçi Pérez de Bargas traer tales armas con las suyas, que eran ondas cárdenas e blancas, dixo algunos cavalleros que allí estavan que tales armas como las suyas no perteneçían aquel que las traía e que gelas quería mandar tomar. E dixieron aquéllos:

   -Vos catad qué dezides, que aquel cavallero es Garçi Pérez de Bargas e, como quier qu’él no sea mucho loçano ni brioso como vos, çierto sed que bos lo querrá defender; e aún devedes saber que, si él esto que vos dezides sopiese, que no vos podríades partir d’él sin vuestro daño.

   El infançón se falló mucho arrepiso de lo que dicho avía. E como lo sopo todo esto Garçi Pérez, callóse, fasta (que) un día que estavan estos dos cavalleros e otros pocos aquella parte del castillo de Triana, adonde los moros salieron de arrebato e dieron en unos omes de pie que estavan en una bastida e mataron algunos d’ellos. E como aquello vio Garçi Pérez, dio d’espuelas a su cavallo e derribó un cavallero moro muerto con su lança; los moros tornáronse fazia el castillo. E como vieron que los christianos que los seguían eran pocos, dieron tornada sobre ellos e allí se fizieron golpes maravillosos de lanças e de espadas e de maças. Esto les duró una grand parte del día.

   En este fecho fue Garçi Pérez de Bargas mucho esforçado cavallero e tanto sufrió aí de afán e tanto estovo firme e fuerte ante / [Fol. 285 v., col. a] las puertas del castillo que fueron quebrantadas e ronpidas todas sus sobreseñales. E por su ardimiento fueron desbaratados los moros e muertos muchos d’ellos; e así mismo de los christianos, ca los ferían d’ençima del castillo. E tornados los christianos a su logar, Garçi Pérez, que avía tenido aquel día ojo por aquel infançón, fallólo adonde lo dexara, que nunca de allí se partiera, e díxole:

   -Señor cavallero, así trayo yo las señales de las ondas e en tales logares las meto, como vos agora vistes, e d’esta guisa las saco. E si queredes, vayamos agora vos, que las traedes, e yo a fazer una espolonada aquellos moros que agora salirán del castillo e veremos quál de nos las mereçe mejor de traer.

   E al infançón pesó mucho d’esto pensando que se no podría partir d’él sin roido. Respondióle en esta manera:

   -Señor cavallero, vos traed las ondas e fazed con ellas lo que agora fezistes, ca bien son enpleadas e mucho onradas por vos. E por ende, vos ruego, como a noble cavallero e cortés que vos sodes, que, si yo en algund error contra vos caí, que vos me lo perdonedes.

   Garçi Pérez, como no era soverbioso a do veía mesura, lo perdonó graçiosamente (717), adonde el infançón se tovo por bienandante. Como lo sopo don Lorenço Suárez, díxolo ante el Rey e de muchos cavalleros. El Rey dixo que bien savía él que Garçi Pérez era ome para fazer altos fechos. El infançón fue en mucha vergüeña, porque, savido esto por todo el real, todos le preguntavan cómo pasara con Garçi Pérez de Bargas como a manera de burla.

    

   Título de lo que conteçió en esta çerca de Sevilla Alonso Tello, donzel de Rey

   En la casa d’este rey don Ferrando era criado un [col. b] mançebo desde pequeño e huérfano, que era del linaje de los Tellos, bastardo, que llamavan Alonso Tello. E salió valiente de cuerpo e diose mucho a las armas, aventurándose demasiadamente, e alcançava fama entre todos los mejores o açerca d’ellos. E el Rey e todos le preçiavan mucho, salvo porqu’él era mucho dizidor e se loava e alavava mucho de lo que fazía. E un día salió ferido de un conbate e mucho maltratado e començó a loar su fecho, cómo feriera e matara e derribara, en tanto grado que al Rey plazía de sus bondades, pero, enojándose d’él por se loar, díxole:

   -Por çierto, Alonso, todos tus fechos de las manos enlodas con la lengua e, si la lengua no ovieses, más te preçiarían las gentes, ca por ella tornas tus fechos en nada; yo te mando que trayas las manos como sueles e çese la lengua, que si lo así fazes, todos loarán tus fechos.

   E todos que eran presentes le dixieron:

   -Alonso Téllez, tomad el consejo del Rey, que no vos aconseja como señor, sino como padre.

   E como él oyese esto, toviéndose por avergonçado, fincó las rodillas ant’el Rey e, vesándole la mano, le rendió grandes merçedes, deziendo que jamás no loaría cosa que fiziese.

   E continuando sus grandes fechos como solía e callando su lengua de los loar, seyendo asaz loado de todos, aunque no tanto como a él pareçía, acaeçióle un día que los moros salieron por la puerta de Guadalquivir número de grande cavallería e posieron tanto arrebato en aquella parte del Alcoba que avía asaz para todos, a lo qual todos los que se avían por omes azían quanto podían. E entre ellos allegó este Alonso Tello, en manera que los moros fueron vençidos e, quedando muchos muertos, ençerrados en la villa, entre los quales quedó de buelta este Alonso Tello, feriendo en ellos e cuidando que todos entravan así. Como çerraron las puertas e se vio solo dentro, dio d’espuelas a su cavallo e fuese la calle adelante fasta la mezquita mayor, // [Fol. 286 r., col. a] que ninguno no cató por él. E llegado allí, falló tropel de gente menuda e un alfaquí que les leía el Alcorán e diole con la lança por los pechos e, quebrando aquélla en él, le rebató el dicho libro de la mano de un puyuelo que estava predicando. E partida aquella gente menuda, fue la calle adelante e falló la puerta de la huerta del rey abierta e mató al portero con su espada; e salido a la huerta, mató dos ortolanos. E salió por el alvayal de la aglaya que se regava e fuese a la tienda del Rey, su libro en la mano, e púsose entre los que venían de aquella pelea, contando muchas cosas de las que en ella pasaran. E quando ovo mirado e oído lo de todos e vio que ninguno no dezía cosa de lo que le avía aconteçido, dixo al Rey en presençia de todos:

   -Señor, aquí de todos fablan e se faze mençión, sino de mí, e yo no puedo fablar, pues vuestra merçed me lo tiene vedado, pero yo rebentaré o moriré sin lo dezir, pues a vuestra señoría no plaze.

   El Rey, maravillándose, dixo como descudado:

   -Di lo que querrás que bueno sea.

   Alonso Tello dixo allí ante todos lo que le avía aconteçido todo por estenso e mostró el libro del Alcorán. E como el Rey oyó aquello, díxole:

   -Tello, tanto dirás que nos querrás enartar a todos o tú vienes enartado.

   -Señor, -dixo al Rey- enbiadlo saver e, si verdad no fuere, mandadme açotar ençima de un asno en carnes arrededor de vuestro real.

   -Señor, -dixieron los presentes- bien dize; e mandadlo saver.

   E luego enbió el Rey a los trujamanes de fuera a la çibdad e, concordes con los de dentro, catando todas las señales que Alonso Tello avía dado e levando aquel Alcorán, (e) fallándolo todo verdad. Con grande maravilla venieron gentes [col. b] ant’el Rey e otras gentes que, por oír lo que fuera, eran allí ayuntados. Oído todo, dixo:

   -Ven acá, mi buen criado Alonso Tello, agora te mando que de tus fechos, así de los pasados como de los de venir, digas quanto tú quisieses.

   E fízole merçed por ello.

    

   Título de lo que aconteçió en esta çerca de Sevilla a Lorenço Suárez Gallinato e Garçi Pérez de Bargas e Alonso Tello, criado del Rey

   Durando la dicha çerca de Sevilla, avía profidia en las gentes del real en sus departiçiones a quál era mejor cavallero en armas: o Garçi Pérez de Bargas o Lorenço Suárez Gallinato o Alonso Tello, el que de suso deximos, los quales, por ellos savido, creçió en ellos profidia e voluntad de se provar a quál sería más esforçado. Armáronse todos tres solos calladamente e fueron en sus cavallos contra la villa en buen paso. Como los moros los vieron así venir, estovieron todos quedos, cuidando que iban alguna mensajería. E como llegaron, dieron de las lanças con los cuentos en las puertas e, tornándose en su paso azia el real, los moros, toviéndose por engañados, saliéronse en pos d’ellos a todo correr. Como aquello vieron los dichos cavalleros, esperáronlos por no fuir. E antes que llegasen a ellos, Alonso Tello puso espuelas a su cavallo e ferió en ellos; e mató un cavallero moro con su lança e començó a fazer nobles fechos. Los otros dos estovieron quedos esperándolos allí donde reparon. Antes que a ellos llegasen, fue Garçi Pérez de Vargas [a] ferir en los moros e començó [a] fazer maravillas de armas. E don Lorenço Suárez Gallinato estovo toda vía firme en su logar fasta que los moros dieron en él e estonçes puso su lança en el ristre e ferió en los moros mucho atrevidamente, dando mortales golpes en ellos. Pero como la cosa era demasiada, los tres cavalleros fueron çercados de los moros. Estando mucho afincados faziendo mortales golpes, fueron acorridos de los del real por mandado del Rey, que lo veía todo. En tanto grado creçieron las gentes / [Fol. 286 v., col. a] d’anbas partes que morieron muchas gentes, atanto qu’el Rey mesmo ovo de llegar en persona, por que los moros fueron vençidos, (e) dexando muchos muertos ençerrados por la çiudad.

   E acavado esto, el Rey, quexoso de los tres cavalleros por cometer fecho tan desaguisado, mandólos prender; e ovieran de padeçer, sino porque todos le pidieron merçed por ellos. E como el Rey sopo la causa por que lo fizieron, mandó llamar todos los mejores de su real para que juzgasen quál d’ellos lo fiziera mejor. E diversas opiniones se levantaron entre todos, los unos loando al uno e los otros a los otros, dando diversas razones a los fechos del primero e del segundo e del terçero. E fallavan asaz de buenas razones para cada uno, pero en fin de razones fue fallado por todos que, si los moros que venían fueran tantos que aquellos tres cavalleros por vondad e ardideza de armas los podieran vençer, qu’el primero que los fue acometer fuera el mejor cavallero, pues cometía cosa que se podía acavar, pero, pues los moros eran tantos que no era cosa qu’él podiese acabar, que no lo fiziera por los vençer sino por la vergüeña de no fuir e pues no avía de fuir e la quexa del coraçón porque no podía sofrir el miedo le fizo que le fuese acometer. El segundo, que esperó más antes que los fuese [a] ferir qu’el primero, tovieron por mejor cavallero porque sufrió más el miedo. Mas don Lorenço Suárez, que sufrió más el miedo e esperó fasta que los moros lo ferieron, aquél juzgaron que fuera mejor cavallero. Así fue determinado aquel atrevimiento desordenado d’estos cavalleros.

    

   Título de cómo fue entregada la çiudad de Sevilla al rey don Fernando

   Estando así çercado e mucho afincada peleando cada día e seyendo ya la fanbre mucha entre los moros e veyéndose desafuziados de todo socorro e perdida la esperança de Triana, aquel [col. b] moro Aven Alfarax, con acuerdo de los otros, fablaron al Rey de le dar el alcáçar e las rentas todas del reino e que los dexase en sus eredamientos. No gelo quisiendo oír, dávanle la terçia parte de la çiudad e después la media, con los dichos e señorío. Como quier que a los más de los grandes plazía d’esto, pero él nunca quiso oír, sino que toda libre e quita gela dexasen e que se fuesen con todo lo que sacar podiesen. E así se le entregó, a cavo de XVIII meses que fuera çercada, en el año del Señor de mil CCXLVIII años, que, así entregada la dicha çibdad, fueron las gentes que d’ella salieron en nabíos qu’el Rey les dio para IC vezes, mil omes e mugeres; fueron por la tierra CCC mil personas e dioles el Rey que fuese con ellos al Maestre de Calatrava, con todo guisamiento e vestias para los más honrados.

    

   Título de cómo e en qué manera e con qué proçesión entró este noble Rey en ella

   Salidos todos los moros de la dicha çiudad, como dicho es, todos los prelados del real juntados en uno entraron en noble proçesión. En pos d’ellos iban los maestres de las hórdenes con todos los ricos omes. En medio d’ellos iva este noble rey don Ferrando e después iban todos los cavalleros e escuderos bien armados e guarnidos. E d’esta guisa fueron dando muchas loores al Salvador por tanta merçed que fecho les avía fasta la mayor mezquita, que fue consagrada a la Virgen María.

   Larga cosa sería de contar del sitio del dicho real e de la ordenança de las calles e plazas d’él e otrosí de las mercadorías d’estrañas tierras a él venidas, porqu’él savía qu’el Rey avía jurado de no se partir de sobre ella fasta la tomar. Otrosí ovo en ella mucho derramamiento de sangre de moros e de christianos; otrosí mucha pestilençia en las gentes por las // [Fol. 287 r., col. a] grandes calores e por las aguas fuertes e malos umores, en la qual çerca este noble Rey sufrió mucho travaxo.

   E después que fecho todo esto, tomó a Xerez e a Medina Sidonia e Albal Cova e Véjer e a Santa María del Puerto e a Cáliz e a Sanlúcar e Alporchén e Artos e Lebrixa e otros logares, d’ellos por conbate d’ellos por pleitesía, e dexólas sus pecheros e las fortalezas por sí. E así sojuzgó a todos los moros d’España, por manera que todos le davan la meatad de las rentas de toda ella. E así todos los reyes christianos d’España le catavan mejoría, ca el Rey de Portogual era su vasallo en çierta manera e los Reyes de Aragón e de Navarra avían por bien de le conplazer e fazer su mandado, el qual tenía propuesto en su coraçón de pasar en Çeuta e de conquistar en aquella ribera lo que podiese. E ya se aperçevía para ello.

    

   Título de la muerte d’este nob[l]e, santo, bienaventurado rey don Ferrando

   En esta sazón diole el mal de la muerte a cavo de quatro años que tomó a Sevilla. Fizo llamar a su muger e fijos e hermanos e a todos los mejores que eran con él; sentado en su cama, volvióse contra don Alonso, su fijo mayor, e díxole:

   -Fijo, ruégote que allegues tus hermanos a ti e ames a la Reina como a tu madre e a don Alonso, tu tío, mi hermano, e guardes los tres estados del reino en justiçia e franqueza e livertad; e sey común en esto a todos. Fijo, rico quedas de vasallos e de tierras más que rey de christianos e sey buen rey e esforçado, ca bien tienes con qué, ca señor e mayor te dexo de toda España como la perdió el rey don Rodrigo. E si esto que yo te dexo guardares, serás tan bueno como fue en lo ganar; si conquistas más, serás mejor que yo. Si todo esto que yo te mando fizieres, yo te dó la mi vendiçión; si no lo fizieres así, yo te do la [col. b] mi maldiçión e ruego al mi Redentor Jhesuchristo que te dé la su maldiçión e ira.

   A lo qual el dicho don Alonso dixo amén. Acabando todo esto, tomando la cruz en los pechos e adorándola con muchas lágrimas e palabras de devoçión, dio su espíritu al su Redentor. E reinó XXXV años.

    

   Título del reinamiento del rey don Alonso el Savio, IX Rey de Castilla, quatro d’este nonbre. Su reinamiento fue XXXII años

   En el año del Señor de mil CCLII años, muerto el santo e bienaventurado rey don Ferrando, segund dicho es, fue alçado por Rey de Castilla e de León don Alonso el Savio, su fijo, en la çiudad de Sevilla. Sus fechos señalados son estos que se siguen:

   En el comienço de su reinamiento ganó de moros a Xerez e Aloventa e otros lugares que se alçaron por muerte de su padre. Sopo cómo el infante don Enrique, su hermano, se tratava con cavalleros en su deserviçio e enbió allá a don Juan Núñez de Lara que lo prendiese e partió luego para allá con sus gentes.

    

   Título de la batalla que ovieron el infante don Enrique e don Nuño de Lara e fue vençido e desterrado el Infante

   Estando este infante don Enrique aperçevido sopiendo su presión e llegando don Nuño por lo prender, salió a él e ovieron fuerte pelea. E topáronse estos dos don Enrique e don Nuño en medio de la batalla e diéronse muchos golpes; e fue ferido don Nuño de la espada por el rostro e estovo en punto de se vençer, enpero, como él tenía más gente, fue vençido don Enrique. E fuese a Valençia e no lo quiso sostener el Rey de Aragón. E fuese a Ververía en una nao que le dio el Rey de Túniz, adonde fizo nobles fechos en armas contra los moros que lo guerreavan e feziéronlo echar al Rey sus moros por inbidia. E pasó en Roma e servió al Santo Padre, otrosí donde fizo muchos nobles fechos en armas; e pesando d’ello / [Fol. 287 v., col. a] a los italianos porque tanto valía, echáronlo de allí e pasó çerca en Çeçillia e fue preso en una batalla que ovieron allí Monfrén Carlos, fijo del Rey de Françia.

    

   Título de cómo este rey don Alonso quitó el tributo a los Reyes de Portogal de que eran devidos de fazer a Castilla

   Estando este rey don Alonso casado con doña Violante, fija del Rey de Aragón, e oviendo d’ella fijos a don Ferrando de la Çerda e a don Sancho e a don Juan e otros, (e) vino a Sevilla el infante don Donís de Portogal, su nieto, fijo de su fija, que era de XIII años, e pidióle por merçed que le quitase el tributo e serviçio que los Reyes de Portogal eran tenudos a fazer a los Reyes de Castilla, pues qu’él tanbién era de su rodilla, como ellos. E respondióle qu’él que no lo podía fazer sin acuerdo de sus reinos e que los juntaría e que le respondería. E juntados, díxolo al su consejo e que le consejasen lo que les pareçiese. E todos cavalleros e prelados que allí estavan callaron todos, catándose los unos a los otros. E como el Rey vio que callavan, pesóle, porqu’él quisiera que gelo aconsejaran dar. E volvióse contra don Nuño de Lara e díxole que por qué no fablava. E díxogelo porque los Señores de Lara solían fablar por los fijosdalgo, según dicho es, en las cortes del rey don Alonso que demandó la pecha a los fijosdalgo. E don Nuño, como quier que bien entendió la voluntad del Rey, pero quiso guardar su onor e buen consejo e dixo:

   -Señor, yo cuidava que donde estavan vuestros hermanos, los Infantes, e otros grandes del reino que fablaría algunos d’ellos, pero, pues vuestra merçed me lo manda, yo diré mi pareçer: señor, en que [col. b] vos fagades honra a muchas merçedes de dineros e de otras cosas a vuestro nieto el Infante será bien, pero que vos quitedes el tributo e serviçio que los Reyes de Portogal deben fazer con sus reinos a la Corona Real de Castilla e a vos, que lo ganaron vuestros anteçesores, yo nunca vos lo aconsejaré.

   E como lo ovo dicho, fuese luego del palaçio. E el Rey le dixo (e) que no se fuese, mostrándole no buen senblante. E don Nuño le dixo:

   -Señor, yo he dicho mi pareçer.

   E no quiso tornar. E mandó a los otros que dixiesen su pareçer. E el infante don Manuel, su hermano, veyendo la voluntad del Rey, dixo con palabras lisonjosas e bien conpuestas:

   -Señor, lo qu’el Infante, vuestro nieto, pide razón es que gelo dedes por muchas cosas, espeçialmente qu’el dicho tributo e servidunbre es poca cosa, que es servir con CCC cavalleros a vuestras neçesidades e venir a vuestras cortes, que a vos no aprovecha mucho e a él será grande honra e a vos más nobleza en gela dar.

   E todos los otros, veyendo la voluntad del Rey, otorgaron en ello, de lo qual pesó mucho a todos los sus reinos e traxo mucho daño al Rey, como adelante se dirá.

    

   Título de la nobleza qu’el rey don Alonso fizo contra la Enperatriz de Costantinopla sobre la presión del Enperador, su marido, para lo fazer soltar

   Estando este rey don Alonso en la çiudad de Sevilla, vino allí la Enperatriz de Costantinopla e fincó las rodillas delante él. Díxole:

   -Señor, creo que sabredes cómo el Enperador de Costantinopla, mi marido e señor, es preso de los moros turcos e hase rescatado por XX mil marcos de plata; e el Santo Padre de Roma me dio la terçia parte d’ellos e el Rey de Françia me dio la otra terçia parte e vengo a la tu real magestad que me socorras con la otra terçia parte.

   E díxole el Rey que cómo no lo quitavan sus vasallos. E díxole ella que en que non le ponían otro enperador que // [Fol. 288 r., col. a] dezían que le fazían asaz bien. E el Rey le dixo que pues el Santo Padre o el Rey de Françia le podiera bien quitar el uno sin el otro:

   -tornadle[s] lo que vos dieron e yo solo quiero quitar a vuestro marido.

   E rendiéndole muchas merçedes e tomando todo su recaudo, se fue a lo quitar, tornando al Santo Padre e al Rey de Françia todo lo que dado le avían. E como quier qu’él en esto usó de nobleça, tráxole mucho daño porque pesava a todos sus reinos de la su franqueza, como adelante se dirá.

    

   Título de cómo el rey don Alonso fue esleyedo por Enperador de Roma por discordia que ovo entre los alemanes e por la su grande nonbradía e de la discordia que ovo entr’él e sus ricos omes

   Estando este rey don Alonso en estado e onor, (e) levantóse contienda entre él e el rey Alamir de Granada, que era su basallo e le dava de parias la meatad de sus rentas, a culpa del Rey por le catener a los arrayazes de Málaga e de Guadix, que se le rebelaron contra los tratos entre ellos fechos. E como esto viesen algunos ricos omes e cavalleros de sus reinos, que fueron éstos el infante don Felipe, su hermano, e el conde don Nuño de Lara e don Juan Núñez, su fijo, e el conde don Lope Días de Vizcaya e don Diego López, su hermano, e don Ferrand Ruiz de Castro e don Estevan Ferrández de Castro, Adelantado Mayor de Galiçia, e don Álvar Díaz de Asturias e don Gil Gómez de Roa e don Ferrand Ruiz de Saldaña e don Lope de Mendoça e otros cavalleros e fijosdalgo de Castilla e de León e e Galiçia, reconçiliáronse de secreto con el dicho Rey de Granada para lo ayudar contra su rey e señor; e más por culpa d’ellos que no d’él, como adelante se dirá.

   E después de pasadas muchas hablas e tratos, demandando toda vía las [col. b] cosas nuevas, e porque no les fueron otorgadas, enbiáronse despedir del Rey, (e) pidiendo plazo de XLII días e portero que dentro d’ellos los sacasen del reino. E saliendo e robando, (e) quemaron todas las tierras por donde iban, en manera que levaron V mil vestias e vacas, sin otras reses menores, e roberías de ropas e alfajas. E como quier qu’el infante don Ferrando, que estava en la frontera, les salió al camino, no pudo acabar con ellos cosa de concordia ni que dexasen el robo.

    

   Título de las cosas que los ricos omes fizieron después que llegaron en Granada e de la batalla que con moros ovieron

   E llegados estos ricos omes en Granada, sopieron cómo un fijo del rey Alamir le fazía guerra con muchos moros que eran de su parte porqu’el Rey fazía enreinar a otro su fijo e no a él. E fueron por mandado del Rey con aquel su fijo e falláronse con aquellos moros açerca de Antigra; e después de profiada mucho la batalla, fueron vençedores los christianos e mataron allí aquel moro fijo del Rey que le guerreava e a muchos de los suyos. E tornados en Granada, salieron con el Rey de Granada e con todo su poder para estragar el obispado de Jaén; e fizieran daño, sino qu’el infante don Ferrando con buena voluntad fizo trato de partes del Rey otorgándoles todo lo que demandavan ellos e el rey Alamir si[n] non lo saver el Rey, su padre. E así se tornaron a Granada.

    

   Título de la respuesta qu’el rey don Alonso enbió a los ricos omes que d’él se enbiaron despedir con un su cavallero

   -Señor infante don Felipe, el Rey dize qu’el vuestro cavallero le dixo que vos desnaturávades d’él por muchos agravios e poco bien fecho que d’él avíades reçevido e porqu’el desaforava [a] (718) los reinos de Castilla e de León, despechándolos e agraviándolos en muchas desonestas. E dízevos que vos bien savedes que en el tienpo que érades clérigo e estávades en / [Fol. 288 v. col. a] las escuelas de París e en Salamanca por deprender e le dexistes que queríades dexar la clereçía, (e) qu’él vos lo defendía deziéndovos que no dexásedes el arçobispado de Sevilla e el abadía de Valladolid e de Cuebas Rubias e otros ofiçios de la Iglesia que eran vuestros, con que pasávades onradamente; e quando vio que no lo queríades, díxovos que más sin vergüeña lo dexaríades fuera del reino, do no érades conoçido. E después, quando lo dexastes en París veniendo de las escuelas e le mostrastes vuestra fazienda, con deseo de vos fazer bien e onra diovos por muger a la infanta doña Christina, fija del Rey de Noruega, no la quisiendo dar a ninguno de vuestros hermanos, que así gelo pedistes vos por merçed. E diovos grand parte de las sus rentas adonde vos gelas pedistes, que es la Martiniega e a Portago de Ávila con la judería e derechos d’ella e de sus términos. E diovos las terçias de las iglesias de Toledo e de Ávila e de Segovia e otros dineros que d’él toviésedes en tierra. E diovos por heredad a Valdecorneja, que son IV villas buenas con sus términos. E porque los de Ávila e Segovia se le quexavan que les tomávades las viandas sin dineros demasiadas, no vos lo estrañava e diovos más por eredad Valdeporchena e las rentas d’ella. E vos, toviendo jurado de lo servir, feziéndovos él estas merçedes e otras muchas, (e) si vos alguna querella avíades d’él, nunca gela mostrastes; e agora enviástesvos despedir d’él e ídesvos [a] servir a los moros, enemigos de la fe católica, robando a fijosdalgo e labradores, ca él no desaforó ni es su voluntad de desaforar sus reinos. E llámavos agora que vayades a lo servir e dar [col. b] fiadores de malfetrías, como es fuero.

    

   Título de las razones que este cavallero del Rey dixo a don Nuño de Lara de partes del Rey, su señor

   -Don Nuño, el vuestro cavallero dixo al Rey que vos despedíades d’él porque desaforava a Castilla e vos avía fecho algunas sinrazones e poco bien. Vos savedes que reçebistes d’él mucha honra e provecho, más que omne de toda España de rey ni de señor, ca, siendo él niño, criástevos con él e, seyendo infante e començó a tener casa, tomó a don Álvar Núñez, vuestro hermano mayor, e a vos contra voluntad del rey don Fernando, su padre, que sienpre quiso mal a vuestro linaje por los deserviçios qu’el conde don Gonzalo, vuestro padre, e sus hermanos le fizieron en favor del Rey de León, deziendo que no perteneçía reinar. Como morió vuestro hermano don Álvaro, contra voluntad del Rey, su padre, vos dio la tenençia de Éçija, que fue la primera cosa qu’el Rey le dio. E pidió merçed al Rey, su padre, que vos fiziese cavallero e vos diese dineros en tierra e vos diese en casamiento a doña Teresa Alonso, su prima. E por ruego d’él fízovos estas merçedes, mucho contra su voluntad. E después tomastes contienda con don Diego, Señor de Vizcaya, sobre el eredamiento de la Montaña; e como quiera qu’él sabía que vos demandávades tuerto, pero tóvose conbusco, en manera que bos quedastes con la heredad, pesando al Rey, su padre, mucho d’ello. E después ovistes vuestras asonadas en Castilla e tantos amigos vos dio el Rey, seyendo Infante, que salistes con vuestra honra. E después qu’el Rey cobró los reinos, tanto fue el bien que vos fizo que don Diego le pidió merçed que no lo fiziese, ca, quanto fazía en vos, que era su desfazimiento; e porqu’el Rey no lo dexó, dándovos grand parte de sus rentas e muchos ofizios a vos e a los que vos queríades, (e) por esto don Diego dexó el reino e el Rey diovos su tierra, que fue a él grand quebranto e a vos grande onra. E por esto el Rey nunca // [Fol. 289 r., col. a] lo pudo aver para su serviçio, mas antes lo deservió con el infante don Enrique, buestro (719) hermano, e con todos los otros que entendía que querían mal al Rey. E en perder él por vos tal omne como a don Diego debríades catar qué fizo por vos, faziendo a vos el mejor de su reino. E demás d’esto, diovos la tenençia de Sevilla, que es la mejor e más honrada de sus reinos, con mayores retenençias que fue dada a otro ninguno. E diovos más: todas las rentas qu’él avía en Burueva e en Rioja e grand parte en las otras del reino. E tomastes todas las rentas de Castilla Vieja e él consentióvoslo e de quanto teníades nunca vos quitó ninguna cosa. E savedes vos, don Nuño, que toviendo vos por el Rey a Xerez, que la tomaron los moros, pero que sienpre vos pagó la tenençia d’ella, no vos acallonando cosa por la pérdida d’ella, antes vos dio por eredad la villa de Torre de Lobatón con sus aldeas e diovos otros eredamientos adonde vos los pedistes. E en el vuestro tienpo dio el Rey tierra a vuestros fijos don Juan Núñez e a don Nuño González, lo qual nunca fue fecho en Castilla que en vida del padre diese tierra a los fijos; e d’esto pesó a muchos en el reino. E después, quando don Juan Núñez, vuestro fijo, pasó allende la mar con el Rey de Navarra, no se dio su tierra a ninguno, aunque fue sin su liçençia d’él. E savedes vos, don Nuño, que, tamañas fueron las merçedes qu’el Rey vos fizo, que llegastes a ser en vuestra casa CCC cavalleros por vasallos de los mejores infançones que avía en Castilla e en León e en Galiçia, así que vos érades el más honrado e mayor de toda España que señor oviese. E don Nuño, vos alboroçastes contra el Rey todos los fijosdalgo e le salistes con los otros cavalleros armados al ca-mino, [col. b] cavo Lerma. E vos desaforastes a Castilla e a León, echando pechos e cogiendo las rentas de los nonbres tomando ayantares de realengos e de avadengos en quanto el Rey fue a la frontera e los dexó en vuestra encomienda; e porque vos lo defendió el Rey dexistes que lo no faríades más, pues no era fuero. E después, fuendo el Rey a Sevilla, sobre su vedamiento echastes otro pecho en todos los fijos de algo, cavalleros e escuderos, dueñas e donzellas, en sus casas e realengos e casas de órdenes e lo cogistes sin su mandado con poca mesura e menos ovidençia, con sus martiniegas e por achaques, cogiendo por uno dos e más desaguisadamente. E agora ides [a] servir al Rey de Granada, enemigo de la santa fe, e contra vuestro rey e señor natural. E devedes acatar lo que vos podrá venir d’este fecho.

    

   Título de lo que el cavallero del Rey dixo a don Lope Díaz, Señor de Vizcaya, porque se enbió despedir d’él

   -Don Lope Díaz, el Rey vos enbía dezir qu’el vuestro cavallero le dixo que porque no le dávades la tierra que vuestros agüelos e padre d’él solíades (720) tener e porque desaforava a Castilla e a León vos partíades d’él. Don Lope Díaz, vos savedes quántas merçedes el Rey vos fizo, que quando morió don Diego, buestro padre, como quier qu’él andava en su deserviçio, luego vos venistes a él e crióvos en su casa onradamente e fizo al infante don Ferrando, su fijo, que vos fiziese cavallero el día de sus vodas; e púsovos muchos dineros en tierra. E queriéndovos don Nuño tomar a Durango e a otros lugares que vos tenedes, en que dezía que avía derecho, enbióle el Rey mandar que lo no fiziese; e porque no quiso conplir su mandado envióvos a don Sancho de Salçedo e a otros cavalleros de su casa que vos anparasen la tierra e que no vos la tomasen, en tal manera que no la pudo tomar. E una de las mayores quexas que don Nuño huvo del Rey fue ésta, como / [Fol. 289 v., col. a] quier qu’el Rey le dezía que bos lo demandase por derecho, ca él bien savía que os demandava tuerto, ca fuerça no le consentiría, seyendo vos pequeño en su poder; e por esto vos ovistes a Vizcaya, que otramente tomáralavos don Nuño. E faziéndovos el Rey esto e otras muchas merçedes, posistes con don Nuño vuestras amistades contra él e casastes con doña Juana, fija del Infante de Molina, contra su vedamiento. E después sopo el Rey cómo, oviend[o a]lianças con don Nuño e con los otros cavalleros, desafiastes a don Diego López de Salçedo por la justiçia qu’él fazía por él en Álava e en Guipúzcoa. E si eredado fuestes, deseredáronvos aquellos en cuyo poder vos dexó vuestro padre don Diego. En lo que dezides que Urduña e Valmaseda deven ser vuestras porque las dio el rey don Ferrando a vuestro abuelo, don Lope Díaz, en casamiento con su hermana, dize que vuestro padre le fizo mucha guerra d’ellas e porque era fuero en Castilla e qu’el que reçibe el dote lo pierde si es desagradeçido; e por esto e por costas que en defender sus tierras fizo, gelas tomó. No desaforó a Castilla, que antes á criado muchos fijosdalgo en su casa e fécholes más merçedes que otro rey que en [E]spaña fuese; e vos e esos cavalleros la desaforades e rovades, yendo en ayuda de los moros, enemigos e destruidores d’ella. E devedes mirar si vos podrá venir bien d’ello.

    

   Título de las cosas qu’el cavallero del rey don Alonso dixo a don Ferrand Ruiz de Castro de parte del Rey

   -Don Fernán Ruiz de Castro, el buestro cavallero dixo al Rey que bos despidíades d’él porque vos tiene deseredado del infantazgo de León. Dize que bos crió de quatro años; quando morió don Gutiérrez, vuestro [col. b] padre, vos dio la tierra qu’él tenía, lo qual no davan los reyes sino a omne de edad que la podiese luego servir, e él dióvosla luego por vos fazer bien. E más: porque la condesa doña Incla, vuestra agüela, quería vender a Santa Olalla e los otros eredamientos de tierra de Toledo por vos deseredar d’ellas, lo conpró él e lo dio a vos. E después, vos toviéndolo enpeñado a un (721) judío que llamavan don Abraán Alfaquí, con las piedras e joyas que fueron de don Pero Ferrández el Castellano, vuestro agüelo, quitóvoslo todo e dióvoslo a vos. E diovos más tierra que tenía vuestro padre; e por vos dar más honra, fízovos dar por muger a doña Urraca Díaz, fija de don Diego, Señor de Vizcaya, contra voluntad de sus parientes. E vos, prometiéndol’ serviçio, ídesvos con estos cavalleros a servir al Rey de Granada, su enemigo e vuestro, robando e quemando las sus tierras. E así vos desaforades a Castilla, que no él, e esos con quien vos ides. E ved si vos puede venir bien d’ello.

    

   Título de las cosas qu’el cavallero del rey don Alonso dixo a don Estevan Fernández de Castro de partes del rey don Alonso

   -Don Estevan Ferrández, el vuestro cavallero dixo al Rey que vos despedíades d’él porque no os avía pagado los dineros de vuestra en grand tienpo e que vos tenía forçada Aldonça Rodríguez, vuestra esposa. E porque desaforades a Castilla e León, el Rey vos dize que vuestra tierra vos asentó adonde vos la quisistes e l’avedes levado todos tienpos a vuestro querer e que vos dio el alcaldía mayor del reino de Galiçia e otras muchas merçedes, vedando a los sus adelantados e merinos que no vos tocasen en ello. En quanto // [Fol. 290 r., col. a] a lo de vuestra esposa, bien savedes qu’el Rey vos enbió dezir qu’él la daría a sus parientes porque ellos gela dieron e después que la levasen a su casa, donde la tomaron, e que la dexasen allí e que la segurásedes vos e que la demandásedes por la Iglesia e, si la sacásedes por derecho, qu’él bos la faría dar; e así vos lo dize agora. E dize qu’él no desafora a Castilla e a León, sino vos e esos cavalleros, que ides [a] servir a los sus enemigos e vuestros e de la santa fe católica con los dineros qu’él bos dio para que le serviésedes contra ellos, e que miredes lo que d’ello os puede venir.

    

   Título de las cosas qu’el cavallero del Rey dixo a don Juan Núñez, fijo de don Nuño, e a don Simón Ruiz de los Cameros e a los otros cavalleros e escuderos que con todos iban

   -Don Juan Núñez e don Álvar Díaz de los Cameros e todos los otros cavalleros e escuderos que con estos ricos omes ides, vos digo de partes del Rey que mirades en quántas cosas él ha enbiado dezir a estos cavalleros e ricos onbres e otros que por los asosegar en su serviçio les otorgava a dicho de cavalleros e prelados del reino e cómo, otorgado lo que le pedían, le demandavan otras cosas; e cómo se van con los dineros qu’él les dio para sí e para vos para que lo serviésedes contra los moros e que con ellos se van a lo deservir e ser en daño de sus reinos. E dízevos e requiérevos que guardedes lealtad como sus naturales e, pues que con sus dineros ides, que los despendades en su servicio con el Infante, su fijo, que está en la frontera defendiendo las tierras de los christianos, e que en lo así fazer guardásedes lealtad, así como lo guardaron aquellos onde vos venides; e si de otra manera lo fizierdes, que caeredes en grande error contra Dios e contra él, quánto más pues so-des [col. b] sus vasallos, ca los dineros que ellos vos dieron que no son de sus eredamientos, sino de los qu’el Rey les dio para sí e para vos e para defender sus reinos e cobrar lo que d’ellos tomado le tienen, ca vos no lo servides por vasallaje ni por parentesco ni por cosa, sino por los dineros qu’él les da para que lo sirvan con todos los suyos e con los que podieren aver. E en todo esto vos dize que miredes, pues que sodes sus vasallos e naturales.

    

   Título de la respuesta que los ricos omes e cavalleros e escuderos que con ellos iban dieron al cavallero del Rey

   -Don Gonzalo Ruiz, oído avemos nos todo aquello que nos dexistes de parte del Rey e todos en uno e a cada uno por sí e entendímosle muy bien e a cada cosa no vos podemos responder, porque las razones son muy largas, mas respondémosvos a las dos cosas que son como mayores. A lo que dezides qu’el Rey nos dio su tierra e sus dineros e que le devemos servir, dezides derecho e nos le enbiamos dezir que, si quería nuestro serviçio, que nos lo serviríamos más; mas agora demándanoslo en tienpo que no lo podemos fazer. E lo que dezides en razón de las malfetrías que no fuemos a dar fiadores ni gelos mandamos dar, el Rey save que fuero es de Castilla que sobre tales cosas como éstas que deve tomar sus pesquisidores e mandar fazer la pesquisa e, segund en ella fallare, mandarlo entregar. E eso dezimos agora que mande fazer, ca buenas eredades dexamos allá e, segund por la pesquisa lo fallare, que lo mande pagar de lo nuestro. E a todas las otras cosas no respondemos agora e, si merçed nos quisiere fazer, tan bien nos la fará allá como acá donde estamos; e nos sienpre su bien e su merçed atendamos e faga el Rey lo que su merçed fuere, ca, pues con él vevir no podemos aquí, su merçed avemos, no podemos escu-sar / [Fol. 290 v., col. a] que no vayamos [a] buscar donde vivamos.

   E avida el Rey esta respuesta, luego fizo derribar sus casas fuertes e pagar los robos a sus dueños.

   En este tienpo salieron estos cavalleros con el Rey de Granada e con todo su poder para dañar tierra de christianos. E por destorvar aquel daño, trató el infante don Ferrando pazes con los moros e christianos, otorgándoles todo quanto pidían de partes del Rey, sin lo saber ni mandar él, e no lo quiso oír ni açetar.

    

   Título de la carta qu’el rey don Alonso enbió al infante don Ferrando, su fijo, en respuesta de los tratos que le escrevió que avía enbiado firmar con los ricos omes, no se contentanto d’ellos

   «Oído avemos a Juan Núñez e a Estevan Ferrández lo que nos dixieron que bos avían aconsejado que firmásedes con los ricos omes e consejarvos ellos esto. Don Fernando, como es aquí allegado e que ha menester consejo, quiérovoslo agora aquí fablar por que sepades mejor obrar e mostrar a los omnes la cosa cómo es:

   Estos ricos omes no se movieron contra mí por razón de fuero ni de tuerto que yo les toviese, ca nunca gelo fize ni tollí más que gelo toviese fecho el mayor del mundo, pues gelo quería emendar a derecho del reino, como en las cortes gelo querían fazer; e a su bien vista d’ellos, no avían por qué más demandar. Otrosí, por pro de la tierra no lo fazen, ca esto no lo querría ninguno tanto como yo, ca mía es la eredad e ellos no han d’ella sino el bien que les nos fiziéremos. Mas la razón por que lo fizieron fue ésta: por tener sienpre los reyes apremiados e levar d’ellos lo suyo, buscándoles carrera por do los deseredasen e los desonrasen, como lo buscaron sienpre aquellos donde ellos vienen, ca, así como los reyes criaron a ellos, punaron ellos de los descriar e de toller los reinos; e algunos d’ellos, seyendo niños, así como los reyes los eredaron, puna-ron [col. b] ellos en los deseredar, lo uno consejeramente con sus enemigos, lo ál a fuero en la tierra, levando lo suyo poco a poco negándogelo. E así como los reyes punaron en los apoderar e onrar, así punaron ellos en los desapoderar e desonrar en muchas maneras, que serían largas de contar.

   Esto es el fuero que ellos demandan e la pro que dizen de la tierra. E agora lo podedes entender en esto, ca todas las cosas por que yo me moví a fazer lo que ellos querían tíranlas ende señaladamente, la ida del Inperio, que es lo más, e el aver que avían de fazer al Rey de Granada que me diese con que fuesen ellos comigo dizen que gelo di para ellos en quenta de lo que les mengua de lo de fasta aquí; e sin todo esto, que les torne las tierras que de antes tenían e que les dé más eredades que demandan sin derecho por que sean más poderosos que antes eran e nos fagan más deserviçios. E demás quieren que non podemos fazer pazes con los moros menos d’ellos, así que toda vía tengan el un pie firme allá e el otro acá, lo que no ser así Dios quisiere, ca de aquello que ellos chufan del fecho de Avenchucaf, que pasará acá con grande poder, don Fernando, mucho avía poder mayor el Miramamolín de Marruecos, que nunca pasava acá menos de C mil de cavallo, toviendo toda vía el Andaluzía por suya e andando sienpre con él cavalleros ricos omes d’esta tierra, así como don Ferrand Ruiz de Castro e don Pero Ferrández, su fijo, e don Diego de Haro e fijos de Reyes de Castilla e de Aragón e de Navarra, que eran de mayor estado e de mejor seso que éstos. El rey don Alonso, nuestro anteçesor, no avía sino a Castilla fasta Toledo e destorvávale el rey don Alonso, su yerno, e el Rey de Navarra e el Rey de Granada e el Rey de Aragón algunas vezes, pero con todo esto (722) // [Fol. 301 r., col. a] defendióse muy bien del dicho Miramamolín, que nunca le pudo tomar de lo suyo sino la villa de Alarcos quando fue vençida la batalla, más por culpa e osadía del Rey que no por vondad de los moros, ca don Diego López, visagüelo d’este don Lope Díaz, fuyó con la vandera del Rey a la villa de Alarcos, seyendo aún el Rey en la batalla, e después dio la villa a los moros por su mano sin mandado de su señor. Pero después súpose él muy bien vengarse del Miramamolín con aquello poco que avía, ca lo vençió en la batalla de Úbeda e le ganó grand parte de sus tierras.

   E don Ferrando, parad mientes cómo Avenjucaf tiene muchas guerras con los moros e es malquisto de todos ellos, ca todo quanto tiene no es suyo, ca lo ganó con traiçión alçándose contra sus señores, por que tengo que no puede pasar acá así como esos que están en Granada dizen, ca sin todo esto no podría aver navíos ni viandas para pasar con tanta gente. Mas costunbre es de moros de se enbiar cartas maestradas los unos a los otros por se esforçar e amedrentar los contrarios; e así serán estas que dizen que Avenjucaf enbía al Rey de Granada e a ellos por que se aveniesen co[n]migo, si no, que faría maravillas contra mí. Si no, podédeslo ver en lo que me enbían dezir don Felipe que plegonan en Granada que non fagan mal a los arraízes que artería es ésta buscada por que los yo oviese de dexar, no catando yo la vergüeña e desonra en que cairíamos; e sólo en dezirlo es mançilla de coraçón. E quien vos tal coseja es como traidor. E pues que ellos así lo fazen, demandando toda vía más, de aquí adelante no se les faga cosa sin se poner en nuestro poder sin condiçión alguna, sinon lo que fuere la nuestra merçed.

   E don Ferrando, fijo, por Dios mucho aína abremos derecho [col. b] d’ellos, ca nos tenemos con la ley e derecho e ellos contra ella, ca nos avémoslo sobre lo nuestro, que nos quieren tomar. E don Fernando, fijo, si el caso lo ofreçiese e voluntad fuese de Dios que nos lo oviésemos a perder e morir, no una muerte, sino mil, non devemos nos dar lo nuestro, ca saved, don Ferrando, que, quando el omne reçive mal a fuerça, no ay maravilla ni él mesmo se deve quexar d’ello ni otros gelo retraer; mas quando se lo faze él mesmo con su mano, esto es mayor quebranto que ser puede. E nos pongamos de nos guardar quanto podamos, que fío por Dios qu’Él nos guardará, como guardó aquellos onde nos venimos sienpre.

   E vos dan a entender que por puja de aver nos han de vençer; ruégovos que paredes mientes qué aver es el de Granada para ellos e qué aver es el de Castilla e de León para nos e dónde han ellos de aver viandas e dónde las avemos nos, e dónde an ellos de aver cavalleros e dónde los avremos nos. E si vos fazen entender que ellos son sesudos, parad mientes cómo sus anteçesores por tales locuras morieron malandantes e perdidos. E mirad a don Felipe, mi hermano, cómo dexó la honra e provecho que dexó en la gloria e, demás, que cada día se vienen de los que con ellos fueron, conoçiendo el error en que están, e vernán más de cada día. Pero don Fernando, fijo, de lo que más pesa es porque vos tenedes tres para uno d’ellos e mejores que no ellos e, demás, a todos los de la frontera para pelear con ellos. Pero esos que vos aconsejan fázenvoslos repartir por los castillos e tenédeslos derramados, por que no podedes fazer nada contra ellos, sino despender tienpo e fazienda; e debríadeslos juntar todos e entrar en la Vega de Granada e tollerles los panes e árvoles agora que son verdes e después yo iría sobre ellos con todo mi poder. E sobre / [Fol. 301 v., col. a] esto no creades a ninguno que ál bos diga e el que bos lo dixiere non querrá que la nuestra vala sobre ellos».

    

   Título de cómo la reina doña Veringuela de Castilla e el infante don Ferrando, su fijo, trataron pazes e avenençias entre los cavalleros e los Reyes de Castilla e Granada

   Acavados dos años que estos cavalleros estavan en Granada, como dicho es, tratándose entre ellos e el Rey de Granada con el rey don Alonso porqu’él estava mucho quexoso por la ida del Inperio, que le llamavan de cada día, fue tratada paz entre ellos Reyes e perdón para los dichos cavalleros por la Reina e por el Infante, su fijo, en la qual pasó engaño contra el Rey de Granada por los dichos cavalleros aver causa de se partir d’él sin lo saver el rey don Alonso, lo qual traxo grand daño a los christianos, como adelante se dirá. E trado veniéronse el Rey de Granada e los dichos cavalleros a Sevilla [a] ver con el Rey e fízose la iguala asaz razonable e provechoso para tod[o]s (723) cada uno en su grado e guardada la honra del rey don Alonso e quedando su basallo el dicho Rey de Granada. E después de todo acavado e ronpidas las cartas que eran fechas entre los Reyes e reçevidos el Rey los dineros de las rentas de las parias d’estos dos años, fiziéronle dar treguas al Rey de Granada contra su voluntad por un año a raízes de Málaga e de Guadix, que le estavan rebeldes, ca porque los dexase el rey don Alonso para los él conquistar se avía fecho él su vasallo e le dava la meatad de sus rentas, veyendo qu’el Rey no las quería desanparar, para lo apremiar con ellos. E veyendo que esto fuera [col. b] arte e engaño de aquellos cavalleros e no podiendo ni osando ál fazer tornóse a Granada con mucha quexa en el su coraçón.

    

   Título de cómo el rey don Alonso se partió para el Inperio de Roma e de las cosas que dexó ordenadas en sus reinos e de cómo el Rey de Granada quebrantó las treguas a los christianos

   Asosegados todo esto fecho por el rey don Alonso, como dicho es, porqu’el conde Ventemilla e otros cavalleros de Alemaña e de Lonbardía venieron por él por mandado del Santo Padre, dexando al infante don Ferrando, su fijo, por governador de sus reinos e por su eredero para después de sus días e aconsejándole lo que avía de fazer e dexando al conde don Nuño de Lara por adelantado de la frontera e cuidando que dexava treguas con los moros, partióse para el Inperio con quinientos cavalleros porque le dixieron aquellos cavalleros que no avía menester más. E llegado Aviñón, pasado el Ruédano detóvose allí porque sopo que avía división entre los grandes señores e el Santo Padre sobre la su ida algund tienpo. E estando allí, el Rey de Granada, veyéndose burlado del rey don Alonso, enbióse quexar Avenjucaf, Rey de Marruecos, faziéndole saver cómo el rey don Alonso e los cavalleros christianos lo avían burlado e levado su aver por que desanparasen a las arrayazes, como dicho es, e pidiéndole por merçed que se doliese d’él e de los moros d’España e que pasase a ella con todo su poder, ca la podría conquistar mucho aína, por quanto el dicho rey don Alonso era ido al Inperio con muchas gentes de los mejores de sus reinos, // [Fol. 302 r., col. a] e que le daría luego las villas de Algezira e de Tarifa en que toviese gentes e armas e vituallas e todas las cosas neçesarias e qu’él lo ayudaría con todas sus gentes e rentas a conquerir los christianos.

    

   Título de cómo pasó Avenjucaf, Rey de Marruecos, en [E]spaña e de la muerte del conde don Nuño de Lara e del Arçobispo de Toledo e de la muerte del infante don Ferrando

   Avida esta mensajería Avenjucaf del Rey de Granada e plaçiéndole mucho d’ella, pasó luego en persona en Algeçira e a pocos días le llegaron XVII mil cavalleros moros con todas cosas neçesarias a guerra; e juntóse con el Rey de Granada e igualó a los arraízes consigo por su mano. E partiéronse a fazer guerra en dos partes: Avenjucaf a tierra de Sevilla e el Rey de Granada al obispado de Jaén; e con él cavalleros Marines que Avenjucaf le dio.

   E como esto sopo don Nuño en Córdova, fízolo saver al infante don Fernando e vínose a Éçija con quantas gentes pudo, porque sopo que Avenjucaf venía allí. E como Avenjucaf llegó, don Nuño púsose en batalla con todos los suyos açerca de la villa de Éçija. E dize que don Nuño, quando vio venir la mucha morería sobre sí e toviendo él pocos, que quisiera retraerse a la villa, pero que, oviendo vergüeña de volver la cara, que los esperó e pelearon él e los suyos tan bravamente que Avenjucaf, que lo mirava de un teso, que ovo miedo que se vençerían los suyos. Pero morieron allí don Nuño e todos los mejores de los suyos; e morieran más, sino que la villa tenían çerca.

   E vençida la batalla, fue Avenjucaf [a] ver la matança e falló a don Nuño muerto en el canpo e muchos cavalleros en rededor d’él e CD escuderos de pie que lo aguardavan e otros muchos christianos e moros que allí morieron. E [col. b] por todas las partes del reino iban las nuevas d’este fecho de la frontera e muerte de don Nuño e todos se movían para alla. E llegado el infante don Ferrando en Villa Real, a pequeñas jornadas esperando a los suyos, morió allí de su dolençia, que fue grand quebranto a todos los christianos atal tienpo. E llegó allí el infante don Sancho, su hermano, e púsose en su logar llamándose heredero del reino e a defender el reino; e óvose en ello como cavallero e defendió la frontera e fue bien socorrido de todos los de los reinos.

    

   Título de las batallas que ovieron los christianos con los moros enantes que llegase el infante don Sancho e de la muerte del Arçobispo

   El arçobispo don Sancho de Toledo, fijo bastardo del rey don Jaimes de Aragón, que iba en socorro de la frontera con muchas gentes, encontróse açerca de Martos con los moros qu’el Rey de Granada e Avenjucaf avían enbiado [a] correr a Jaén e díxole un comendador:

   -Señor, los moros son muchos e devedes atender a don Lope Díaz de Vizcaya, que trae muchas gentes e poderlos hedes vençer.

   E todos se atenían a este consejo, sino por un comendador de Martos, que dixo estas palabras:

   -Señor, el mal escalador con la mano ajena saca la culebra del forado; e si a don Lope Díaz esperades e los vençedes, suya será la honra. E pues los moros van travaxados del largo camino, que han trasnochado, e van enpachados de mucha robería, tomad la honra para vos, ca luego serán vençidos.

   E con esto, luego juntaron sus vatallas. E avida fuerte batalla, porque los moros / [Fol. 302 v., col. a] eran muchos e por los pecados de los christianos, fueron bençidos e muertos aquellos dos comendadores e otros muchos christianos. E fue preso el arçobispo don Sancho e, toviéndolo desnudo, dixo un cavallero que lo llevasen al Rey de Granada; e dixo otro que Avenjucaf. E sobre esto se ovieran de matar, sino por un cavallero Marino que dixo:

   -No quiera Alá que por un perro christiano se maten tantos moros.

   E diole con una lança por el cuerpo e cayó luego muerto; cortáronle la caveça e la mano del manípolo e fuéronse con su presa.

   E otro día llegó don Lope Díaz a Jaén e, como sopo la muerte del Arçobispo e vençimiento de los christianos, salió de allí con sus gentes e con los de la çiudad e llegó otro día aquel logar qu’el Arçobispo morió e recogiéronse muchos de los vençidos a él, que iban fuyendo. E los moros que se iban con su presa que bieron venir a don Lope Díaz, como estavan orgullosos por estas bienandanças, esperáronlo; e don Lope Díaz profió por tomarles la cruz que traían del Arçobispo e, tomándola, matáronle el alferze e tomáronle el pendón. E por lo cobrar pelearon fasta que los partió la noche, quedando muchos muertos en el canpo de amas partes. E aposentáronse en sendos cabeços e por la mañana fuéronse cada unos a su parte no quesiendo más pelear.

    

   Título de cómo se tornó el rey don Alonso de la ida del Inperio

   Seyendo llegado el rey don Alonso a la villa de Velcade, que es çerca del río del Ruédano, sopiendo la muerte del infante don Alonso, su fijo, e de la muerte de los conde[s] (724) don Nuño e arçobispo [col. b] don Sancho de Toledo e la pasada de Avenjucaf e el daño que avían fecho e fazían los moros d’España e otrosí sopo cómo en la su esleçión del Inperio avía división e lo traían en burla, (e) por esto e por reçelo que no abría quien defender la frontera por la muerte del infante don Alonso, ca él no pensara qu’el infante don Sancho se posiera a la defender como la defendió, vínose de allí a Castilla. E ya er[a] (725) ido Avenjucaf allende la mar porque viera qu’el infante don Sancho avía reparado la frontera. E fízolo jurar por eredero de Castilla para después de sus días, por lo qual al Rey e a todos sus reinos vino mucho daño por causa del título del reino que tenían don Alonso de la Çerda e don Ferrando, fijos del dicho infante don Ferrando, que eran nietos del Rey de Françia, segund adelante se dirá. E fizo guerra a los moros e ganó el reino de Murçia esento e quito, que se avía alçado contra él, e pasáronse los moros d’él allende la mar.

    

   Título de la muerte del infante don Fadrique e don Simón, Señor de los Cameros, e de la causa d’ello

   Estando este rey don Alonso en la çibdad de Burgos, sopo cómo el infante don Fadrique, su hermano, e don Simón Ruiz, Señor de los Cameros, se tratavan con algunos grandes del reino en su deserviçio. Fizo a Diego López de Salçedo, su merino, prender allí al dicho infante don Felipe, su hermano, e fízolo afogar dentro en el castillo; e enbió al infante don Sancho, su fijo, a prender e matar a don Simón Ruiz e fallólo en Logroño e matólo allí.

   E sacó sus gentes para ir [a] talar la Vega // [Fol. 303 r., col. a] de Granada a fazer daño a los moros porque avía treguas con Avenjucaf, Rey de Marruecos, e quería conquistar al Rey de Granada; e porque adoleçió del ojo enbió con la gente al infante don Sancho, su fijo. E llegado a tierra de moros, asentó su real açerca de Alcalá.

    

   Título de la batalla que ovieron los christianos açerca de Moclín e de su vençimiento e muerte del Maestre e otros

   Estando en el dicho real, este infante don Sancho enbió por guarda de los erberos del real al maestre don Gonzalo Ruiz Girón de Santiago con muchas gentes que iban a traer vituallas al real; e llegaron acerca del castillo de Moclín e, tornados los erberos, apareçieronles çient cavalleros moros e CCC peones. E los christianos todos fueron en pos d’ellos e los moros, fuyendo, metiéronlos en una çelada que yazían dos mil cavalleros moros e muchos peones, que salieron a ellos; e peleando con ellos fueron vençidos los christianos e siguieron el alcançe fasta açerca del real del Infante. E quedaron muertos el dicho Maestre de Santiago e todos los más de los comendadores fasta mil DCCC christianos de cavallo e de pie. E dende, a terçero día salió el dicho Infante con su gente, entró en la Vega de Granada e talóla toda e tornóse en buena ordenança a Toledo a su padre.

    

   Título de cómo el rey don Alonso çercó la villa de Algezira e la causa por que fue desçercada

   Conplidas las treguas que este Rey avía con Avenjucaf e sentiéndose del mal que le avía fecho en el Andaluzía, sacó sus gentes e envió çercar con ellas Algezira, que era suya, e enbió por capitán d’ellos al infante don Pero, su fijo terçero. E çercada por la tierra e con la flota por [col. b] la mar e toviéndola mucho afincada de fanbre, atanto que traían los moros muertos de fanbre por las calles, avino así que por falta de dineros que tomó el infante don Sancho a Donça de la Male, judío que los recaudava en Castilla para pagar el sueldo a las gentes del real e de la flota, para los dar a la Reina, su madre, que estava en Aragón, que era fuida allá con los fijos del infante don Ferrando, que los dexasse(s) allá presos e se veniese a Castilla, e por el Rey, que estava en Sevilla, no tenían qué les dar; adoleçióle la gente en el real e en la flota mucho más. E salidos los dolientes d’ella a una isla que estava cavo la villa, sópolo Avenjucaf, que estava en Tánjar, e enbió su flota Algezira; e tomaron las galeas de Castilla e mataron a todos los que fallaron en ellas. E salieron a la isla e mataron todos los dolientes e sanos que en ella fallaron e vastiçieron la villa. E como lo vieron el infante don Pero e los que eran con él, dexaron el real con los engeños e petrechos que no podieron levar e fuéronse en su ordenança a Sevilla, que estava el Rey, e los de la villa tomaron todo lo del real. E pasó luego Avenjucaf Algezira e pobló la villa nueva de Algezira de las casas que los christianos tenían en su real. Por esta pérdida de la dicha flota, fizo arrastrar este rey don Alonso aquel judío Donça porque dio los dineros al Infante, que fue prinçipal causa del desamor d’él e del dicho Infante, como se dirá.

   Este rey don Alonso con esta malenconía de los moros, porque no tenía con qué les fazer guerra, fizo prender secretamente en un día a todas las aljamas de los judíos de su reino e pleiteó con ellos por diez mil maravedís de moneda gruesa cada día; e con ellos entró en la Vega de Granada e puso a los moros en tanto estrecho que le davan la terçia parte de todas las rentas de las tierras de / [Fol. 303 v., col. a] los moros de aquende la mar e que serían sus vasallos. E el Rey non las quiso, sino que le diesen las fortalezas de todo el reino. E con esto se partieron discordes e, fecha su tala, dexó sus fronteros e se vino a Sevilla para se adereçar e (726) tornar a Granada porque la entendía conquistar; e por çierto lo fiziera, sino porque no quería Dios, ca entró discordia entr’él e el infante don Sancho, su fijo, e los del reino. E las causas d’ello fueron éstas:

    

   Título de cómo fue pribado de los reinos este rey don Alonso, sino del reino de Sevilla, e de las causas d’ello todo

   Este rey don Alonso era noble rey e mucho esforçado e sabio e franco más que le conplía, espeçialmente contra los estrangeros. E ovo fijos de la reina doña Violante de Aragón al infante don Ferrando, que morió antes d’él, e al infante don Sancho e al infante don Juan e al infante don Pedro e al infante don Felipe. E seyendo en este estado, entró malquerençia entre él e el infante don Sancho e todos los hermanos se tovieron con él contra el padre. E las causas prinçipales fueron éstas, sin otras muchas: la primera e prinçipal fue porque la dicha Reina, como mala muger, puso mucho mal entre el padre e los fijos; la segunda fue porqu’el Rey quería eredar los nietos en el reino de Murçia; la terçera porque arrastrara aquel judío arrendador por los dineros que le diera al Infante. E por esto tratóse este infante don Sancho con su madre e hermanos e con los cavalleros e pueblos del reino e fallólos prestos [col. b] a ello porque estavan malcontentos d’él, espeçialmente porque, llamándolos a cortes, nuevamente les demandó sus derechos en la moneda gruesa que solía e fazía otra de metal sinple para que se tratase en el reino; e otrosí porque traía echados del reino a don Lope Díaz, Señor de Vizcaya, e a don Diego, su hermano, e a Diego López e Lope Díaz, sus parientes, fijos de don Lope el Chico, e a don Ferrand Pérez Ponçe e a don Ramiro Díaz e a don Pero País de Asturias e a don Ferrand Rodríguez de Cabrera e a otros cavalleros que andavan echados del reino, los quales [fueron] en uno ayuntados en Valladolid, e con ellos el infante don Manuel, su hermano, e don Pero e don Juan e don Jaimes, sus fijos todos, e con todos los otros de los reinos, sino Sevilla.

   E juntándose todos en Valladolid, dio el infante don Manuel la sentençia contra el Rey en esta manera: que porque despechó el reino e lo dava a los forasteros le quitaban las rentas del reino e porque mataran al infante don Fadrique, su hermano, e a don Simón Ruiz de los Cameros sin ser oídos le quitavan la espada de la justiçia; e porque diera a su fija, la Reina de Portogal, las villas del Algarve e porque quitara a los Reyes de Portogal el serviçio e tributo que devían a los reinos de Castilla lo quitavan la corona de la cabeça de sus reinos e la justiçia e el mando d’ellos. E mandaron al infante don Sancho que se llamase Rey de Castilla e tomase los reinos e villas e castillos e derechos d’ella, fuera sacando la çiudad de Sevilla e su tierra, que quedase con el Rey, su padre. E él dixo que todo lo reçibía e tomava como gelo davan, sino que wn vida de su padre no se quería llamar rey, // [Fol. 304 r., col. a] sino governador de los dichos reinos. E así lo fizo. E dexó al infante don Manuel quatro villas porque dio la dicha sentençia e dio a los hermanos e cavalleros todas las villas e vasallos que le pidieron; e a las villas e pueblos quitó los derechos que le pidieron por los tener contentos, en manera que para sí no le quedó sino poca cosa. E aquí se conplió lo qu’el ángel dixo de la sentençia que en el çielo se diera contra él, en que sería deseredado de sus reinos.

   E como el Rey se viese así deseredado, enbió por su fija a Portugal e vínole con CCC cavalleros, a pesar de su fijo. E vínole ayudar Avenjucaf de Marruecos con muchos moros; e juntado con ellos e con el Rey de Granada, fizo mucho mal en tierra de christianos. E cada día se venían a él fijos e cavalleros e escuderos e villas e çiudades de sus reinos, arrepentiéndose de lo fecho. E como quier qu’el infante don Sancho le diese todas las cosas que cada uno le demandava e posiese su persona en todo travajo, no los podía aguardar. E continuándose la guerra en dos años continos después de fecho este deseredamiento e tratá[n]dose iguala en secreto entre el padre e fijo por qu’el Rey quedase rey de todo en su vida, diole el mal de la muerte al rey don Alonso e morió en Sevilla.

    

   Título del reinamiento del rey don Sancho de Castilla e de León, terçero d’este nonbre

   En el año del Señor de mil CCLXXXIV años, muerto el rey don Alonso, alçaron los castellanos por su rey a don Sancho, su fijo, que fue terçero Rey de Castilla d’este nonbre e el dezeno que [col. b] reinó en los reinos de Castilla e de León. E fue todo el tienpo de su reinamiento diez años e sus fechos señalados fueron éstos:

   Que en el primero año de su reinamiento asosegó todos los bulliçios e contiendas que eran entr’él e los de su parte e de las villas e çiudades del reino. E a los dos años pasó Avenjucaf, Rey de Marruecos, aquende la mar con grandes poderes e çercó a Xerez e fue este rey don Sancho en socorro d’ella. E como lo sopo Avenjucaf, levantó el real por no querer pelear con él e fuese camino de Algezira; e siguiólo el rey don Sancho. E ya lo avía alcançado por pelear con él e, poniéndolo por obra, no gelo consentieron el infante don Juan, su hermano, e don Lope Díaz, Señor de Vizcaya, porque ya avían fecho en secreto casamiento del infante don Juan con doña María, fija de don Lope Díaz, no a vien del Rey podiesen. E dende a pocos días privó este don Lope Días el Rey e fízolo conde e diolo mucho mando en la su casa e en las tenençias de los castillos, deziéndole qu’él se ponería a los fechos del reino e lo escusaría de todos. E con la grande privança, salióle del mandado e juntóse con ellos por los asosegar, que ya era fecho su casamiento e andavan alboroçados contra él e catando maneras para ello.

    

   Título de cómo mató el rey don Sancho en Alfaro al conde don Lope Díaz, Señor de Vizcaya, e de la causa d’ella

   Veyendo este rey don Sancho las maneras que traían estos Infante e Conde contra él poco a su serviçio, cató manera e juntóse con ellos en la villa de Alfaro e mató al dicho conde don Lope Díaz porque no se quiso dar a presión, que metió mano a la espada contra los que lo prendían e ferió a un cavallero, llamando altas vozes «¡ O los míos!» E como iba az[i]a donde estava / [Fol. 304 v., col. a] el Rey, la espada en la mano, diole don Juan Martínez de Leiva con la espada e cortóle la mano e cayóle en tierra con la espada; e diole un ballestero del Rey con una maça en la cabeça e cayó muerto en tierra. El Rey metió mano a la espada e dio a Diego López de Canpos, que era primo del Conde, por encima de la cabeça tres golpes, diziéndole:

   -Toma éstos por la guerra que me feziste desde Castiel Rodrigo, seyendo mi vasallo.

   E cayó luego muerto. E fue preso el infante don Juan e queríalo matar el Rey luego, sino por la noble reina dona María, que lo defendió; e fue luego echado en grillos e cobró los más de sus castillos.

   E don Diego, fijo del Conde, quedara moço de XIX años. Fuese al Rey de Aragón e fizo con él su pleitesía; e fezieron sus lianças e soltaron a don Alonso e a don Ferrando, fijos del infante don Ferrando. E llamóse don Alonso, que llamavan de la Çerda, Rey de Castilla e de León e tomólo don Diego por señor. E faziendo mucha guerra a Castilla morió a cabo de un año de dolençia. E cobró el rey don Sancho todos los sus castillos e la tierra de Vizcaya, que tomó don Diego López de Salçedo por él, sino el castillo de Unçueta, que fue çercado.

   En esta sazón, pasóse don Diego, hermano del conde don Lope, Aragón e desafiáronse los reyes e ovo mucha guerra entre Aragón e Castilla. E puso el Rey al infante don Juan en la presión del castillo de Burgos e sacó sus gentes; e juntáronse los Reyes açerca de Monteagudo en sus reales XX días e no fallaron atijara de pelear e partiéronse con tanto.

   En esta sazón, se desavino don Juan Núñez de Lara del rey don Sancho por malos medianeros e enbió el Rey contra él que lo sacasen del reino. E alcançólo açerca de Miranda e peleó con ellos e vençiólos; e mató [col. b] e prendió muchos d’ellos. E pasóse a Navarra e dende a Françia con sus gentes e estovo allá grand tienpo.

    

   Título de cómo tomó el rey don Sancho la villa e castillo de Tarifa e tomó su almirante la flota de los moros

   Este rey don Sancho enbió su flota sobre Tarifa con miçer Venito Zacarías, su almirante, al Estrecho para çercar a Tarifa. E sopo cómo pelearon con la flota de Avenjucaf, que estava en Tánjar, e la desbaratara e tomara treze galeas d’ellas e que las levara atadas unas con otras a vista de Avenjucaf, que estava en Tánjar con XV mil de cavallo para pasar aquende e con aquella malenconía se fuera para Marruecos. E fue el rey don Sancho sobre Tarifa e çercóla e tomóla a cavo de quatro meses por conbates e [fuerça] (727) de armas; e pobló de christianos e vínose a Castilla.

   En esto sacó este rey don Sancho de la presión al infante don Juan, su hermano, por muchas promesas que le fizo de lo serbir; e él fízolo al contrario, ca le fizo mucha guerra. E como sopo don Juan Núñez, que era en Françia, qu’el infante don Juan era desavenido del Rey, vínose para él e vínose con é1. E fue [con] sus gentes [a] pelear con el dicho Infante, que fazía guerra de Alborquerque a Castilla. E ovieron fuerte pelea e fue vençido don Juan Núñez porque no quiso esperar sus gentes e preso él e muertos e presos muchos de los suyos. E yoguiendo preso, pleiteó con él que lo soltase e que lo ayudaría contra el rey don Sancho con todo su poder. E fechos los juramentos e omenajes, fueron ant’el Rey de Portogal a lo firmar. E quando fueron ant’el Rey, dixo don Juan Núñez qu’él no era tenudo de guardar cosa de lo que jurara e prometiera, pues estando preso lo fiziera. E requirió al Rey // [Fol. 305 r., col. a] de partes del Rey de Castilla, cuyo vasallo él era, que le guardase su derecho. E así lo fizo, porque fue fallado así por derecho, e fue suelto e levado al Rey de Castilla a su salvo. E fuendo el rey don Sancho sobr’él, no lo osó esperar en Alborquerque e pasó allende la mar e vino sobre Tarifa con grandes poderes de Aveacob, ca su padre, Avenjucaf, era muerto, e çer[c]ó la villa de Tarifa.

    

   Título de cómo don Juan [Alonso] (728) de Guzmán dio el cochillo al infante don Juan con que degollase a su fijo cabo Tarifa

   Don Juan Alonso de Guzmán, que tenía a Tarifa, llamólo el infante don Juan e díxole que le diese aquella villa, si no, que le mataría un fijo moço que traía consigo. E respondióle que no gela daría e que, si a su fijo qu’él le diera a criar quería matar, qu’él le daría un cochillo con que le degollase. E echógelo luego d’ençima de la torre e el Infante con malenconía tomólo e degollólo con él a su vista. E fue esto mucho retraído al Infante e mucho loado a don Juan Alonso de Guzmán. E no podiendo tomar la villa, tornóse a Tánjar.

   E después d’esto entró don Diego, hermano de don Lope Díaz, con gentes suyas e de Aragón en Vizcaya. E fue el rey don Sancho sobre él e, no lo osando esperar, fuese para Aragón.

   En este tienpo vino el infante don Enrique, su tío, de Pilla, donde avía estado XXVI años preso, e reçibiólo mucho bien e eredólo e diolo su onrado mantenimiento.

   En esto, adoleçió el Rey e, viendo la muerte, dio la criança e governaçión de los reinos a la reina doña María, su muger, e la criança de su fijo don Ferrando, que quedava de nueve años, conoçiendo su buen seso, e fízolo jurar a todos los cavalleros e al dicho Infante, su tío. E llamó a don Juan Núñez de Lara e díxole:

   -Don Juan Núñez, bien save-des [col. b] que benistes a mí moço sin barvas e yo crievos e fízevos mucho bien; e por esto ruégovos que aguardedes al infante don Ferrando, mi fijo, e que no vos partades d’él fasta que aya varbas e otrosí que onredes a la Reina, mi muger, e la defendades e ayudedes, ca bien mereçido vos lo tiene. E si así lo fizierdes, de Dios e d’ellos ayades galardón e, si no, Él vos lo demande al cuerpo e al alma.

   E don Juan Núñez dixo e le juró que así lo faría. E morió en Toledo e fue sepultado allí.

    

   Título del reinamiento del rey don Ferrando, terçero d’este nonbre que reinó en Castilla e en León, e de sus fechos

   En el año del Señor de mil CCXCIV años, muerto este rey don Sancho, fue alçado por Rey de Castilla don Ferrando, su fijo, terçero d’este nonbre e el trezeno que reinó en Castilla e en León. E fue todo el tienpo de su reinamiento XV años e sus fechos señalados son estos que se siguen:

   En el comienço de su reinamiento se levantaron el infante don Alonso de la Çerda por Rey de Castilla e el infante don Juan, su tío, por Rey de León e partieron los reinos en esta manera: que don Alonso oviese a Castilla e a Toledo e a Córdova e a Murçia e a Jaén e el infante don Juan que oviese a León e a Galiçia e a Sevilla. E así se llamaron reyes e eran en su ayuda, por desfazer a Castilla, los Reyes de Aragón e de Granada; e por dádivas de villas que les avían de dar. E otrosí eran con ellos ricos omes de Castilla; e eran éstos: Pero Díaz de Castañeda e don Lope Rodríguez de Villalovos e Ruy Gil, su hermano, e don Ferrand Ruiz de Saldaña e don Ferrand Ruiz de Castro e otros fijosdalgo de Castilla e de León. E sobre todos dañaba en este fecho al rey don Ferrando e a la Reina aquel viejo falso infante don Enrique, fijo del rey don Ferrando, por aver la tutoría del reino e, así mesmo, la mala / [Fol. 305 v., col. a] e falsa reina doña Violante, su agüela, por malquerençia de la noble reina doña María, su madre, que fue espejo de las Reinas d’España.

    

   Título de cómo enbiaron a desafiar al rey don Ferrando los Reyes de Aragón e Portogal e se llamaron reyes don Alonso e don Juan

   Estando la dicha reina doña María con el Rey, su fijo, en Valladolid, enbiáronlo desafiador don Alonso, que se llamava Rey de Castilla, e el infante don Juan, que se llamaba Rey de León, e los Reyes de Portogal e de Aragón por sí e por todos sus reinos. E luego entraron en Castilla el infante don Pedro de Aragón e don Gimén de Gurrea e don Pero Coronel e otros muchos ricos omes de Aragón con mil cavalleros e más, quemando e robando e faziendo mucho mal e daño en el reino. E así entrados, juntáronse con ellos don Juan Núñez de Lara e aquellos don Alonso e don Juan e andovieron por las villas e por las tierras e tomaron muchas d’ellas por fuerça. E así guardó este don Juan Núñez de Lara lo que juró e prometió al rey don Sancho, como dicho es. E ellos querían andar por el reino, sino por el infante don Juan, que les fizo çercar a la villa de Mayorga deziendo que la tomarían luego. E duró la çerca d’ella quatro meses.

   E vino el infante don Enrique a Valladolid e movió a la reina doña María de partes del infante don Pero de Aragón que si quisiese casar con él se pararía con los aragoneses a toda aquella guerra e diziéndole que mirase cómo era muger e moça e cómo muchas reinas e dueñas de alta sangre, casando, ovieron bien e fizieron sus fechos bien e otras que no quesieran casar que perdieran mucho de su onra e bien. E con esto que anpararía el reino e a su fijo. La Reina le respondió que ella prometi-era [col. b] castidad quando moriera su marido e que los reinos eran de Dios e que Él los podía dar a quien quesiese, pero que por ellos todos no faría otra cosa, ca no acatava ella a las reinas e dueñas que por codiçia quisieran casar, sino a muchas buenas, espeçialmente a las de su linaje, que guardaran castidad e que por ello les ayudara Dios; e que por su misericordia así faría a ella e que, si más no podiere ser, que más quería ser pobre con bondad que no rica [sin] (729) bondad. E con esto se partió el infante don Enrique d’ella.

   Estando aquellos que se llamavan reyes e ricos omes sobre aquella çerca de Mayorga, entró mucha dolençia e mortandad en el real e morieron allí aquel infante don Pero de Aragón e don Gimén de Gurrea e don Remón de Moncada e otros muchos nobles cavalleros e escuderos aragoneses e castellanos e desçercaron el logar. E el Rey de Portogal, que venía con todas sus gentes a entrar en Castilla e cuidando tomar partida de los reinos e vio este fecho que le pareçió juizio de Dios, ovo acuerdo con sus cavalleros e tornóse a Portogal con estas nuevas.

    

   Título de la batalla que ovo don Juan Núñez de Lara con don Juan Alonso, Señor de los Cameros, e cómo fue don Juan Núñez preso

   Savidas estas nuevas por don Juan Núñez de Lara, que era en Françia, con mucha gente de françeses vino a Navarra e con ellos e con navarros entró en Castilla a fazer mal e daño en el reino. E quando lo sopo don Juan Alonso de Haro, Señor de los Cameros, que no avía ido ayudar al rey don Ferrando porque era doliente, salió a pelear con el dicho don Juan Núñez e con los françeses e navarros e juntóse con ellos cavo d’Artiel. E ovieron su batalla a vanderas desple-gadas // [Fol. 306 r., col. a] e fueron vençidos don Juan Núñez e los françeses e navarros e preso don Juan Núñez e otros muchos muertos e presos; e fue levado preso don Juan Núñez a la noble reina doña María e a su fijo, el rey don Ferrando.

    

   Título de cómo el infante don Enrique fue vençido de los moros en la frontera e cuidó vender a Tarifa a los moros

   En este tienpo fue el infante don Enrique, que era mucho viejo e maliçioso, a la frontera a fazer treguas con el Rey de Granada, que era tutor del Rey, e lo más por vender la villa de Tarifa al Rey de Granada, cuidando aver muchos dineros de callada, diziendo que era mucho costosa para el reino. Pero la noble reina doña María gelo estrañó con todos los de los reinos e no lo quisieron consentir.

   Estando este Infante en Arjona ayuntado con todos los del Andaluzía, llegáronles nuevas cómo un cavallero moro andava faziendo mucho daño e grandes cosas en tierra de los christianos e dixiéronle al Infante que era vergüeña d’él en su cara d’él fazerse tal cosa e que fuese [a] lidiar con ellos e que todos irían con él. E como quiera qu’él lo quiso escusar, no lo pudo fazer. E llegaron allende Arjona porqu’el moro venía azia ellos e por pecados d’este don Enrique fueron luego vençidos los christianos e muertos e presos muchos d’ellos e derrivado don Enrique del cavallo e ferido; e acorriólo don Álvar Pérez de Guzmán e cavalgólo en un cavallo e acogióse con él.

   En estos fechos ayudó [col. b] Dios al rey don Ferrando, con ayuda e regimiento de la Reina, su madre, e porque todas las villas e çiudades de los reinos se tovieron con él sienpre.

   En este tienpo sacó de presión esta reina doña María a don Juan Alonso de Alborquerque, que lo dexó preso el rey don Sancho, diziendo que la serviría; e fízolo poco, ca se fue luego al Rey de Portogal.

    

   Título de la contienta que ovo en Vizcaya sobre el señorío d’ella entr’el rey don Ferrando e don Juan Núñez de Lara e del Infante

   En el reinamiento d’este rey don Ferrando ovo mucha contienda en Castilla entre el infante don Juan e don Diego López de Aro sobre el señorío de Vizcaya; e estovo en tienpo de aver mucho travajo en el reino porque todos se fizieron dos partes, sino que lo igualó esta noble Reina. La quistión era ésta, segund se contiene en el título de los Señores de Vizcaya.

   Otrosí ovo este rey don Ferrando mucha contienda con don Juan Núñez de Lara porque le andava poniendo bulliçio en el reino e lo mandó salir del reino. E porque no lo quiso fazer, çercólo en Tordefumos e en otros logares; e así mesmo con el infante don Juan después que dexó el título del reino de León; e así mesmo con don Alonso de la Çerda despues que dexó el título del reino de Castilla, como se cuenta más largamente en su istoria. Pero a todo lo igualó esta noble Reina, que fue estrella de las Reinas de Castilla.

   E seyendo sosegado esto, entró en tierra de moros e ganó la villa e castillo de Alcandete e poblóla de christianos mucho bien. Çercó las villas de Algeçira e de Gibraltar, poniendo dos reales de todas sus gentes sobre ellas; e fue este rey don Ferrando por su persona sobre Gibraltar e diérongela por fuertes conbates que le / [Fol. 306 v., col. a] fizo. E puesta en recado, fuese Algezira, que tenía su real sobre ella; e toviéndola mucho afincada, partiósele el infante don Juan, que sienpre andovo con mal a los reyes. E después morió don Diego López de su dolençia, que era Señor de Vizcaya. E por esto e porque le avía[n] quedado pocas gentes e avía muchos dolientes en el real, ovo de pelear con el Rey de Granada que le diese tres villas que le tomara quando él estava proseguido de los reyes comarcanos en comienço de su reinado e I mil doblas para las costas. E desçercó Algezira mucho contra su voluntad e dende fuese para la Peña de Martos, (e) porque le dixieron que dos cavalleros, que eran Diego de Carvajales e Gonzalo, su hermano, robavan e fazían mucho mal; e venidos allí por mandado del Rey, fízolos echar de la Peña de Martos. E quando los querían echar, dixo el mayor d’ellos a los que allí estavan:

   -Buenas gentes e prelados que aquí estades, seredes testigos e diredes al Rey, nuestro señor, que por esta cruel muerte que nos ha mandado dar sin mereçimiento e sin ser oídos a derecho que lo enplazamos para ante el Nuestro Señor e Redentor Jhesuchristo que dentro de XXX días paresca ant’el su soberano juizio e que le damos por fiadores de le conplir de derecho a los apóstoles Sant Pedro e Sant Pablo e que tomamos por nuestro avogado al apóstol Santiago.

   E como quier que al Rey fue dicho todo esto por el fraire que los confesó, no se curó d’ello e luego fueron echados de la Peña avaxo e fiziéronse pedaços. E a cavo de XXX días conplidos comió el Rey mucho bien al ayantar e echóse a dormir solo en su cama; e así dormiendo, llamáronlo aquellos dos hermanos en visión e despertó con grand pavor dando vozes e llamando valedores. E los que lo oye-ron [col. b] benieron e falláronlo sin alma boqueando. E así finó este día, conplidos los dichos XXX días del plazo.

    

   Título (730)

   Cinco años antes que este rey don Ferrando finase, el infante don Felipe, su hermano, seyendo de XIII años ovo batalla con don Ferrand Ruiz de Castro en Ponferrada porque era eredado allá e le corría este don Ferrando Rodríguez la tierra. E juntáronse sus vasallos con este Infante e, estando para pelear, díxoles un cavallero que era su mayordomo, que lo avía criado (731):

   -Cavalleros e escuderos fijosdalgo, que sodes vasallos d’este infante don Felipe que delante tenedes, ved aquí vuestro señor con el qual sodes venidos por le defender su tierra d’este cavallero que a sinrazón gela quiere tomar; e pues que vos bien savedes que de niño en la cuna vos le dio el rey don Sancho, su padre, por señor e después acá sodes sus vasallos e agora védeslo aquí moço de XIII años, e por todas estas cosas sodes tenudos a lo servir e pelear por vuestras honras. E no vos devedes espantar porque don Ferrand Rodríguez tiene muchas más gentes que bos sodes. E por las cosas susodichas, cada uno de vos deve pelear con tres de los suyos, ca Dios es el juez de las batallas e será por vos; e por ende acometámoslos como esforçados cavalleros.

   E con estas palabras e con otras muchas que dezían los unos a los otros acometiéronlos tan de reçio que los vençieron e mataron allí aquel don Ferrand Rodríguez e a muchos de los suyos e robaron toda su tierra.

    

   Título del reinamiento del rey don Alonso, VI d’este nonbre, ( ) (732) que reinó en Castilla e León e de sus fechos // [Fol. 307 r., col. a]

   En el año del Señor de mil CCCX años, muerto este rey don Fernando, reinó su fijo don Alonso, sesto d’este nonbre, de un año e XXV días, que fue el dozeno que reinó en Castilla e León. E fue todo su reinamiento XL años e morió en el año del Señor de mil CCCL años. E sus nobles fechos son estos que se siguen:

    

   Título de cómo morieron los infantes don Juan e don Pero e otros muchos christianos en la Vega de Granada

   Fuendo tutores d’este noble rey don Alonso el infante don Pero, su tío, hermano de su padre, e el infante don Juan, hermano de su agüelo, que governaron el reino con muchos despechamientos de los pueblos, partiendo la tutoría de los reinos en dos partes, (e) por dar color a sus malos fechos e aver perdidos e monedas fueron a tierra de moros e entraron a la Vega de Granada en el mes de jullio del año del Señor de mil CCCXIII años e fezieron tala en los panes e en las viñas. E saliéndose de la Vega, el infante don Pero quedó en la reguarda con la meatad de la gente e el infante don Juan iva en la delantera con la otra meatad. E así salidos, los moros con toda la cavallería de Granada e peones vallesteros e escudados veníanse en pos d’ellos escaramuçando e faziendo sus algaradas, por manera que algunos de los christianos començaron a fuir azia la delantera; e el infante don Pero, como era buen cavallero, travajó mucho en los tornar, dándoles muchos golpes con su espada por los fazer tornar a pelear. E por aquel travajo o por la voluntad de Dios o por su pecado, cayó muerto a desora del cavallo. E como llegaron estas [col. b] nuevas al infante don Juan, que iva en la delantera, e vio venir fuyendo los christianos, e si por esta manzilla o por sus pecados o por la voluntad de Dios, cayó del cavallo muerto en tierra a desora. E fueron vençidos los christianos e muertos e presos muchos d’ellos demasiadamente porqu’el alcançe duró por toda la tierra de los moros. E muertos [los] Infantes, luego tomaron la tutoría del dicho rey don Alonso el infante don Felipe, su tío, e don Juan Manuel, fijo del infante don Manuel, e don Juan el Tuerto, fijo del infante don Juan e Señor de Vizcaya. E partieron el reino en tres tutorías en tres partes, (e) faziendo muchos e mayores daños en el reino que los primeros, echando pechos e peleando e metiendo bulliçio en el reino e tomándose las villas los unos a los otros.

    

   Título de cómo don Juan el Tuerto mató en Burgos a Juan Pérez de Rojas e a don Garçía de Villamayor

   En el año del Señor de mil CCCXVII años, estando en la çiudad de Burgos don Juan el Tuerto, Señor de Vizcaya, que era de su t[u]t[o]ría (733), enbió llamar ciertos cavalleros a son de justiçia. E venidos, fueron degollados por él Juan Rodríguez de Rojas e don Garçía de Villamayor malamente; e cuidó matar a Garçilaso de la Vega e a don Juan Martínez de Leiba, sino que fueron desengañados e fuyeron porque no eran de su tutoría ni lo quisieron.

   

   Título (734)

   En el año del Señor de mil CCCXXII años conplió este rey don Alonso la hedad de XIV años e salió de las tutorías. E andava por las villas del reino e adorávanlo todos, por deseo de rey, como si fuera Jhesuchristo. E ordenó su casa e dio mucha pribança Álvar Núñez de Osorio e fízolo conde, el qual por su mal usar fue echado de la corte por consejo de todos o de los más del reino e alçóse con las fortalezas que tenía del Rey; e porque no las quería dar matólo Ramir Flores por mandado del Rey.

   

   Título de cómo don Juan Manuel vençió a los moros estando frontero en [e]l Andaluzía

   En este año mesmo vençió en batalla don Juan Manuel, que esta[ba] frontero en el / [Fol. 307 v., col. a] Andaluzía e adelantado en ella, açerca del río de Guadalquivir a toda la casa de Granada que fueron en ella; e fueron muchos moros muertos e presos.

    

   Título de cómo mató el rey don Alonso a don Juan el Tuerto, Señor de Vizcaya, e de la causa de su muerte

   En este tienpo, andando don (735) Juan el Tuerto, Señor de Vizcaya, escandalizando contra el Rey e faziendo muchos menospreçios e poca mençión del Rey, por lo qual el Rey enbió a este conde Álvar Núñez un mes antes que moriese a tratar con él, diziendo que le daría a la Infanta, su hermana, por muger, e asosególo e tráxolo a Toro, donde estava el Rey; e así llegado a su palaçio, fízolo matar delante de sí a sus vallesteros de maça, dando causa de la muerte de aquellos cavalleros qu’él avía muerto e otras muchas cosas. E mató con él a Garçi Ferrández Sarmiento e a Lope Asuares d’Ermosilla, que eran sus vasallos e privados e estavan con él e con don Juan Núñez de Lara e con don Juan Alonso de Haro, Señor de los Cameros, e en deserviçio del Rey.

   E así muerto, entró el rey don Alonso en Vizcaya e tomóla para sí, sino las fortalezas de Sant Juan de la Peña e del castillo d’Oncueta sobre Orozco e de Mocliente de Albiña e de Sant Miguel d’Erencho sobre Arteaga. E fizo un castillo en la villa de Vilbao ençima de la plaça.

   Este don Juan, Señor de Vizcaya, dexó una fija eredera, que llamaron doña María, [que] era pequeña de edad, con la qual su fija Diego Pérez de Muñatones se fue con ella de Portogalete en una su nao, (e) que era su vasallo, e otros a Vayona e dende a Burdel, que eran del Rey de Inguelaterra, e estovo allá grand tienpo, fasta que la traxieron a Castilla [a] casar con don Juan Núñez de Lara, por la qual entró en mucha omeçida con el Rey, segund adelante dirá.

    

   Título (736)

   En esta sazón enbió el Rey a Garçía Laso de la Vega, su Merino Mayor de Castilla, a la çiudad de Soria a sacar gentes, porque avía en ella mucha cavallería, para sus guerras que tenía con estos cavalleros. E díxose en la dicha çiudad que iba a prenderlos e fazer mucha [col. b] justiçia en ellos e levantóse todo el conçejo de la dicha çiudad a canpana repicada e matáronlo en la iglesia de Sant Françisco, donde él posava, de lo qual pesó mucho al Rey. E fue por su persona e fizo grand justiçia de muertes e destierros e perdieron de bienes en todos ellos.

   Don Juan Manuel, que estava en la frontera, savida la muerte de don Juan, Señor de Vizcaya, vínose a Castilla e juntóse con don Juan Núñez de Lara e casólo con la dicha doña María, fija de don Juan, que estava en Burdel, e llamóse Señor de Vizcaya. E dezía qu’el Rey gela tenía forçada e juntáronse con don Juan Alonso de Haro, Señor de los Cameros, e posieron mucho escándalo en el reino, ca eran mucho eredados e poderosos en el reino. E fizo el Rey quanto pudo por los asosegar e nunca lo pudo fazer, antes se reçelavan cada día más d’él.

   Savida esta discordia por el Rey de Granada, fízolo saber Alboçén, Rey de Marruecos. E como quier qu’él toviese fecha tregua con él, acordó de le fazer guerra e cató manera por tomar la villa e castillo de Gibraltar, que lo tenía Alonso Pérez de Neila, que era buen cavallero e teníala mucho basteçida de todas cosas, espeçialmente de trigo e cevada. E los moros por gelo quitar enbiaron navíos e mercaderos a gelo conprar a peso de dineros, deziendo que en la tierra de allende avía mucha fanbre. E aquel alcaide desaventurado, cuidando que era verdad e que cada vegada que quisiese podría conprar con lo que le davan por una fanega çinco, codiçióle de gelo vender. E quando gelo ovieron sacado, pasó el infante Avomulique, fijo del rey Alboaçén, con XX mil cavalleros moros; e el Rey de Granada e él çercaron la dicha villa por mar e por tierra. E como lo fizo saber luego al rey don Alonso, llamó a don Juan Manuel e a don Juan Núñez de Lara e a don Juan Alonso de Haro que fuesen con él a desçercar a Gibraltar. E respondiéronle que avían miedo que los matase así como a don Juan, pero que les diese sueldo e que irían por tierra de // [Fol. 308 r., col. a] Murçia a fazer guerra a los moros. E él, por esto e porque no quedasen en la tierra a le fazer daño, diógelo e fuéronse su camino.

   E como el Rey llegó a Sevilla con las gentes que pudo aver, tornáronse del camino deziendo a las gentes qu’el Rey era entrado a do nunca saliría e començaron a fazer todo daño en el reino. E el Rey, savido esto, no dexó de continuar su camino para pelear con los moros e desçercar el logar o morir sobre ello. E llegado a tres leguas de la villa, sopo del su almirante Alonso Jafre Tenorio cómo aquel malaventurado cavallero de Alonso Pérez avía entregado la dicha villa por no tener qué comer e se pasara allende la mar, dexando su muger e fijos; e oviendo pasado mucho travajo e fanbre en nueve meses que era çercado, aunqu’el (737) almirante le echava algunas vezes trigo e farina de las galeas del Rey con los engeños todo lo que podía, e por dos días, e aun por uno, sopiendo cómo el Rey venía a lo socorrer, se dexó perder.

    

   Título de cómo el rey don Alonso çercó a Gibraltar después que se perdió cuidándola tomar

   El Rey, savidas estas nuevas, con el grand pesar fue adelante e çercó la dicha villa de Gibraltar por la mar con la su flota, que avía quatro meses que estava delante d’ella antes qu’el Rey veniese, e por la tierra con su cavallería, deziendo que los moros no lo huyarían basteçer e que la tomarían en poco tienpo, ca los moros, como tomaron la villa e sopieron la venida del Rey, posieron todas las provisiones que podieron aver en la dicha villa e fuéronse Algezira e el Rey de Granada a su çiudad e de allí a fazer guerra a los christianos, espeçialmente al real qu’el rey don Alonso tenía sobre la dicha villa de Gibraltar. E toviéndola en grand afrenta, por los males e daños que los dichos cavalleros fazían en Castilla, espeçialmente porque las çiudades e religiosos le enbiaron dezir que si no iba a Castilla que la perdería brevemente, ovo de fazer tregua por un año e de desçercar [col. b] la villa por que le firmasen la tregua e vínose a Castilla.

    

   Título (738)

   E llegado en Castilla, començó luego la guerra con aquellos cavalleros. E salió de Valladolid e ameneçióle en una mañana en Agonallo, allende Logroño, que era de don Juan Alonso de Haro e tomólo en ella e fízolo luego degollar; e tomó todos sus logares e fortalezas.

   Cercó en la villa de Lerma a don Juan Núñez de Lara, Señor de Vizcaya, e çercóle luego a Villafranca e a Busto e a Torre de Lobatón de Canpos, que eran d’este don Juan Núñez, con sus gentes e de las villas de sus señoríos; e çercó toda la villa de Lerma de tapias por de fuera e echóle el río que le iba pegado a a la çerca por mucho arredrado por le quitar el agua. E aquexólo atanto con petrechos e con fanbre que a cavo de çinco meses salió don Juan Núñez a la su merçed e perdonólo e dexóle todo lo suyo; e aún le fizo alguna merçed, pero derribóle todas fortalezas e çercas de sus villas. E de aquel día en adelante sienpre le sirvió bien.

   Don Juan Manuel, que estava en el Marquesado, quando sopo estas nuevas e cómo el Rey iba sobre él, salió del reino e fuese Aragón e de allí enbió pedir perdón al Rey. E perdonólo e fueron a su serviçio e fízoles mucha merçed.

    

   Título de la batalla que ovieron los castellanos con los navarros e françeses açerca de [Tudela] (739) 

   Estando el rey don Alonso asosegado en su reino, entráronle por tierra de Alfaro Anrique de Solier, Governador de Navarra, porqu’el reino de Navarra era del rey don Felipe de Françia, que lo ovo por la Reina, su muger, fija del rey don Sancho de Navarra, con muchos françeses e, del reino de Aragón, don Lope de Luna e don Miguel Pérez, capitán, e don Lope de Gurrea e toda la cavallería de Aragón, faziendo muchos males e daños en sus vi-llas / [Fol. 308 v., col. a] e tierras.

   Como lo sopo el rey don Alonso, juntó sus gentes en la çiudad de Burgos e ovo su consejo de enbiar sus vasallos e no ir él en persona, por quanto avía ricos omes en los sus reinos mejores que ellos. E llamó a don Diego López de Haro, fijo de don Lope el Chico, e a don Ferrand Rodríguez de Villalovos e a don Juan Garçía Manrique e a don Rodrigo Álvares de Çisneros e a don Pero Núñez de Guzmán e a Ramir Flores, su hermano, e a don Lope Díaz de Almaçán e a Gonzalo Ruiz Girón e don Gonzalo Núñez de Aça, ricos omes de Castilla; e otrosí cavalleros de su casa e mesnada, que eran Garçilaso de la Vega e don Alonso Ferrández Coronel e Juan Rodríguez de Sendoval e otros muchos e con ellos el pendón e vasallos del infante don Pero, su fijo primogénito, e con él a Martín Ferrández Portocarrero, su mayordomo del Infante, (e) deziéndoles a todos que si su fijo fuese de hedad que gelo daría, pero que les dava el su pendón e gelo encomendava. E todos le respondieron por una voz que farían por él como por el su cuerpo, si fuese allí.

   E falláronse con los dichos Governador e françeses e aragoneses açerca de Tudela de Navarra. E ovieron fuerte batalla a vanderas desplegadas e fueron vençidos los navarros e aragoneses e muertos e presos muchos d’ellos; e fue ferido e preso Miguel Pérez Çapata e dos sus sobrinos e otros muchos. E entraron los castellanos en tres partes en el reino de Navarra quemando e robando e fezieron mucho daño fasta qu’el rey don Alonso les enbió mandar que, pues eran christianos, que no les fiziesen más mal. E así se fizieron treguas entre Castilla e Navarra e Aragón sin mucho los rogar.

    

   Título de cómo los castellanos que estavan fronteros vençieron a los moros que entraron a correr tierra de christianos e [col. b] mataron al infante Avolemián, que era rey suyo

   Después d’esto pasó este noble rey don Alonso a la frontera de los moros e fízoles mucha guerra continamente en dos años e ganóles las villas de Olvera e de Teba Ardales e de Alcalá de Vencaide, e púsole Alcalá la Real, e otros muchos castillos; e robándoles todas las tierras e continuándoles la guerra el Rey por sí mesmo e toviendo a los moros en mucho estrecho, revolviósele guerra con el rey don Alonso de Portogal, su suegro, porque algunos cavalleros de Castilla se fueron para él e fazían guerra de Portogal a Castilla.

   En esta sazón, el infante Avomerique, fijo del rey Alboaçén, que se llamava Rey de Algezira e de Gibraltar, entró por Castilla con poderosa gente de moros. E andando faziendo mucho daño en ella, don Gonzalo Martínez, Maestre de Alcántara, qu’el Rey avía dexado en la frontera en el Andaluzía, e governador d’ella, ayuntó toda la cavallería del Andaluzía e fueron en el rastro de los moros, que se tornavan con grand presa. E falláronlos açerca del río de Guadalete e cometiéronlos tan de rezio que, estando descuidados e a mal recaudo, luego fueron vençidos; e mataron allí aquel infante Avomelique, que se llamava rey, e al infante Alixcacar, su primo, que era mucho valiente e otros muchos poderosos moros de allende la mar e prendieron otros muchos moros.

    

   Título (740)

   Continuándose la guerra entre Castilla e Portogal, ovieron una noche grande vatalla en la mar açerca de Lisbona el almirante Alonso Jufre Tenorio // [Fol. 309 r., col. a] con las XXX galeas de Castilla e Manuel Peçaneo, genovés almirante de Portogal, con las XLV galeas de Portogal e Carlos Peçaneo, su fijo, e fueron desbaratados los portogueses e presos el almirante Manuel Peçaneo e Carlos Peçaneo, su fijo, e tomadas VIII galeas e anegadas seis; e las otras fuyeron. E fueron muchos muertos e presos e levados a Sevilla al rey don Alonso, que era allí. El Arçobispo de Remes por mandado del Santo Padre fizo pazes entre estos reinos de Castilla e de Portogal e soltáronse estos presos.

    

   Título (741)

   El rey don Alonso, oviendo nuevas çiertas qu’el rey Alvoaçén se aperçevía para pasar la mar, que era mucho poderoso, enbió su flota con Alonso Jafre Tenorio, su almirante, a guardar el Estrecho. E vino grand flota de moros sobre él e ovo su batalla con ellos; e fue vençida la flota de los christianos e muerto aquel almirante e otros muchos christianos e tomadas todas sus galeas, sino doze galeas que se acogieron. E con tanto pasó aquel rey Alboaçén con todos sus poderes e vituallas a toda su guisa e en quatro meses no fizo sino pasar gentes e cavallos e armas e trigo e çevada e todas las cosas de guerra a toda su voluntad.

   El rey don Alonso, veyéndose en mucha afrenta, enbió pedir ayuda de flota a la çiudad de Génova por su sueldo e al Rey de Portogal e al Rey de Aragón; e con ayuda d’ellos e con [col. b] las que le quedaron e con otras qu’él forniçió, ayuntó grand flota. E llegaron al Estrecho e fizieron grand daño a las vituallas que los moros pasavan cada día, que les eran menester porque eran muchas gentes e estavan en mengua d’ellas; e se rependían de la pasada, sino que una tormenta perdió una noche toda la flota de los christianos e fue la más d’ella a la ribera de la mar, dentro de la costa de los moros.

    

   Título (742)

   En el año del Señor de mil CCCL años pasó el rey Alboaçén de Marruecos en Algezira con grandes poderes de moros, que pasavan en C mil de cavallo e CCC mil omes a pie, e çercó la villa de Tarifa por mar e por la tierra; e vino en su ayuda el rey Maoma de Granada con todo el su poder. E savida esta nueva, llamó el rey don Alonso a todos los de su reino para que fuesen en pos d’él a la çiudad de Sevilla. Enbió sus mensajeros a los reyes don Pero de Aragón e a don Alonso de Portogal, su suegro, faziéndoles saber cómo los moros eran pasados en el Andaluzía a fin de conquistar a España, como la conquistaran otra vez derechamente, con todos los de sus reinos a la frontera a fin de pelear con él e que les rogava e requería que se doliesen de la christiandad e que fuesen con él en aquella batalla, ca devían saber que, si él e los de sus reinos fuesen perdidos e sus reinos conquistados, que ellos ni sus reinos no se podrían defender. E el rey don Pero de Aragón respondióle que fuera de voluntad, veyendo que le dezía verdad, pero que las islas de Mallorcas e sus comarcanos entendían que serían çercadas de los de Verbería e que se iba para allá. El rey / [Fol. 309 v., col. a] don Alonso de Portogal enbióle dezir que con mil de cavallo sería en persona luego con él. E así lo puso luego por obra.

    

   Título de las razones qu’el rey don Alonso dixo a sus cavalleros sobre dar la batalla a los moros que estavan sobre Tarifa e de los diversos consejos que sobre ello ovo entre los cavalleros

   En el año del Señor de mil CCCXLIII conplió este rey don Alonso edad de XXVIII años e, llegado en la çiudad de Sevilla, con todas las más gentes qu’él pudo aver de sus reinos seyendo aí con él e estando allá, mandó poner un estrado en la sala mayor de su palaçio e mandó poner la su corona con que fuera coronado en el cabo del estrado e su espada en el otro. E púsose él ençima del dicho estrado e mandó llamar a don Juan Manuel e a don Gil, Arçobispo de Toledo, e a don Nuño, Arçobispo de Santiago, e a don Juan Núñez de Lara, Señor de Vizcaya, su alferze, e a don Pero Ferrández de Castro, su mayordomo, e a don Juan, fijo de don Alonso de la Çerda, e a don Juan Alonso d’Alborquerque e a don Juan, Obispo de Palençia, e a don Álvaro, Obispo de Mondoñedo, e a don Diego de Aro, fijo de don Ferrando, e a don Ruy Ponçe e a don Pero Ponçe, su hermano, e a don Alonso Méndez de Guzmán, Maestre de Santiago, e a don Juan Alonso de Guzmán e a don Álvar Pérez de Guzmán (a) e a don Juan Martínez, Maestre de Calatrava, e a don Nuño Chamiço, Maestre de Alcántara, e a don Enrique Enríquez e a don Ferrand Rodríguez, Señor de Villalovos, e a don Diego López de Haro, fijo de don Lope el Chico, e a don Pero Núñez de Guzmán e a don Lope Díaz de Almança e a don Juan Garçía Manrique e a don Gonzalo de Aguilar e a don Gonzalo Ruiz Girón e a don Gonzalo Nú-ñez [col. b] de Aça e Alonso Téllez de Aro e Álvar Díaz de Aro, Señor de los Cameros, e otros cavalleros de Castilla e de León e de Galiçia e de todas las çiudades e villas de sus reinos. E desque todos fueron juntados allí con él, (e) díxoles así: que savían muy bien que desqu’él conpliera edad e saliera de las tutorías que oviera muchos trabajos en asosegar sus reinos de muchos bolliçios que en ellos falló e después en las guerras que oviera con los moros, en que les tomara villas e castillos e que toda vía oviera guerras con moros e con christianos fasta allí. E como quiera que en esto oviera muchos trabajos, pero que, sentiéndose más de los muchos pechos que los suyos avían pechado e que porque la tierra folgase algund tanto, que fiziera treguas con el rey Alboaçén e con el Rey de Granada por luengo tienpo e que, no gela guardando, le tomaran la villa e castillo de Gibraltar. E agora, otra vez oviendo treguas con ellos, que era pasado aquel Alboaçén con grandes poderes aquende la mar e qu’él e el Rey de Granada le tenían çercada la villa de Tarifa e querían conquistar a España, como ellos bien v[e]ían. E qu’él les mostrava allí la corona del reino e la espada que era en el poder del reino e que les pidía que lo aconsejasen como a su rey e señor, ca él un omne solo era e sin ellos no era mucho, e que mirasen por que la su corona e espada quedasen en su onor e estado, pero que lo que a él pareçía que se devían fazer era que le convenía // [Fol. 310 r., col. a] ir[se] (743) acorrer aquella villa de Tarifa, que estava mucho afincada, e, si los moros le esperasen allí, pelear con ellos. E como quier qu’él esto dezía, que lo remetía a ellos, ca él sin ellos no podía mucho fazer.

   E como esto ovo dicho, dexóles el palaçio e salióse fuera por que más sin duda dixiese cada uno su pareçer. E salido así el Rey diversas opiniones se levantaron entre los dichos cavalleros, ca los unos loavan la razón del Rey en dar la vatalla e los otros la contradezían, deziendo que era mejor dar aquella batalla e catar alguna manera de paz e que no era de poner el cuerpo del Rey en tal peligro porque, si la batalla fuese vençida e él e los que allí eran, que se podría perder España, como al tienpo del rey don Rodrigo. E otros dezían de muchas maneras.

   E con aquel volliçio tornó el Rey al palaçio e fallólos en aquel desacuerdo e díxoles:

   -Cavalleros, si acordades que no acorramos a Tarifa, tomarla han e dende çercarán a Xerez e tomarla han e dende vernán aquí a Sevilla e tomarla han.

   E respondiéronle aquellos que le contrariavan la batalla que estonçes que les darían la batalla, si escusarse no podiese. E díxoles el Rey:

   -Cavalleros, para dar la batalla sobre Sevilla, dése sobre Tarifa; e Nuestro Señor nos ayudará e, donde no le pluguiere, muramos todos mártires por amor d’Él e cure de los reinos que son suyos.

   E oído aquéllos, dixiéronle todos:

   -Señor, el coraçón de los reyes es en la voluntad de Dios e cúnplase en esto la su voluntad e la vuestra.

   E ya llegado el Rey de Porto-gal [col. b] con mil de cavallo escogidos de todo su reino, ordenaron de ir acorrer la dicha villa e darles la batalla. E fezieron alarde por ver qué gentes eran e falláronse VIII mil omes de armas a cavallo e XII mil omes a pie. E enbiaron dos farrautes a los dichos Reyes moros a les fazer saver cómo iban a pelear con ellos e que les ploguiese darles batalla en lo llano. E llegados a ellos, dixiéronles por respuesta que creerían lo que viesen e no lo que oían; e tornaron dos moros con ellos e dixieron aquellos Reyes christianos aquella mesma razón e que allí los esperarían sobre aquella villa, pues era la primera que Alboaçén fallara en su reino e, tomada aquélla, que çercaría la primera que fallase. E tovieron estos mensajeros fasta su partida.

    

   Título de cómo los Reyes de Castilla e de Portogal partieron de Sevilla para dar la batalla a los moros

   Pasado todo esto, partieron estos Reyes con su cavallería de Sevilla e tiraron su camino derecho para Tarifa. E llegados a la Peña del Çiervo echaron de allí algunos moros que la solían guardar. E como los moros vieron su venida, mandó Alboaçén levantar los reales que estavan sobre la villa e poner fuego a todos los engeños que aí tenían; e mandó poner la su tienda real ençima de un otero redrado de la villa e mandó posar todos los suyos en rededor d’él. El Rey de Granada puso su real açerca del que tenía el rey Alboaçén e allí esperaron fasta que llegaron los Reyes christianos.

    

   Título de cómo estos Reyes e cavalleros ordenaron su batalla açerca del real de los moros

   E allí estando, sopieron de un moro cómo los Reyes tenían LVII mil cavalleros e CD mil peones e ordenaron sus batallas / [Fol. 310 v., col. a] en esta manera: qu’el rey don Alonso fuese a pelear con el rey Alboaçén allí donde estava con su cavallería; el Rey de Portogal con el Rey de Granada. E porqu’el Rey de Granada tenía más gente, diole el Rey de Castilla el pendón e los vasallos del infante don Pero Primero, eredero, con don Pero Ferrández de Castro, su mayordomo, e a don Juan Alonso de Alborquerque e a don Juan Núñez, Maestre de Calatrava, e a don Nuño Chamiço, Maestre de Alcántara, e a don Diego de Haro e a don Gonzalo Ruiz Girón e a don Gonzalo Núñez de Aça e otros conçejos de çiudades e villas de Castilla, que eran fasta III mil de cavallo e IV mil peones. E ordenó el rey don Alonso que fuesen la delantera con el su pendón de la vanda don Juan Manuel e don Juan Núñez de Lara, Señor de Vizcaya, e don Alonso Méndez, Maestre de Santiago, e don Juan Alonso e don Juan, fijo de don Alonso de Guzmán, e a don Pero Ponçe, Señor de Marchena, e a don Enrique Enríquez con çiertos conçejos del Andaluzía. Otrosí ordenó que los obispos e arçobispos e los prelados todos e los pendones e vasallos de sus fijos don Enrique e don Fadrique e don Ferrando e don Tello e don Ruy Pérez Ponçe e los cavalleros de su mesnada e todos los otros conçejos del su señorío que eran allí, sin los susodichos que iban con el Rey de Portogal e en la delantera con los dichos don Juan e don Juan Núñez de Lara, e otrosí todos los otros fijosdalgo, que fuesen todos con él e con el su pendón. E dio a un cavallero françés el pendón de la Cruzada que le enbió el Santo Padre; e llamavan aquel cavallero don Yugo e mandóle que lo levase açerca del su pendón real. E otrosí mandó que don Gonzalo de Aguilar con los de Córdova que fuesen a las sus espaldas e no se partiesen d’él. E otrosí mandó a las gentes [col. b] de pie que aí tenían de Vizcaya e de Guipúzcoa e de Álava e de Asturias de Santillana e de Asturias de Oviedo, lançeros e vallesteros e otras gentes de las órdenes, e dioles por capitán a don Pero Núñez de Guzmán e mandóle el Rey que todas aquellas gentes de pie levase otro día en la batalla cavo la gente suya de cavallo, fechos un tropel que se podiese aprovechar d’ellos. E estos ordenamientos fechos, todos fazían sus votos en diversas maneras de fazer sus fechos señalados sin ningund temor ni mostrar cobardía.

    

   Título de cómo los Reyes entraron en la santa batalla e fueron vençidos los moros e muertos muchos d’ellos

   Otro día por la mañana, dichas las misas e confesados todos e comulgado el Rey, fincó las rodillas en tierra e alçó las manos al çielo e, llorando de los ojos, dixo altas vozes:

   -¡O Señor Jhesuchristo, verdadero Dios!, pídote por merçed que no quieras que en el mi tienpo se pierda España por los mis pecados como [se] perdió en el tienpo del rey don Rodrigo por los suyos e, si esto no te plazerá, que Tú reçivas la mi alma e d’estos christianos que aquí se ofreçen a la muerte por te servir.

   E cavalgó en su cavallo e fue derechamente [a] dar en las gentes del rey Alboaçén e el Rey de Portogal en el Rey de Granada. E desque llegaron al río del Salado, que era en medio, los que iban en la delantera del Rey fallaron muchos moros que aguardavan los vados e detoviéronse un rato; e dos escuderos que pasaron allende matáronlos porque no fueron acorridos. E como llegó el Rey e vio aquello e cómo no pasaban los de la delantera, envió un escudero suyo a don Juan Manuel e a don Juan // [Fol. 311 r., col. b] [Núñez] que pasasen el río o que le diesen logar e que pasaría él. E un escudero del Rey dixo a don Juan Manuel que la su espada Lobera, qu’él dezía que era de virtud, que más devía fazer aquel día; e él, ni por todo, no osó sino estar quedo. E el su alferze, con aquello, quisiera pasar con la su vandera, sino que le dio una maçada que lo oviera de derribar del cavallo.

   E Gonzalo Ruiz de la Vega e Garçilaso, su hermano, que ivan capitanes de las gentes de los fijos del Rey, fallaron una puente pequeña e pasaron por acorrer unos omes de pie que peleavan allende e éstos fueron los que primero pasaron el Salado. E pasó don Álvar Pérez de Guzmán por mandado del Rey a los socorrer por aquella puente, que los falló peleando en grande afrenta con mucha morería, que ellos estavan como firmes cavalleros e ya era ferido Garçilaso. E como don Juan Núñez de Lara, Señor de Vizcaya, e don Alonso Méndez, Maestre de Santiago, que estavan en la delantera, vieron esto e lo qu’el Rey avía enbiado a don Juan Manuel, pasaron el Salado e ovieron mucho grande pelea con los moros.

   En esto salieron los de la flota e de la villa de Tarifa e dieron por la otra parte. E el rey don Alonso con todos los suyos pasó, como cavallero, esforçando a los suyos; e el arçobispo don Rodrigo de Toledo, que no se partía d’él, fueron [a] ferir en las tiendas del rey Alboacén. E el Rey de Portogal, no pereçoso, pasó por la otra parte e dio en las gentes del Rey de Granada e desbaratólos luego; e así fizo el rey don Alonso, que desbarató Alboaçén. E fueron matando e feriendo en ellos de cada parte e siguiéronlos fasta çerca de Algezira; e mataron muchos d’ellos, pero morieran [col. b] más, sino que muchos de los christianos se pararon en el real de Alboaçén a matar las moras muger[es] del Rey e robar mucho oro e plata que fallaron en las sus tiendas. E allí morió la reina Dençia, fija del Rey de Túniz, e una su hermana e otras tres mugeres suyas; e morieron dos fijos del dicho Rey e morió allí Alcaçar, sobrino del Rey, e otros grandes moros de alta guisa e poderosos e otros muchos cativos, que se falló ser muertos e cativos pasadas en CD mil personas. E el rey Alboaçén pasóse de noche en una galea de Algezira allende la mar por miedo que los fijos, savido este vençimiento, se le alçasen con los reinos; e levó consigo todo el oro e plata que avía dexado en Algezira. E los Reyes de Castilla e de Portogal fuéronse a Sevilla e dende cada unos a sus logares. E fallóse que no morieron más de XXVIII christianos, que así los quiso guardar Dios aquel día.

    

   Título de las razones qu’el rey don Alonso ovo en las cortes porque no le querían dar el alcavala para çercar Algezira e cómo gela otorgaron e fue [a] çercar la dicha villa e la ganó con mucho trabajo

   En el año del Señor de mil CCCXLIV años, pareçiéndole a este noble rey don Alonso que avía folgado mucho en aver paz con los moros e saliendo el tienpo de las treguas que con ellos tenían, fizo cortes en la çiudad de Burgos de todos los tres estados del reino. E venidos a su palaçio, díxoles estas palabras:

   -Mis buenos e leales vasallos e naturales e buenos servidores míos, ya savedes vosotros los otros grandes males que avedes reçevido de la villa de Algezira, porque d’ella avían fecho muchos males los moros de allende la mar en [E]spaña de muchos tienpos acá; e por quitar los tales in-conbenientes / [Fol. 311 v., col. a] yo queríala çercar, pero yo no lo podría fazer sin vuestra ayuda. E ruégovos que me ayudedes con alcavalas.

   A las quales palabras todos no mostraron buen senblante. E respondieron cautelosamente los procuradores que no traían poder de sus pueblos e sin lo consultar con ellos que no podían responder. Como aquello les oyó, fue mucho quexoso, cuidando que de los cavalleros mayores le salía aquello, pero, encobriéndose d’ello, mansamente los fabló, aunque con duras e manzillosas palabras. Díxoles así:

   -Mis buenos vasallos e naturales, quiero que sepades que los pechos que yo vos demandava que no los avía para thesorar ni para me deleitar con ellos en ningunos viçios mundanales, sino para los despender con todas las mis rentas en serviçio de Dios e en onra de los mis reinos e ensalçamiento de la Corona Real, martiriando con ellos el mi espíritu e trabaxando las mis carnes noches e días; enpero, pues que veo vuestra voluntad e duda que en ello ponedes, creed que no vos entiendo más enojar, pero yo cataré de las rentas de mi reino e otro de merçed e bien fecho que yo fize en algunos de mis reinos, que creo que irán co[n]migo, e así de mis criados, que creo que llegaré tres mil cavalleros que creo que irán co[n]migo, e porné mi real a las puertas de aquella villa de Algezira e estaré allí como cavallero fasta que la tomase o peligrase sobre ella.

   E que las menguas qu’él en esto fiziese que no serían contadas a él, sino a los de sus reinos. E salióse con tanto del palaçio. E los del reino, que tales palabras le oyeron dezir, tornaron a su fabla e dixieron que debrían dar graçias a Dios porque les quiso dar tan noble rey e otorgáronle aquella alcavala de lo que se vendiese en sus reinos para durante la çerca de la dicha çiudad de [col. b] Algezira con juramento de no la demandar más.

    

   Título de cómo fue çercada la dicha çiudad de Algezira

   Este noble Rey çercó la dicha çibdad en este año de mil CCCXLV años e tóvola çercada por la tierra con sus reales e por la mar con las naos e galeas. E porque de noche entravan cabras de moros pequeñas con vituallas, çercóla de pipas atadas con cadenas de una en otra. E toviendo él sus reales, se le aposentaron el infante Esnaxar, fijo del rey Alboaçén de Marruecos, e el rey Maoma de Granada con XX mil de cavallo; e la gente de pie, que era mucha, llegó del un real al otro. E venían cada día las espuertas al río de Guadiaro, que era en medio d’ellos; e aun algunos pasavan a tirar las lanças al real. E porque los del real estavan muy travaxados de pelear con los de la villa, que eran muchos a pie e a cavallo e les eran muertos muchos cavallos, e por codiçia de tomar aquella villa e no se poner en otro peligro, de acuerdo de todos no salían de sus reales. E venieron a esta çerca el rey don Felipe de Navarra e el Conde de Fox e los Condes de Selesbérit de Inguelaterra e el conde Lous e otros nobles omes de Françia e de Inguelaterra e de Alemaña a la Cruzad[a] (744); e morieron allí de dolençia aquellos Rey de Navarra e Conde de Fox e morió de armas el Conde de Lous e otros forasteros.

   E durando largos tienpos esta çerca, no le bastando el su [aveer] (745) pasó mucha pobreça; e con la neçesidad enbió demandar enprest[a]do (746) sobre joyas e sobre su fe al Santo Padre e al rey don Felipe de Françia. E el Santo Padre le enbió XX mil florines enprestados; el noble Rey de Françia le enbió L mil florines de oro de graçia por buena amistad que aví-an. // [Fol. 312 r., col. a] E fue mucho profiada e nonbrada esta çerca de Algezira por todo el mundo porque estavan dos poderosos reales, uno de moros e otro de christianos, sin los de la villa, que se v[e]ían del uno al otro e escaramuçaban cada día. Otrosí peleavan entre el real e la villa todos los días de mañana a la noche, que yazían dentro mil de cavallo e X mil a pie con los moradores d’ella e tenían quatro galeas en su taraçana; e tenía el rey Alboaçén en Tánjar, que era de la otra parte, el Estrecho en medio, mucho grande flota de gentes para la socorrer. E todavía estavan los christianos temerosos, pero, después de muchos días pasados, ya los moros moriendo de fanbre, la villa fue dada por tra(n)to que saliesen los moros con todo lo suyo e que oviesen los Reyes treguas por X años.

   Fue entregada esta villa de Algezira a XIX meses que fue çercada, con tantos trabajos e pestilençias que no se falla otra en España entre moros e christianos. E morió muchas gentes de dolençia e de armas en los conbates, que morieron el rey don Felipe de Navarra e el Conde de Fes e el Conde de Lous de Alemaña e Ferrand Sánchez de Velasco e Lope Garçía de Salazar e Ferrando de Muñatones e don Pero Ferrández de Castro de dolençia e otros.

    

   Título de la muerte d’este noble rey don Alonso, cómo morieron él e otros muchos de pestilençia, toviendo çercado el castillo de Gibraltar

   En el año del Señor de mil CCCL años, menbrándosele a este noble Rey cómo la villa de Gibraltar le tomaran los moros en tregua, no curando de la dicha tregua entre ellos fecha, çercóla por mar e por la tierra; e toviéndola mucho afincada e [col. b] tomada la peña d’ella, entró la pestilençia de landre en el real, que fue la primera que ovo en España, atanto que lo requerieron cavalleros e prelados que se levantase de allí con mucho afincamiento, el qual les respondió que aquella villa ganara de moros su padre e que la dexara a él, que no avía perdido otra cosa de lo qu’él le dexara e que cada vez que le menbrava d’ella avía lástima en su coraçón, que Dios fiziese d’él su querer como Señor, pero qu’él nunca partería de allí fasta que la ganase; e que más no gelo dixiesen. E por la voluntad de Dios diole una landre e morió a terçero día. E moviéndose el real cuerpo d’él, salieron todos los moros de la villa armados e con sus pendones; los christianos, pensando que querían dar en la çaguera, ordenaron sus batallas e, como lo ovieron los moros, enbiaron dos cavalleros a les dezir que no salieran allí por pelear con ellos, sino por fazer honra a tan noble Prínçipe e por onrar el su cuerpo onrado, por la muerte del qual, no tan solamente los christianos valieran menos, mas los moros mesmos avían daño de su muerte, porque por él los preçiavan mucho más los sus señores. E así se fueron con el cuerpo del Rey a Córdova e lo enterraron sobre el rey don Ferrando, su padre, allí.

   Aquí se acaba el XVI libro de los XXV libros que Lope Garçía de Salazar fizo en esta Istoria de las bienandanças e fortunas estando preso en la su casa de Sant Martín e comiénçase el XVII libro, en que fabla del enreinamiento del rey don Pero Primero e de cóm[o] (747) la reina doña María, su madre, fizo prender e desí matar a doña Leonor de Guzmán, / [Fol. 312 v., col. a] mançeba del rey don Alonso, madre de los Conde e Maestre, sus fijos, por donde ovo mucho mal en Castilla; e de las muertes qu’el rey don Pero fizo en el segundo año e de la discordia que ovo en los cavalleros sobre quién reinaría porqu’el Rey era doliente; e de cómo tomó Aguilar e a Palençivela e cómo allí cuidó matar çiertos cavalleros e de cómo echó Infantes e hermanos del reino; e de cómo se levantó la guerra entre Castilla e Aragón; e de la muerte e toma de Toro e de la muerte del Maestre, su hermano; e de la entrada que fizo en Vizcaya e de la muerte del infante don Juan e de su madre e de las fijas del Señor de Vizcaya; e de la entrada que con su flota fizo en Aragón e de la vatalla de Araviana; e de la terçera guerra de Aragón e de Granada; e de la entrada que fizo en Aragón, quebrantando las treguas, e de los logares que ganó; e cómo el conde don Enrique entró en Castilla con gentes estrangeras e se llamó Rey de Castilla, e cómo el rey don Pero, no se fiando en los suyos, no dio la batalla e se fue al Andaluzía e dende a Vayona; e cómo vino el Prínçipe de Galaz en Castilla e fue la batalla de Nájara e de la discordia d’ellos e de las razones que ovo el Prínçipe con el Mariscal de Audenac e con mosén Beltrán; e cómo el rey don Enrique tornó a Castilla; e de las cartas del filósofo de Granada; e de la muerte del rey don Pero en Montiel e de todos los prinçipales fechos suyos.

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   693.- tornose, en el manuscrito.

   694.- Ha quedado en blanco el espacio reservado para escribir el título.

   695.- Idem.

   696.- dixo, copiado nuevamente aquí.

   697.- en, interlieneada por otra mano.

   698.- vaía, en el manuscrito.

   699.- sino, interlineado por B.

   700.- que, interlineado por B.

   701.- que le eredava, copiado dos veces.

   702.- las, en el manuscrito.

   703.- christianos, añadido posterior de B.

   704.- Espacio en blanco en el manuscrito.

   705.- Adición de R.H., quien no lo indica. Véanse Bienandanzas, ed. cit., vol. III, p. 134.

   706.- que, en el manuscrito.

   707.- Las grafías un han sido interlienadas por otra mano.

   708.- En blanco en el manuscrito.

   709.- pude sienpre, reclamo al final del folio.

   710.- fueron éstas, ya escrito un poco más arriba, repetido aquí.

   711.- e don, copiado dos veces.

   712.- bien, seguidamente, que se repite un poco más abajo.

   713.- Añadido por B; antes había quedado un espacio en blanco.

   714.- Las grafías exo han sido interlineadas porque la palabra ha sido bastante modificada; en principio parece leerse dixo.

   715.- fizía, en el manuscrito.

   716.- pasóla, en el manuscrito.

   717.- lo perdonó, copiado nuevamente.

   718.- a, interlienada por otra mano.

   719.- vuestro, seguidamente.

   720.- d’él, copiado de nuevo aquí.

   721.- No estoy muy segura de esta lectura, ya que las grafías han sufrido varias correcciones: en principio podría leerse a don o Adán y luego puede intuirse un.

   722.- defendíase, reclamo al final del folio. Como podrá observarse se ha producido un salto de diez folios en la numeración, aunque no pérdida de texto. El códice presenta tres foliaciones distintas, una en números arábigos, que es totalmente arbirtraria, y dos en romanos, una en tinta roja y coetánea y otra en tinta negra y algo posterior. Estas dos últimas coinciden hasta este folio, 300 según la original en rojo. La explicación quizá sea la propia disposición del texto en cuadernillos de diez folios, que ya serían numerados antes de recebir el texto. La pérdida de uno de ellos en blanco, pero ya numerado, pudo ocasionar este salto en la numeración. Por ser esta la foliación original, la respeto en la transcripción.

   723.- todas, en el manuscrito.

   724.- Otra mano, posiblemente B, ha interlineado una grafía s.

   725.- ero, en el manuscrito.

   726.- Copiado dos veces el signo tironiano.

   727.- Se lee çerca, pero debajo de la primera grafía figuraba una grafía f; B ha interlineado detrás uerça.

   728.- Interlineado por otra mano.

   729.- con, en el manuscrito.

   730.- Véase nota n. 694.

   731.- que lo avía criado, copiado dos veces.

   732.- Espacio en blanco en el manuscrito. Probablemente debería figurar e dozeno.

   733.- toturía, en el manuscrito.

   734.- Véase nota n. 694.

   735.- don, repetido detrás.

   736.- Véase nota n. 694.

   737.- el, repetido detrás.

   738.- Véase nota n. 694.

   739.- De acuerdo con el resto del capítulo, esta debería ser la lectura correcta, pero en su lugar, y fuera de la caja de escritura, figura una abreviatura que parece coincidir con la utilizada en otras ocasiones para abreviar el término carta.

   740.- Véase nota n. 694.

   741.- Idem.

   742.- Véase nota n. 694.

   743.- irse, el pronombre se interlineado; aquí, en el extremo superior izquierdo del folio.

   744.- cruzado, en el manuscrito.

   745.- En blanco en el manuscrito; aveer, añadido por B.

   746.- enprestido, en el manuscrito.

   747.- coma, en el manuscrito.