LOS VIOLENTOS NO SON «LOS OTROS»

Este es el texto que escribí para la lectura solidaria contra la violencia en Ciudad Juárez.

LOS VIOLENTOS NO SON «LOS OTROS»

Cuando nos instalamos en la comodidad de nuestra sala, y vemos impasibles las noticias de la tele.

Cuando miramos para otro lado, aún siendo testigos de injusticias en nuestro entorno.

Cuando solamente reconocemos como víctimas a los muertos de uno de los bandos, en nuestras guerras eternas.

Cuando perpetuamos un gobierno corrupto, con nuestro silencio cobarde, que ve mala fe en las denuncias de torturas y atrocidades.

Eso es violencia.

Es violencia cuando nos mantenemos impasibles ante los golpes a inmigrantes por buscar un mundo mejor tras una valla, aún cuando nuestros hijos tengan que emigrar para sobrevivir.

Cuando por venganza aplicamos un castigo a familias enteras, porque uno de sus miembros cumple condena en la cárcel, y nos mantenemos indiferentes.

Cuando nos hacemos un «selfie» tirándonos agua potable por encima, habiendo millones de personas que sufren de sed diariamente y que tienen que hacer kilómetros para conseguir un vaso de agua. Cada día mueren 4.500 niños en todo el mundo por falta de agua potable o saneamiento básico.

Cuando, saciados, tiramos la comida que nos sobra sin el menor remordimiento, y ni siquiera recordamos que hay millones de personas que mueren de hambre. Cada hora 1800 niños mueren por desnutrición o hambre.

Eso es violencia.

Es violencia cuando callamos y no nos movilizamos ante la atrocidad de la ablación, de las violaciones masivas, de la esclavitud sexual, de la explotación infanticida.

Cuando sabemos que existen países con leyes que legitiman enterrar viva a la gente.

O Estados no derrocados que permiten la muerte a pedradas en nombre de su dios.

O presidentes de países, elegidos democráticamente, que alientan las masacres a mayor gloria de sus empresarios.

Y no nos estremece un escalofrío.

Eso es violencia.

Cuando nos encogemos de hombros y miramos para otro lado.
Cuando eludimos posicionarnos, y no nos revolvemos.
Estamos siendo cómplices de esa violencia.
No nos engañemos.

No se trata de sentirnos culpables de las atrocidades que cometen otras personas.
Se trata de sentirnos responsables de crear en nuestro entorno un ambiente de paz, de convivencia, y de comportamiento respetuoso con cada ser humano.

Desde la médula.

Y cultivar en nuestro ser, los firmes cimientos de la EMPATÍA, la capacidad de ponernos en el lugar del otro, que son EL RESPETO Y LA JUSTICIA.

Salud, cultura, anarquía y una conciencia global tengamos siempre.

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