Las donaciones de los «grandes»

 

Child working in a textile factory in Dhaka. It is common in Bangladesh for children of poor parents to work in various hazardous and labour-intensive workplaces to support their families. The average child labourer earns between 400 to 700 taka (1 USD = 70 taka) per month, while an adult worker earns up to 5,000 taka per month.

Está circulando por Whatsapp una falacia que me enfada, y mucho. Por si no lo sabéis, el Gobierno ha ‘mejorado’ la fiscalidad de las donaciones. De lo que se done en 2015, se recuperará  la mitad. Y en 2016, se puede recuperar hasta el 75%.

COMPARTIR Y MULTIPLICAR:
Actualización de donaciones por la crisis sanitaria en España:

MANGO: 2 mill. € mascarillas
SANTANDER. 5 mill. € camas de hospital, respiradores y mascarillas
IBERIA: 5 mil kits de higiene
EL CORTE INGLÉS: toda la ropa de cama para el hospital de IFEMA
INDITEX: logística, mascarillas, batas, material sanitario
NOVARTIS: 130 mill. dosis hidroxicloriquina
HUAWEI: 1 mill. mascarillas
OPPO: 50 mil mascarillas
HOTEL MARRIOTT AUDITORIUM: edificio medicalizado
HOTEL VÍA CASTELLANA: edificio medicalizado
HOTEL ILUNION ATRIUM: edificio medicalizado
HOTEL MIGUEL ÁNGEL: edifcio medicalizado
HOTEL EUROFORUM PALACIO DE LOS INFANTES: edificio medicalizado
HOTEL MAJADAHONDA: edificio medicalizado
HOTEL CATALONIA PLAZA MAYOR: edificio medicalizado
HOTEL LAS PROVINCIAS: edificio medicalizado

Pablo Iglesias: 0 €
El Gran Wyoming: 0 €
Rosalía: 0 €
Jorge Javier Vázquez: 0 €
Jordi Évole: 0 €
Anabel Alonso: 0 €
Willy Toledo: 0 €
Pedro Almodóvar 0 €
Jaume Roures: 0 €
Paco León: 0 €
Javier Bardem: 0 €
Ana Pastor García: 0 €
Jesús Cintora: 0 €
Antonio García Ferreras: 0 €
MEDIASET: 0 €
ATRESMEDIA: 0 €
GRUPO PRISA: 0 €

Y me enfada por muchísimos motivos. Porque es tendenciosa, manipuladora, intoxicante y malintencionada. Además de dar por supuesto que somos imbéciles y no sabemos pensar por nuestra cuenta.

Y me ha llegado esta respuesta a través de una amiga, que suscribo punto por punto.

Allá por los años 80, Pablo Escobar Gaviria financió la construcción de 443 casas en una de las laderas de la ciudad de Medellín. No sólo se quedó aquí, la «filantropía» de Escobar fue mucho más lejos, además de viviendas, Escobar también dotó al barrio de escuelas y canchas deportivas y repartió dinero, alimentos y medicinas.

Más de tres décadas después, las y los 16.000 habitantes del ahora conocido como «Barrio Pablo Escobar», aún profesan auténtica devoción por su «benefactor». A base de ladrillo y caridad, el famoso narcotraficante consiguió que la gente del barrio «olvidara» su extenso historial criminal.

La necesidad pesó más que cualquier principio ético, pero eso no convierte al monstruo de Medellín en un ejemplo a seguir. ¿O sí?

Os cuento esto porque me asusta ver a buena parte de la población defender a ultranza a un multimillonario conocido por sus malas artes empresariales. Y no solo eso, todavía me asusta más la postura extremadamente beligerante que tienen hacia quienes no pensamos igual.

Todas y todos convendréis conmigo en que no hay nada más solidario que pagar impuestos. Las pensiones, la educación, las infraestructuras y, lo que más nos preocupa ahora, la sanidad pública, se financian con nuestros tributos. Quien evade, quien defrauda o quien utiliza artimañas para aportar lo menos posible a las arcas, está contribuyendo a devaluar y destruir nuestros servicios públicos.

Vivimos en un país en el que, mientras las y los currantes de a pie aportamos al estado entre un 20 y un 30% de nuestros ingresos, las grandes fortunas se agarran a la ingeniería fiscal para tributar lo menos posible. Una de los atajos más conocidos es el de las donaciones. A través de este sistema, muchas veces utilizando como vehículo a fundaciones creadas para tal fin, se obtienen todo tipo de reducciones y beneficios fiscales, llegando a darse la paradoja de que proporcionalmente cualquier trabajador o trabajadora, o cualquier pequeño o mediano empresario o empresaria, aporta más a las arcas que las y los «grandes» empresarios. Para más inri, por si fuera poco, publicitar estas donaciones contribuye a lavar su imagen y a convertirlos en héroes del pueblo. Un modus operandi similar al de Escobar pero más fino y, aparentemente, menos sangriento. Digo aparentemente, porque, estas y estos adictos a la plusvalía, en su búsqueda del beneficio suelen llevarse la producción a países donde los derechos laborales son una utopía. ¿Y por qué lo hacen? Fácil, porque ese axioma, tantas veces repetido, de que es el empresario quien crea riqueza, es radicalmente falso. La riqueza sale del trabajo y cuántos menos derechos tenga la clase trabajadora, más beneficio obtendrá el empresario. Tener el grueso de la producción en Marruecos, Bangladesh o Pakistán, países donde hasta el trabajo infantil está permitido, no es casual. Claro que no.

Seguro que si estos grandes capitales produjeran y tributarán debidamente en España, tendríamos una sanidad más fuerte y no serían necesarias sus donaciones. ¿Sabéis por qué no lo hacen? Porque, al igual que el narco de Medellín, se han dado cuenta que el miedo y la necesidad de la gente son más rentables. Es el mercado, amigos.

¿Queréis dar premios a la concordia? Mirad alrededor, hay muchas y muchos candidatos jugándose la salud para que salgamos de esta situación de la mejor manera posible. Y no se llaman Amancio ni tienen una fortuna de 65.000 millones de euros.

 

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